APÉNDICE XVI: Versos del Conde-Duque (215)

REDONDILLAS

Califican las acciones

El número mayor de ellas,

Y no son más las estrellas

Que son ya tus sinrazones.

Si muero con sólo verte,

¿Qué pretendes con mirarme,

Oh, Cloris, sino matarme,

No contenta con mi muerte?

No pida bienes quien tiene

Fortuna tan limitada,

Que desdicha moderada

Es gloria que no conviene.

Cuando muestras tus enojos,

No puedes, Cloris, negar

Que, aunque me han de matar,

Hallo mi gloria en tus ojos.

Y tanto el desprecio siento

Con que alguna vez me miras,

Que llego a sentir tus iras

Por moderado tormento.

¿En qué ofende el pensamiento?

¿En qué mis obras te ofenden,

Si adorarte sólo atienden,

Ajeno del vano intento?

Nunca esperé ser amado:

No pretendo mayor gloria

Que ser sólo en tu memoria

Con piedras representado.

¡Ojalá, querido engaño,

Pudiera yo sustentarte,

Y en el alma alimentarte

Para hacer menor mi daño!

Mis fuerzas son ya inferiores

Al desengaño menor;

Amo un conocido error

Por excusar los mayores.

¡Oh, nunca he visto furor,

Que contra el conocimiento

Prevalece tan violento,

Que a tu sombra tengo horror!

Favores, Cloris, no pido;

Antes suspensión del daño,

Que a un tan adorado engaño

Todo horror pone en olvido.

Sólo quiero no ofenderte,

Con lo que a todos obliga,

Y esto, señora, consiga,

Quien sólo muere por verte.