[241]
El manuscrito del capítulo VIII original continúa sin interrupción y también está escrito con tinta sobre un texto a lápiz. Aunque he presentado el texto original de la primera parte en su totalidad, incluso en el caso del último pasaje, que apenas difiere del texto de la GA (puesto que el ataque de los Espectros del Anillo es una escena excepcionalmente importante), no hago lo mismo con respecto a esta parte. La narración es muy similar al capítulo 12 de la CA, «Huyendo hacia el Vado» (aunque presenta numerosas diferencias secundarias y otras que no lo son tanto), y en su mayor parte se emplean prácticamente los mismos términos que en la CA. Sin embargo, en aquellos casos en que no presento el texto original, se puede sobrentender que se mencionan todas las diferencias importantes.
Después de que los hobbits (Sam en la CA) oían a Bingo gritar palabras extrañas, se dice que «vieron un destello de luz roja, y Trotter se acercó velozmente con un madero encendido». En el esquema fragmentario presentado en la pág. 239 también se dice «Hubo un destello», pero eso no se menciona en la CA. Probablemente esto se refiera a la espada de Bingo, que «emitía una luz roja y vacilante, como un tizón encendido» (pág. 239), detalle que se repite en la CA (pág. 273). La descripción de la primera vez que Trotter regresa a la cañada es un tanto diferente, pero eso se debe sobre todo a que, como es natural, aún no se menciona la desconfianza que le inspira a Sam, y en la antigua versión no hay nada que corresponda a lo que Trancos le dice a Sam en un aparte (CA, pág. 276). Cuando Trotter levantaba la túnica negra del suelo decía solamente: «Ésa es la marca de tu espada. No sé qué daño pueda haberle causado al Jinete. El fuego es más eficaz».
No se dice que los Hombres del Oeste hayan llevado Athelas a la Tierra Media: «es una planta medicinal que sólo conocen los Elfos, y algunos de aquellos que recorren las tierras salvajes: la llaman athelas».[165] Lo que es un detalle curioso es que después de que le ponían athelas en la herida, Bingo notaba «que le disminuía el dolor y también aquella sensación de frío que tenía en el costado derecho»; y, más adelante en el capítulo, se dice que «No podía mover el brazo derecho» (CA, pág. 284). Asimismo, cuando Bingo sacaba la espada y se enfrentaba a los Jinetes en el Vado, originalmente mi padre escribió: [242] «Se había colgado la espada del costado derecho; se aferró a la empuñadura con la mano izquierda y la sacó», pero tachó esa frase. Evidentemente, decidió que Bingo había sido herido en el hombro izquierdo y, por lo tanto, en la descripción del momento en que lo herían (pág. 236) añadió la palabra «izquierdo» pero no sustituyó «derecho» por «izquierdo» en los casos mencionados.
Cuando salían de la cañada que había bajo la Cima de los Vientos, se llevaban la leña que les había dejado Gandalf («Pues Trotter decía que tendrían que llevar leña entre sus provisiones cuando no hubiese árboles cerca»). No se menciona el rejuvenecimiento del poney de Bill Helechal (en caso de que en realidad hubiese sido el poney de Bill Helechal, pág. 222). En la versión antigua no se mencionaban los gritos lejanos de los jinetes Negros que escuchaban al cruzar el Camino en la CA (pág. 279).
En un comienzo, la descripción del viaje hacia el este desde la Cima de los Vientos es bastante similar a la que se encuentra en la CA, aunque la secuencia es un tanto distinta; pero los elementos geográficos sufrieron muchas modificaciones posteriores. A continuación presento en su totalidad el pasaje que empieza después de las palabras «Hasta el mismo Trotter parecía cansado y abatido» (CA, pág. 279).
Antes que terminara la primera jornada el dolor de Bingo se acrecentó de nuevo, pero por largo tiempo no dijo nada. Así pasaron tres o cuatro días sin que el terreno ni el escenario cambiaran mucho, aunque detrás de ellos la Cima de los Vientos se hundía lentamente, y delante de ellos las montañas distantes se perfilaban un poco más cerca. No volvió a llover, pero el cielo estaba cubierto de nubes, y el temor de que los persiguieran los oprimía. Pero durante el día no se veía a nadie y, aunque montaban guardia por la noche, nada ocurrió. Temían ver las siluetas negras acercándose en la noche gris bajo la luna creciente velada por una delgada capa de nubes, pero no veían nada, y no oían otro sonido que el suspiro de las hojas secas y la hierba. Aunque apenas se atrevían a abrigar esa esperanza, parecía que nadie los había visto cruzar de prisa el Camino, y que el enemigo les había perdido el rastro por el momento.
Al fin del cuarto día el terreno comenzó una vez más a elevarse desde el valle poco profundo y amplio en el que se habían internado. Trotter los guió de nuevo hacia el nordeste; y poco después, al llegar a lo alto de una ladera que se elevaba lentamente, vieron delante de ellos un grupo de colinas boscosas. [243] Al anochecer del quinto día llegaron a una loma en la que se alzaban unos pocos abetos macilentos. Un poco más abajo el Camino se curvaba, alejándose hacia un riachuelo que brillaba pálidamente bajo un débil rayo de sol, lejos de allí a la derecha. Al otro día, temprano de mañana, volvieron a cruzar el Camino. Lo recorrieron inquietos con la mirada, hacia el oeste y el este, lo cruzaron velozmente, y siguieron caminando hacia las colinas boscosas.
Trotter seguía guiándolos hacia el lejano Vado lo más en línea recta que podía en esa región. No sabían qué rumbo tomarían en las colinas, pero no podían seguir avanzando por el borde sur del Camino, porque el terreno era árido y pedregoso y más adelante estaba el río.
—Este río baja de las Montañas —les dijo— y cruza Rivendel.[166] No es ancho, pero es profundo y caudaloso, porque lo alimentan muchos riachuelos que salen de las colinas boscosas. El Camino los cruza en pequeños vados o puentes, pero no encontraremos ninguno hasta llegar al Vado bajo las Montañas.
Los hobbits contemplaron las oscuras colinas que había más adelante, y aunque se alegraron de dejar atrás esas tierras inhospitalarias, la tierra que se extendía ante ellos parecía peligrosa y hostil.
De acuerdo con la topografía más elaborada, el Camino atraviesa dos ríos entre la Cima de los Vientos y Rivendel: el Fontegrís o Mitheithel, que descendía de las Landas de Etten y que se cruzaba por el Puente Ultimo, y el Sonorona o Bruinen, que se cruzaba por el Vado de Rivendel; esos ríos se unían en el norte, lejos de allí, y se convertían en el Aguada Gris. Pero en el relato original sólo hay un río, del que no se da el nombre, que pasa por Rivendel y que se cruza por el Vado.
En la CA los viajeros bajaban al Camino, temprano de mañana, el séptimo día desde su salida de la Cima de los Vientos (es decir, salían al Camino desde el sur) y seguían por allí a lo largo de una o dos millas hasta llegar al Puente Ultimo, donde Trancos encontraba la piedra élfica en el barro; cruzaban el puente y, al cabo de una milla, dejaban el Camino desviándose hacia la izquierda y empezaban a subir por las colinas. En el relato original llegaban al Camino el sexto día, temprano de mañana y lo cruzaban para luego empezar a subir por las colinas; no se habla de un río (el Fontegrís) ni de un puente. Se da cierta explicación del motivo por el cual tenían que cruzar el Camino allí [244] y no seguir avanzando por el sur de él: «el terreno era árido y pedregoso y más adelante estaba el río». Pero el hecho de que no hubiera ni un vado ni un puente que cruzara el río, salvo el que se encontraba más abajo de Rivendel, sólo significaba que tendrían que cruzarlo allí; pero eso no explica por qué no podían seguir por el sur del camino hasta llegar a ese punto. Por lo tanto, la única explicación se encuentra en que el terreno al sur del Camino era «árido y pedregoso»: ¿es posible que Trotter hubiese querido tomar un camino que les permitiera estar menos al descubierto? Se podría decir que el «verdadero» motivo por el que cruzaban el Camino y se internaban en las colinas boscosas es muy diferente: en el esquema del viaje desde las Quebradas de los Túmulos a Rivendel (pág. 162) mi padre ya había insinuado que los hobbits debían desviarse «imprudentemente para ir a ver las Piedras de los Trolls». Además, Trotter trataba de que fueran lo más en línea recta que pudieran hacia el Vado (pág. 243) y los esquemas presentados en la pág. 255 demuestran claramente que la amplia curva del Camino que lo desviaba hacia el sur (ya mencionada en el texto original, pág. 253) debía obligarlos a cruzarlo y subir por las dos versiones en colinas hacia el norte. En relación con las diferencias entre las dos versiones en cuanto a la cronología, véase la Nota sobre la Cronología (págs. 276-277).
Cuando llegaban a las colinas, el diálogo con Trotter que se planteaba cuando divisaban las ruinas de las torres es un tanto diferente al diálogo con Trancos que aparece en la CA (págs. 281-282):
—¿Quién vive en estas tierras? —preguntó [Bingo]—; ¿y quién edificó esas torres? ¿Es el país de los trolls?
—No —dijo Trotter—; los trolls no construyen. Nadie vive en estas tierras. Hace mucho tiempo moraron Hombres aquí. Pero hoy no queda ninguno. Eran gente mala, eso dicen los cuentos y las leyendas; porque cayeron bajo el dominio del Señor Oscuro. Se dice que fueron derrotados por Elendil, el Rey de los Hombres del Oeste, que ayudó a Gilgalad cuando lucharon contra el Señor Oscuro.[167] Pero eso ocurrió hace ya tanto tiempo que las colinas los han olvidado, aunque una sombra se extiende aún sobre estas tierras.
—¿Dónde aprendiste esas historias si todas estas tierras están desiertas y en ellas no se recuerda nada? —preguntó Frodo—. Los pájaros y las bestias no cuentan historias de esa especie.
—En Rivendel se recuerdan muchas cosas —dijo Trotter.
—¿Has estado con frecuencia en Rivendel? —dijo Bingo. [245]
—Sí —respondió Trotter—, muchas veces; y ahora me pregunto cómo pude ser tan insensato como para marcharme de Rivendel. Pero mi destino no es vivir en paz, ni siquiera en la hermosa casa de Elrond.
Los viajeros ya llevaban tres días en las colinas que había al norte del Camino cuando empezaba a llover, pero en la CA (pág. 282) sólo transcurrían dos días; por lo tanto, el trecho que recorrían desde la Cima de los Vientos hasta que volvían al Camino era más corto, aunque sigue habiendo un día de diferencia, puesto que en el relato original llegaban un día antes a la Cima (pág. 223): según mi interpretación, en la versión antigua el primer día después de la lluvia (CA, página 283) era el 16 de octubre, pero en la CA es el 17 de octubre. Cuando dejaba de llover, lo que ocurría el undécimo día desde la salida de la Cima de los Vientos, y Trotter subía a observar la configuración del terreno, a su regreso les decía:
—Nos hemos alejado demasiado hacia el norte; y tenemos que encontrar un modo de volver al sur, o al menos de desviarnos rápidamente hacia el este. Si seguimos en esta dirección, llegaremos a una región que no se puede atravesar entre las faldas de las Montañas. De un modo u otro tenemos que regresar al Camino antes del Vado. Pero aun si logramos hacerlo de prisa, tardaremos algunos días en llegar a Rivendel, cuatro o temo que incluso cinco.
Cuando pasan la noche en las lomas (CA, págs. 284-285), no es Sam sino Merry quien le hace una pregunta a Trancos sobre la herida de Frodo; y ya aparece el sueño de Frodo, en el que «unas interminables alas negras barrían el aire sobre él, y que en esas alas cabalgaban unos perseguidores que lo buscaban en todos los huecos de las colinas». En el texto original no se dice que «los árboles y rocas de alrededor parecían sombríos e indistintos» ni que al día siguiente «una niebla parecía oscurecerle la vista» (CA, págs. 284-285); pero más adelante, cuando Glorfindel buscaba con los dedos la herida en el hombro de Bingo (CA, págs. 293-294), se dice que «veía ahora las caras de los amigos más claramente, aunque todo el día había tenido la inquietante sensación de que una bruma o una niebla se interponía entre él y los otros».
Cuando llegaban al lugar donde estaban los viejos trolls convertidos en piedra, «Trotter se adelantó como al descuido: —¡Hola, Guille! —le dijo, y le dio un sonoro golpe al troll inclinado». Y luego decía: «—De todos modos, hubieseis podido notar que Berto tiene un nido [246] de pájaros detrás de la oreja». En la CA no se mencionan los nombres de los trolls que aparecen en El hobbit.
Inmediatamente después de «Descansaron en el claro por un rato y almorzaron a la sombra de las largas piernas del troll», en la narración original dice «Esa tarde siguieron descendiendo por los bosques»; no hay ninguna indicación de que en ese punto se fuera a intercalar la Canción del Troll (véase la pág. 185). Su regreso al Camino se describe así:
Finalmente llegaron a la cima de una loma que dominaba el Camino. Éste empezaba a desviarse alejándose del río, y se abrazaba a las colinas, un tanto más arriba del borde del estrecho valle al fondo del cual corría el río. No lejos de las orillas del Camino Trotter señaló una piedra que asomaba entre el pasto; toscamente talladas y ahora muy erosionadas podían verse aún en la piedra dos runas, las letras G y B dentro de un círculo: ¡.
—Ésa —dijo— es la piedra que señalaba el lugar donde Gandalf y Bilbo escondieron el oro de los trolls. —Bingo la miró con tristeza: ya hacía mucho tiempo Bilbo y él se habían gastado todo ese oro.
El Camino, que ahora doblaba hacia el norte, se extendía plácidamente bajo las sombras del comienzo del atardecer. No había rastros de ningún otro viajero.
Con una sola excepción, solamente cabe mencionar diferencias de poca importancia en el encuentro con Glorfindel: desde un comienzo aparecía ya toda la escena, descrita casi con las mismas palabras. En este texto no se encuentra la frase que figura en la CA (página 291): «Frodo tuvo la impresión de que una luz blanca brillaba a través de la forma y las vestiduras del jinete, como a través de un velo tenue».[168] Glorfindel le gritaba a Trotter ¡Ai Padathir, Padathir! ¡Mai govannen![169] Pero más adelante no se dice que hablara con él en «lengua élfica» (CA pág. 295), sino en «voz baja». La bebida que Glorfindel les daba a los hobbits les recordaba de inmediato la que habían bebido en casa de Bombadil, porque «la bebida era clara como agua de manantial, pero también los hizo sentir un cálido vigor». Además del pan rancio y la fruta seca, que era todo lo que les quedaba para comer, también se menciona el «cram».
La conversación con Glorfindel en el camino es diferente de la que aparece en la CA (págs. 292-293), porque en esa etapa nadie sabía [247] cuántos Jinetes Negros había (ni siquiera mi padre) y en la CA Gandalf aún no había llegado a Rivendel cuando Elrond enviaba a Glorfindel y a otros nueve días antes; los Elfos comandados por Gildor con los que los hobbits se habían encontrado en la Comarca le habían llevado noticias. Por supuesto, tampoco se menciona que Glorfindel dejaba la joya en el Puente Último (pág. 243).
—Éste es Glorfindel, uno de los habitantes de Rivendel —dijo Trotter—. Nos trae noticias.
—¡Hola y feliz encuentro al fin! —le dijo Glorfindel a Bingo—. Me enviaron desde Rivendel a observar el Camino para verte venir. Gandalf estaba inquieto y temeroso, porque a menos que te hubiese ocurrido algo funesto ya deberías haber llegado allí hace tres días.
—Hoy hemos vuelto al Camino por primera vez después de muchos días —dijo Bingo.
—Bueno, ahora tendréis que regresar a él e ir a toda prisa —dijo Glorfindel—. A un día de rápida marcha de aquí hacia el oeste hay una compañía de siniestros jinetes, y vienen en esta dirección lo más velozmente que pueden, porque con frecuencia se detienen a buscar a ambos lados del Camino. No debéis deteneros aquí ni en ningún otro lugar esta noche, sino seguir avanzando todo y lo más lejos que podáis. Porque cuando descubran vuestras huellas, allí donde regresasteis al Camino, pondrán fin a su búsqueda y os perseguirán veloces como el viento. No creo que dejen de ver vuestras huellas en el sendero que baja del Bosque de los Trolls; porque tienen una aterradora habilidad para guiarse por el olfato, y la oscuridad no es un estorbo para ellos sino una ayuda.
—¿Por qué debemos seguir caminando de noche entonces, a pesar de la advertencia de Gandalf? —preguntó Merry.
—No temáis ahora por lo que os dijo Gandalf —respondió Glorfindel—. El ir de prisa es vuestra mayor esperanza y ahora os acompañaré. Y no creo que delante de nosotros se cierna ningún peligro; pero los perseguidores se acercan velozmente.
—Pero Bingo está herido y enfermo y extenuado —dijo Merry—. ¡No debe cabalgar sin descansar antes!
Glorfindel sacudió la cabeza con un gesto grave al oír el relato del ataque a la cañada bajo la Cima de los Vientos, y de la herida que Bingo había sufrido en el brazo. Miró la empuñadura [248] del cuchillo que Trotter había guardado, y que ahora había sacado para enseñárselo. Se estremeció.
—Hay cosas malas escritas en esta empuñadura —dijo—, aunque quizá tus ojos no puedan verlas. Guárdala hasta que lleguemos a Rivendel, Padathir, pero ten cuidado, y tócala lo menos posible.
La principal diferencia estructural entre este capítulo y la narración que aparece en la CA es que en este caso Glorfindel dice «no creo que delante de nosotros se cierna ningún peligro», lo que contrasta con lo que dice en la CA (pág. 293): «Hay cinco detrás de nosotros… Dónde están los otros cuatro, no lo sé. Temo descubrir que el Vado ya está defendido contra nosotros». En un comienzo, sólo tres Jinetes, no cinco como en la CA (pág. 296), salían del desfiladero cubierto de árboles que atravesaba el Camino antes del terreno llano que se extendía por una milla hacia el Vado. Aquí también se dice que Bingo se detenía, sintiendo que los jinetes le ordenaban esperar, pero un súbito odio se apoderaba de él y desenvainaba la espada; y Glorfindel le gritaba al caballo, de modo que se precipitaba hacia el Vado. Pero todos los jinetes estaban a sus espaldas; no había cuatro Jinetes esperándolos en el Vado para tenderles una emboscada. Presento el texto completo de la conclusión del capítulo.
—¡Corre! ¡Corre! —gritaron Glorfindel y Trotter; y luego Glorfindel dijo una palabra en la lengua élfica: nora-lim, nora-lim. Inmediatamente, el caballo blanco se precipitó hacia adelante, y echó a correr por el último trecho del Camino. En ese momento los caballos negros de los jinetes bajaron presurosos persiguiéndolo, y otros que los seguían asomaron rápidamente del bosque. Mirando por sobre el hombro, Bingo creyó contar [hasta doce >] al menos siete. Parecían correr como el viento, y cambiar rápidamente haciéndose más grandes y oscuros a medida que se le acercaban tranco a tranco. Ya no veía a sus amigos. Seguramente los jinetes se movían ahora rápidamente entre ellos y por encima de ellos. Se dio vuelta y se echó hacia adelante, animando al caballo con voz perentoria. El Vado aún parecía distante. Miró atrás una vez más. Le pareció que los Jinetes se habían quitado las capuchas y los mantos negros, y estaban vestidos de blanco y gris. Las manos pálidas esgrimían espadas, y llevaban yelmos y coronas en las cabezas;[170] los ojos fríos relampagueaban a lo lejos. [249]
El miedo se apoderó de Bingo. No pensó más en su espada. No lanzó ningún grito. Cerró los ojos y se aferró a las crines del caballo. El viento le silbaba en los oídos, y las campanillas se sacudían con un repiqueteo claro y agudo. Parecía hacer un frío penetrante.
De pronto oyó el chapoteo del agua. Batía espumosa en torno a sus pies. Sintió los pasos tambaleantes del caballo que trataba de trepar por el sendero pedregoso de la orilla escarpada. ¡Había cruzado el Vado! Pero los Jinetes venían cerca.
En lo alto de la barranca, el caballo se detuvo resoplando. Bingo se volvió y abrió los ojos. [Tachado en seguida: Olvidando que el caballo era de Rivendel y que conocía toda esa región, decidió enfrentarse a sus enemigos, aunque le parecía inútil.] Le pareció inútil tratar de escapar por el largo e incierto camino que se extendía desde el Vado al linde de Rivendel, si los Jinetes llegaban a cruzar el agua. Aunque todos habían creído que una vez que llegaran al Vado no tendrían que seguir huyendo y que ya no correrían peligro, sintió que nada podría impedirles a los siniestros Jinetes cruzar el río tan fácilmente como él. De todos modos sintió que le ordenaban perentoriamente que se detuviera, y aunque la cólera lo dominó otra vez ya no tenía fuerzas para resistirse. Vio que el caballo del Jinete que iba delante observaba el agua y se encabritaba. Haciendo un gran esfuerzo, se enderezó sobre los estribos y esgrimió la espada.
—¡Atrás! —gritó—. ¡Volved junto al Señor Oscuro y dejad de seguirme![171] —Su voz le pareció chillona. Los Jinetes se detuvieron, pero Bingo no tenía el poder de Tom Bombadil.[172] Los Jinetes rieron con una risa dura y escalofriante.
—¡Vuelve! ¡Vuelve! —gritaron—. ¡A Mordor te llevaremos![173]
—¡Atrás! —murmuró Bingo.
—¡El Anillo! ¡El Anillo! —gritaron los Jinetes con voces implacables, e inmediatamente el cabecilla entró en el agua, seguido de cerca por otros dos.
—Por Elbereth y Lúthien la bella[174] —dijo Bingo con un último esfuerzo, alzando la espada—, no tendréis el anillo ni me tendréis a mí.
Entonces el cabecilla, que estaba ya en medio del río, se enderezó amenazante sobre los estribos y alzó la mano. Bingo Perdió la voz; sintió que tenía la lengua pegada al paladar, [250] y se le nublaron los ojos. La espada se le quebró y se le desprendió de la mano temblorosa. Debajo de su cuerpo, el caballo se encabritó y resopló cuando el primero de los caballos negros se acercó a la orilla.
En ese preciso momento se oyó un rugido y un estruendo: un ruido de aguas turbulentas que arrastraba muchas piedras. Bingo vio confusamente que el río se elevaba, y que una caballería de olas empenachadas se acercaba galopando aguas abajo. Los tres Jinetes que estaban todavía en el Vado desaparecieron, cubiertos y aplastados por la espuma enfurecida. Los que venían detrás retrocedieron consternados.
Casi aturdido, Bingo oyó gritos, y detrás de los jinetes creyó ver de pronto una blanca figura brillante a la que seguían formas más pequeñas y sombrías llevando fuegos. Las llamas refulgían rojizas en la niebla blanca que lo cubría todo. Dos Jinetes se dieron vuelta y se alejaron cabalgando desenfrenadamente hacia la izquierda por la orilla del río; llevados por los caballos que se arrojaron al agua, los otros Jinetes cayeron al río y fueron arrastrados por las aguas. Bingo oyó entonces un estruendo y sintió que caía, como si la crecida hubiera cubierto la alta orilla y lo envolviera llevándoselo junto con sus enemigos. No oyó ni vio nada más.
•
[252]
En este capítulo es evidente que los Espectros del Anillo le dan órdenes al portador del Anillo sin hablarle, y que ejercen un enorme poder sobre sus actos. Además, aquí se presenta por primera vez la idea de que la herida del cuchillo del Espectro del Anillo produce, o comienza a producir, un efecto similar al que tiene el ponerse el Anillo: el mundo empieza a parecerle sombrío e indistinto a Bingo, y al final del capítulo ve claramente a los Jinetes bajo las vestiduras negras que impiden a los demás descubrir que son invisibles.
Nota sobre el curso del Camino entre la Cima de los Vientos y Rivendel
Mi padre introdujo diversos cambios con respecto a este elemento geográfico en la edición inglesa revisada de El Señor de los Anillos (1966). En primer lugar, presento tres pasajes del capítulo «Huyendo hacia el Vado» para comparar los distintos textos.
(1)Página 280
Texto original:
(en el texto original no hay ningún pasaje que corresponda al pasaje citado)
Primera edición: —El Sonorona, el Bruinen de Rivendel —respondió Trancos—. El Camino lo bordea durante varias leguas, hasta el Vado.
Segunda edición: —El Sonorona, el Bruinen de Rivendel —respondió Trancos—. El Camino bordea las colinas durante varias millas desde el Puente hasta el Vado del Bruinen. [253]
(2)Página 282
Texto original: Las colinas los rodearon. El Camino se desvió hacia el sur, acercándose al río; pero ambos estaban ocultos ahora.
Primera edición: Las colinas comenzaron a cercarlos. El Camino retrocedía de nuevo hacia el Río, pero ahora ya no lo veían.
Segunda edición: Las colinas comenzaron a cercarlos. Del otro lado, el Camino seguía bordeando el Río Bruinen, pero ambos estaban ocultos ahora.
(3)Página 290
Texto original (pág. 246): Finalmente llegaron a la cima de una loma que dominaba el Camino. Éste empezaba a desviarse alejándose del río, y se abrazaba a las colinas, un tanto más arriba del borde del estrecho valle al fondo del cual corría el río.
Primera edición: Luego de unas pocas millas, llegaron a la cima de una loma que dominaba el Camino. Aquí la calzada había dejado atrás el angosto valle del río, y ahora se abrazaba a las colinas, bajando y subiendo <hacia el norte> entre los bosques y las laderas cubiertas de maleza hacia el Vado y las Montañas.
Segunda edición: Luego de unas pocas millas, llegaron a la cima de una loma que dominaba el Camino. Aquí la calzada había dejado muy atrás al Fontegrís que corría por el angosto valle, y se abrazaba a las colinas, bajando y subiendo hacia el este entre los bosques (etc.)
En el caso de la cita 2, a juzgar por los mapas a gran escala y a pequeña escala hechos por mi padre, no cabe duda de que el Camino pasaba por el sur de la Cima de los Vientos y luego se alejaba hacia el nordeste en una amplia curva o vuelta; compárese con la CA, pág. 278: al salir de la Cima de los Vientos, Trancos planeaba «abreviar el trayecto cortando a través de otra gran vuelta del Camino; al este, más allá de la Cima de los Vientos, la ruta cambiaba de curso describiendo una amplia curva hacia el norte». Esta idea proviene del texto original. En ese caso el Camino describía una amplia curva hacia el sur, bordeando los Sotos de los Trolls, como se indicaba en el texto original y en la primera edición (cita 2 ). En todos los mapas hechos por mi padre el Camino sigue el mismo curso en lo que respecta a estas dos amplias curvas. Los dos bocetos presentados en la página 255 son reproducciones de mapas muy esquemáticos a gran escala hechos por mi padre (la interpretación del segundo mapa es particularmente difícil debido a las múltiples líneas que hizo mientras consideraba diversas configuraciones).
En 1943 hice un mapa elaborado a lápiz y con tizas de colores para [254] El Señor de los Anillos y un mapa similar de la Comarca (véase la pág. 133 item V). En Cartas, n.os 74 y 98 se encuentran referencias a esos mapas En el mapa que hice para el SA, el Camino sigue el mismo curso desde la Cima de los Vientos hasta el Vado que en los mapas hechos por mi padre, y en él aparecen las dos amplias curvas hacia el norte y el sur. Sin embargo, en el mapa que hice en 1954 (publicado en los primeros dos volúmenes de El Señor de los Anillos), el Camino sólo describe una pequeña curva hacia el norte entre la Cima de los Vientos y el Puente del Fontegrís, y luego continúa en línea recta hacia el Vado. Sin duda, esto se debió a una simple distracción, puesto que lo hice apresuradamente. Mi padre evidentemente advirtió el error entonces, pero no lo consideró muy grave por tratarse de un mapa a muy pequeña escala; en todo caso, hice el mapa respondiendo a una urgencia. Pero considero que ese error motivó el cambio introducido en la segunda edición (cita 2): se sustituyó «el Camino retrocedía de nuevo hacia el Río» por «del otro lado, el Camino seguía bordeando el Río Bruinen»; mi padre hizo esto para que la discrepancia con el mapa fuera menos evidente. Ya se ha mencionado un cambio similar en la segunda edición con respecto a la relación entre Balsadera de Gamoburgo y Casa del Bosque (págs. 138-139). En la carta que mi padre le escribió el 28 de julio de 1965 a Austin Olney, de Houghton Mifflin (de la cual se presenta un extracto en Cartas, n.º 274), le decía: «Por fin he decidido, siempre que sea posible y sin que esto afecte al relato, considerar que los mapas son “correctos” y adaptar la narración a ellos».
Barbara Strachey (que utilizó la primera edición) dedujo con gran precisión cuál era el curso del Camino en su atlas, Journeys of Frodo (1981), mapa 13, «La Cima de los Vientos y los Sotos de los Trolls».
Los bocetos de la página siguiente ilustran perfectamente la cita 1 de la primera edición, puesto que en ellos el Camino bordea el Fontegrís «durante varias leguas, hasta el Vado». Mi padre hizo varios mapas a pequeña escala de territorios más o menos extensos de las tierras mencionadas en El Señor de los Anillos; en tres de ellos aparece esta región y en dos mapas se indica que el Camino se acerca al Sonorona describiendo un ángulo agudo, pero no lo bordea. En el tercer mapa (el más antiguo) el Camino recorre un largo trecho cerca del río antes de llegar al Vado, lo que no se debe tanto a que el Camino sigue otro curso como al hecho de que en este mapa el río corre más hacia el oeste en un comienzo (después del Vado), en dirección al Fontegrís (al igual que en los bocetos).[175] En el mapa que hice en 1943 (véase [256] el comentario anterior), se indica lo mismo y en forma muy marcada. Por otra parte, en el mapa publicado el Camino se acerca al río describiendo un ángulo muy abierto; y esto también se debió a un error. A mi juicio, es evidente que el texto modificado de la segunda edición que se presenta en la cita i, donde dice que «el Camino bordea las colinas» en lugar de «bordea el río [el Sonorona]», fue escrito con el objeto de cubrir las apariencias del mapa.
Al parecer, la cita 3 de la primera edición contradice la cita 1: el Camino bordea el Sonorona durante varias millas, hasta el Vado 1, pero cuando los viajeros bajaban al Camino después de salir de los Sotos de los Trolls, éste se había apartado del río 3. Pero posiblemente no se trate tanto de una contradicción como de la interpretación que se dé a la afirmación de que el Camino «bordea el Sonorona». El segundo esbozo parece ser claro, al menos con respecto a esto, porque en él se observa que el Camino se va acercando al río, lo bordea por un trecho y luego se desvía un tanto y «se (abraza) a las colinas» antes de regresar al río en el Vado.
De acuerdo con el cambio que se introdujo en la segunda edición, cita 3, con el propósito de evitar muchas modificaciones en el texto, las palabras «angosto valle» se refieren al Fontegrís y en este punto no hay ninguna otra alusión a la relación entre el Camino y el Sonorona. Sin duda, éste es otro caso en que se adaptó el texto al mapa publicado (y no es una solución del todo feliz), como ocurre también con la sustitución de «hacia el norte» (compárese con el Boceto II) por «hacia el este».
Nota sobre el Río Fontegrís
Es interesante que no se mencione el Río Fontegrís (págs. 243-244), que sigue sin aparecer en la siguiente versión de esta parte del relato [257] (pág. 447). En el original del capítulo II de El hobbit, cuando Bilbo, Gandalf y los Enanos se acercaban a las colinas coronadas por viejos castillos en un atardecer muy lluvioso, llegaban a orillas de un río:
… empezó a oscurecer. Se levantó viento, y los sauces se mecían y susurraban a lo largo de las orillas [no se había mencionado ningún río]. No sé de qué río se trataba, era un río precipitado de aguas rojizas, crecido por las lluvias caídas durante los últimos días, que bajaba de las colinas y las montañas que tenían por delante.
Pronto ya todo estuvo casi a oscuras. Los vientos desgajaron las nubes grises…
Aquí el río corría a lo largo del camino (descrito como un «sendero enlodado»); finalmente lo cruzaban por un vado y al otro lado encontraban la escarpada ladera que subía hacia las Montañas (al comienzo del capítulo III, «Un breve descanso»). En la tercera edición se introdujeron algunos cambios en el pasaje citado:
… cuando descendían hacia un valle profundo con un río en el fondo, empezó a oscurecer. Se levantó viento, y los sauces se mecían y susurraban a lo largo de las orillas. Por fortuna el camino atravesaba un antiguo puente de piedra, pues el río crecido por las lluvias bajaba precipitado de las colinas y las montañas del norte.
Era casi de noche cuando lo cruzaron. El viento desgajó las nubes grises…
El río se convierte en el Fontegrís, que el camino atravesaba en el Puente Ultimo (y con la sustitución de «vadearon el río» por «vadearon un río» no queda duda de qué río vadeaban antes de empezar a subir hacia Rivendel [el Sonorona]). Pero mi padre no tuvo ninguna intención de cambiar el texto a partir de ese punto en el relato original. Allí la compañía se detenía a pasar la noche en el lugar que lo hacía, precisamente porque en ese punto empezaba a oscurecer y estaba junto a un río. Desde ese lugar se alcanzaba a ver la luz del fuego de los Trolls. Al mencionar el Puente Ultimo en este punto de la antigua narración sin modificar el resto del texto, la compañía se detiene por esa noche inmediatamente después de cruzarlo —bastante cerca del río como para que uno de los poneys se suelte de las amarras y se arroje al agua, con lo que pierden gran parte de la comida— y, por lo tanto, el fuego de los Trolls se divisa desde el Puente, o muy cerca de él. Al final del capítulo se dice que las ollas con oro de la guarida de los Trolls siguen enterradas «no lejos de la senda que bordea [258] el río», frase que ya aparecía en el relato original, en el que el río corría a lo largo de la senda.
Karen Fonstad explica claramente esta situación (The Atlas of Middle-earth, 1981, pág. 97) al referirse a la incoherencia entre El hobbit (en su versión actual) y El Señor de los Anillos en lo que respecta a la distancia entre el río y el claro donde estaban los Trolls:
El fuego de los Trolls estaba tan cerca del río que se divisaba «desde cierta distancia», y posiblemente los Enanos no tardaban más de una hora en llegar allí, en tanto que Trancos conducía a los Hobbits al norte del camino [desviándose una milla después del Puente], donde perdían el rumbo y tardaban seis días en llegar al claro donde encontraban a los Trolls de Piedra. Parece prácticamente imposible que, disponiendo de tan poco tiempo y habiéndose extraviado o no, el Montaraz hubiera tardado seis días en llegar a un lugar que los Enanos encontraban en una hora.
Anteriormente, al parecer en 1960, en una compleja nueva versión del capítulo II de El hobbit que nunca se llegó a utilizar,[176] mi padre mencionaba el Puente Ultimo en el mismo punto de la narración; pero en ese texto cruzaban el río en la mañana, y al final del día acampaban en el lugar desde el que se divisaba el fuego de los Trolls, muchas millas más hacia el este. En este punto del texto actual de El hobbit, que se basa en correcciones hechas en 1965 y que fue publicado por primera vez en 1966, aquí se introduce un elemento de El Señor de los Anillos, pero sin hacer concordar las características geográficas. Este error tan poco característico de mi padre sin duda debe atribuirse simplemente a la prisa con que tuvo que trabajar en 1965, bajo una gran presión.
Nota sobre el río de Rivendel
Trotter dice expresamente que el río que el Camino atraviesa en el Vado cruza Rivendel (pág. 243). En el pasaje correspondiente de la CA (pág. 280), Trancos menciona el nombre del río: «El Sonorona, el Bruinen de Rivendel». Más adelante, en «Muchos encuentros» (CA, pág. 329), se dice que el cuarto de Bilbo «se abría sobre los jardines [259] y miraba al sur por encima de las barrancas del Bruinen», y al comienzo de «El Concilio de Elrond» (CA, pág. 331) Frodo «caminó a lo largo de las terrazas que dominaban las aguas tumultuosas del Bruinen». Esto no presenta ambigüedades, pero los mapas no son perfectamente claros en este caso.
En el mapa de las Tierras Ásperas que aparece en El hobbit, el río cuyo nombre no se menciona recibe un afluente, a cierta distancia al norte del Vado, y la casa de Elrond se encuentra entre los dos, cerca de la confluencia y más cerca del afluente, exactamente como en el boceto I, presentado en la pág. 255.[177] En uno de sus ejemplares de El hobbit mi padre añadió posteriormente a lápiz algunos nombres en el mapa de las Tierras Ásperas, entre otros Bruinen o Sonorona al lado del río y al norte de la casa (también como en el boceto I), y escribió Merrill junto al afluente que corría inmediatamente al sur.[178] Por lo tanto, cuando en El hobbit (capítulo III), el elfo le decía a Gandalf:
Te has desviado un poco del camino. Es decir, si quieres ir por el único sendero que cruza el río hacia la casa de más allá. Nosotros te guiaremos, pero sería mejor que fueseis a pie hasta pasar el puente
parecería que el río que debían cruzar por el puente era el Merrill. Barbara Strachey (Journeys of Frodo, mapas 15-16) indica claramente que la barranca de Rivendel es la barranca del afluente, puesto que la casa de Elrond estaba más o menos a una milla y media de la confluencia con el Sonorona; Karen Fonstad (The Atlas of Middle-earth, págs. 80, 101, etc.) también indica que Rivendel está junto al río del sur, y lo llama Bruinen (pág. 127).
En un comienzo, los ríos y el Camino fueron dibujados con tinta en el boceto I y más adelante se los coloreó con tiza azul y roja. Simultáneamente, mi padre modificó el curso del «afluente» que pasaba al sur de la casa de Elrond, desviándolo hacia el norte y uniéndolo con el Bruinen poco más al este; por lo tanto, la casa de Rivendel estaba [260] en el extremo oeste de las tierras bordeadas por los dos ríos que bajaban de las Montañas, se separaban y luego volvían a confluir. Cabe suponer entonces que tanto el uno como el otro se llamaban «Bruinen» (sin considerar el nombre «Merrill» escrito en el mapa de las Tierras Ásperas en El hobbit). Pero no creo que sea posible sacar conclusiones detalladas en base a este boceto.
Nota sobre las Tierras de Ent
La inclusión del nombre Tierras de Ent en el boceto I hace necesaria cierta explicación. La región en la que nacía el Fontegrís se llamaba originalmente Valle(s) del Arroyo Sombrío (pág. 447), pero cuando se sustituyó ese nombre por un tiempo pasó a ser el Valle Cano (pág. 534, nota 393) y más adelante Valles de Ent, Tierras de Ent. El término Ent proviene del inglés antiguo: ent, ‘gigante’; las Tierras de Ent eran las «tierras de los trolls» (véanse también los nombres posteriores de esta región en la CA, Valles de Etten y Landas de Etten, que se basan en la palabra eoten ‘gigante’ del inglés antiguo) y que no se relacionan en absoluto con los Ents de El Señor de los Anillos.