XV
UNA HISTORIA ANTIGUA

[314]

En esta etapa se intercaló un capítulo titulado «II: Una historia antigua», el precursor de «La sombra del pasado» de la CA, que debía ir a continuación de «Una reunión muy esperada». Este capítulo es fundamental en la evolución de El Señor de los Anillos, puesto que aquí aparecen por primera vez en la narración el concepto del Anillo Soberano y el personaje de Sam Gamyi, el compañero de Bingo (Frodo) en su largo viaje. No hay rastros de borradores anteriores, con la excepción de unas pocas notas tan deshilvanadas e inconexas que es prácticamente imposible reproducirlas. En esas notas mi padre apuntó de prisa los hechos más destacados de la vida de Bingo después de la desaparición de Bilbo, y concibió la historia de la partida de Bingo diecisiete años después, celebrada con una cena a la que asistían Merry, Frodo y Odo (que aparentemente recibían el producto de la venta de Bolsón Cerrado). Junto a estas notas mi padre escribió: «Sam Gamyi reemplazará a Odo» (compárese con Dudas y cambios, pág. 280).

Éste es un manuscrito esquemático, en realidad muy esquemático en algunos puntos, pero legible casi en su totalidad. Hay algunas modificaciones correspondientes a una etapa posterior, que no incorporo al texto, y numerosos cambios a lápiz, algunos de los cuales parecen haber sido hechos mientras se estaba escribiendo el capítulo. Incorporo estos últimos al texto, pero en algunos casos presento el texto original en las notas.

La charla no decreció ni en nueve ni en noventa y nueve días. La segunda y definitiva desaparición del señor Bilbo Bolsón se discutió en Hobbiton y Delagua, y en verdad en toda la Comarca, durante un año y un día, y se recordó todavía mucho más. Llegó a ser uno de esos cuentos que se relatan junto al fuego a los niños hobbits; y al fin (después de un siglo o más) el Loco Bolsón, que tenía la costumbre de desaparecer con una detonación y un relámpago para reaparecer con sacos repletos de oro y alhajas, se convirtió en un personaje legendario que continuó viviendo cuando ya los hechos verdaderos se habían olvidado del todo.

Pero entre tanto los serios hobbits adultos aceptaron que [315] Bilbo (después de dar muestras de estar un poco chiflado por largo tiempo) se había vuelto loco de pronto, y había escapado a lo desconocido, donde indudablemente habría caído en un hoyo o en una laguna, y había encontrado un fin trágico aunque nada prematuro. Había un Bolsón menos y eso era todo.[235] Ante la evidencia de que el mismo Bilbo había decidido cuándo y cómo desaparecería, al fin dejaron de sospechar de Bingo. También quedó claro que la partida de Bilbo lo había entristecido más que a cualquier otro amigo de Bilbo, aun los más íntimos. Pero se culpó a Gandalf de haber incitado y animado al «pobre viejo Bilbo» por motivos propios misteriosos y desconocidos.

«Si por lo menos ese mago dejara tranquilo al joven Bingo, quizá se asentaría y llegaría a tener un poco de buen sentido hobbit», decían. Y aparentemente el mago lo dejó tranquilo, y Bingo se asentó, pero el desarrollo del sentido hobbit no era demasiado visible. En efecto, de inmediato empezó a hacerse merecedor de la reputación de excéntrico que tenía su tío. Se negó a guardar duelo; y al año siguiente dio una fiesta en honor del centesimodecimosegundo cumpleaños de Bingo, que llamó la Fiesta de los Cien; pero sólo invitó a unos pocos amigos que no llegaron a comer cien libras entre todos. Eso afligió a la gente; pero Bingo siguió celebrando «la fiesta de cumpleaños de Bilbo» año tras año, hasta que al fin todos se acostumbraron. Bingo decía que no creía que Bilbo hubiera muerto. Cuando le preguntaban «¿Dónde está entonces?», se encogía de hombros.[236] Vivía solo, pero salía mucho con algunos hobbits más jóvenes por los que Bilbo había sentido gran estima, y seguía «animándolos». Frecuentaba sobre todo a Meriadoc Brandigamo (llamado comúnmente Merry), Frodo Tuk y Odo Bolger.[237] Merry era hijo de Caradoc Brandigamo (primo de Bingo) y de Yolanda Tuk, y por lo tanto era primo de Frodo, hijo de Folco (hermano de Yolanda). Frodo, llamado también Frodo Segundo, era tataranieto de Frodo Primero (conocido comúnmente como el Viejo Tuk), y el heredero y la última esperanza del Agujero Tuk, como llamaban al clan. La madre de Odo también era una Tuk y Odo era primo tercero de los otros dos.[238] Bingo salía con ellos (a menudo con desaliñadas vestimentas) y recorría toda la Comarca. Solía ausentarse de casa. Pero siguió [316] derrochando el dinero que tenía, aun con más soltura que Bilbo. Pero al parecer le quedaba mucho dinero, de modo que como es natural, nadie prestaba mucha atención a sus rarezas siempre que fuera posible. A medida que el tiempo pasaba, es cierto que la gente comenzó a notar que Bingo también se «conservaba» bien; exteriormente tenía la apariencia de un hobbit robusto, más bien corpulento y de buena complexión que apenas había sobrepasado la «veintena». «Algunos tienen suerte en todo», decían, refiriéndose a la envidiable combinación de la riqueza y lo bien que se conservaba; pero esto no les pareció algo notable, ni siquiera cuando Bingo empezó a acercarse a la más sobria edad de cincuenta años.

El mismo Bingo, pasada la primera conmoción provocada por la pérdida y el cambio, encontró bastante agradable no depender de nadie y ser el señor Bolsón de Bolsón Cerrado. Por un tiempo, en realidad durante algunos años, fue muy feliz, y no pensó mucho en el futuro. Pero, aunque nadie más lo supiera, Bingo sabía que el dinero no era ilimitado, y que iba desapareciendo rápidamente. El dinero rendía mucho en esos días, y se podían hacer muchas cosas sin él; pero Bilbo había agotado gran parte de la herencia y de los tesoros adquiridos durante sesenta años, y había gastado por lo menos 500 monedas de oro en la última Fiesta.[239] De modo que tarde o temprano se quedaría sin dinero. Pero Bingo no se preocupaba; aunque no lo reconocía, en el fondo aún quería seguir a Bilbo, o al menos irse de la Comarca y escapar a lo desconocido, o a donde lo llevara el azar.

Algún día lo haré, pensaba. Cuando se acercó a los 50 años —un número que le parecía significativo (o temible), porque a esa edad Bilbo había tenido su primera aventura— empezó a pensar más seriamente en irse. Se sentía inquieto. Solía mirar los mapas y preguntarse qué habría más allá de los bordes: los mapas hobbits hechos en la Comarca no se extendían muy lejos al este o el oeste de las fronteras. Y empezó a sentirse estirado a veces, como si hubiese vivido demasiados días y semanas y meses, pero no estuviera realmente presente. No se lo pudo explicar mejor a Gandalf, aunque lo intentó. Gandalf movió la cabeza pensativo. [317]

Gandalf había adquirido el hábito de aparecer furtivamente para verlo, sin hacer ruido y en secreto, y por lo general cuando no había nadie cerca. Daba el golpe acordado en la ventana o en la puerta, y lo dejaban entrar; generalmente llegaba cuando estaba oscuro, y no salía de la casa. Luego volvía a partir, por lo general sin avisar, de noche o por la mañana temprano antes de que saliera el sol. Además de Bingo, sólo Frodo y Merry sabían de esas visitas; aunque sin duda los que vivían en el campo lo veían pasar por el camino o los sembrados, y se rascaban la cabeza tratando de recordar quién era o preguntándose qué hacía allí.

Gandalf reapareció por primera vez unos tres años después de la partida de Bilbo, le echó una mirada a Bingo, escuchó las noticias insignificantes de la Comarca, y partió una vez más al ver que Bingo seguía estando asentado. Pero regresó una o dos veces al año (salvo por una larga ausencia de casi dos años) hasta el decimocuarto. Bingo tenía 47 años. A partir de entonces empezó a aparecer a menudo y a quedarse por más tiempo.[240] Comenzó a preocuparse por Bingo; y también sucedían cosas extrañas. Hasta los hobbits más sordos y más tranquilos habían empezado a oír los rumores. Bingo había oído mucho más que cualquier otro hobbit de la Comarca, porque, claro está, conservaba la costumbre de Bilbo de recibir a enanos y a extraños forasteros y a veces incluso a algunos elfos. En todo caso, Merry y Frodo, sus amigos íntimos, creían que los elfos se mostraban amistosos con él [puesto entre paréntesis cuando se escribió el texto: y que conocía algunos de sus escasos refugios. Y eso era cierto. Bilbo le había enseñado a Bingo todo lo que sabía, e incluso lo que había aprendido de las dos lenguas élficas (que hablaban los Elfos) de esa época y esos lugares. En realidad, había muy pocos elfos en la Comarca, y rara vez los veía alguien además de Bilbo y Bingo. Cuando se escribió el texto esto fue sustituido por:] y que conocía algo de sus lenguas secretas, que probablemente le había enseñado Bilbo. Y tenían razón.

Los elfos y los enanos estaban inquietos, sobre todo los que ocasionalmente llegaban allí desde lejos, del este o el sur, o pasaban por el lugar. Pero rara vez decían algo categórico. Aunque mencionaban constantemente al Nigromante, o al [Señor Oscuro >] Enemigo; y a veces hablaban de la Tierra de Mordor [318] y de la Torre Negra. Parecía que el Nigromante se había puesto en movimiento otra vez, y que la confianza de Gandalf en que el norte no sufriría su presencia por muchos años no se justificaba.[241] El Nigromante había huido del Bosque Negro sólo para recuperar la vieja fortaleza del sur, cerca del centro del mundo de esa época, en la Tierra de Mordor; y se decía que la Torre Negra había sido reconstruida. El poder del Nigromante se extendía una vez más por las tierras y las montañas y los bosques se cubrían de sombras. Los Hombres estaban inquietos y avanzaban hacia el norte y el oeste, y al parecer el Señor Oscuro ya dominaba en parte o absolutamente a muchos de ellos. Había guerras, y muchos incendios y mucha destrucción. Los enanos estaban atemorizados. Los trasgos se multiplicaban de nuevo y reaparecían. En todas partes había nuevos trolls, aun más maléficos; se hablaba de gigantes, Gente Grande mucho más grande y fuerte que los Hombres, [? considerados comúnmente como] la Gente Grande, y no más estúpidos que ellos, que en verdad solían actuar con gran astucia y emplear poderes mágicos. Y también se hablaba vagamente de cosas o criaturas todavía más espantosas que los trasgos, los trolls o los gigantes. Los elfos iban desapareciendo, o se alejaban sin cesar hacia el oeste.

En Hobbiton se empezó a hablar de las extrañas gentes que andaban por todas partes, y que con frecuencia cruzaban las fronteras. El siguiente relato de una conversación que tuvo lugar en el Dragón Verde de Delagua una noche [en esa época >] en la primavera del ¿cuadragésimo noveno? ¿quincuagésimo? [sic] año[242] de Bingo os dará una cierta idea de lo que se sentía en el aire.

Sam Gamyi (el hijo [mayor >] menor del viejo Tío Gamyi y un buen jardinero) estaba sentado en un rincón junto al fuego, de frente a Ted Arenas,[243] el hijo del molinero de Hobbiton; y otros rústicos hobbits escuchaban la conversación.

—Se oyen cosas extrañas en estos días, sin duda, Ted —dijo Sam.

El manuscrito continúa con el borrador original, muy esquemático y escrito de prisa, de la conversación en El Dragón Verde, reproducida en la CA, págs. 67-69; se introdujeron pocos cambios posteriores en este texto, salvo en algunos detalles de la redacción. El hobbit que había visto al hombre-árbol más allá de los Páramos del Norte (en la CA [319] Hal Gamyi, un primo de Sam, que trabajaba para el señor Boffin en pobremente) es simplemente José Botón, «el que trabaja para los Boboger [véase la pág. 297] y sale a cazar hacia el norte». En este texto Sam no habla de las «gentes extrañas» detenidas en la frontera de la Comarca por los Fronteros; habla de los Elfos que van hacia los puertos «lejanos del oeste, más allá de las Torres»,[244] pero no se mencionan los Puertos Grises.

La referencia a los hombres-árboles es muy interesante. De acuerdo con lo que mi padre escribió originalmente, Sam decía: «¿Pero qué me cuentas de esos…, cómo los llamas… gigantes? Dicen que vieron a uno que era casi tan grande como una torre o por lo menos como un árbol más allá de los Páramos del Norte no hace mucho tiempo». Cuando se estaba escribiendo el texto, esto fue sustituido por: «¿Pero qué me cuentas de esos hombres-árboles, esos… gigantes? Dicen que vieron a uno que era casi tan grande como una torre», etc. (¿Es posible que este pasaje (que se repite en la CA, pág. 67) sea el primer antecedente de los Ents? Pero mucho antes mi padre se había referido a los «hombres-árboles» en relación con los viajes de Eärendel: II. 323, 332.)

El comentario de Sam sobre los Bolsón al final de la conversación es diferente (lo que explica por qué el torpe Ted Arenas usa la palabra «chiflado» en la CA):

—Bueno, no sé. Pero ese señor Bolsón de Bolsón Cerrado cree que es cierto; él me lo dijo y mi padre también; y mi padre y el viejo señor Bilbo saben algo sobre los Elfos, eso dice mi padre y él debe saber. Conoce a la gente de Bolsón Cerrado desde que era muchacho, y trabajó en sus jardines hasta que le empezaron a crujir las articulaciones de tanto agacharse, y entonces empecé a trabajar yo.

—Y los dos están chiflados…

Después del último comentario de Ted Arenas,

Sam se quedó sentado y no dijo nada más. Tenía que trabajar en el jardín de Bingo al día siguiente y pensaba que tal vez podría hablar con él, por el que sentía el mismo respeto que su padre había sentido por el viejo Bilbo. Era el mes de abril y el cielo estaba alto y claro después de una larga lluvia. El sol se había puesto, y un cielo frío y pálido desaparecía poco a poco. Cruzó Hobbiton para regresar a casa y se fue colina arriba silbando suave y pensativamente. [320]

Casi al mismo tiempo Gandalf entraba sigilosamente por la puerta principal de Bolsón Cerrado que estaba entreabierta.

A la mañana siguiente después del desayuno, dos personas Gandalf y Bingo, estaban sentadas junto a la ventana abierta Un fuego brillante ardía en el hogar, aunque el sol era cálido y el viento soplaba del sur; todo parecía fresco y el verde nuevo de la primavera asomaba en los campos y en las yemas de los dedos de los árboles. Gandalf recordaba otra primavera, unos ochenta años antes, cuando Bilbo había partido de Bolsón Cerrado sin llevarse ni siquiera un pañuelo. Gandalf quizá tenía el cabello más blanco ahora, y quizá la barba y las cejas eran más largas y la expresión más sabia; pero su mirada no era menos clara y penetrante, y fumaba haciendo anillos de humo con el vigor y el placer de siempre. Fumaba ahora en silencio, porque habían estado hablando de Bilbo (como hacían frecuentemente) y [de otras cosas >] del Nigromante y el Anillo.

—Es muy inquietante, y en realidad aterrador —dijo Bingo. Gandalf gruñó; aparentemente el sonido quería decir «Estoy de acuerdo, pero tu comentario no nos ayuda». Hubo otro silencio. Sam Gamyi cortaba por primera vez el césped, y el ruido llegaba desde el jardín.

—¿Cuánto tiempo hace que sabes todo esto? —preguntó Bingo al fin—. ¿Y se lo dijiste a Bilbo?

—Sospeché mucho en seguida —respondió Gandalf lentamente…

Mi padre había vuelto a trabajar en el texto presentado en las págs. 101 y siguientes, la «introducción» como él lo llamaba (véase la pág. 284), que he analizado en las págs. 113-114, y en el que, por supuesto, se decía que Bingo daba la Fiesta: conversaba con Gandalf algunas semanas antes y Gandalf le daba la idea de ofrecerla. Pero mi padre se guió fielmente por algunos fragmentos del antiguo texto y lo amplió con ciertos elementos muy importantes.

Cuando Gandalf responde la pregunta de Bingo (texto original, pág. 102), le dice:

—Sospechaba muchas cosas, pero en un comienzo dije poco. Pensaba que Bilbo estaba bien, y que no corría mucho peligro, porque ese tipo de poder no podía afectarlo. Eso creía, [321] y en cierto sentido tenía razón, pero no toda la razón. Lo vigilaba, claro está, pero quizá no fui todo lo cauteloso que debía. No sabía entonces cuál de todos los Anillos era éste. Si lo hubiese sabido, no habría hecho lo que hice, aunque tal vez no. Pero ahora sé. —Bajó la voz hasta decir en un susurro—: Porque regresé a la tierra del Nigromante… dos veces.[245]

—Estoy seguro de que hiciste todo lo que podías —dijo Bingo…

Gandalf dice algo más sobre Bilbo: «No estaba muy preocupado por Bilbo: sabía casi todo lo que tenía que saber, y ya no me sentía responsable por él. Tenía que hacer lo que quisiese, cuando tomara alguna decisión». Y Gandalf dice que los hobbits de la Comarca podrían ser «esclavizados» (como en la CA, pág. 74), no «convertirse en Espectros».

Pero a partir de la respuesta de Gandalf al comentario de Bingo «No entiendo qué relación tiene todo esto conmigo y con Bilbo y el Anillo», mi padre se apartó por completo del texto original.

—Te diré la verdad —respondió Gandalf—. Creo que hasta ahora, hasta ahora, ha pasado por alto la existencia de los hobbits, como el dragón Smaug. Tendríais que estar agradecidos. No creo que ni siquiera ahora esté muy interesado en los hobbits: serían sirvientes obedientes (quizá), pero no demasiado útiles. ¡Pero la maldad y la venganza existen! Preferiría ver que los hobbits son desdichados a verlos felices. Y en cuanto a la relación contigo y con el Anillo, creo que te lo puedo explicar, en parte al menos. No lo sé todo aún. Dame el Anillo un minuto.

Bingo lo sacó del bolsillo del pantalón, donde lo guardaba enganchado de una cadena que lo rodeaba como un cinturón.

—Bien —dijo Gandalf—. Veo que siempre lo andas trayendo contigo. Sigue haciéndolo. —Bingo lo soltó y se lo alcanzó a Gandalf. El Anillo pesaba, como si él mismo o Bingo curiosamente no quisiesen que Gandalf lo tocara. Parecía de oro puro y sólido, grueso, plano y abierto.[246] Gandalf lo alzó.

—¿Puedes ver alguna inscripción? —dijo Gandalf.

—¡No! —dijo Bingo—. Es liso, y ni siquiera tiene rayas ni señales de uso.

—Bien entonces, mira —dijo Gandalf, y ante la sorpresa y zozobra de Bingo el mago lo arrojó al fuego, en medio de [322] brasas ardientes. Bingo gritó y buscó las tenazas; pero Gandalf lo retuvo.

—¡Espera! —le ordenó con voz autoritaria, echando a Bingo una rápida mirada desde debajo de las cejas.

No hubo en el Anillo ningún cambio aparente. Al cabo de un rato Gandalf se levantó, cerró los postigos que cubrían la ventana redonda, y corrió la cortina. La habitación quedó oscura y silenciosa. Se alcanzaba a oír el ruido de las tijeras de Sam, que ahora estaban más cerca del agujero. Gandalf se quedó unos minutos mirando el fuego; luego se inclinó y sacó el Anillo con las tenazas, y en seguida lo tomó con los dedos. Bingo ahogó un grito.

—Está frío —dijo Gandalf—. ¡Tómalo!

Bingo lo recibió en la palma temblorosa; parecía más frío y pesado que antes.

—¡Álzalo! —le ordenó Gandalf—, y míralo por el lado de adentro.

Bingo lo hizo y vio líneas finas, más finas que los más finos trazos de una pluma, que corrían por el interior del Anillo: líneas de fuego que parecían los caracteres de un extraño alfabeto. Brillaban con una penetrante intensidad, pero con una luz remota, que parecía venir de unas profundidades abismales.

—No puedo leer las letras ígneas —dijo Bingo con voz trémula.

—No —dijo Gandalf—, pero yo sí. En la inscripción dice:

Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,

un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas,[247]

»Es parte de una estrofa que ahora sé de memoria:

Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.

Siete para los Señores Enanos en casas de piedra.

Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.

Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro

en la Tierra de Mor-dor donde se extienden las sombras.

Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,

un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas

en la Tierra de Mor-dor donde se extienden las sombras.[248]

La descripción original de la inscripción en el Anillo

[324]

—Éste —dijo Gandalf— es el Dueño de los Anillos, ¡el Anillo Único que los gobierna a todos! Éste es el Anillo Único que el Señor Oscuro perdió en tiempos remotos, junto con parte de su poder, y que aún desea terriblemente.[249] ¡Pero es necesario que no lo consiga!

Bingo se sentó en silencio e inmóvil. El miedo parecía extender una mano enorme, como una nube oscura que se levantara en el este y ya fuera a devorarlo.

—¿Este Anillo? —farfulló—. ¿Cómo rayos ha venido a mí?

—Puedo contarte lo que sé de la historia —respondió Gandalf—. En los días antiguos el Nigromante, Sauron, el Señor Oscuro,[250] fabricó muchos anillos con variadas propiedades que conferían varios poderes a quienes los poseían. Los distribuyó generosamente y los envió a todas partes para atrapar a todas las gentes, pero sobre todo a los Elfos y a los Hombres. Porque aquellos que usaban los anillos, según la fortaleza y la voluntad y el valor que tuviesen, caían lenta o rápidamente bajo el poder de los anillos y el dominio de su hacedor.[251] Hizo Tres, Siete, Nueve anillos y un Anillo Único muy poderosos;[252] porque quienes los poseían no sólo se volvían invisibles a los ojos de todos en este mundo, si así lo deseaban, sino que también podían ver el mundo bajo el sol y el otro lado, donde se mueven las cosas invisibles.[253] Y tenían (lo que comúnmente se llama) buena suerte y (lo que parecía ser) una vida eterna. Aunque, como te dije, el poder que los Anillos conferían a cada uno de sus dueños dependía de cómo los usaran, de qué eran, y de lo que deseaban.

La estrofa sobre el Anillo y la primera mención del

Anillo Soberano en la narración

»Pero los Anillos estaban sometidos al hacedor y siempre atraían a quienes los poseían hacia él. Porque él conservaba el Anillo soberano que, cuando él lo usaba, le permitía ver todos los demás, e incluso leer los pensamientos de aquellos que los poseían.[254] Pero perdió ese Anillo, y así perdió el control de todos los demás. Poco a poco a través de los años ha ido recuperándolos y buscándolos, con la esperanza de recuperar el Único perdido. Pero los Elfos son la raza que más se resiste a someterse a su poder; y los altos elfos del Oeste, de los que aún quedan algunos en el mundo medio, perciben a la vez este mundo y el otro y viven [en] ambos sin ayuda de los anillos.[255] Y por haber padecido a causa de Sauron y haber luchado durante mucho [326] tiempo contra él no se dejan arrastrar fácilmente a su trampa ni engañar por él. No sé qué ha sucedido con los Tres Anillos de la tierra, el aire y el cielo.[256] Hay quienes dicen que los llevaron muy lejos por sobre el mar. Otros dicen que los Reyes Elfos ocultos aún los conservan. Los enanos también demostraron ser resistentes e indomables, porque no soportan dócilmente que los sometan o los dominen (ni siquiera los de su propia raza). Tampoco dejan que los transformen fácilmente en sombras. El mayor poder que ejercieron los Anillos sobre los enanos fue avivar en sus corazones el fuego de la codicia (y de allí surgió el mal que ha ayudado a Sauron). Se dice que en el fondo de cada uno de los Siete Grandes Tesoros de los enanos de antaño había un Anillo de oro. Pero se dice que esos tesoros fueron saqueados y que los dragones los devoraron, y que los Anillos desaparecieron al ser derretidos por el fuego de los dragones; sin embargo, también se dice que no todos los tesoros han desaparecido, y que aún se conservan algunos de los Siete Anillos.

»Pero Sauron recuperó los Nueve Anillos de los Hombres y junto con ellos se apoderó de quienes los poseían, reyes, guerreros y magos de otros tiempos,[257] que se convirtieron en Espectros del Anillo y sirvieron al hacedor, y fueron sus sirvientes más terribles. En realidad, los Hombres son quienes han caído con más frecuencia bajo su dominio, y ahora vuelven a hacerlo en toda la tierra media,[258] sobre todo en el este y el sur del mundo, donde hay pocos Elfos.

—¡Espectros del Anillo! —exclamó Bingo—. ¿Qué son los Espectros del Anillo?

—No hablaremos de ellos ahora —dijo Gandalf—. No hablemos de cosas terribles si no es necesario. Pertenecen a los días antiguos, y esperemos que nunca reaparezcan. Al menos Gil-galad logró eso.[259]

—¿Quién era Gilgalad? —preguntó Bingo.

—Gilgalad fue quien le arrebató el Anillo Único al Señor Oscuro —respondió Gandalf—. Fue el último de los grandes Reyes Elfos de la alta raza occidental que vivieron en la tierra media, y concertó una alianza con Orendil,[260] el Rey de la Isla que regresó al mundo medio en esos días. Pero no te contaré toda la historia ahora. Tal vez la escuches un día de labios de alguien [327] que la conozca bien. Sólo te diré que atacaron a Sauron y lo sitiaron en su torre; y salió de allí y luchó contra Gilgalad y Orendil, y lo derrotaron. Pero Sauron perdió su cuerpo y huyó como un fantasma a tierras desiertas hasta llegar al Bosque Negro, donde recuperó su forma en la oscuridad. Pero Gil-galad y Orendil habían sido mortalmente heridos y murieron en la tierra de Mordor, aunque Isildor hijo de Orendil, cortó el Anillo Único del dedo de Sauron y se quedó con él.[261]

»Pero cuando regresaba de Mordor, los Trasgos se dejaron caer en gran número de las montañas y derrotaron a la hueste de Isildor. Y se dice que Isildor se puso el Anillo y dejaron de verlo, pero siguieron su rastro guiándose por las huellas y el olfato, hasta que llegó a las márgenes de un ancho río. Allí Isildor se zambulló y lo cruzó a nado, pero el Anillo lo traicionó,[262] y se le salió de la mano, y los enemigos pudieron verlo; y lo mataron con flechas.[263] Pero un pez tomó el Anillo y se enloqueció, y empezó a nadar río arriba saltando sobre las rocas y subiendo por las cascadas hasta que se arrojó contra una orilla, y escupió el Anillo y murió.

Gandalf hizo una pausa.

—Y allí —dijo— el Anillo murió para la tradición y la leyenda, y ahora muy pocos conocen y recuerdan aunque sólo sea esta parte de la historia. Pero creo que puedo añadir algo.

»Mucho después, pero aún en un pasado remoto, vivía junto a las márgenes de un río, en los límites de las Tierras Ásperas, una familia pequeña, sabia, diestra y sedentaria…

Para relatar la historia anterior de Gollum mi padre se basó en gran medida en el texto original (págs. 103-104), en el que sólo introdujo algunos cambios de forma en puntos aislados; por lo tanto, Dígol sigue siendo Gollum, en lugar de ser su amigo. Al final del pasaje, se sustituyó «y hasta el mismo Amo lo perdió» por «y ni siquiera el hacedor, cuando recobró el poder, pudo averiguar qué había ocurrido» y, por supuesto, se eliminó la frase siguiente, en la que el Nigromante contaba sus anillos y siempre descubría que le faltaba uno.

El comentario de Gandalf sobre las intenciones y los propósitos de Gollum cuando Bilbo se encontraba con él (que evidentemente se basaba aún en el relato original presentado en El hobbit, véanse las págs. 85-86) también es muy similar a la antigua versión (págs. 105-106). En muchos casos se pulió un tanto la redacción, pero solamente cabe mencionar dos cambios. El comentario de Gandalf sobre la longevidad [328] que confería el Anillo a quien lo poseía (pág. 105) se amplió con interesantes elementos:

… Es aterradoramente abrumador, Bingo, y en realidad llega a ser un tormento (incluso si no te conviertes en un Espectro) Sólo los Elfos lo soportan, e incluso ellos van declinando.

Y cuando Gandalf dice «entonces apareció Bilbo inesperadamente» (pág. 106) ahora añade:

… Recordarás lo asombrado que estaba, y cómo poco después empezó a hablar de un regalo, aunque se permitió conservarlo si la suerte lo quería así. Aun así, diría que sus viejos hábitos lo habrían dominado al fin, y que habría tratado de devorar a Bilbo, si hubiese sido fácil. Pero no estoy seguro; supongo que recurrió al Juego de los Enigmas (en el que ni siquiera alguien como Gollum se atrevía a hacer trampas, puesto que es sagrado y de inmensa antigüedad) como quien tira una moneda al aire para no tener que tomar una decisión. Y de todos modos como quizá recuerdes, Bilbo llevaba la espada Dardo, de modo que no era fácil.

A partir del punto en que Bingo dice que Gollum nunca le dio el Anillo a Bilbo, porque Bilbo ya lo tenía, el relato de Gandalf da un gran paso adelante cuando dice que él mismo encontró a Gollum (en el texto original no se explica por qué conocía la historia de Gollum). Presento todo el siguiente fragmento de este capítulo, que en su mayor parte es un texto muy esquemático.

—Lo sé —dijo Gandalf—. Y por eso dije que el origen de Gollum sólo explica en parte lo que sucedió. Por supuesto, había algo mucho más misterioso detrás de todo eso, posiblemente algo que escapaba a los propósitos del Señor de los Anillos, algo que se relacionaba con Bilbo y su Aventura. No puedo explicarlo más claramente sino diciendo que Bilbo estaba «destinado» a tener el Anillo, y que quizás ése fue el principal motivo que lo llevó a participar en la búsqueda del tesoro. En tal caso, tú estabas destinado a tenerlo. Lo que tal vez sirva (o no sirva) de consuelo. Y los Anillos siempre han tenido un destino peculiar. Se pierden, y reaparecen en extraños lugares. El Único [329] ya había abandonado a su dueño una vez y lo había traicionado, condenándolo a muerte. Ahora había abandonado a Gollum, pero el mal que provocan de acuerdo con los propósitos del hacedor suele convertirse en un bien contra su voluntad, e incluso ocasionarle una pérdida y una derrota.[264] Y eso también puede servir de consuelo, o tal vez no.

—Ninguna de tus ideas me parece muy alentadora —dijo Bingo—; aunque en realidad no entiendo lo que dices. ¿Pero cómo llegaste a saber tanto o a hacer tantas conjeturas sobre Gollum?

—No ha sido muy difícil hacer esas conjeturas, o sacar conclusiones —dijo Gandalf—. El Anillo que recibiste de Bilbo, y que Bilbo recibió de Gollum, ha demostrado ser el Anillo Único por la inscripción en letras de fuego. Y la historia de Gilgalad e Isildor es conocida; los sabios la conocen. Añadir lo que le sucedió a Gollum y meterlo en la historia no es difícil para alguien que sabe tantas cosas que no te cuenta de la historia y las intenciones y las costumbres de las criaturas de la tierra media. ¿Cuál fue el primer enigma de Gollum? ¿Lo recuerdas?

—Sí —dijo Bingo pensando.

¿Qué tiene raíces que no se ven,
y es más alta que los árboles,
arriba y arriba sube,
y sin embargo no crece?

—¡Bien!, pero no perfecto —respondió Gandalf—. ¡Raíces y montañas! Pero en realidad no tuve que hacer muchas conjeturas con indicios como ése.[265] Lo sé. Lo sé, puesto que encontré a Gollum.

—¡Encontraste a Gollum! —dijo Bingo perplejo.

—Era lo que tenía que tratar de hacer, evidentemente —dijo Gandalf.

—¿Qué sucedió entonces después de que Bilbo se fue? ¿Lo sabes?

—No tan claramente. Lo que te he contado es lo que Gollum estaba dispuesto a decir, aunque no con las mismas palabras; se sentía incomprendido y maltratado, y lo único que hacía era llorar por él, y odiar a todo lo demás. Pero después del Juego de [330] los Enigmas no quiso decir nada más, fuera de unas vagas alusiones. Se podía deducir que Gollum estaba dispuesto a recuperar de alguna manera el Anillo y a demostrarle a la gente que no toleraría que lo trataran a empujones y lo despreciaran y lo metieran en un agujero, y además lo hicieran pasar hambre y le robaran. Y podría haber hecho cosas aún peores por tratarse de él; porque ahora tenía amigos, amigos poderosos. Puedes imaginar el desprecio con que hablaba. Al fin había descubierto que Bilbo se había adueñado de alguna manera de «su» Anillo, y cómo se llamaba.

—¿Cómo? —preguntó Bingo.

—Se lo pregunté, pero sólo miraba de soslayo y reía entre dientes, y decía: «Gollum no es sssordo, ¿verdad?, no Gollum, y tiene ojosss, ¿verdad?, sí mi preciossso, sí Gollum». Pero[266] puede haberlo descubierto de muchas maneras. Por ejemplo, puede haber oído a los trasgos decir que Bilbo había huido por la puerta. Y las noticias de lo que sucedió después se conocieron en todas las Tierras Ásperas, sin duda le dieron a Gollum mucho en que pensar. De todos modos, después de que le «robaron» y lo «engañaron», como decía, dejó las Montañas: después de la Batalla había pocos trasgos allí y eran cautelosos; era difícil cazar, y las profundidades eran más sombrías y solitarias que nunca. Además, el poder del Anillo lo había abandonado; ya no estaba ligado a él. Se sentía viejo, muy viejo, pero menos tímido aunque no menos malévolo.

»Se podría haber pensado que el viento y la sola sombra del sol habrían acabado pronto con él. Pero era astuto. Sabía esconderse de la luz del día y del fulgor de la luna, y moverse callada y velozmente en la noche con grandes ojos pálidos; y atrapar a pequeñas criaturas asustadizas e incautas. En verdad, la nueva alimentación y el nuevo aire le dieron más fuerzas por un tiempo. Llegó arrastrándose hasta el Bosque Negro, lo que no es sorprendente.

—¿Es allí dónde lo encontraste?

—Sí, lo seguí hasta allí: había dejado un rastro de historias terribles entre las bestias y los pájaros y hasta los Hombres del Bosque de las Tierras Ásperas. Había aprendido a treparse a los árboles en busca de nidos, y a entrar arrastrándose en las casas en busca de cunas. Se jactó de eso delante de mí. [331]

»Pero sus huellas también iban hacia el sur, mucho más al sur del lugar donde lo encontré al fin, con la ayuda de los Elfos los Bosques. No quiso explicar por qué. Sólo hacía muecas y reía entre dientes, y decía Gollum, frotándose divertido las horribles manos. Pero tengo una sospecha, que ahora es mucho más que una sospecha: Gollum fue arrastrándose paso a paso, hace ya mucho tiempo, hasta llegar a la tierra de… Mordor —dijo Gandalf casi en un susurro—. Es natural que criaturas como él vayan a esa tierra; y posiblemente allí se enteró de muchas cosas, y lo descubrieron y lo observaron con atención. En realidad, creo que Gollum es la causa de los problemas que hoy tenemos,[267] porque si no me equivoco a través de él el Nigromante descubrió qué había pasado con el Anillo Único que había perdido. Se podría temer que haya llegado a saber al fin de la existencia de los hobbits, y que ahora esté buscando la Comarca, si no sabe ya dónde está. En verdad temo que hasta haya oído[268] el humilde y durante mucho tiempo nada importante nombre Bolsón.

—¡Pero esto es terrible! —exclamó Bingo—. ¡Mucho peor de lo que imaginé! Oh Gandalf, ¿qué debo hacer?, porque ahora estoy realmente asustado. ¡Qué lástima que Bilbo no haya matado a esa detestable criatura cuando se despidió de él!

—¡Qué tonterías dices a veces, Bingo! —digo Gandalf—. ¡Lástima! Fue lástima lo que detuvo la mano de Bilbo. Y no podría haberlo hecho, sin hacer un mal. Estaba prohibido. Si lo hubiese hecho, no habría poseído el Anillo; el Anillo lo habría poseído a él. Se habría convertido en esclavo del Nigromante.

—Por supuesto, por supuesto —dijo Bingo—. ¿Cómo pude decir eso de Bilbo? ¡El querido viejo Bilbo! Pero estoy asustado, y no puedo sentir lástima por ese vil Gollum. ¿Quieres decir que tú y los Elfos habéis dejado que siguiera viviendo, después de esas horribles historias? De cualquier modo, es peor que un trasgo, y nada más que un enemigo.

—Sí, merecía morir —dijo Gandalf—; pero no lo matamos. Es muy anciano, y muy infeliz. Los Elfos de los Bosques lo tienen prisionero, pero [lo] tratan con toda la benevolencia que hay en esos prudentes corazones. Le dan buena comida. Pero no creo que puedan hacer mucho para curarlo, aunque aun Gollum puede llegar a ser útil antes del fin.[269] [332]

—Y bien —dijo Bingo—, si no podía matar a Gollum, habría preferido que no permitieras que Bilbo conservara el Anillo ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se lo permitiste? ¿Le contaste todo esto?

—Sí, permití que lo conservara —dijo Gandalf—. Pero, por supuesto, en un principio no imaginaba que fuese [uno] de los diecinueve[270] Anillos de Poder; pensaba que el que tenía no era más peligroso que uno de los anillos mágicos menores que fueron tan comunes en una época, y que sobre todo (como pretendía el hacedor) usaban bribonzuelos y pillos para cometer maldades. No temía que su poder afectara a Bilbo. Pero cuando empecé a sospechar que se trataba de algo más grave, le dije todo lo que mis sospechas me hacían pensar que debía decirle. Sabía que provenía del Nigromante. Pero debes recordar que había que estar pendiente del Anillo. Ni siquiera Bilbo pudo escapar del todo del poder del Anillo Soberano. Se puso… sentimental. Lo guardaba como un recuerdo. Francamente, empezó a sentirse muy orgulloso de su gran aventura, y tenía la costumbre de contemplar el Anillo de cuando en cuando (cada vez con más frecuencia) para avivar los recuerdos: lo hacía sentir un tanto heroico, aunque nunca perdió la capacidad de reír del sentimiento que le despertaba.

»Pero al fin se apoderó de él de esa manera. Finalmente descubrió que le daba una “larga vida” y que lo estaba agotando. Se cansó del Anillo. —“No lo soporto más”, decía—, pero no era fácil deshacerse de él. Le costó decidirse a hacerlo. Si lo piensas por un momento te darás cuenta de que no es muy fácil deshacerse del Anillo una vez que lo tienes.[271]

A partir de este punto, el texto vuelve a ser muy similar a la antigua versión (págs. 107-109). Por supuesto, Bingo saca «de nuevo» el Anillo del bolsillo y tiene la intención de arrojarlo «otra vez» al fuego; y Gandalf dice (como en la CA, pág. 90): «Este Anillo ha pasado ya por ese fuego y ni siquiera se calentó». Se conservó el personaje de Adán Corneta, el herrero de Hobbiton. Gandalf dice aquí «tendrías que encontrar una de las Grietas de la Tierra, en las profundidades de la Montaña de Fuego, y arrojarlo allí, siempre que quieras destruirlo de veras o impedir que caiga en manos de nadie hasta el Fin». Junto a «Grietas de la Tierra» (el nombre que aparecía en el texto original, pág. 108), mientras estaba escribiendo el pasaje mi padre escribió en [333] el margen: «Grietas del Destino»; cuando se menciona por segunda vez nombre escribió «Grietas del Destino», pero anotó «Tierra» encima de «Destino».

Se desarrolló y amplió el texto original a partir del punto en que pingo dice «¡De veras quiero destruirlo!» (pág. 109):

—No entiendo cómo Bilbo pudo soportarlo por tanto tiempo, y además, debo decirlo, no puedo dejar de preguntarme por qué me lo dio. Por supuesto, sabía que lo tenía… aunque sólo yo lo sabía o lo sé; pero hacía bromas cuando hablaba del Anillo, y las únicas dos o tres veces que lo sorprendí usándolo lo hizo para hacer una broma, sobre todo la última vez.

—Es típico de Bilbo; y no está mal hacerlo cuando el destino te ha otorgado tesoros tan peligrosos, siempre que puedas. ¿Por qué te lo dio? Sólo lo hizo porque pensaba que podía confiar en ti: no lo usarías indebidamente, no permitirías que cayera en manos malvadas, estarías a salvo de su poder por un tiempo, y eras un hobbit desconocido y poco importante que vivía en el corazón de la tranquila y pequeña Comarca que podía pasar fácilmente inadvertida para el enemigo. Además, le prometí ayudarte y aconsejarte, si surgía algún problema. Y debo decir también que sólo descubrí las letras de fuego y supuse que este anillo era el Anillo Único después de que decidió irse y dejarlo.[272] Y no se lo dije, porque no te habría impuesto esa carga, o no se habría ido. Pero yo sabía que tenía que irse por su propio bien. Había conservado el Anillo durante 60 años, y se le notaba, Bingo. Ya has tratado de describir lo que sientes, esa sensación de estar estirado.[273] En él era mucho más intensa. El Anillo habría acabado con su resistencia al fin. Sin embargo, lo único que podía hacer para librarse de él era dejar que alguien soportara esa carga, por un tiempo. Bilbo se ha liberado. Pero eres su heredero. Y ahora que (desde entonces) he descubierto muchas otras cosas, sé que es una herencia difícil. Preferiría que no hubiese sido así. Pero no culpes a Bilbo, ni me culpes a mí, si puedes evitarlo. Déjanos soportar la carga que nos han impuesto (si podemos). Pero tenemos que hacer algo rápido. El enemigo no se está quieto.

Hubo un largo silencio. Gandalf fumaba aparentemente satisfecho… [334]

Basándose en el antiguo texto (pág. 109), la nueva versión llega a ser muy similar al pasaje presentado en la CA (págs. 91-93); Bingo dice que muchas veces pensó en irse, pero que lo imaginaba como una especie de vacaciones, y se habla del repentino y ardiente deseo de Bingo, que no le comenta a Gandalf, de seguir a Bilbo y de encontrarlo tal vez, y de huir de Bolsón Cerrado en ese mismo momento. El nuevo texto continúa así:

—¡Mi querido Bingo! —dijo Gandalf—. Bilbo no se equivocó al elegirte como heredero. Sí, pienso que tendrás que irte pronto aunque no de inmediato o sin reflexionar un poco y tomar ciertas precauciones. Y no creo que debas partir solo; no si conoces a alguien en quien confíes, y que esté dispuesto a acompañarte y a quien estés dispuesto a exponer a peligros desconocidos. Pero ten cuidado en cómo eliges y con lo que dices hasta a tus amigos más íntimos. El enemigo tiene muchos espías y muchas maneras de enterarse.

De pronto Gandalf se detuvo, como si escuchara.

El resto del capítulo (en el que Gandalf sorprende a Sam del otro lado de la ventana y decide que será el compañero de Bingo; véase Dudas y cambios, nota 2, pág. 280) es prácticamente idéntico al texto definitivo (CA, págs. 93-95), escrito casi de una plumada[274] y que nunca fue modificado.