APÉNDICE XXVIII: Decreto de cesantía del Conde Duque de Olivares

Comunicación del Rey al Consejo de la Cámara dando cuenta de la salida del Conde-Duque:

«Días ha que me hace instancias continuas el Conde-Duque para que le dé licencia para retirarse, por hallarse con gran falta de salud y juzgar que no podría satisfacer, conforme sus deseos, a la obligación de los negocios que le he encomendado. Yo lo he ido dilatando cuanto he podido por la satisfacción grande que tengo de su persona y la confianza que tan justamente hacía de él, nacida de las experiencias continuas que tengo del celo, amor y limpieza e incesante trabajo con que me ha servido tantos años; pero viendo el aprieto con que estos últimos días me ha hecho nuevas y vivas instancias por esa licencia, he venido en dársela, dejando a su albedrío cuando quisiera usar de ella. Él ha partido ya, apretado de sus achaques, y yo quedo con esperanzas de que con la quietud y reposos recobrara su salud.

Con esta ocasión me ha parecido advertir al Consejo que la falta le tan buen ministro no la ha de suplir otro sino yo mismo; pues los aprietos en que nos hallamos piden toda mi persona para su remedio, y con este fin he suplicado a Nuestro Señor que me alumbre y me ayude con sus auxilios para satisfacer a tan grande obligación y cumplir enteramente con su santa voluntad y servicio, pues sabe que es éste mi deseo único.

Juntamente ordeno y mando expresamente a ese Consejo que en o que está de su parte me ayude a llevar esta carga como lo espero de su celo y atención, y le encargo en primer lugar el cuidado y vigilancia en excusar ofensas de Dios y en que se guarde firmemente su santa ley sin que por ningún caso de la tierra se dispense esto en la más mínima parte; pues más quiero perder todos mis reinos juntos guardándola que cobrar cuanto está perdido, si ha de ser con riesgo de pasar la raya de los divinos preceptos.

En segundo lugar os ordeno que pongáis gran atención en la administración de la justicia, sin mirar a respeto humano ninguno ni dejar de ejecutarlo por fines particulares; pues si en esto hubiese algún descuido, además de la cuenta estrecha que habéis de dar a Dios, os la tomaré yo también, y castigaré con gran rigor a cualquiera que entendiere que no cumple con lo que debe a Dios y a su ley.

En tercer lugar, os mando con toda precisión que siempre me tratéis verdad lisamente, aunque os parezca sea en cosas contra mi gusto; y aunque estoy cierto que, si Dios no me deja de su mano, yo no tendré en nada que sea contra lo que os digo, como hombre aun puede ser que falte en algo, y para en este caso es cuando más he menester que mis ministros me hablen claro y no me dejen errar. Y mirad que os pediré estrecha cuenta a todos si habiendo yo declarado de esta forma mi voluntad vosotros no cumplís con ella.

También mando que se tenga buen cuidado en el secreto, porque sin él nada se puede gobernar como se debe, y creo que ha habido poco cuidado en esto, y que se habla fuera de los Tribunales en los negocios más de lo que es razón.

Fío de ese Consejo que atenderá con todo cuidado a ejecutar inviolablemente lo que le ordeno, que con el amor que me tenéis y celo de mi servicio obrará de modo en mi ayuda, que yo y vosotros descarguemos nuestras conciencias, y se abra puerta al bien y quietud de esta Monarquía.

Espero en Nuestro Señor que ha de usar de misericordia con nosotros y que a mí me ha de dar luz para acertar y ejecutar mis deseos con vuestras obligaciones. Madrid, a 24 de enero de 1643. —Al Consejo de mi Real Cámara.»

Basta leer este decreto, conocidísimo, para saber exactamente cuál era la verdadera causa de la retirada del Conde-Duque y la verdadera actitud de éste y del Rey. Por ello aparece deformado su texto en los libelos y publicaciones antiolivaristas. Es muy importante hace notar esto. Por ejemplo, Novoa se limita a este breve extracto «Muchas veces me habéis pedido licencia para retiraros y no he venido en dárosla, y ahora os la doy para que lo hagáis luego adonde os pareciere, para que miréis por vuestra salud y por vuestro sosiego» [(201), IV-80]. En la Relación de lo sucedido, etc., el decreto queda reducido a esto: «Conde, muchas veces me habéis pedido licencia para iros a descansar y yo os la he negado por causas que a ello me movían. Hoy, no sólo os la doy, pero os mando que os vayáis luego y desembaracéis a Palacio» (452). Las versiones «Quevedo» y «Carreto», de la Relación de Guidi, aún más apasionadas, dicen que el billete enviado por el Rey al Consejo se limitaba a mandar que el Conde-Duque «no se entrometiese más en el Gobierno y que se retirase por ahora a Loeches hasta que otra cosa se discutiese». El relato original de Guidi hace sólo una ligera referencia al decreto, diciendo que el Rey despedía al Conde «no por ninguna culpa suya, sino por satisfacerse a sí mismo satisfaciendo a sus vasallos» (437, 438, 439). Historiadores modernos siguen las versiones deformadas maliciosamente y ninguno da a las palabras originales de Felipe IV el valor que realmente tienen.