En esta nota no pretendo, naturalmente, agotar la bibliografía olivarense. Me refiero sólo a los libros y documentos directamente consultados por mí, que han servido para la preparación de este libro.
La divido en una Parte general, en la que se incluyen los libros y documentos publicados y de acceso corriente al lector, y una Parte especial, que comprende los documentos manuscritos, inéditos o no, y los publicados en sitios no fácilmente accesibles.
Aprovecho la ocasión para testimoniar mi agradecimiento a las personas que me han facilitado la consulta de documentos difíciles de obtener, y de un modo muy especial a los señores Alba (Duque de), de cuyo inapreciable archivo hay tantas citas en este libro; Allende Solazar (Juan) (t), al que debo interesantes documentos e indicaciones iconográficas; Almazán (Duque de) (t), cuya Casa posee, y puso a mi disposición, el importante archivo de la Casa de Híjar; A. G. de Amezua, que me ha prestado liberalmente sus copiosos ficheros de la época de los Austrias; Ballesteros (Antonio) (t), bibliotecario de la Academia de la Historia y poseedor de una admirable librería histórica; G. del Campillo, docto director del Archivo Histórico Nacional; Casa-Torres (Marqués de). Le debo también datos y noticias muy interesantes; Castañeda (V.), secretario de la Academia de la Historia; Caturla (María Luisa), que generosamente me ha comunicado nuevos datos que se citan en el texto; García Armesto, eruditísimo capellán de las Descalzas Reales, de Madrid; Infantado (Duque del) (t); Jiménez Placer, director del Archivo Municipal de Sevilla; P. La Pinta, cuyos copiosísimos conocimientos sobre la Inquisición me ha comunicado generosamente; Laplana (Ilmo. Señor), Obispo de Cuenca (t), que me permitió estudiar el Archivo de la Inquisición de su diócesis; Lázaro Galdeano (t), que puso a mi disposición sus famosas colecciones de libros y cuadros; Massa, director del Archivo de Simancas; Montoto (Santiago), ilustre bibliófilo sevillano; Moreno Mornson (R.) (t), de cuyo fichero heráldico he aprovechado gran número de notas; los señores Paz, Latorre (t) y Longas, el primero archivero de la Casa de Alba, y los tres doctísimos jefes de la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, de bondades ilimitadas hacia mí; Rodezno (Conde de), que me ha proporcionado la correspondencia entre Felipe IV y González; Sampedro (Duque de) (t), que me permitió investigar el archivo de la Casa de Torrecilla; Saltillo (Marqués del), al que debo documentos y noticias importantes; J. Tamayo, director del Archivo de Indias, de Sevilla; Sir. H. Thomas, del British Museum de Londres, y P. Zarco Cuevas (t), inolvidable bibliotecario del Monasterio de El Escorial.
En esta edición la bibliografía queda ampliada con las obras aparecidas desde 1936 y con las nuevas lecturas de publicaciones anteriores, sobre todo las consultadas durante mi estancia en París (1936-1942)[828].