Capítulo 20

Palacio Real de Madrid (España)

Martes, 27 de mayo de 1586

Mateo Vázquez y Juan de Idiáquez paseaban por el soportal del patio del rey del palacio de Madrid. La tarde era agradable y habían pensado que era mejor despachar algunos asuntos dando un ligero paseo que estando encerrados en el despacho de alguno de ellos.

El ruido de unos pasos les hizo volverse rápidamente. Apareció un joven correo en cuya mano llevaba una carta destinada seguramente al secretario de Felipe II.

—Señor, acaba de llegar desde Inglaterra esta carta para vos.

Vázquez miró a Idiáquez. Por el semblante de los dos políticos se podía ver con claridad que ya conocían el origen de aquella nueva misiva.

—Muchas gracias, puedes retirarte.

El muchacho se fue hacia las escaleras que bajaban al patio. El religioso se acercó hacia el extremo del claustro para apoyarse en la balaustrada. Rompió el sello y descubrió la misma letra de siempre. En pocos segundos leyó la breve nota.

—Hay que avisar a París cuanto antes. Bernardino de Mendoza tiene que conocer esto antes de que sea demasiado tarde.

—¿Malas noticias? —preguntó Idiáquez.

—Leedlo vos mismo.

Vázquez extendió el papel a Idiáquez mientras con la mirada perdida en unas cristaleras de la galería se mordía nerviosamente los dedos de la mano derecha.

—Tenéis razón. Hay que avisar a Mendoza. El viaje a París es largo. El correo tardará casi dos semanas en llegar, quizás aún estemos a tiempo. Y sean cuales sean las nuevas intenciones de Shelton y sus acólitos, hay que estar prevenidos.

—¿Y si se trata de una trampa para despistar nuestra atención y realmente Shelton está en Madrid? —preguntó Vázquez dubitativo.

—En cualquier caso no perdemos nada avisando a Mendoza. El correo de respuesta nos informará si realmente Shelton ha estado allí. Mientras tanto tomaremos todas las medidas oportunas para prevenir su posible llegada a Madrid.

—¿Cuánto decís que tardan los correos a Francia?

—Lo normal es que no superen las tres semanas. —Idiáquez hizo un gesto lamentando la poca eficiencia de los envíos—. Si nos damos prisa, en dos puede estar allí. Empleamos para ello el correo ordinario.

—Mejor será enviarlo de forma independiente fuera de la línea habitual. Una carta cifrada que lleve un hombre de confianza. Será más seguro y más rápido. Es vital que llegue en pocos días a la embajada en París.