[97]
He comentado que en esta etapa mi padre probablemente sabía mucho más que Bingo acerca de los Jinetes y el Anillo, o más de lo que le había permitido decir a Gildor; y en el borrador manuscrito mencionado en la pág. 67 se encuentran elementos que así lo confirman. En cualquier caso, el manuscrito comienza como un borrador de parte de la conversación entre Bingo y Gildor, en la que hablan también de temas que mi padre eliminó en la versión mecanografiada (págs. 84-87). De hecho, aún no se menciona el nombre de Gildor y al parecer es en este texto donde surge como personaje: desde un principio, Bingo hablaba con un grupo indiferenciado, «ellos».
El pasaje comienza con una frase aparentemente desconectada: «Ya que no les dijo a sus compañeros lo que había descubierto, creo que no os lo diré». (¿Se refiere a lo que le revelaban los Elfos a Bingo?) A continuación dice:
—Por supuesto —dijeron—, sabemos que andas en busca de Aventura; pero a menudo sucede que, cuando crees que la aventura está delante de ti, te sorprende por la espalda. ¿Por qué elegiste este momento para partir?
—Bueno, en realidad fue inevitable —dijo Bingo—. Se me había acabado el tesoro. Y pensé que el viaje quizá me traería nuevas riquezas, como al viejo Bilbo, y que por lo menos me sería más fácil vivir sin dinero. También pensé que podría hacerme bien. Me estaba volviendo sentimental y lerdo.
—¡Sí! —rieron—, pareces un hobbit común y corriente.
—Pero aunque sé hacer algunas cosas, como dedicarme a la carpintería o a la huerta, no quería ganarme la vida haciendo sillas o cultivando patatas para otros. Supongo que recibí una pizca de la maldición del dragón. El oro me convierte en un haragán.
—¿Entonces Gandalf no te dijo nada? No ibas huyendo en realidad.
—¿A qué te refieres? ¿De qué?
—Del jinete negro —dijeron. [98]
—No los entiendo en absoluto.
—¿Entonces Gandalf no te dijo nada?
—Nada acerca de ellos. Hace mucho tiempo le advirtió a Bilbo que tuviera cuidado con el Anillo, claro está.[53] «¡No lo uses mucho!», solía decir. «Y úsalo solamente con buenos propósitos. Lo que quiero decir es que no lo uses sino para hacer una broma, o para huir de algún peligro o algún problema; no lo uses para hacer daño o para descubrir secretos de otros, y por supuesto no lo uses para robar o con peores propósitos. Porque puede apoderarse de lo mejor que hay en ti.» Yo no entendía.
»Vi muy pocas veces a Gandalf después de que Bilbo se fue. Pero más o menos hace un año apareció una noche, y le hablé del plan que había empezado a hacer para irme de Bolsón Cerrado. “¿Qué harás con el Anillo?”, me preguntó. “¿Te estás comportando con prudencia? Sé prudente; si no lo eres, se apoderará de ti.” En realidad, casi nunca lo había usado; y después de hablar con él no volví a usarlo hasta mi fiesta de cumpleaños.
—¿Hay alguien más que sepa de la existencia del Anillo?
—No sabría decirlo; pero no lo creo. Bilbo lo mantenía muy en secreto. Siempre me dijo que yo era el único que sabía de su existencia (en la Comarca),[54] Nunca le hablé a nadie del Anillo salvo a Odo y Frodo que son mis mejores amigos. He tratado de comportarme con ellos tal como Bilbo se comportó conmigo. Pero no les hablé del Anillo hasta que accedieron a acompañarme en este viaje hace algunos meses. No le hablarán a nadie del Anillo, aunque a menudo hablamos de él entre nosotros. Y bien, ¿qué pensáis de todo esto? Veo que tenéis muchos secretos, pero no puedo imaginarlos.
—Bien —respondió el Elfo—. No es mucho lo que sé acerca de esto. Tienes que encontrar a Gandalf cuanto antes; pienso que debes ir a Rivendel. Pero creo que el Señor del Anillo te anda buscando.[55]
—¿Eso es bueno o malo?
—Malo; pero no sé cuán malo. Es bastante malo si lo único que desea es recuperar el Anillo (lo que es poco probable); pero aún peor si quiere una retribución; y muy malo en realidad si desea apoderarse de ti también (lo que es muy probable). Suponemos que después de muchos años debe de haber [99] descubierto que está en poder de Bilbo. Por eso han preguntado por Bolsón.[56] Pero por algún motivo no lo encontraron, y entonces deben de haber descubierto algo acerca de ti. Pero por algo que parece ser un afortunado azar diste la fiesta y desapareciste precisamente cuando habían descubierto dónde vivías. Borraste el rastro, pero ahora están pisándote los talones.
—¿Quiénes son?
—Sirvientes del Señor del Anillo; [?gente] que ha conocido el Anillo.
Lo anterior está al pie de una página y el texto no continúa en la página siguiente; pero mi padre las tenía juntas y en las dos escribió (posteriormente): «De los Espectros del Anillo». El segundo pasaje también es un fragmento de una conversación, pero no se indica quién habla (quienquiera que sea, evidentemente está hablando con Bingo). El pasaje fue escrito muy de prisa y es muy difícil descifrarlo.
Sí, si el Anillo se apodera de ti, te transformas en un ser perpetuamente invisible, y sientes una horrible frialdad. Todo se vuelve difuso, como grises imágenes fantasmales contra el fondo negro en el que vives; pero tu olfato es mucho más agudo que tu oído y tu vista.[57] Sin embargo, no tienes ningún poder como el que da el Anillo para hacer que otras cosas se vuelvan invisibles; eres un espectro del anillo. Puedes ponerte ropas. [> no eres más que un espectro del anillo; y tus ropas se ven, a menos que el Señor te preste un anillo.] Pero estás bajo el dominio del Señor de los Anillos.[58]
Supongo que han enviado a uno (o más) de esos Espectros del Anillo para arrebatárselo a los hobbits.
En tiempos remotos el Señor del Anillo fabricó muchos anillos como éste, y los envió a todo el mundo para tender trampas. Se los envió a todo tipo de gentes: los Elfos tenían muchos, y ahora hay en el mundo muchos espectros elfos, pero el Señor del Anillo no los puede dominar; los trasgos recibieron muchos, y los trasgos invisibles son seres muy malignos y el Señor los domina; no creo que los enanos hayan tenido ningún anillo; hay quienes dicen que los anillos no ejercen ninguna influencia sobre ellos, porque son muy fuertes. Los Hombres tenían unos Pocos, pero fueron derrotados muy pronto y…… Los hombres [100] espectros también son sirvientes del Señor. Otras criaturas se apoderaron de anillos. ¿Recuerdas lo que contaba Bilbo sobre Gollum?[59] No sabemos quién es Gollum; ciertamente no es un elfo ni un trasgo; probablemente no sea un enano; más bien creemos que proviene de una antigua raza de hobbits. Porque el anillo parece ejercer el mismo poder sobre él y sobre ti. Hace mucho tiempo [?pertenecía]… a una sabia, diestra y sedentaria familia de gente pequeña. Pero desapareció bajo la tierra, y aunque usaba a menudo el anillo del Señor evidentemente lo perdió de vista. Hasta que Bilbo lo sacó otra vez a la luz.
Por supuesto, es posible que Gollum haya oído nuevas —después de la batalla las nuevas se difundieron por todas las montañas— y que haya tratado de recuperar el anillo, o que le haya contado al Señor.
El manuscrito se interrumpe en este punto. Aquí encontramos un primer atisbo de una historia anterior sobre Gollum, cierta indicación del origen de la búsqueda del Anillo y un primer esbozo de la idea de que el Señor Oscuro les había dado Anillos a distintas gentes de la Tierra Media. Los Anillos permitían volverse invisible y (como al menos se sugiere tácitamente) esa invisibilidad se relacionaba con el destino (o al menos el peligro que corrían) de los portadores de los Anillos: se convertían en «espectros» y —en el caso de los trasgos y de los hombres— en sirvientes del Señor Oscuro.
Ya en un primer momento mi padre escribió un capítulo que no lleva número ni título, en el que utilizó el pasaje recién presentado, y éste es el primer borrador de un fragmento de lo que más adelante pasó a ser el capítulo 2, «La sombra del pasado». Como indiqué anteriormente, en el segundo de estos dos pasajes en los que anotó «De los Espectros del Anillo» no queda claro quién habla. Podría ser Gildor, o podría ser Gandalf o (lo que tal vez sea más probable) ninguno de los dos sino alguien indefinido; pero en todo caso considero que, mientras escribía el borrador del segundo capítulo, mi padre decidió no hacer que Gildor hablara de esos asuntos con Bingo (como evidentemente lo hace en el primero de estos pasajes sobre el «Espectro del Anillo», págs. 98-99), sino que los reservaría para los consejos de Gandalf, y que éste fue el punto de partida del capítulo que presento a continuación, en el que, como ya he dicho, aprovechó el segundo pasaje sobre el «Espectro del Anillo». Es imposible afirmar con certeza si escribió este texto en seguida, antes de escribir el tercer capítulo (el capítulo IV en este libro); pero el hecho de que se mencione a Marmaduque demuestra que es anterior a «En casa de Tom Bombadil», [101] capítulo en el que «Meriadoc» y «Merry» aparecen por primera vez. En todo caso, me parece adecuado incluirlo aquí.
Más adelante, mi padre definió este texto como una «introducción» (véase la pág. 284), y no cabe duda de que fue escrito como un posible nuevo capítulo inicial, en el que, poco antes de la fiesta, Gandalf le cuenta a Bingo en Bolsón Cerrado parte de la historia del Anillo, se refiere a algunas de sus características, a los peligros que encierra y le dice que debería irse de casa. Este capítulo fue escrito muy rápidamente y no es fácil leerlo. He intercalado los signos de puntuación necesarios y, en algunos casos, he añadido sin hacer ningún comentario las palabras que faltan. He omitido muchas modificaciones y agregados hechos a lápiz, porque son antecedentes de una versión posterior del capítulo, pero se incorporan al texto los cambios que mi padre hizo mientras lo iba escribiendo. El capítulo no tiene título.
Un día hace ya mucho tiempo, dos personas estaban charlando en una pequeña habitación. Una de ellas era un mago y la otra era un hobbit, y la habitación donde estaban era el salón del cómodo y bien amoblado agujero-hobbit conocido como Bolsón Cerrado Bajo la Montaña, en las afueras de Hobbiton, en el mismo centro de la Comarca. Por supuesto, el hechicero era Gandalf y su apariencia no había cambiado casi nada, aunque habían transcurrido noventa años y más[60] desde la última vez que se lo mencionara en cualquier relato que ahora se recuerde. El hobbit era Bingo Bolger-Bolsón, el sobrino (o, para ser más precisos, el hijo de un primo hermano) del viejo Bilbo Bolsón, y su heredero por adopción. Bilbo había desaparecido sigilosamente muchos años antes, pero en Hobbiton no se habían olvidado de él.
Por supuesto, Bingo pensaba en él constantemente, y cuando Gandalf lo visitaba solían hablar de Bilbo. Gandalf no había sido visto en Hobbiton desde hacía ya cierto tiempo: desde la desaparición de Bilbo sus visitas se habían vuelto menos frecuentes y más secretas. De hecho, los habitantes de Hobbiton no lo habían visto o en todo caso no habían advertido su presencia durante muchos años: solía aparecer sigilosamente ante la puerta de Bolsón Cerrado a la luz del crepúsculo y entrar en la casa sin golpear, y sólo Bingo (y uno o dos de sus amigos más íntimos) sabían que había estado en la Comarca. Esa noche había entrado como siempre, y Bingo se alegró más [102] que lo habitual al verlo. Porque estaba inquieto, y necesitaba algunas explicaciones y consejos.[61] Ahora estaban hablando de Bilbo y su desaparición, pero más que nada del Anillo (que Bilbo le había dejado a Bingo) y de extraños indicios y presagios de problemas que empezaban a surgir después de una larga temporada de paz y tranquilidad.[62]
—Todo esto es muy extraño, y muy inquietante y en realidad aterrador —dijo Bingo. Gandalf estaba sentado en una silla alta fumando, y Bingo estaba acurrucado en un taburete cerca de sus pies, calentándose las manos en una pequeña fogata como si tuviera frío, aunque era una noche más bien cálida para esa época del año [escrito encima: fines de agosto].[63] Gandalf hizo un sonido sordo que podría haber significado «Estoy de acuerdo contigo, pero era inevitable» o bien «¡Qué comentario tan tonto!». Hubo un largo silencio.
—¿Cuánto tiempo hace que lo sabes? —preguntó Bingo por último—; ¿y le hablaste alguna vez de esto a Bilbo?
—Adiviné muchas cosas de inmediato —respondió Gandalf lentamente, como si tratara de recordar. La época del viaje y el Dragón y la Batalla de los Cinco Ejércitos ya empezaba a parecerle algo muy remoto, parte de un pasado casi legendario. Tal vez aun él comenzaba finalmente a sentir un tanto el paso de los años; y en todo caso había vivido muchas aventuras misteriosas y curiosas desde entonces—. Sospechaba muchas cosas, pero poco después descubrí otras, porque, como quizá Bilbo te haya contado, fui a la tierra del Nigromante.[64] —Por un instante, su voz se convirtió en un susurro—. Pero sabía que Bilbo estaba bien —siguió diciendo—, Bilbo estaba a salvo, porque ese poder no podía dominarlo, o eso pensaba yo al menos, y tenía razón (aunque no del todo). Siempre estaba pendiente de él y del Anillo, por supuesto, pero tal vez no fui bastante prudente.
—Estoy seguro de que hiciste todo lo que podías —dijo Bingo, tratando de consolarlo—. ¡Oh, mejor y más querido amigo de esta casa, que tu barba nunca deje de crecer! Pero la desaparición de Bilbo debe de haber sido un duro golpe.
—No, en absoluto —dijo Gandalf, volviendo súbitamente a su tono habitual. Con un puf indignado lanzó una enorme bocanada de humo que se le enroscó en torno a la cabeza como una [103] nube en la cumbre de una montaña—. Eso no me preocupó. Bilbo está bien. ¡Lo que me preocupa eres tú y todos los demás hobbits queridos, bobos, encantadores, necios y desvalidos! Sería un golpe mortal que el poder oscuro se apoderase de la Comarca y que todos esos alegres, codiciosos, estúpidos Bolger, Bolsón, Brandigamo, Corneta, Ganapié y los demás se convirtiesen en Espectros.
Bingo se estremeció.
—¿Pero por qué nosotros? —preguntó—, ¿y para qué querría el Señor esos sirvientes, y qué tiene que ver todo esto conmigo y con el Anillo?
—Es el único Anillo que queda —dijo Gandalf—. Y los hobbits son el único pueblo en el que el Señor no domina a nadie.
»En[65] tiempos remotos el amo oscuro fabricó muchos Anillos, y se mostró muy pródigo con ellos, para así atrapar a gentes en todas las tierras. Los elfos tenían muchos, y ahora hay en el mundo muchos espectros elfos; los trasgos tenían varios, y sus espectros son muy malignos y el Señor los domina. Se dice que los enanos tenían siete anillos, pero nada podía hacerlos invisibles. En ellos sólo convirtió en llamas el fuego de la codicia, y en el fondo de cada uno de los siete tesoros de los Enanos de antaño había un anillo de oro. Así los dominaba el amo. Pero esos tesoros han sido destruidos, y los dragones los han devorado, y los anillos se han fundido, o hay quienes lo aseguran.[66] Los Hombres tenían tres anillos, y encontraron otros en lugares recónditos donde los habían arrojado los espectros elfos; los hombres espectros son sirvientes del Señor, y le devolvieron todos los anillos que tenían, hasta que finalmente volvió a tener en su poder todos los anillos que no habían sido destruidos por el fuego, todos menos uno.
»Ese anillo se le escapó de la mano a un elfo mientras atravesaba un río; y lo traicionó, porque iba huyendo de las antiguas guerras, y sus enemigos pudieron verlo, y los trasgos le dieron muerte.[67] Pero un pez se apoderó del anillo y enloqueció, y comenzó a remontar el río, saltando por sobre las rocas y subiendo por las cascadas hasta que se lanzó contra una orilla, y arrojó el anillo por la boca y murió.
»Hace mucho tiempo vivía junto a la orilla del río una sabia, diestra y sedentaria familia de gente pequeña.[68] Creo que eran [104] de raza hobbit, o que estaban emparentados con los padres de los padres de los hobbits. El más preguntón y curioso de esa familia se llamaba Dígol. Se interesaba en las raíces y en los orígenes; se zambullía en lagunas profundas, cavaba bajo los árboles y las plantas, abría túneles en los montículos verdes, y un día dejó de mirar las flores, la cima de las colinas o los pájaros que se elevaban en el aire; llevaba la cabeza y los ojos siempre hacia abajo. Encontró el anillo en el barro a orillas del río, bajo las raíces de un espino; y se lo puso; y cuando volvió a su casa nadie de la familia podía verlo cuando tenía puesto el anillo. El hallazgo lo entusiasmó y ocultó el anillo, y lo empleó para cubrir secretos, y puso ese conocimiento al servicio de fines maliciosos, y adquirió ojo avizor y oído alerta para todo lo que fuera dañino. No es sorprendente que se haya hecho muy impopular, y que sus parientes se mantuvieran apartados de él (cuando era visible). Lo pateaban, y él les mordía los pies. Se acostumbró a andar murmurando entre dientes y gorgoteando. Por eso lo llamaron Gollum, y lo maldijeron y le ordenaron que se fuera lejos. Vagabundeaba a solas remontando el río y pescando con los dedos en lagunas profundas y comiendo pescados crudos. Un día de mucho calor, cuando estaba agachado junto a un lago sintió que algo le quemaba la nuca, y una luz deslumbrante que venía del agua le lastimó los ojos. Se preguntó qué sería eso, pues casi se había olvidado del sol; y por última vez miró hacia arriba y lo amenazó con el puño; pero cuando bajó los ojos vio en la lejanía las cimas de las Montañas Nubladas. Y pensó de pronto: “Bajo aquellas montañas habrá fresco y sombra. El sol jamás me encontrará allí. Y las raíces de esas montañas tienen que ser verdaderas raíces, hay allí sin duda grandes secretos enterrados que nadie ha descubierto todavía”. Gollum viajó pues durante la noche hacia las montañas, y encontró un pequeño agujero del que salía un arroyo; y fue abriéndose paso como un gusano hacia el corazón de las colinas, y desapareció para el mundo. Y el anillo bajó con él a las sombras, y todos lo perdieron, aun el mismo Amo. Pero siempre que contaba sus anillos, además de los siete anillos que habían tenido y perdido los Enanos, faltaba uno.
—¡Gollum! —dijo Bingo—. ¿Quieres decir que es el mismo Gollum que Bilbo encontró? ¿Ésa es la historia? Es una historia [105] horrible y triste. Me disgusta saber que estaba emparentado con los hobbits, aunque de lejos.
—Pero el relato de Bilbo indica sin duda que así era —replicó Gandalf—. Es lo único que explica lo sucedido, o que lo explica en parte. En el fondo de los pensamientos y los recuerdos tenían muchas cosas parecidas; si te pones a pensar te darás cuenta que se entendían y bien, mucho mejor de lo que un hobbit se ha entendido jamás con los enanos, los elfos o los trasgos.
—Sin embargo, Gollum debe de haber sido, o es, mucho más viejo que el más viejo de todos los hobbits que haya vivido jamás en campos o madrigueras —dijo Bingo.
—Eso se debió al Anillo —dijo Gandalf—. Por supuesto, se puede vivir una larga vida gracias al Anillo, pero es una vida miserable, una vida prolongada en lugar de un continuo crecimiento, una especie de constante debilitamiento. Es aterradoramente agobiante, Bingo, en realidad al final se convierte en un tormento. El mismo Gollum llegó a sentirlo finalmente, a sentir que ya no podía soportarlo, y a comprender nebulosamente la causa del tormento. Incluso decidió deshacerse de él. Pero era demasiado malvado. Si te interesa saberlo, creo que había empezado a forjar un plan que no pudo hacer realidad porque ya no tenía valor. No había nada nuevo que descubrir; nada sino sombras, nada más que devorar con indiferencia y recordar con dolor. Quería huir y abandonar las montañas, y oler nuevamente el aire fresco aun cuando eso fuera su fin, como pensaba que probablemente sería. Pero para hacerlo tendría que haberse deshecho del Anillo. Y eso no es fácil. Cuanto más tiempo lo conserves más difícil es. Y para Gollum era muy difícil, pues lo había conservado durante mucho tiempo, y le hacía daño y lo odiaba; y cuando ya no pudo seguir conservándolo quiso dárselo a alguien para quien pudiera convertirse en una carga, [?aferrarse] como una bendición y convertirse en una maldición.[69] En realidad ésa es la mejor manera de escapar a su poder.
—¿Por qué no se lo dio a los trasgos, entonces? —preguntó Bingo.
—No creo que a Gollum le hubiese parecido suficientemente divertido —dijo Gandalf—. Los trasgos ya son tan abominables [106] y miserables que habría sido una maldad desperdiciada. También le habría sido difícil escapar de los perseguidores si se hubiese enfrentado a un trasgo invisible. Pero supongo que al fin lo habría puesto en su camino (si hubiera reunido suficiente coraje para hacer algo); pero entonces apareció Bilbo inesperadamente. Recordarás lo sorprendido que estaba. Pero tan pronto como empezaron los enigmas, concibió un plan, o medio plan. Probablemente sus viejos hábitos habrían sido más fuertes que sus propósitos y habría devorado a Bilbo si hubiese podido. Pero recordarás que tenía una espada. Me imagino que en el fondo de su corazón nunca pensó que tendría la oportunidad de devorar a Bilbo.
—Pero nunca le dio el anillo a Bilbo —dijo Bingo—, ¡Bilbo ya lo tenía!
—Lo sé —dijo Gandalf—. Y por eso dije que el origen de Gollum sólo explica en parte lo que sucedió. Por supuesto, había algo mucho más misterioso detrás de todo esto, algo que va más allá incluso que el Señor de los Anillos, algo que sólo se relaciona con Bilbo y su gran Aventura. Una extraña fatalidad pendía sobre los anillos, y sobre [?éste] más que ningún otro. A veces desaparecían, y luego aparecían en lugares extraños. Este anillo ya se había escapado traicioneramente de su dueño una vez. También se había escapado de Gollum. Por eso permití que Bilbo lo conservara durante tanto tiempo.[70] Pero ahora estoy tratando de explicar la conducta de Gollum.
—Entiendo —dijo Bingo sin convicción—. ¿Pero sabes lo que ocurrió después?
—No estoy seguro —dijo Gandalf—. He oído algunas cosas, y puedo adivinar otras. Estoy seguro de que al fin Gollum se enteró de que Bilbo se había apoderado de alguna manera del Anillo. Es posible que lo haya sospechado en seguida. Pero en todo caso lo que sucedió después se difundió por todas las Tierras Ásperas y mucho más allá, por el Este, el Oeste, y el Sur y el Norte. En las montañas se oían innumerables rumores y nuevas, y es posible que eso le haya dado a Gollum mucho que pensar.[71] De todos modos, se dice que Gollum se marchó de las montañas, porque ya quedaban allí muy pocos trasgos, y los lugares subterráneos estaban más sombríos y solitarios que nunca, y el poder del anillo lo había abandonado. Probablemente [107] se sentía viejo, muy viejo, pero menos temeroso. Aunque no creo que se haya vuelto menos malvado. No se sabe lo que le sucedió después. Como es natural, es muy posible que el viento y la sola sombra de la luz del sol lo hayan destruido en poco tiempo. Pero tal vez eso no haya sucedido. Era astuto. Podía ocultarse de la luz del sol o de la luna hasta acostumbrarse poco a poco a las cosas. En realidad, tengo la horrible impresión de que se arrastró paso a paso hasta llegar a la torre oscura, hasta donde estaba el Nigromante, el Señor de los Anillos. Pienso que es muy probable que Gollum sea la causa de los problemas que hoy tenemos, y que, por medio de él, el Señor haya descubierto dónde tenía que buscar este último y más valioso y poderoso de todos sus Anillos.
—¡Qué lástima que Bilbo no haya apuñalado a esa abominable criatura al despedirse! —dijo Bingo…
—¡Qué tonterías dices a veces, Bingo! —dijo Gandalf—. ¡Qué lástima! Fue lástima lo que le impidió matarlo. Y no podía hacerlo sin cometer un mal. Eso estaba prohibido. Si lo hubiese hecho, no habría poseído el anillo; el anillo se habría apoderado de él en seguida. Podría haberse convertido en un espectro en ese mismo instante.
—Por supuesto, por supuesto —dijo Bingo—. ¡Fue una tontería decir eso sobre Bilbo! ¡El querido Bilbo! ¿Pero por qué se quedó con esa cosa, o por qué le permitiste conservarlo? ¿Le advertiste que tuviese cuidado con él?
—Sí —dijo Gandalf—. Pero ejercía cierto poder incluso sobre Bilbo. SentimentalismoLe gustaba conservarlo como un recuerdo. Seamos francos: seguía sintiéndose orgulloso de su Gran Aventura, y miraba el anillo de vez en cuando para avivar sus recuerdos, y eso lo hacía sentirse un poco heroico. Pero de todos modos le habría sido muy difícil evitarlo; si piensas por un momento, te darás cuenta de que en realidad no es fácil deshacerse de un Anillo una vez que se lo tiene.
—¿Por qué? —preguntó Bingo después de reflexionar un instante—. Puedes dárselo a alguien, tirarlo, o destruirlo.
—Sí —dijo Gandalf—, o puedes entregarlo, dárselo al Amo. Si deseas ayudarle, claro está, y que te domine, y que su poder se acreciente notablemente.
—¡Pero nadie querría hacerlo! —dijo Bingo, horrorizado. [108]
—Nadie que puedas imaginar, tal vez —respondió Gandalf—, Bilbo evidentemente no. Por eso le resultó difícil. No se atrevía a tirarlo, porque temía que cayera en manos malvadas, y que lo usaran indebidamente, y que regresara al Amo después de causar mucho daño. Tampoco estaba dispuesto a dárselo a seres malignos por el mismo motivo; y no quería dárselo a seres bondadosos o a gentes que conocía y en las que confiaba, porque no quería imponerles esa carga antes de verse obligado a hacerlo. Y no podía destruirlo.
—¿Por qué?
—Y bien, ¿cómo lo destruirías? ¿Lo intentaste alguna, vez?
—No; pero supongo que se podría destruirlo a martillazos, o fundirlo, o todo eso.
—¡Prueba! —dijo Gandalf—, y descubrirás lo que Bilbo descubrió ya hace mucho.
Bingo sacó el Anillo de un bolsillo interior, y lo miró. Parecía liso y suave, sin marcas, emblemas o runas; pero era de oro y mientras Bingo lo miraba le pareció de hermoso y vivo color y de una redondez perfecta. Era admirable y extremadamente delicado. Había pensado en arrojarlo a las brasas ardientes. Comprobó que no podía hacerlo sin vencer una enorme resistencia. Sopesó el Anillo en la mano, y con esfuerzo hizo entonces un movimiento para arrojarlo a las llamas; pero en seguida advirtió que había vuelto a guardarlo en el bolsillo.
Gandalf rió.
—¿Ves? Siempre lo has considerado un gran tesoro, y un legado de Bilbo. Ahora no te es fácil deshacerte de él. Aunque en realidad, aun si lo pusieras sobre un yunque y lograras reunir toda la voluntad necesaria para golpearlo con un martillo, no lograrías hacerle daño. Aun si avivaras esta pequeña fogata con un fuelle durante toda una noche, no podría fundir un objeto de oro. Pero el viejo Adán Corneta, el herrero que vive al pie del camino, no podría fundirlo en su fragua. Dicen que sólo el fuego de los dragones puede fundirlos, pero me pregunto si será una leyenda, o si aún quedan dragones en los que el viejo fuego siga teniendo suficiente ardor. Imagino que tendrías que encontrar las Grietas de la Tierra en las profundidades de la Montaña de Fuego y arrojar el Anillo al Fuego Secreto, si de veras quisieras destruirlo.[72] [109]
—Después de todo lo que has dicho —dijo Bingo, con cierta solemnidad y cierto fingido fastidio—, de veras quiero destruirlo. No sé cómo Bilbo pudo soportarlo tanto tiempo, si sabía todo esto; pero a veces incluso lo usaba, y hacía bromas sobre el anillo cuando hablaba conmigo.
—Lo único que se puede hacer con tesoros tan peligrosos que hayan caído en tus manos en una aventura es no darles demasiada importancia —dijo Gandalf—. Bilbo nunca usó el anillo con ningún propósito serio después de su regreso. Sabía que se trataba de algo muy importante. Y pienso que te enseñó bien, después de haberte elegido como su heredero entre todos los hobbits de su linaje.
De nuevo hubo un largo silencio, mientras Gandalf fumaba la pipa aparentemente satisfecho, aunque observaba a Bingo con atención, entornando los párpados. Bingo miraba fijamente las rojas ascuas, que empezaban a brillar mientras la luz agonizaba y el cuarto se iba sumiendo lentamente en la oscuridad. Pensaba en las fabulosas Grietas de la Tierra y en el terror de la Montaña de Fuego.
—Bien —dijo Gandalf por último—. ¿En qué piensas? ¿Tienes algún plan o se te ha ocurrido algo?
—No —dijo Bingo volviendo en sí, y sorprendiéndose de que ya estuviese oscuro—. ¡O quizá sí! Por lo que comprendo, tengo que salir de Hobbiton, abandonar la Comarca, abandonarlo todo e irme, y atraer el peligro. Tengo que encontrar la forma de salvar la Comarca, aunque a veces he sentido que era demasiado estúpida y aburrida, y pensaba que una buena explosión o una invasión de dragones le vendría bien. Pero no siento lo mismo ahora. Siento que mientras la Comarca siga a salvo, en paz y tranquila, mis peregrinajes y aventuras serán soportables. Sabré que en alguna parte hay suelo firme, aunque nunca vuelva a pisarlo. Pero supongo que he de partir solo. No sabes lo insignificante que me siento, y muy desarraigado… y tengo miedo supongo. Ayúdame, Gandalf, el mejor de todos los amigos.
—Alégrate, muchacho —dijo Gandalf, arrojando dos pequeños leños al fuego y soplando para avivarlo. El fuego comenzó a arder de inmediato y el cuarto se llenó de luces danzarinas—. No, no creo que debas partir solo. ¿Por qué no les pides a tus tres mejores amigos que te acompañen? Ruégales, ordénales que lo [110] hagan (si es necesario). Hablo de tus tres amigos, los únicos tres a los que (tal vez indiscretamente, pero quizá sabiamente) les has hablado de tu Anillo secreto: Odo, Frodo y Marmaduque [escrito encima: Meriadoc]. Pero debes darte prisa, y hacer de tu partida una broma, Bingo, una broma, una gran broma, una broma rimbombante. No te muestres triste o grave. En realidad, tienes carácter bromista. En caso de que te interese saberlo, te diré que a Bilbo le gustaba eso de ti (entre otras cosas).
—¿Y adónde iremos, y qué nos guiará, y qué buscaremos? —dijo Bingo, sin un atisbo de sonrisa ni destello de broma—. ¿Qué haremos cuando la gran broma haya terminado?
—Por ahora no lo sé —dijo Gandalf con seriedad, lo que sorprendió y desilusionó mucho a Bingo—. Pero en todo caso, para empezar, tu aventura tendrá que ser absolutamente distinta de la aventura de Bilbo. Tienes que emprender un viaje sin rumbo conocido; y en caso de que tengas un objetivo no será conquistar nuevos tesoros sino deshacerte del que (como se podría decir) has recibido sin poder evitarlo. Pero no puedes partir de viaje sin ir hacia el Este, el Oeste, el Sur o el Norte; ¿y qué rumbo elegiremos? Hacia el peligro, pero de modo no demasiado imprudente ni demasiado directo. Ve hacia el Este. Sí, sí, ya sé. Ve a Rivendel primero, y luego veremos. Sí, entonces veremos. En realidad, ya empiezo a comprender. —De pronto Gandalf comenzó a reír entre dientes. Se frotó las largas manos nudosas e hizo crujir los nudillos. Se inclinó hacia Bingo—. Se me acaba de ocurrir una broma —dijo—. Es una idea nada más, puedes desarrollarla con tu ingenio. —La barba se le mecía hacia atrás y hacia adelante mientras murmuraba largamente al oído de Bingo. El fuego ardía débilmente otra vez, pero de pronto se oyó un sonido inesperado entre las sombras. Bingo se estremecía de tanto reír.
•
[112]
Como se observará, en «La sombra del pasado» (capítulo 2 de la CA) se desarrolló desde un comienzo gran parte del elemento «Gollum», aunque Dígol[73] (después Déagol) no es otro que Gollum, no el amigo al que asesinaba, aunque Gandalf nunca lo había visto (y, por lo tanto, [113] no se da ninguna explicación de cómo conoce su historia, que por sus características sólo él podría haberle contado) y aunque sólo se puede suponer que finalmente se dirigía a donde estaba el Señor Oscuro.
Es importante tener presente que cuando mi padre escribió esto lo hizo con todas las limitaciones impuestas por la historia relatada originalmente en El hobbit. En la primera edición de El hobbit, y hasta 1951, Gollum se encontraba con Bilbo a orillas del lago subterráneo y le proponía el juego de los enigmas con estas condiciones: «Si preciosso pregunta y él no responde, nos lo comemos, preciosso. Si él pregunta y no contestamos, le hacemos un regalo, ¿eh?». Cuando Bilbo ganaba el torneo, Gollum cumplía lo prometido y regresaba en bote a su isla del lago a buscar su tesoro, el anillo que habría de regalarle a Bilbo. No lo encontraba, porque Bilbo lo tenía en el bolsillo, y cuando regresaba le rogaba muchas veces que lo perdonara. «Decía una y otra vez: —Lo ssentimos; no tuvimos intención de hacer trampas, teníamos intención de dar nuestro único, único regalo, si lo ganaba en la competición.» «—¡No importa! —dijo [Bilbo]—. El anillo habría sido mío ahora si lo hubiera encontrado; de modo que lo habría perdido de cualquier modo. Y lo libraré de su compromiso con una condición.» «—¿Sí? ¿Cuál es? ¿Qué dessea que hagamos, mi preciosso?» «—Ayúdeme a salir de este sitio —dijo Bilbo.» Y Gollum lo hizo, y Bilbo «dijo adiós a la desagradable y desdichada criatura». Cuando iba trepando por los túneles, Bilbo se ponía al anillo y Gollum lo perdía de vista inmediatamente, de modo que Bilbo se daba cuenta de que el anillo era como Gollum lo había descrito: lo hacía invisible.
Por ese motivo, en el presente texto Gandalf dice: «Estoy seguro de que al fin Gollum se enteró de que Bilbo se había apoderado de alguna manera del anillo»; y, también por ese motivo, mi padre hizo que Gandalf desarrollara la teoría de que en realidad Gollum estaba dispuesto a deshacerse del anillo: «quiso dárselo a alguien… supongo que al fin lo habría puesto en su camino [el camino de los trasgos]… pero entonces apareció Bilbo inesperadamente… tan pronto como empezaron los enigmas concibió un plan». Esto fue concebido de tal manera que concordara con la versión de El hobbit existente en ese entonces, para solucionar un problema de grandes proporciones: si el Anillo tenía las características concebidas en esa época por mi padre, ¿cómo era posible que Gollum hubiese pretendido dárselo a un extraño que había ganado un torneo de enigmas?; y en el texto original de El hobbit no quedaban dudas de que eso era lo que pretendía. Pero es interesante observar que el comentario de Gandalf sobre la afinidad de ideas entre Gollum y Bilbo, que sobrevivió en la CA (pág. 81), surgió originalmente en este contexto, con el objeto de explicar por qué Gollum estaba dispuesto a renunciar a su tesoro. [114]
En cuanto a los comentarios sobre los Anillos que aparecen en este texto, aún está presente aquí la idea original (pág. 99) según la cual los Elfos habían tenido muchos Anillos y había muchos espectros elfos en el mundo, pero no aparece la frase «el Señor del Anillo no los puede dominar». Por otra parte, los Enanos, de los que inicialmente se decía que no tenían ningún anillo, ahora tienen siete, cada uno de ellos en el fondo de uno de «los siete tesoros de los Enanos», y por primera vez se habla de su peculiar reacción ante el poder corruptor de los Anillos (aunque el antecedente de esta idea se encuentra ya en el primer borrador sobre el tema: «hay quienes dicen que los anillos no ejercen ninguna influencia sobre ellos, porque son muy fuertes»). Los Hombres, de los que originalmente se decía que tenían «unos pocos», ahora tienen tres, aunque «encontraron otros en lugares recónditos donde los habían arrojado los espectros elfos» (lo que hace posible la existencia de más de tres Jinetes Negros). Pero aún no aparece el tema fundamental del Anillo Soberano, aunque, por así decirlo, estaba a punto de surgir, puesto que se dice que el Anillo de Gollum no sólo era el único que el Señor Oscuro no había recuperado (además de los anillos que habían perdido los Enanos), sino que también era el «más valioso y poderoso de todos sus Anillos» (pág. 107). Pero no se nos dice en qué consistía su peculiar poder; este texto tampoco nos permite saber algo más sobre la relación entre el hecho de que los Anillos permitieran volverse invisible, la agobiante longevidad (que aquí aparece por primera vez) y la transformación de sus portadores en «espectros».
Se insiste en la fortaleza moral que debe tener el dueño de un Anillo para no dejarse dominar por su poder. Esto se refleja en el consejo que Gandalf le da a Bilbo en el borrador original (pág. 98): «no lo uses para hacer daño o para descubrir secretos de otros, y por supuesto no lo uses para robar o con peores propósitos. Porque puede apoderarse de lo mejor que hay en ti»; y se expresa aún más claramente cuando Gandalf reprende a Bingo por haber dicho que era una lástima que Bilbo no hubiese matado a Gollum: «no podía hacerlo sin cometer un mal. Eso estaba prohibido. Si lo hubiese hecho, no habría poseído el anillo; el anillo se habría apoderado de él en seguida» (pág. 107). Esta idea reaparece en la CA (pág. 88), aunque expresada con más cautela: «puedes estar seguro: la maldad lo rozó apenas y al fin pudo escapar por el modo en que tomó posesión del Anillo, con lástima».
El final del capítulo —en el que el mismo Gandalf le sugiere a Bingo que dé una fiesta de cumpleaños y haga una «broma rimbombante»— fue descartado rápidamente y el pasaje nunca volvió a aparecer.