[1] Me resultaba embarazoso reconocer ante los indios que en el país del que yo venía las mujeres no se sentían capaces de criar a sus hijos hasta que no leían las instrucciones que había escrito un desconocido. <<
[2] B. Smith-Bowen, Return tohaughter. Londres, 1954. <<
[3] El Dr. Frank Lake (ver la Introducción) me contó que su investigación reveló que los problemas digestivos son la principal expresión física del estrés infantil y que, en cambio, las afecciones cutáneas (eczema, psoriasis, erupciones, etc.) eran los resultados típicos, que a veces aparecían mucho más tarde, del sufrimiento experimentado en el útero. <<
[4] J. Bowlby, Maternal Core and Mental Health, OMS, 1951. <<
[5] H. F. Harlow, The Development of Affectioned Patterns in Infant Monkey's (Brian M. Foss, Determinante of infant Behaviour. Londres, 1961). <<
[6] J. Van Lawick-Goodall, In the Shadow of Man. Boston, 1971. <<
[7] C. H. Kempe y R. Helfer: Niños maltratados. Ed. Morata, Madrid, 1998. <<
[8] Se encuentra en la primera parte del artículo de James Mills publicado en Life del 29/02/1965. <<
[9] Desde que escribí el libro, muchas madres occidentales lo han confirmado. Aunque varias de ellas creían que nunca llegarían al extremo de mantener un constante contacto físico con sus hijos durante las veinticuatro horas del día, descubrieron que cuanto más llevaban con ellas a sus bebés, más deseaban hacerlo. En realidad, sus instintos se hicieron cargo de la situación. <<