Abrazada a mi mascota. Duermo.
Tal vez pasen días y no despierte.
Alojada en un sueño de runas y moras.
Desoyendo lo trágico del despertar y lo trágico
de cada pequeña patraña.
Sobre la hierba aromática de su pelo.
Sobre la orilla de su costado.
Sobre la carne y la tierra y los pájaros.
Un ser de ojos miel.
En el exterior, los perros sin nombre.
Nosotros, bebedero y zapatillas,
callamos y dormimos.
Yo, abrazada a mi mascota.
Callad vosotros también.