La doctora Samantha Hargrave no existió en la realidad. Se trata de una recreación de varias profesionales de la medicina que vivieron en la segunda mitad del siglo XIX y es producto de la imaginación de la autora.
Las doctoras Elizabeth Blackwell y su hermana Emily vivieron realmente y ejercieron la medicina en aquellos años. He procurado que sus diálogos sean lo más realistas y lo más exactos posible desde un punto de vista histórico, basándome en citas directas de sus diarios y cartas y creando el resto de acuerdo con lo que me parecía que hubieran podido decir.
El presidente Grant sufrió en la mansión de los Astor el accidente que se describe en la obra, aunque en distinto año. Todos los demás personajes son imaginarios; todos los incidentes, de carácter médico o no, son inventados, si bien se inspiran en hechos reales.
No habría espacio suficiente para dar las gracias a todas las personas que me han ayudado: a mi agente Harvey Klinger, que me proporcionó un estímulo constante; al doctor Norman Rubaum, que me asesoró; y a mi marido George, que sabe muy bien por qué.
BARBARA WOOD