Primera carta: «Señor: Anoche di cuenta a V. M. de lo que me pasó en la diligencia con la Condesa de Olivares. Esta noche me envió a llamar; hállela levantada y encerrada en su aposento, tan traspasada, que se veía no haber hecho otra cosa en toda la noche más que llorar. Dióme la carta inclusa para V. M. y dióme a entender que desde Loeches escribiría a V. M., porque su desamparo era tan grande, que si ella faltase de donde pudiese socorrer al Conde moriría de necesidad; pero resignándose en todo a la voluntad de Dios y de V. M. Díjela hoy la merced que V. M. le hacía en que conservase los gajes y emolumentos de sus oficios, respondiéndome con suma estimación, y que esperaba de la piedad de V. M. y grandeza se los conservaría, pues no había merecido pena tan grande y tan grande deshonor y tan nuevo en la casa real. En éstas y otras pláticas y llantos se pasó hasta las ocho, que yo me bajé al cuarto, y la Condesa quedó para ponerse en el coche. Salió estando yo en el cuarto, en la forma que otras veces solía ir a Loeches, llevando consigo a Doña Juana de Velasco, y esta noche he tenido el papel incluso, escrito en Loeches. La Condesa, con grande entendimiento, se ha habido en esta acción; y, de mi parte, he obrado cuanto he podido entender para que esta acción tan grande y tan sensible se ejecutase tan aprisa y tan sin ruido y con tanto secreto como V. M. puede servirse de considerar. Tengo por cierto que la Condesa queda sentida de mí; del modo no podría jamás quejarse, y la substancia de la resolución no la podía yo variar. Esta noche respondía a su papel haciéndola instancia para que escriba a la Reina, nuestra señora, mañana. Lo que esto hiciese de la Reina, nuestra señora, lo entenderá V. M., y tengo por cierto que la Condesa está tan resignada que entiendo cumplirá las órdenes de V. M. Esta mañana me dijo que mañana había de escribir al Conde dándole cuenta de todo y dando a entender que sólo la gran veneración que tiene a V. M. le había podido obligar a hacer una acción tan grande, que por ventura sería la primera que se había hecho en Castilla sin dar cuenta al Conde ni a sus parientes. Y confieso a V. M. que la Condesa no discurre sin fundamento, porque ella me decía ayer que estaba llana en hacer lo que V. M. mandara, pero que primero debía dar cuenta a su marido y a sus deudos. Yo la reconvenía con el secreto y con el mandato de V. M.; y nunca se le podrá negar el mérito que ha ganado con esta resignación en lo más sensible que hay en este mundo. Yo he despachado esta noche la de V. M. para el Conde y yo le he escrito cuanto he sabido para que temple el sentimiento y disponga la ejecución de lo que V. M. manda. He cumplido esta parte como mi primera y mayor obligación, que es el servicio de V. M., y aunque yo me mortifico harto en que nuevas de tanta pena le vayan por mi mano, y sé que lo ha de sentir vivamente, la ejecución de las órdenes de V. M. siempre tendrá en mí el infalible cumplimiento que se debe. Vuelvo a poner en las reales manos de V. M. la segunda carta que V. M. se sirvió de enviarme para la Condesa, para en caso de que no cumpliese la primera. Y de lo que hoy el Conde respondiese daré cuenta a V. M., y en todo ejecutaré lo demás que V. M. se sirviese mandarme. En Madrid, 3 de noviembre de 1643. —Licenciado, José González.»
Respuesta del Rey: «He recibido el papel del 3 y éste en que me dais cuenta de lo que os pasó con la Condesa y os agradezco el modo con que habéis ejecutado mi orden. Siempre entendí que la respuesta de la Condesa sería la obediencia, pues no se había de persuadir que me movía yo a esta resolución sin tales fundamentos Que no fuese posible volver atrás. La Reina me escribe que la Condesa le ha pedido licencia por unos días diciendo que no está buena, y esto no es conforme a mi orden, y antes parece que esto es tomar tiempo para consultar la materia. Sentiría mucho que las súplicas me obligasen a tomar otro camino. Y así os encargo que procuréis que se ejecute mi primer orden para que se evite el ruido que pudiese cualquier resistencia, supuesto que se ha de ejecutar mi resolución.» (Rubricado.)
Segunda carta: «Señor: Tengo dada cuenta a V. M. de todo lo que ha pasado con la Condesa de Olivares y de la resolución que tomó de obedecer en todo a V. M. y escribir a la Reina, nuestra señora, como lo hizo, y partir a Toro. Y en cumplimiento de esto estoy previniendo su partida, y, según lo que me escribe, se partirá el sábado, si no la detiene el carruaje. Yo hago cuanto me es posible para ayudar a su avío, y en esto no se perderá un punto, por lo que mira a lo que yo puedo obrar. El correo que fue a Toro llegó aquí anoche después de medianoche y el Conde de Olivares me remite la carta inclusa para V. M. A mí me escribe una carta de dos pliegos. Si V. M. fuere servido de verla la pondré en manos de V. M.: que lo dejo de hacer [ahora] por no fatigar ni cansar a V. M. Para que V. M. vea la prisa que da la Condesa pongo en manos de V. M. la que me escribe. Yo he buscado dos mil ducados, que es lo más, y estoy dando garrote a los criados para que le lleven carruaje. Estando las cosas en este estado no parece necesario que vea la que V. M. se sirve decir en respuesta del papel del 8; pero si fuere necesario lo ejecutaré y en todo lo que entendiese que más conviene al servicio de V. M., cuya católica y real persona guarde Dios, como sus reinos y toda la cristiandad ha menester. Madrid, 12 de noviembre de 1643. —Licenciado, José González.
Respuesta del Rey: «Agradézcoos el cuidado con que habéis dispuesto esto, que es muy conforme al cuidado con que me servís. Hoy respondí a la Condesa y también al Conde. Remitireisles las cartas y me enviaréis la que el Conde os escribe, y no hay para qué mostrar a la Condesa lo que os ordené la dijeseis, pues ya no es necesario.» (Rubricado.)
Tercera carta: «Señor: Acabo de llegar a Loeches y sin el cuidado con que fui. La Condesa tuvo resolución de salir el sábado e irse a aguardar a la gente a la Torre de Lodones. Reparó en que esta detención podía ocasionar muchos recursos, y esto y prevenir una cama en que dormir en el camino y ajustar sus criados la han detenido y di cerne que con gran sentimiento suyo, porque quisiera no retardar un punto el cumplimiento de la orden de V. M. Ha quedado ajustado que el miércoles saldrá de aquí, digo de Loeches; y que lo ejecutará sin falta, y en esta conformidad se dispone todo, con que en esta parte no habrá que obrar. Yo iba resuelto de intimidar a la Condesa la última orden de V. M., y como la he visto con esta resolución lo he dejado de hacer, y porque ella está tal que será harto si no se queda en el camino. Dícenme sus criados que no duerme ni es posible hacerla comer; todo es llorar y todo congojas. Díjome que a ninguno de los papeles que había remitido por mi mano a V. M. había tenido respuestas. Respondila que esto no era señal de la merced que V. M. la hacía, pues no pudiendo V. M. ceder a la resolución, excusaba V. M. contristarla más. Con el papel que V. M. la remite ahora juzgo que se ha de alentar y consolar y yo la adelantaré el gusto que tendrá con esta noticia, porque la tendrá mañana muy temprano. La Condesa me dio el papel incluso para V. M. Preguntóme si pediría licencia a la Reina, nuestra señora, para que Don Enrique y Doña Juana se despidiesen y besasen la mano a V. M. Yo le dije que absolutamente lo excusase, porque supuesto que la primera orden de V. M. había sido que la Condesa y Doña Juana saliesen juntas y sin despedirse, no cabía en esta orden volver a despedirse, y quedó en esto. A la Condesa asisten el provincial de los Capuchinos y el guardián del convento de la Paciencia, y estarán con ella hasta que parta el miércoles. Esto es todo lo que se ofrece y doy cuenta a V. M. tan menudamente para que a V. M. no le falte ninguna noticia. Guarde Dios la real y católica persona de V. M., como sus reinos y toda la cristiandad ha menester. Madrid, 15 de noviembre de 1643. —Licenciado, José González.»
Respuesta de Su Majestad: «Quedo advertido de lo que me representáis y os agradezco y apruebo todo lo que habéis hecho en cumplimiento de mis órdenes. Con cuidado me deja lo que me decís de lo afligida que quedaba la Condesa, aunque fío en Dios la dará salud, pues va a hacer compañía a su marido.» (Rubricado.)
Cuarta carta: «Señor: Acabo de recibir el papel de V. M. con otros más para el Conde y la Condesa de Olivares y ambos se los remitiré, viaje de la Condesa de Olivares camina con todas prisas. Yo hago santos oficios puedo para adelantar y ganar las horas y ella lo solicita y desea sumamente; pero el movimiento de estas dos casas han sido necesidad de tiempo y afirmo a V. M. que una y otra están desabrigadas de criados que no hay hombre que dé un paso; tal en el mundo. Marcos de Inestrillas tenía a su cargo toda la ropa Conde y la estaba componiendo para cargarla y esta mañana sobrevino el accidente de haber muerto a puñaladas a su mujer, con 1o que hemos perdido el día, porque ha sido necesario descerrajar puertas y cofres, y no hay razón de nada que aun hasta en esto ha hecho suerte la fortuna. V. M. esté cierto que cada hora es para un año y que hasta haber despachado a la Condesa no reposaré y no volveré a escribir a V. M. hasta que lo haya conseguido y ejecutado. Hoy remití a la Condesa la que tuve anoche para ella de V. M., con que se habrá adelantado, y lo había menester; y con la que le remitiré mañana, vivirá. Dios guarde a V. M. infinitos siglos por la grandísima piedad que V. M. usa con ella. Por obedecer a V. M. pongo en sus reales manos la que el Conde me escribió. Suplico a V. M. no admire lo que dice, sino lo que deja de decir. El Conde está persuadido que en este último lance ha perdido no sólo la honra, sino la de su casa; y lo que es sobre todo: que su mujer y su hijo faltan de los reales pies de V. M., con que lo han perdido todo. Juzga que ha servido a V. M. con amor y fidelidad y con estos presupuestos le hace discurrir el dolor y es harto que no haya perdido el juicio. Y débese mucho ponderar que en un aprieto tan grande muestra una confianza en la piedad y justicia de V. M., que yo creo que sólo esto le mantiene, y con la merced que V. M. le hace respondiéndole a su carta tomará diferente aliento y ésta es acción muy digna de la grandeza de V. M. Yo beso a V. M. infinitas veces los pies por las honras y mercedes que V. M. me hace queriéndose V. M. servir de esta hormiga. Espero en Nuestro Señor me ayudará para que acierte, siendo cierto que por lo más mínimo del servicio de V. M. aventuraré mi vida y muchas que tuviera. Dios guarde la católica y real persona de V. M., como sus reinos y toda la cristiandad ha menester. Madrid, 16 de noviembre de 1643.— Licenciado, José González.»
Respuesta del Rey: «Estoy muy cierto de lo que me representáis y no dudo que se ejecutará presto la ida de la Condesa, que bien veo que hay estorbos que no se pueden vencer fácilmente. He visto el papel del Conde, que os devuelvo, y verdaderamente que si se pusiera el negocio en disputa creo tuviera muchas razones para rebatir las que el Conde da y no sé si sus mayores amigos se conformarán en que se recibiese esto a justicia; pero como vos conocéis las aprensiones vehementes de la condición del Conde no os espantaréis de lo que ha dicho. En todo lo que pudiere no dejaré de asistirle, por los muchos años que me ha servido.» (Rubricado.)
Quinta parte: «Señor: Anteayer y hoy he recibido tres pliegos de V. M. en que han venido dos papeles para la Condesa de Olivares. El primero lo remití anteayer y el que ha venido hoy irá mañana con propio, por el consuelo grande que recibe con esta tan singular merced. Hoy creo que ha pasado el puerto y en esta materia no me resta otra cosa que ejecutar. Guarde Dios la real y católica persona de V. M. como la cristiandad ha menester. Madrid, 21 de noviembre de 1643. — Licenciado, José González.»
Respuesta de su Majestad: «Quedo advertido.» (Rubricado.)