Esta novela es una historia de ficción. No obstante, está basada en hechos y personajes reales. Christopher Marlowe (1564-1593?) fue, en el último tercio del siglo XVI, uno de los autores de teatro más importantes de la época isabelina, durante la cual tradujo a clásicos como Lucano y Ovidio (1582) o escribió y representó con éxito obras como Dido, reina de Cartago (1585-1586), El Gran Tamerlán (1586-1587), El judío de Malta (1589), Doctor Fausto (1589), y La Masacre de París (1592), entre otras.
En su época existió una gran rivalidad entre La Rosa, el teatro para el que escribía Marlowe, y El Globo, el de su amigo William Shakespeare (1564-1616). Marlowe trabajó para el servicio secreto de los Walsingham y se tiene constancia de su participación en el descubrimiento del llamado Complot de Babington, en donde Gilbert Gifford actuó de manera notable, así como su participación contra la Armada Invencible, en términos muy similares a los que se describen en la novela.
Su enigmático retrato (¿de escuela toledana?) existe y se conserva en una de las salas de profesores del Corpus Christi College, de Cambridge, en donde también estudió y fue reclutado para el servicio secreto de la reina Isabel, junto a su amigo Nicholas Faunt (1553/4-1608).
Su muerte en 1593 es un misterio. Las contradicciones del documento oficial que relata lo sucedido en casa de Eleonor Bull, del que aquí reproduzco un fragmento, han hecho pensar a casi la totalidad de historiadores que, realmente, Marlowe siguió viviendo con otra identidad, huyendo así de los que lo buscaban por haber trabajado para el servicio secreto. Yendo un paso más allá, se ha señalado que tras su supuesta muerte, Marlowe se convirtió en la pluma que se escondía detrás de algunas de las obras firmadas por su amigo Shakespeare, el mismo que relata los hechos descritos en estas páginas.
Por otra parte, Thomas Shelton es el nombre del misterioso traductor del Quijote al inglés publicada en 1612. Este autor desconocido, del que no sabemos absolutamente nada, ha sido relacionado por varios críticos como uno de los seudónimos de Marlowe empleados en su nueva vida.
El taller de Alonso de Coloma (1532-1607) estuvo en funcionamiento en Madrid en el último tercio del siglo XVI y principios del XVII. Conservamos algunos de sus trabajos, todos ellos atribuidos, ya que jamás firmó una obra.
Finalmente, la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda (1540-1592), y Antonio Pérez (1540?-1611), fueron encarcelados de la misma forma en que se cuenta en estas páginas. Ambos, junto al cardenal Gaspar de Quiroga, formaban el núcleo fuerte de una línea política denominada «ebolista», inclinada a la resolución de problemas por medio de la diplomacia, frente a la más violenta y expeditiva de los «albistas», partidarios del duque de Alba.
Mateo Vázquez (1542?-1591), secretario y enemigo de Pérez, y Juan de Idiáquez (1540-1614), excepcional político y embajador, siempre estuvieron a la sombra de estos hechos en el reinado de Felipe II. Por su parte, Bernardino de Mendoza (1540?-1604), pariente lejano de la princesa de Éboli, aunó esfuerzos en Europa para derrotar el gobierno de Isabel de Inglaterra y colocar en su lugar a María de Escocia.
Robert Cecil (1563-1612), el Elfo, acomplejado por su joroba, rival de los Walsingham, acabó siendo secretario de la reina Isabel y a su muerte, el principal consejero del rey Jacobo I, primer monarca de la dinastía Estuardo.