«Señor: Bien creerá V. E. que el dolor que me ha causado la carta de S. M. (Dios le guarde) y la de V. E., que le acompaña, excede a cualesquiera palabras con lo que quiera significar, siendo el principal motivo del dolor que tengo lo que considero que V. E. sentirá que su poca salud le obligase a faltar a S. M. en tal tiempo; y la poca salud de la que reconozco en no hallarme presente y asistir y servir a V. E. como lo debo a mi amor y obligaciones, contúrbame gravemente. Siendo cierto que antepongo a todas mis conveniencias las que deseaba tuviera V. E. así en la salud como en la quietud del ánimo; que la gracia de S. M. en su benignidad y clemencia con [el fervor]. S. M. (Dios le guarde) se sirve decirme dependeré sólo de su leal mano y me favorecerá por ella misma; y es mi mayor consuelo, pues cualquiera otra que interviniera, faltando V. E., me embaraza tanto que no me dejará ánimo para seguir estos empleos; y, de cualquier manera, mi edad y poca salud, con estos accidentes, me tienen le manera rendido, que creo fuera mejor servicio de S. M. desempeñarme de ellos, como se lo suplicara si me hiciese merced de tenerlo por bien, sin eximirme de servir donde me mandase hasta verter la última gota de mi sangre, como V. E. me lo ordena y yo lo he aprendido del singular y no visto celo y amor de V. E., el cual no me deja dudar que si V. E. se hallase con salud para continuar su real servicio, con fruto la empleara siempre en él, porque es lo que más V. E. ha procurado en esta vida. Espero en la divina misericordia que ha le dar uno y otro a V. E. para volver a ofrecerse a Su Majestad. Y este fin, que es tan digno de la fineza de V. E., le debe servir de procurar tenerla [la salud] y ofrecer a Dios, Nuestro Señor, cualquier desconsuelo con que se halle; que no hay duda le tendrá V. E. de no estar a los pies de S. M. para servirle sin otro fin ni humano interés. Y si, con ocasión de que suplico a S. M. me dé licencia para llegar yo a ellos [a los pies del Rey], aunque sea por breves días, pudiese tener la dicha de besar a V. E. la mano, sería la mayor consolación; i así podríamos esperar la [consolación] verdadera, que es lo que principalmente quería que acertásemos a alcanzar V. E. y yo, juntamente, en el servicio de S. M. De cualquier manera, suplico a V. E. no me olvide; y si puedo valer algo para su servicio, se sirva mandarme como a hijo obediente, criado de buena ley, fiel y esclavo que más debe y más quisiera poder pagar a V. E. Aunque con ninguna cosa de esta vida lo podría jamás conseguir bastantemente. Guarde Dios a V. E. como ha menester. Maella, 30 de enero de 1643. Criado de V. E. que su pie besa. —El Marqués de Leganés.»