XIV
REGRESO A HOBBITON

[293]

Mi padre se decidió entonces por el «relato más simple» que había esbozado en Dudas y cambios (nota 13); y así fue como Bilbo volvió a ser, como en un comienzo, quien daba la Fiesta de Cumpleaños en Bolsón Cerrado (págs. 23, 31, 57). El esbozo esquemático que se presenta a continuación sin duda fue escrito inmediatamente antes de la nueva versión del primer capítulo, es decir, la quinta, un documento extremadamente complejo.

Bilbo desaparece en su cumpleaños centesimodecimoprimero. Cambios necesarios en el capítulo «Una reunión muy esperada»[202] hasta el punto en que Gandalf desaparece en el interior de Bolsón Cerrado. Luego una corta conversación entre Gandalf y Bilbo en la casa.

Bilbo dice que está empezando a ser agotador, se siente estirado. Debe deshacerse del anillo. También está cansado de Hobbiton, ansia irse. ¿La maldición del dragón arrojada sobre el oro? o el Anillo. ¿Adónde vas a ir? No lo sé. ¡Cuídate! No me importa. Consigue que Gandalf le prometa que le entregará el Anillo a Bingo, su heredero. Se lo deja; pero no quiero que se preocupe ni que trate de seguirme; no todavía. De modo que ni siquiera le habla a Bingo de la broma. Al final del capítulo, Bilbo debe despedirse de Gandalf ante el portón, entregarle un atado (con el Anillo) para Bingo, y desaparecer.

El capítulo II es sobre Bingo. Visitas furtivas de Gandalf. Gandalf lo anima a irse, por motivos propios. Bingo no le dice a Gandalf que anhela ir en busca de Bilbo. Gandalf no le [?cuenta ?habla] del Anillo. La historia de Gollum debe venir más adelante (en Rivendel), después de que Bingo se encuentre con Bilbo; y Gandalf ya ha descubierto mucho más. Posiblemente este capítulo II deba prolongarse hasta el comienzo del actual capítulo II, «Dos es compañía y tres aún más».[203]

La cuarta versión de «Una reunión muy esperada» estaba ya bastante desarrollada en muchos sentidos, y en algunos ya había alcanzado [294] virtualmente su forma definitiva; pero la Fiesta se celebraba en el 1 cumpleaños septuagesimosegundo de Bingo, treinta y tres años después de la silenciosa desaparición de Bilbo de la Comarca, cuando tenía m años y Bingo 39, y aparte de ofrecer el espectáculo de fuegos de I artificio, Gandalf no hacía nada más en el capítulo.

En el esbozo recién presentado se dice que tendrían que hacerse los «cambios necesarios en el capítulo hasta el punto en que Gandalf desaparece en el interior de Bolsón Cerrado», y el relato comienza ahora con lo siguiente: «Cuando Bilbo Bolsón de la muy conocida familia de Hobbiton se disponía a celebrar su cumpleaños centesimodecimoprimero, corrieron algunos rumores en el vecindario», etc. (véanse las págs. 42-43, 52). A continuación se repite el texto de la cuarta versión[204] hasta «Y si estaba (en casa), nunca se sabía con quién podía estar: hobbits de familias pobres, o gentes de villas remotas, enanos, e incluso elfos a veces» (pág. 52); en este punto se intercaló un nuevo pasaje relacionado con Gandalf y Bilbo.

A veces también se veía subir por la colina al mago Gandalf. La gente decía que Gandalf «lo animaba» y lo acusaban de «animar» a algunos de sus sobrinos más vigorosos (y primos lejanos), especialmente por parte de los Tuk; pero era imposible saber qué querían decir. Tal vez se refirieran a sus misteriosas ausencias, y al extraño hábito de recorrer toda la Comarca desaliñadamente vestidos que tenían Bilbo y sus animados jóvenes amigos.

Cuando el tiempo debilitó el prolongado vigor, por no decir prolongada juventud, del señor Bilbo Bolsón, también se convirtió en un objeto de comentarios. A los noventa años parecía ser el mismo de siempre. A los 99 empezaron a decir que estaba «bien conservado»; pero habrían estado más acertados al decir que «no había cambiado nada». Sin embargo, ese año los sorprendió a todos al cambiar notablemente sus hábitos: adoptó como heredero a su sobrino favorito y el más «animado» de todos, Bingo. Bingo Bolsón era entonces un joven de 27 años[205] y, en sentido estricto, no era sobrino de Bilbo (título que él empleaba con cierta libertad), sino un primo hermano y segundo de Bilbo, o sobrino por parte de su padre y su madre,[206] pero cumplía años el mismo día que Bilbo, el 22 de septiembre, y al parecer ésa era otra cosa que los unía.[207] Bingo era hijo de la pobre Prímula Brandigamo y [> que se había casado tarde y como último recurso con] Drogo Bolsón (primo segundo de Bilbo pero, fuera de eso, alguien poco importante). [295]

En la nota 2 de Dudas y cambios mi padre decía que estaba «demasiado acostumbrado a Bingo» como para llamarlo Frodo, pero ahora se guiaba por las indicaciones que aparecen en esa nota, en las que decía que tendría que eliminar el nombre Bolger-Bolsón («un mal hombre») y que Bingo debería ser un Bolsón por derecho propio. Más adelante en este pasaje Drogo sufre el comentado accidente durante un paseo en bote en el Brandivino que antes sufría Rollo Bolger (pág. 53): «algunos decían que Drogo Bolsón había muerto por comer demasiado cuando estaba visitando al viejo glotón Gorboduc; otros decían que fue el peso de Drogo lo que hizo que el bote se hundiera». Ahora se dice que Bingo tenía doce años entonces y que

después de eso vivió la mayor parte del tiempo con su abuelo [Gorboduc Brandigamo, pág. 53] y los ciento un parientes de su madre en el Gran Agujero de Gamoburgo,[208] la residencia ancestral y atestada de los gregarios Brandigamo. Pero sus visitas al «Tío» Bilbo se hicieron cada vez más frecuentes, hasta que al fin, como se ha dicho, Bilbo lo adoptó cuando era un joven de 27 años.

Pero todo eso era una historia antigua. En los últimos doce años la gente se había acostumbrado a que Bingo anduviera por allí. Ni Bilbo ni Bingo hacían nada extravagante. Las fiestas que daban podían ser a veces un tanto bulliciosas (y la concurrencia poco selecta); pero a los hobbits no les molestaba ese tipo de bullicio de vez en cuando. Bilbo —«animado» ahora por Bingo— gastaba el dinero sin medirse, y su riqueza se convirtió en una leyenda local. Según la creencia popular, gran parte de la Colina estaba plagada de túneles atestados de oro y plata. De pronto se empezó a decir que Bilbo, tal vez impresionado por el curioso número 111, tenía la intención de ofrecer una fiesta de cumpleaños excepcional. 111 años era una edad respetable incluso para los hobbits.[209] Como es natural, las lenguas empezaron a moverse, y se avivaron viejos recuerdos y surgieron nuevas expectativas. Una vez más empezaron a calcular la riqueza de Bilbo… (etc., como antes, véase la pág. 44).

Hay unos pocos cambios de menor importancia en la descripción de las idas y venidas en Bolsón Cerrado. Ya no se habla de los Hombres ni del carro con una V (págs. 32, 45), como se indicaba en Dudas y cambios (nota 1), pero se sigue mencionando a los Elfos y a los Enanos. Los paquetes con fuegos de artificio no sólo estaban marcados con [296] una gran G roja sino también con j; «Era la marca de Gandalf» (la misma runa aparece en la carta que deja en Bree y en la nota que deja en la Cima de los Vientos). Aparecen los decepcionados niños que reciben centavos, pero no fuegos de artificio (CA, pág. 41); y ahora aparece por fin la «corta conversación entre Gandalf y Bilbo» en Bolsón Cerrado mencionada en el esbozo de la pág. 293.

Bilbo y Gandalf estaban sentados en la casa de Bolsón Cerrado, frente a la ventana abierta de la sala que miraba al oeste sobre el jardín. Era el final de una tarde clara y serena; las flores eran rojas y doradas: escrofularias, girasoles y capuchinas cubrían todo el césped hasta los muros y se asomaban a las ventanas.

—¡Qué hermoso luce tu jardín! —dijo Gandalf.

—Sí —respondió Bilbo—, le tengo mucho cariño, lo mismo que a toda la vieja Comarca; pero creo que ha llegado el momento.

—¿Quieres decir que seguirás adelante con tu plan? —preguntó Gandalf.

—Así es —respondió Bilbo—. Por fin me he decidido. Debo deshacerme de él.[210] «¡Bien conservado!» —resopló—. En verdad me siento adelgazado, estirado, ¿entiendes lo que quiero decir?; como una cuerda que no alcanza a rodear un paquete o… como mantequilla extendida sobre demasiado pan. Y eso no puede ser.

—¡No! —dijo Gandalf pensativo—. No. Yo diría que tu plan es lo mejor, para ti al menos. Por ahora no sé nada que me haga pensar lo contrario, y no se me ocurre nada mejor.

—Sí, supongo que puede parecer algo duro para Bingo —dijo Bilbo—. ¿Pero qué puedo hacer? No puedo destruirlo, y después de lo que me has dicho no lo voy a tirar; pero no quiero conservarlo, en realidad ya no lo soporto. Pero me prometiste que estarás pendiente de Bingo, y que lo ayudarás si lo necesita más adelante, ¿verdad? De lo contrario, claro está, tendré que hacerlo yo.

—Haré lo que pueda por él —dijo Gandalf—. Pero espero que tengas cuidado.

—¡Tener cuidado! ¡No me importa! —dijo Bilbo, y luego poniéndose de pronto a recitar (lo que hacía cada vez con más frecuencia) siguió en voz baja, mirando por la ventana con expresión abstraída:

[297]

El Camino, etc., como en II. 5

(Ésta es una referencia a la versión mecanografiada de «Tres es compañía», págs. 72-73). Todo este nuevo pasaje, a partir de «Debo deshacerme de él», fue tachado a lápiz y se añadió una indicación: «Más adelante» (véanse las págs. 298 y 300-302).

El texto continúa: «Al día siguiente más y más carros subieron por la Colina. Hubo sin duda alguna queja acerca del “comercio local”», etc. (pág. 32). A partir de este punto de la cuarta versión (esencialmente igual a la tercera y a la segunda, págs. 45-46, 55 y como en CA), la quinta versión es muy similar a los antiguos borradores, aunque se sustituyó «Bingo» por «Bilbo» en los casos necesarios. A los invitados a la cena especial se añaden ahora los miembros de las familias Boboger[211] (Tallabuena en la CA) y Tejonera; estos últimos «no vivían en la Comarca, sino en Combe-bajo-Bree, una villa junto al Camino del Este, más allá del Brandivino. Se suponía que eran parientes lejanos de los Tuk, pero también eran amigos que Bilbo había hecho durante sus viajes». En relación con lo anterior, véase la nota 5 de Dudas y cambios y mi comentario al respecto; véase también el capítulo VII original (pág. 176), donde en relación con los hobbits que había en El Poney Pisador se dice: «también había algunos nombres que a los hobbits les resultaban naturales, como Bancos, Cuevas, Tejonera… que no eran poco comunes entre los habitantes más rústicos de la Comarca».

No deja de ser curioso que en esta etapa se haya dicho que a la cena ofrecida en el pabellón, bajo el árbol, asistían «ciento sesenta invitados» en lugar de 144; y en el discurso Bilbo decía: «Porque, claro está, también es el cumpleaños de Bingo, mi heredero y sobrino. Juntos sumamos ciento sesenta años. El número de ustedes fue elegido para que correspondiera a este notable total». Se introdujeron los siguientes cambios en el fragmento anterior del capítulo: Bingo no tenía 27 sino 37 años cuando Bilbo lo adoptaba, de modo que cuando Bilbo cumplía ni años (doce años después) Bingo tenía 49, lo que daba un total de 160. Evidentemente, mi padre había decidido que, como Bilbo daba la fiesta y tanto él como Bingo estaban presentes, el número de invitados ya no debía corresponder a la edad del mayor de los hobbits, sino a la suma de la edad de los dos; pero no sabría decir por qué no decidió conservar 144 y reducir como correspondía la edad de Bingo a 144 menos 111.

Bilbo dice ahora que es el aniversario de su llegada a la Ciudad del Lago en un tonel; pero aún no se producía un relámpago cuando bajaba de la silla y desaparecía.

Poco después se hizo una revisión de esta parte del texto, [298] de hecho antes de avanzar mucho en el relato,[212] y en una nueva versión del discurso de Bilbo se vuelve a decir que hay 144 invitados, Bingo cumple 33 años (su «mayoría de edad»), y cuando Bilbo desaparece hay un relámpago enceguecedor. Debido a nuevas enmiendas a la primera parte del texto, la edad de Bingo en la fecha de su adopción cambió de nuevo, y definitivamente, a 21 años.

En el alboroto que se producía después de la desaparición de Bilbo

hubo alguien más afectado que todos los demás; y ése fue Bingo. Se quedó por un rato sentado junto a la silla vacía de su tío, ignorando todos los comentarios y preguntas; y luego abandonando la fiesta para ocuparse de sus cosas se deslizó fuera del pabellón sin que nadie lo advirtiera.[213]

—¿Qué haremos ahora? —Comenzaron a repetir cada vez más esta pregunta, y en voz más y más alta. De pronto, se oyó gritar al viejo Rory Brandigamo, al que ni la edad ni la sorpresa ni la gran comilona le habían nublado la razón:

—No lo vi marcharse. ¿Dónde está en todo caso? ¿Dónde está Bilbo… y Bingo? ¡Maldito sea! —Los anfitriones no estaban en ninguna parte.

En realidad, mientras pronunciaba el discurso Bilbo Bolsón no había dejado de juguetear con un pequeño anillo que tenía en el bolsillo; el anillo mágico que había guardado en secreto tantos años. Cuando bajó de la silla se deslizó el anillo en el dedo, y nunca se lo volvió a ver en Hobbiton.

Ahora se introdujo un nuevo elemento en la narración, y no cabe duda de que entonces se tachó gran parte del pasaje de la conversación que sostenían Gandalf y Bilbo en Bolsón Cerrado antes de la fiesta y se añadió la indicación «Más adelante» (pág. 296); en esa oportunidad también se volvió a prolongar la conversación a partir del punto en que Bilbo decía: «Así es. Por fin me he decidido», con el texto presentado a continuación (compárese con la CA, pág. 41):

—Muy bien —dijo Gandalf—. Veo que estás decidido a hacer lo que quieres. Espero que todo salga bien, para todos nosotros.

—Así lo espero —dijo Bilbo—. De cualquier modo, quiero divertirme el jueves, y hacer mi bromita como quiero hacerla.

—Bueno, espero que sigas riéndote dentro de un año —dijo Gandalf. [299]

—Y espero que tú también —replicó Bilbo.

La nueva versión continúa (a partir de «y nunca se lo volvió a ver en Hobbiton»):

Regresó a su agujero a paso vivo, y se quedó por unos instantes escuchando con una sonrisa los alegres sonidos que venían de distintas partes del campo. Luego entró. Se quitó la ropa de fiesta, dobló y envolvió en papel de seda el chaleco bordado con botones de seda [> oro], y lo guardó. Se puso rápidamente algunas viejas y desaliñadas vestiduras,[214] y de una de las gavetas de más abajo cerrada con llave (que apestaba a bolas de alcanfor) tomó un viejo manto y una vieja capucha, que parecían haber estado guardados allí con tanto cuidado como si fuesen un tesoro, pero estaban tan remendados y desteñidos por el tiempo que el color original (verde oscuro quizá) apenas podía adivinarse. Eran demasiado grandes para él. En la repisa de la chimenea dejó un sobre abultado en el que decía BINGO.

Tomó su grueso bastón favorito del perchero del vestíbulo, y luego silbó. Varios enanos se asomaron de las habitaciones en las que habían estado trabajando afanosamente.

—¿Está todo listo? —preguntó Bilbo—. ¿Todo embalado [añadido: y rotulado]?

—Todo —dijeron los enanos.

—¡Entonces, en marcha! Lofar, tú te quedas atrás, por supuesto [añadido: por Gandalf]; por favor, asegúrate de que Bingo reciba la carta que está en la repisa de la chimenea del comedor en cuanto regrese. Nar, Anar, Hannar, ¿estáis listos?[215] ¡Bien! Nos vamos.

Salió por la puerta de entrada. Era una noche clara y magnífica, y el cielo oscuro estaba salpicado de estrellas. Bilbo miró, olfateando el aire.

—¡Qué alegría! ¡Qué alegría partir otra vez, estar en el Camino con los enanos; esto es lo que he estado esperando por años de años! —se despidió de la puerta—: ¡Adiós! —dijo. Se alejó de las luces y voces de los campos y tiendas, y seguido por sus tres compañeros dio una vuelta hasta llegar al jardín en el lado oeste de Bolsón Cerrado, y bajó trotando la larga pendiente. [300] Al llegar abajo, saltaron la cerca en un punto bajo y fueron hacia los prados, pasando como un susurro entre los pastos.

Al pie de la Colina llegaron a una puerta que conducía a un estrecho sendero. En el mismo instante en que trepaban por encima de la puerta, una silueta oscura con un sombrero puntiagudo se asomó por la cerca.

—¡Hola, Gandalf! —gritó Bilbo—. Me estaba preguntando si vendrías.

—Y yo me preguntaba si vendrías —respondió el mago—; o si lo pensarías mejor.[216] Supongo que crees que todo ha salido espléndidamente, y tal como querías.

—Sí —dijo Bilbo—. Aunque el relámpago me sorprendió: me sobresaltó de veras, y no digamos nada de los otros. ¿Fue un pequeño agregado tuyo?

—Sí —respondió Gandalf—. Tuviste la prudencia de mantener en secreto ese Anillo todos estos años; y me pareció necesario dar a los invitados algo que explicara el que no te hubiesen visto desaparecer repentinamente [> darles a todos algo que creyeran que explicaba tu desaparición repentina].

—Eres un viejo entrometido —rió Bilbo—; pero espero que tengas razón, como de costumbre.

—Así es —dijo Gandalf—, cuando sé algo. Pero no me siento demasiado seguro acerca de todo este asunto. De todos modos, ha llegado a su punto final. Has hecho tu broma, y has conseguido alarmar u ofender a todos tus parientes y amigos, y has dado a toda la Comarca tema de que hablar durante nueve días (o más probablemente noventa y nueve). ¿Piensas ir todavía más lejos?

—Sí, lo haré —respondió Bilbo—.[217] Gandalf, tengo que deshacerme de él. ¡Bien conservado! —resopló—. En verdad me siento adelgazado, estirado, ¿entiendes lo que quiero decir?; como una cuerda que no alcanza a rodear un paquete o… como mantequilla extendida sobre demasiado pan. Y eso no puede ser.

—No —dijo Gandalf pensativo—. No. Temía que eso llegara a suceder. Yo diría que tu plan es lo mejor, para ti al menos. Por ahora no sé nada que me permita decir algo en contra de ese plan.

—¿Qué otra cosa puedo hacer? No puedo destruirlo, y después [301] de lo que me has dicho no lo voy a tirar. Lo curioso es que me resulta imposible decidirme a hacerlo; simplemente lo guardo otra vez en el bolsillo. ¡Incluso me cuesta dejarlo! Y sin embargo no quiero conservarlo, en realidad ya no lo soporto. Pero me prometiste que estarás pendiente de Bingo, y que lo ayudarás si llega a necesitarlo más adelante, ¿verdad? De lo contrario, claro está, me resultaría muy difícil irme. Tendría que quedarme y soportarlo.

—Haré lo que pueda —dijo Gandalf—. ¿Qué hiciste entretanto con él?

—Está en el sobre, junto con mi testamento y otros papeles. Lofar se lo entregará a Bingo en cuanto venga.

—¡Querido Bilbo! ¡Con Otho Sacovilla-Bolsón merodeando por aquí, y su esposa Lobelia! En realidad te estás poniendo imprudente. Y supongo que habrás dejado la puerta abierta como siempre…

—Sí, temo que sí. Tenía la esperanza de que Bingo volviera furtivamente antes que los demás.

—¡Las esperanzas no bastan! Pero tal vez tengas razón. Supongo que sabe de su existencia.

—Sabe que tengo, o que tenía, el Anillo; entre otras cosas, ha leído mis memorias íntimas;[218] y también tiene cierta idea de que [> quizá sospeche que] tiene otros… efectos, además de hacerte invisible a veces. Pero no sabe, o no sabía lo que yo estaba empezando a sentir. Pero, después de todo, puesto que es imposible destruirlo y todo lo que se puede hacer es dejárselo a otra persona, es mejor que se lo deje a él: lo considero el más adecuado en toda la Comarca, y es mi heredero. Sabe que se lo dejo con todo lo demás. Supongo que no va a pedir que no le deje esa responsabilidad, y aceptar solamente el dinero.

—Te extrañará mucho, ¿lo sabes?

—Sí, me cuesta mucho decidirme. Es duro para él, pero pienso que no demasiado. Ha llegado el momento de que no dependa de nadie. Después de todo, si las cosas hubiesen sido más… normales, me habría perdido pronto de cualquier modo, si no me hubiese perdido ya. Lamento privar a todos mis seres queridos de un buen funeral; ¡se divirtieron tanto en el funeral del Viejo Tuk! Pero así es…

—¿Sabe adónde vas? [302]

—¡No!; en realidad, ni siquiera yo estoy seguro. Creo que es lo mejor para todos. Tal vez querría seguirme.

—Y también yo. Espero que tengas cuidado.

—¡Tener cuidado! No me importa. No estés triste por mí; me siento más feliz que nunca, lo que es mucho decir. Pero la hora ha llegado. Estoy perdiendo la cabeza —añadió misteriosamente, y luego en voz baja como para sí mismo se puso a cantar en la oscuridad:

El Camino sigue y sigue
desde la puerta.
El Camino ha ido muy lejos,
y si es posible he de seguirlo
recorriéndolo con pie fatigado
hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.[219]

Bilbo se quedó en silencio un momento. Luego gritó:

—¡Adiós, Gandalf! —y desapareció en la noche. Nar, Anar y Hannar lo siguieron.[220] Gandalf se quedó junto al portón por un rato, luego lo cruzó de un salto, y empezó a subir por la Colina.[221]

En este pasaje, que es muy diferente del que ocupa el mismo lugar en la CA, págs. 50-56, se observa que la idea de mi padre sobre la influencia que ejercía el Anillo en su dueño era muy similar a la que se refleja en el capítulo sobre Gollum (la «introducción»), págs. 105-106. Además, en la CA Bilbo y Gandalf conversan (y discuten) en Bolsón Cerrado, de modo que en la presente versión no se encuentran elementos tales como la preocupación de Gandalf por el Anillo, dejado imprudentemente en un sobre en Bolsón Cerrado, ni su ascenso por la Colina en busca de Bingo; Gandalf estaba sentado allí esperando que Bilbo apareciera.

Por supuesto, la descripción de los objetos que retiran después de la fiesta es similar a la versión anterior (CA, pág. 57); pero hay dos versiones del final del capítulo, en las que se indicó que se trataba de variantes. Una de ellas, mucho más extensa que la otra y anterior, sufrió numerosas modificaciones. En primer lugar, la lista de regalos no varía, pero se introdujeron nuevos cambios en los nombres.[222] Después de «Por supuesto, esto es sólo una muestra de los regalos», el nuevo [303] texto continúa en forma muy similar a la CA (págs. 58-60), con los comentarios sobre los desordenados agujeros-hobbit (refiriéndose a ellos, Bingo había dicho: «Dentro de poco no podremos sentarnos ni ver la hora, tantos serán los taburetes y los relojes que habrá en Bolsón Cerrado»), y los regalos que recibe el Tío Gamyi (aunque se conservó la colección de juguetes mágicos de Bilbo, págs. 45, 55); y Rory Brandigamo recibe la docena de botellas de Viejo Los Vientos, de las que aún no se dice que son de la Cuaderna del Sur, sino sólo «del sur de la Comarca».

A partir de «no se regaló ni una moneda ni un cuarto de penique de bronce», hay un texto que fue descartado y un texto sustitutivo, que difieren sobre todo con respecto a la estructura. En el texto escrito en un comienzo, los Sacovilla-Bolsón aparecen en seguida exigiendo ver el testamento, que se presenta en su totalidad;[223] luego viene el rumor de que se está distribuyendo todo lo que hay en Bolsón Cerrado y, «en medio de la conmoción», Bingo descubre a Lobelia fisgoneando, expulsa a los tres jóvenes hobbits y tiene una pelea con Sancho Ganapié,[224] y el pasaje termina con «En realidad, el oro de Bilbo había llegado a ser legendario …» (CA, pág. 61).

El texto sustitutivo presenta la misma estructura que el de la CA (págs. 59-61), con una sola diferencia importante: el enano Lofar, que se ha quedado atrás después de la partida de Bilbo (pág. 299), hereda el papel de Merry; y las únicas y mínimas diferencias con respecto a la CA son que Otho Sacovilla-Bolsón sigue siendo un abogado, que se indica la fecha en que Bingo recibirá la herencia (la medianoche del 22 de septiembre), que tres hobbits de más de 33 años atestiguan el testamento, como era habitual, y que los Sacovilla-Bolsón «dieron a entender claramente que él o el mago (o los dos juntos) eran los culpables de todo el enredo». Naturalmente, aquí no aparece el diálogo entre Frodo y Merry en el que comentan que Lobelia le dijo a Frodo que era un Brandigamo: Bingo simplemente cierra «la puerta detrás de ella haciendo una mueca».

La breve variante es muy corta, y no se la incorporó al texto. Lo único que hace la multitud que llega a Bolsón Cerrado la mañana siguiente a la fiesta es irse después de ver un cartel en el portón de entrada en el que dice: «El señor Bilbo Bolsón se ha ido. No sabemos nada más. A menos que vengáis por algún motivo urgente, os ruego no golpear ni tocar la campanilla. Bingo Bolsón». Los Sacovilla-Bolsón «pensaron que venían por algún motivo urgente. Golpearon y tocaron varias veces la campanilla». El enano Lofar los hace pasar y el resto del pasaje es idéntico a la variante extensa (revisada) y a la CA: Bingo y los Sacovilla-Bolsón conversan en el estudio y la conversación termina cuando Bingo le dice a Lofar que no abra la puerta principal [304] aunque la golpeen con un ariete (y no aparece la expulsión de los tres jóvenes hobbits y de Sancho Ganapié). Por lo tanto, en esta variante se eliminó todo el «asunto» de los regalos y de la invasión de Bolsón Cerrado. En relación con las intenciones que tenía mi padre al respecto, véase la pág. 346.

Por primera vez ahora se incluye en el relato la reaparición de Gandalf en Bolsón Cerrado, que al comienzo es casi idéntica a ese pasaje de la CA (pág. 61), pero poco más adelante empiezan a aparecer importantes diferencias en la conversación, a partir del punto en que Gandalf le dice a Bingo «¿Qué sabes ya?» (CA, pág. 61).

—Sólo lo que Bilbo me contó de cómo había llegado a sus manos,[225] por esa criatura, Gollum; y de cómo lo había usado después, en el viaje quiero decir. No creo que lo haya usado muchas veces desde que volvió a casa; aunque a veces desaparecía misteriosamente (y era imposible encontrarlo), cuando había algún problema. Un día salimos a caminar y vimos que los Sacovilla-Bolsón venían hacia nosotros, y Bilbo desapareció, y cuando se fueron apareció detrás de una cerca.[226] Ser invisible tiene algunas ventajas.

—Pero también tiene desventajas. No hace gran daño cuando se lo usa para hacer una broma, ni siquiera para evitar «problemas», pero incluso por esas cosas hay que pagar un precio. Y, además, el hacerte invisible a voluntad no es la única propiedad del Anillo.

—Entiendo lo que dices —dijo Bingo—; al parecer, Bilbo no cambió mucho. Decían que estaba bien conservado. Pero debo decir que también me parece que tiene ciertas ventajas. No entiendo por qué el querido Bilbo no se lo llevó.

—No, supongo que todavía no puedes entenderlo. Pero en su debido momento es posible que descubras qué desventajas tiene. Por ejemplo, en los últimos años Bilbo parecía estar un tanto inquieto, ¿no crees tú?

—Sí, durante mucho tiempo.

—Bueno, pienso que ése es otro síntoma. No quiero alarmarte, pero quiero que tengas cuidado. Cuida el Anillo, y cuídate, y presta atención a lo que haces. No uses el Anillo,[227] ni permitas que ejerza demasiado… poder sobre ti. Guárdalo en secreto y hazme saber si oyes, ves o sientes algo raro.

—De acuerdo. ¿Pero de qué se trata? [305]

—No estoy seguro. He empezado a hacer conjeturas, pero no me gustan. Ahora partiré a averiguar todo lo que pueda. Antes de hacerlo, no diré nada más, excepto prevenirte, y prometerte que te ayudaré cuanto pueda.

—¿Pero dices que te vas a ir?

—Sí, por un tiempo. Pero, en todo caso, no correrás peligro durante uno o dos años. No te preocupes. Volveré y te veré apenas pueda, pero sin hacer ruido, ¿entiendes? No creo que vuelva a dejarme ver a menudo en la Comarca. Pienso que me he vuelto bastante impopular: dicen que soy un estorbo y un perturbador de la paz; y algunos me acusan de haber hecho desaparecer a Bilbo. Se supone que es una confabulación entre tú y yo (por si te interesa saberlo).

—Eso es algo que se les podría ocurrir a Otho y Lobelia.[228] ¡Qué absurdo! Todo lo que querría saber es por qué y adónde se fue el viejo Bilbo. ¿Lo sabes? ¿Crees que podría darle alcance o encontrarlo si partiera en seguida? Si pudiera hacerlo, les regalaría Bolsón Cerrado y todo lo que hay adentro a los Sacovilla-Bolsón.

—Yo no lo intentaría. Deja que el pobre Bilbo se libre del Anillo; sólo pudo hacerlo (aunque de mala gana) al dártelo a ti, por un tiempo.[229] Haz lo que Bilbo quería y esperaba que hicieras.

—¿Qué?

—Seguir viviendo aquí; cuidar Bolsón Cerrado; proteger el Anillo… y esperar.

—Muy bien, lo intentaré, pero preferiría seguir a Bilbo.[230] No sé si ése es un síntoma, como dices tú, aunque sólo he tenido el Anillo en mi poder durante un día o menos.

—No, no todavía. Eso sólo significa que le tenías cariño a Bilbo. Él sabía que iba a ser duro para ti. Lamentaba abandonarte. Pero lo hizo. Tal vez todos comprendamos mejor esto antes del fin. Ahora debo despedirme. Espérame en cualquier momento, sobre todo cuando te parezca improbable que venga. Si en verdad me necesitas manda un mensaje a los enanos que estén más cerca; trataré de hacerles saber dónde estoy.[231] ¡Adiós!

Bingo lo acompañó hasta la puerta. El enano Lofar se fue con él cargando un pesado bolso. Se alejaron por el sendero hasta llegar a la puerta de entrada a paso sorprendentemente rápido,[232] pero Bingo pensó que el viejo mago parecía bastante agobiado, casi como si una pesada carga lo hiciera inclinarse. [306] La tarde moría, y pronto se perdió en el crepúsculo. Bingo no volvió a verlo por largo tiempo.

Alrededor de esa época, mi padre escribió una nueva tentativa del inicio del capítulo, en que los hechos y los comentarios relacionados con la historia de la familia se daban a conocer en una conversación entre el Tío Gamyi, el Viejo Nogales y Arenas, el molinero, en la Mata de Hiedra. El hecho de que se diga que Sam Gamyi era el jardinero de Bolsón Cerrado indica que este fragmento fue escrito después del segundo capítulo, «Una historia antigua»; si el texto hubiese sido escrito antes, mi padre no habría explicado quién era Sam Gamyi cuando aparecía en «Una historia antigua» (pág. 318). Pero conviene señalarlo aquí.

Esta versión de la conversación tendría que sufrir muchos cambios antes de adoptar la forma en que aparece en la CA (págs. 37-40). El comienzo del capítulo se redujo notablemente:

Cuando el señor Bilbo Bolsón de Bolsón Cerrado, Bajo la Montaña, anunció que muy pronto celebraría su cumpleaños centesimodecimoprimero con una fiesta de especial magnificencia, hubo muchos comentarios y excitación en Hobbiton. Poco después el rumor se difundió por toda la Comarca, y la historia y el carácter del señor Bolsón fueron de nuevo el tema principal de conversación. Las gentes más viejas, que recordaban algunos de los extraños hechos que se habían producido sesenta años antes, descubrieron que los cuentos del pasado eran de pronto bien recibidos, y cuando no recordaban lo que había sucedido respondían a ese grato interés con divertidas invenciones.

Nadie tuvo auditorio más atento que el viejo Ham Gamyi, conocido comúnmente como «el Tío». Contaba sus historias en la Mata de Hiedra,[233] una pequeña posada en el Camino de Delagua; y hablaba con cierta autoridad, pues había cuidado el jardín de Bolsón Cerrado durante medio siglo, y anteriormente había ayudado a su padre en esas mismas tareas. Ahora que había envejecido y le crujían las articulaciones, le había cedido el trabajo a uno de sus hijos, Sam Gamyi.

Éste es el comentario sobre Bingo:

—¿Y quién es ese señor Bingo Bolsón que vive con él? [307] —preguntó el viejo Nogales de Delagua—.[234] He oído que cumple la mayoría de edad el mismo día.

—Así es —dijo el Tío—. Cumple años el mismo día que el señor Bilbo, el 22 de septiembre. Se podría decir que es algo que los une. Pero se entienden extraordinariamente bien y así ha sido durante los últimos doce años, desde que el señor Bingo llegó a Bolsón Cerrado. Son muy parecidos en todo, porque son parientes cercanos. Aunque el señor Bingo es mitad Brandigamo, y he oído decir que ésa es una familia rara. Se divierten con botes y en el agua, y eso no es natural. No me asombra que no salga nada bueno de eso.

En cuanto al resto, aquí no aparece el señor Dospiés de Bolsón de Tirada; el Tío dice que Gorboduc Brandigamo es «el jefe de la familia, y me han dicho que es alguien muy poderoso en Los Gamos»; el molinero no insinúa que la muerte de Drogo Bolsón y su esposa en el río se haya debido a algo más siniestro que el peso de Drogo; el hobbit que empieza a hablar de los túneles atiborrados de tesoros que hay en la Montaña no es un visitante de Cavada Grande, sino «uno de los hobbits de Delagua»; y hay muchas diferencias en la redacción.

[312]

A continuación presento toda la genealogía de Bilbo y Bingo desarrollada en el texto escrito hasta esta época. El linaje de los Bolsón se basa en el testamento de Bilbo (nota 223); los nombres entre paréntesis [313] son aquellos que difieren de los presentados en el Apéndice C del SA, Bolsón de Hobbiton.

Evidentemente, ya se sabía que el Viejo Tuk había tenido muchos hijos además de sus «tres extraordinarias hijas» (véase la nota 209).