Creo que hacía ya tiempo que lo estaba, pero quizás se podría decir que ese momento fue decisivo. Antes, a lo mejor hubiese sido posible que aún me echara atrás, pero ahora eso ya no ocurrirá.
Está muy bien resolver que de una manera o de otra nuestra tía deberá pagar las consecuencias de ser tan mala conductora como para precipitarse en el vacío desde lo alto de ese puente donde nos ha insultado tan violentamente, delante de ese arbusto donde se ha mofado y reído a nuestra costa. Quizás es una causa coadyuvante lo resbaladizo de ese querido camino, debido a la eterna lluvia que cae en su Gales tan desmedidamente amado. Pero una cosa muy distinta es provocar el accidente, en especial cuando, como ya he explicado, es de suma importancia quedar libre de toda sospecha. He estado pensando en diversos métodos, pero en cada uno he hallado alguna dificultad.
Lo primero que se me ocurrió fue esperar una noche sin luna en la que supiera que mi tía pensaba salir en el coche y colocar algún obstáculo en el camino. Esto significaría tener que esperar varios meses, pues en esta época no oscurece hasta muy tarde y no sería muy efectivo que chocara al subir la cuesta, pues no vendría con suficiente velocidad para desviarse del camino y ser arrojada barranco abajo.
No es que no esté dispuesto a esperar en el caso de que el plan me parezca bueno; pero es que dudo que lo sea. En primer lugar, el obstáculo debe parecer natural, pues de lo contrario pueden hacerse indagaciones, y resulta muy difícil bloquear un camino con algo lo suficientemente grande como para que cumpla con las funciones requeridas, y lo suficientemente pequeño para que no se vea unos metros antes, iluminado por los faros del auto, y que pueda encontrarse en el camino por causas naturales. Una rama de árbol no sería bastante, a menos que tuviese un buen tamaño, y un tronco podía ser visto. Además la única manera de obtenerlo hubiese sido cortando uno de los árboles que están al borde del camino, esfuerzo que me resultaría prohibitivo, aparte de que me hubiese sido imposible hacerlo con disimulo y en forma que pareciera natural. He examinado detenidamente todos los árboles y ninguno de ellos parece estar próximo a caerse. Tampoco he encontrado ningún poste de telégrafo convenientemente situado.
Existen, eso sí, algunos trechos muy oscuros en el camino antes de iniciarse el descenso. Se podría colocar allí un obstáculo pesado sin que resultara muy visible, pero sucede que se encuentran todos bastante cerca de la casa y mi tía siempre sale despacio, en parte porque su viejo Morris no le permite otra alternativa y en parte debido al abrupto recodo del camino. Por otro lado, suponiendo que colocara un obstáculo en ese lugar, no deja de ser posible que otro vehículo choque con él. Esto no es muy probable, puesto que Brynmawr se halla en un camino que está prácticamente en desuso y que detrás de la casa se convierte en un verdadero sendero que permite apenas el paso de un carro y conduce a las matas de brezos y helechos que rodean la Vieja Granja donde vive Williams con sus ovejas. No me importaría en absoluto que mi obstáculo lastimara a Williams cuando vuelve borracho del mercado de Llwll, pero su caballo probablemente se detendría al verlo y, ebrio o no, Williams apartaría del camino lo que fuese y de ese modo no podría volver a poner nada en ese lugar por temor a despertar sospechas.
Además, no se me ocurre ningún obstáculo natural, o bien uno artificial que pueda apartar inmediatamente después sin que queden rastros de su anterior presencia. El método me parece poco seguro (lo que constituye el principal inconveniente), difícil de poner en ejecución y, lo que es más grave, arriesgado. A menos que conciba una idea realmente buena al respecto, no he de intentarlo.
He pensado también si sería posible provocar un incendio en su coche mientras esté ella dentro. Es muy significativo que en todos mis sueños (que ahora se suceden casi todas las noches) veo un auto en llamas que se precipita al fondo de la cañada. Se han visto casos en que alguien se ha librado de upa persona indeseable matándola quemándola luego dentro de un automóvil. Pero es curioso observar que muchas veces el fuego no parece cumplir bien su cometido. Muy a menudo veo que el cadáver no ha sido completamente destruido y entonces aparecen esos entrometidos médicos de la policía para hacer las más alarmantes e inconcebibles deducciones. Por lo tanto, no cometeré la imprudencia de quemar el cuerpo de mi tía. Por otra parte, dicho método implica como primer paso tener que matarla, pensamiento que me produce una natural y loable aversión. La sangre es tan desagradable…
Esta idea me causó un efecto tan perturbador que tuve que dejar de escribir y leer un cuento de Maupassant para calmar mis nervios, antes de poder seguir adelante con estas notas. Podrá parecer absurdo el hecho de que las escriba, pero considero que una franca deliberación sobre las posibilidades en perspectiva es muy beneficiosa para el intelecto. Al fin y al cabo, los militares, aunque constituyen una casta, tengo entendido que están obligados a estimular su cerebro escribiendo lo que llaman una «apreciación».
Resumiendo: ¿será posible arreglar algún mecanismo que en el momento de poner en marcha el coche y empezar a andar tome contacto con un dispositivo eléctrico de relojería que prenda fuego al auto? El dispositivo tendría que ser colocado lo más cerca posible del depósito de gasolina y podría funcionar mediante un alambre conectado con la palanca de cambio, de modo que en el acto de poner el coche en marcha pusiese el mecanismo en funcionamiento. Este método tiene grandes ventajas. Tanto el dispositivo como el alambre y las huellas digitales que pudieran quedar, serían destruidos por el fuego. Ocurriría en forma automática y podría muy bien producirse en algún momento en que yo no estuviese ahí.
Pensemos en las posibles desventajas.
En primer lugar, mi tía puede ser muy rápida y saltar del auto. En realidad no sé mucho de esas cosas, pero me imagino que el efecto de una chispa sobre el combustible contenido en un depósito cerrado debe de ser el de una instantánea y violenta explosión. Me guitaría hacer la experiencia, pero las dificultades son obvias. Luego, supongo que la chispa deberá producirse en el depósito de gasolina, pero pienso que si lo que la origina se encuentra debajo del combustible, es probable que no haya chispa. Quizá sea factible provocarla por encima de la gasolina, para lo cual tendría que esperar una oportunidad en que el tanque no estuviese lleno del todo, cosa que debe ocurrir con bastante frecuencia.
Sí, esta idea merece ser considerada. Y una pequeña venganza a base de gasolina sería muy apropiada. Lamentablemente, existe una seria traba. Ignoro totalmente cómo se puede construir un mecanismo semejante y es evidente que no puedo averiguarlo. Con todo, esto último podría ser posible. Tendré presente la idea. Ofrece grandes posibilidades.
Por más prometedor que esto parezca, no debo dejar de pensar en otros métodos. Una ocurrencia que me ha sugerido el modo de conducir de mi tía es la de dañar la dirección de su coche. Nada más fácil que aflojar un poco la barra, pero, si hay un lugar donde sea necesario conducir con cuidado, es al salir del garaje de Brynmawr en dirección a la verja, ya se vaya por el sendero angosto que conduce a la puerta de entrada o bien por la salida de atrás que da al camino. Si algo anduviera mal en la dirección, es casi seguro que mi tía se daría cuenta antes de atravesar el arroyo.
Pero ¿y si no notara nada anormal en el momento de salir, hasta que un movimiento brusco del volante provocara la ruptura de la barra de la dirección? ¿Y si yo ideara algo para que tuviera necesidad de virar repentinamente? Por ejemplo, podría hacer que So-So se le cruzara corriendo por el camino en el trayecto oscuro donde éste dobla hacia la derecha. No creo que sea capaz de cometer la maldad de atropellarlo fríamente, de modo que se vería obligada a torcer hacia la izquierda (hay una elevación a la derecha) para luego tratar de enderezar bruscamente hacia la otra dirección. Pero entonces el automóvil, ya sin control, iría no hacia la derecha, sino directamente al frente, hacia el abismo.
Veamos qué fallo se puede encontrar en esto. Supongamos que se le ocurra frenar súbitamente. Sin duda, todavía no iría a mucha velocidad y le sería posible detenerse antes de llegar al borde del barranco. De este modo el coche no se precipitaría al fondo, alguien podría examinar el mecanismo de la dirección y quién sabe lo que puede suceder. Pero hay una manera muy sencilla de evitar todo esto. Los frenos no deben funcionar.
Eso es; la barra de la dirección práctica mente rota y los frenos sin funcionamiento. Un agujero en el cilindro maestro y el pistón que está adentro no mandará líquido por los tubos a ninguno de los frenos de las ruedas y la leva no empujará las zapatas contra el interior del tambor del freno, y entonces… ¡adiós tiíta y su Morris! Aún se puede hacer en forma más simple, sin necesidad de perforar el cilindro maestro, lo cual podría ser ad vertido: sacaría, sencillamente, una tuerca, de modo que el líquido se derramara, y asunto concluido. ¿Y quién podrá decir luego que la tuerca no se aflojó sola y la dirección no se rompió accidentalmente? Herbertson podría haber reparado en ello la última vez que revisó el coche, pero, con prudencia, puedo observar que Herbertson es muy descuidado en sus arreglos y poco digno de confianza, tanto que nunca le he dado a reparar mi automóvil. Otra ventaja más. Lo pensaré con todo cuidado, pero creo que este plan ha resultado satisfactorio.