REDONDILLAS
Califican las acciones
El número mayor de ellas,
Y no son más las estrellas
Que son ya tus sinrazones.
Si muero con sólo verte,
¿Qué pretendes con mirarme,
Oh, Cloris, sino matarme,
No contenta con mi muerte?
No pida bienes quien tiene
Fortuna tan limitada,
Que desdicha moderada
Es gloria que no conviene.
Cuando muestras tus enojos,
No puedes, Cloris, negar
Que, aunque me han de matar,
Hallo mi gloria en tus ojos.
Y tanto el desprecio siento
Con que alguna vez me miras,
Que llego a sentir tus iras
Por moderado tormento.
¿En qué ofende el pensamiento?
¿En qué mis obras te ofenden,
Si adorarte sólo atienden,
Ajeno del vano intento?
Nunca esperé ser amado:
No pretendo mayor gloria
Que ser sólo en tu memoria
Con piedras representado.
¡Ojalá, querido engaño,
Pudiera yo sustentarte,
Y en el alma alimentarte
Para hacer menor mi daño!
Mis fuerzas son ya inferiores
Al desengaño menor;
Amo un conocido error
Por excusar los mayores.
¡Oh, nunca he visto furor,
Que contra el conocimiento
Prevalece tan violento,
Que a tu sombra tengo horror!
Favores, Cloris, no pido;
Antes suspensión del daño,
Que a un tan adorado engaño
Todo horror pone en olvido.
Sólo quiero no ofenderte,
Con lo que a todos obliga,
Y esto, señora, consiga,
Quien sólo muere por verte.