Flotar. Zambullirse. Y flotar.
Contemplar bajo el agua el destrozo
de unas manos arruinadas.
Largos dedos de piel macilenta, rugosa,
invadida por diez o doce estrellas de mar.
Escuchar. Sólo escuchar.
Conservar la inacción y conservar la fe.
Hablar cuando el silencio es lo único digno.
Abrir los ojos cuando se debe descansar.
¿Y este curioso olor a animal acuático?
El tiempo está blanco.
Elevar los brazos y asentir. Hielo de fondo.
Saber (bien) lo que es ansiar algo temblorosamente,
y no conseguirlo.