I
UNA REUNIÓN MUY ESPERADA

[21]

(i)

Primera versión

Se ha conservado el punto de partida original de El Señor de los Anillos —su «origen», como comentaría mi padre más adelante en una nota escrita de prisa en el texto—: un manuscrito de cinco páginas titulado «Una reunión muy esperada». A mi juicio, mi padre debe de haberse referido a ese texto (y no a un segundo borrador, incompleto, que escribió poco después) cuando el 19 de diciembre de 1937 le escribió a Charles Furth, de Allen & Unwin: «He escrito el primer capítulo de una nueva historia acerca de los Hobbits: “Una reunión muy esperada”». Sólo tres días antes le había escrito a Stanley Unwin:

Creo que es evidente que es necesaria una continuación o un sucesor de El Hobbit… Prometo conceder al asunto meditación y atención. Pero estoy seguro de que me comprenderá cuando digo que la construcción de una mitología elaborada y coherente (y de dos lenguas) es más bien lo que ocupa mi mente, y que llevo a los Silmarils en el corazón. De modo que Dios sabe qué ocurrirá. El señor Bolsón empezó como un cuento cómico entre los enanos convencionales e incoherentes de los cuentos de hadas de Grimm, y no tardó en atravesar la valla de sus límites, de modo que aun Sauron el terrible atisbo por encima de ella. ¿Qué más pueden hacer los hobbits? Pueden ser cómicos, pero su comedia es suburbana a no ser que se la sitúe en un medio más elemental.

Basándonos en esto, parece indudable que el 16 de diciembre mi padre no sólo no había empezado a escribir, sino que probablemente ni siquiera había pensado en el tema de «un nuevo relato sobre los Hobbits». Poco antes le había entregado a Allen & Unwin el manuscrito de la tercera versión de El Silmarillion; no estaba acabado y seguía muy absorto en él. En la posdata de esa carta dirigida a Stanley Unwin reconocía que en realidad había vuelto a ocuparse de El Silmarillion (y de otras cosas) ese mismo día. Sin embargo, precisamente entonces debe de haber empezado a escribir el nuevo relato.

Primera página original de El Señor de los Anillos

[23]

Al comenzar a escribir anotó en letras grandes «Cuando M», pero se detuvo antes de terminar la letra M y, en lugar de eso, escribió «Cuando Bilbo…». El texto comienza con letra muy clara, pero la escritura se va haciendo cada vez más rápida y hacia el final se convierte en veloces garabatos no siempre legibles. Se introdujeron muchos cambios en el manuscrito. El texto presentado a continuación representa lo que a mi parecer fue la versión original, reconociendo que es difícil distinguir perfectamente lo que es «original» de lo que no lo es. Se puede observar que algunos cambios fueron hechos mientras se iba escribiendo, y éstos se incluyen en el texto; pero otros cambios son meros anticipos de la siguiente versión, y no se los incluye. En todo caso, es muy probable que mi padre haya escrito las distintas versiones del primer capítulo en rápida secuencia. Al final del texto (pág. 29) se presentan las notas sobre esta versión.

Una reunión muy esperada[1]

Cuando Bilbo, hijo de Bungo de la familia de los Bolsón, [había celebrado >] se disponía a celebrar su septuagésimo cumpleaños, durante uno o dos días hubo algunos comentarios en el vecindario. En otra época había gozado de cierta efímera fama entre las gentes de Hobbiton y Delagua: había desaparecido después del desayuno un 30 de abril y no había reaparecido hasta el almuerzo del 22 de junio del año siguiente. Un incidente muy extraño del que nunca había dado una buena explicación, y sobre el cual había escrito un absurdo relato. Después de eso volvió a comportarse normalmente; y la confianza debilitada del distrito renació poco a poco, especialmente porque por un motivo inexplicable Bilbo parecía gozar de una situación más que acomodada, o francamente acaudalada. En verdad no fue la efímera fama sino la magnificencia de la fiesta lo que provocó los primeros rumores; después de todo, ese otro extraño asunto había pasado unos veinte años atrás y estaba empezando a ser amablemente olvidado. La magnificencia de los preparativos para la fiesta, debería decir. El prado que se extendía al sur de la puerta principal de su casa se iba cubriendo con pabellones. Se enviaban invitaciones a todos los Bolsón y todos los Tuk (parientes de su madre), y a los Cavada (con los que tenía sólo un remoto parentesco); [24] y a los Madriguera, los Boffin, los Redondo y los Ganapié, ninguno de los cuales estaba emparentado en absoluto por lo que recordaban los historiadores de la región: algunos de ellos vivían en el otro lado de la comarca; pero, claro está, todos eran hobbits. No se olvidó ni siquiera a los Sacovilla-Bolsón, primos suyos por parte de su padre. Como algunos de vosotros posiblemente recordaréis, entre ellos y el señor Bilbo Bolsón se había producido cierta enemistad. Pero tan lujosa era la tarjeta de invitación, toda escrita en letras de oro, que se vieron obligados a aceptar; además, su primo se había ido especializando en la buena cocina durante largo tiempo, y su mesa era muy apreciada incluso en esa época y en ese país, cuando la comida aún era lo que debía ser y tan abundante que todos podían ejercitarse en ella.

Todos esperaban un banquete agradable, aunque temían el discurso del anfitrión después de la cena. Bilbo era aficionado a insertar fragmentos de algo que él llamaba poesía e incluso, después de un vaso o dos, aludía a las aventuras absurdas que decía haber vivido mucho tiempo antes durante su ridícula desaparición. El banquete fue muy agradable: un verdadero placer, en realidad. La adquisición de provisiones en toda la comarca durante la semana siguiente fue casi nula, cosa sin importancia, pues el señor Bilbo había agotado las reservas de todas las tiendas, bodegas y almacenes a muchas millas a la redonda. Luego vino el discurso. La mayoría de los hobbits congregados allí se encontraban de un humor apacible, y sus temores habían desaparecido. Estaban preparados para escuchar cualquier cosa, y aplaudir en todas las pausas. Pero no estaban preparados para una sorpresa. Aunque quedaron sorprendidos, absolutamente sorprendidos, de una manera nunca vista; algunos incluso se indigestaron.

—Mi querido pueblo —comenzó a decir el señor Bolsón.

—¡Atención, atención! —gritaron todos a coro.

—Mis queridos Bolsón —siguió diciendo, subiéndose a su silla, de modo que la luz de las linternas que iluminaban el enorme pabellón se reflejó en los botones de oro de su chaleco bordado que todos alcanzaban a ver—. Y mis queridos Tuk, y Cavada, y Redondo, y Madriguera, y Boffin, y Ganapié.[2]

—¡Ganapiés! —gritó un viejo hobbit desde el fondo. Por supuesto, [25] se llamaba Ganapié, y tenía el nombre que merecía; los pies, que había puesto sobre la mesa, eran grandes y excepcionalmente velludos.

—También mis queridos Sacovilla-Bolsón, a quienes doy por fin la bienvenida a Bolsón Cerrado —siguió diciendo Bilbo—. Hoy es mi septuagésimo cumpleaños.

—¡Hurra! ¡Hurra! ¡Por muchos años! —gritaron. Ése era el tipo de discurso que a ellos les gustaba oír: corto, obvio, nada polémico.

—Deseo que lo estén pasando tan bien como yo.

Se oyeron aplausos ensordecedores, gritos de Sí (y No), y ruidos de trompetas y silbatos. Había muchos niños hobbits, porque los hobbits eran indulgentes con sus hijos, especialmente cuando había la posibilidad de conseguir una comida gratis. Había cientos de petardos musicales. Casi todos tenían un rótulo que decía «Hecho en el Valle». Sólo Bilbo y uno que otro de sus sobrinos Tuk sabían qué significaba eso; pero eran petardos maravillosos.

—Los he reunido a todos —continuó Bilbo cuando se hubo extinguido el último aplauso, y algo en el tono de su voz hizo que algunos Tuk alzaran las orejas—, en primer lugar, para decirles lo mucho que los quiero y lo breves que son setenta años entre hobbits tan maravillosos y encantadores.

—¡Atención, atención!

—No conozco a la mitad de ustedes ni la mitad de lo que querría, y a menos de la mitad la conozco la mitad de lo que ustedes merecen. —No hubo vítores, sólo algunos aplausos; la mayoría se quedó tratando de descifrar lo que había oído—. En segundo lugar, para celebrar mi cumpleaños, y los veinte años transcurridos desde mi regreso. —Se oyeron inquietos susurros—. Finalmente, ¡para hacer un anuncio! —Dijo esto último en voz muy alta y todos los que pudieron se incorporaron—. ¡Adiós! Me voy después de la cena. Voy a casarme.

Se sentó. Se produjo un impresionante silencio que sólo rompió el señor Ganapié al darle un puntapié a la mesa; la señora Ganapié se atragantó en la mitad de una bebida.

Y eso es todo. El único propósito de esto es explicar que Bilbo Bolsón se casó y tuvo muchos hijos, porque os contaré una [26] historia sobre uno de sus descendientes, y si sólo habéis leído sus memorias hasta la época de la visita de Balin —por lo menos diez años antes de esta fiesta de cumpleaños—, es posible que os hayáis asombrado.[3]

Lo que ocurrió es que Bilbo Bolsón desapareció en silencio y sin que nadie lo advirtiera —tenía el anillo en la mano incluso mientras pronunciaba el discurso—, en medio de un confuso estallido de voces que siguió al consternado silencio. Nunca se lo volvió a ver en Hobbiton. Cuando llegaron los carruajes en busca de los invitados no había nadie de quien despedirse. Los carruajes fueron desapareciendo, uno aunó, cargados con hobbits hartos pero curiosamente insatisfechos. Llegaron los jardineros (que habían sido llamados) y se llevaron en carretillas a quienes habían quedado rezagados. Cayó la noche y fue avanzando. Salió el sol. Llegó gente a despejar los pabellones y quitar las mesas y las sillas y las linternas y las macetas de árboles en flor, y cucharas y cuchillos y platos y tenedores, y migajas, y los alimentos no consumidos, que eran muy pocos. Muchas más gentes llegaron también. Los Bolsón y los Sacovilla-Bolsón y los Tuk, y otros que tenían aún menos que hacer allí. A media mañana (cuando hasta los más comilones estaban levantados) había en Bolsón Cerrado una gran multitud, no invitada, pero no inesperada. Junto a la amplia puerta principal colocaron un letrero pintado en un gran cartel blanco: entrad. Se abrió la puerta. Cada uno de los objetos que había en la casa tenía una etiqueta. «Para Mungo Tuk, con el cariño de Bilbo»; «Para Semolina Bolsón, con el cariño de su sobrino», en una canasta de papeles: ella le había escrito muchas cartas (la mayoría con buenos consejos). «Para Caramella Tuk, con cariñosos recuerdos de su tío», en un reloj que había en el vestíbulo. Aunque impuntual, había sentido simpatía por esa sobrina, hasta que un día ella llegó tarde a la merienda, diciendo que el reloj de Bilbo estaba adelantado. Los relojes de Bilbo no se atrasaban ni se adelantaban jamás, y él no lo olvidaba. «Para Obo Tuk-Tuk, de su sobrino nieto», en una cama de plumas; Obo rara vez se despertaba antes del mediodía o de la merienda, y roncaba. «Para Gorboduc Cavada, con los mejores deseos de B. Bolsón», en una pluma de oro; Gorboduc nunca contestaba las cartas. «Para uso de Angélica», en un espejo; era una joven Bolsón que [27] se creía muy bien parecida.[4] «Para Inigo Cavada-Tuk», en una caja con un juego completo de cubiertos; Inigo era el más codicioso de todos los hobbits conocidos. «Para Amalda Sacovilla-Bolsón, como regalo», en una caja de cucharas de plata. Amalda era la esposa del primo de Bilbo al que había descubierto años atrás, a su regreso, midiendo su comedor (recordaréis sus sospechas sobre las cucharas que desaparecían; de todos modos, ni él ni Amalda lo habían olvidado).[5]

Evidentemente había mil y un objetos en la casa de Bilbo, y todos tenían una etiqueta, la mayoría de ellas con alguna agudeza (que pasó al olvido al cabo de un tiempo). Se regalaron todos los muebles de la casa, pero no se encontró ni una sola moneda, ni un solo anillo de bronce. Amalda fue la única Sacovilla-Bolsón que recibió un obsequio con etiqueta; pero en el vestíbulo había una nota en la que decía que el señor Bilbo Bolsón cedía la valiosa propiedad o agujero habitable conocido como Bolsón Cerrado Bajo la Montaña, junto con todas las tierras que le pertenecían o que le habían sido anexadas, a Sago Sacovilla-Bolsón y su esposa Amalda para su custodia, posesión, ocupación o para los fines que dispusieran, como desearan y a discreción, a partir del próximo 22 de septiembre. Entonces era el día 21 de septiembre (el cumpleaños de Bilbo había sido el 20 de ese plácido mes). De modo que los Sacovilla-Bolsón se fueron a vivir a Bolsón Cerrado después de todo, aunque habían tenido que esperar alrededor de veinte años para hacerlo. Y tuvieron también muchos problemas para deshacerse de todos los objetos con etiquetas: éstas se rompieron y mezclaron, y algunos intentaron hacer trueques en el vestíbulo y otros trataron de huir con objetos que [no] estaban bien vigilados; y varios curiosos empezaron a hacer agujeros en las paredes y excavaciones en las bodegas antes que pudieran expulsarlos. Aún estaban preocupados por el dinero y las joyas. ¡Cómo se habría reído Bilbo! Y de veras reía; había previsto todo lo que iba a ocurrir, y se estaba divirtiendo a solas con la broma.

Y así fue, supongo que todo ha quedado en claro. El hecho es que, a pesar del discurso que había pronunciado después de la cena, de pronto se había hartado de todos ellos. La vena Tuk había reaparecido repentina y desagradablemente (aunque, por supuesto, no todos los Tuk compartían esa aviesa característica). [28] También había otro secreto: después de despilfarrar en la fiesta los últimos cincuenta ducados que tenía, no le quedaba nada de dinero y ni una sola joya, excepto el anillo, y los botones de oro de su chaleco. Lo había gastado todo en veinte años (incluso lo que le habían dado por sus hermosas… que había vendido pocos años antes)[6]

¿Cómo podía casarse entonces? No iba a hacerlo todavía; sólo había dicho: «Voy a casarme». No sabría decir por qué. Fue algo que se le ocurrió de repente. También pensó que era algo que podría ocurrir en el futuro, si sus viajes lo llevaban nuevamente entre otras gentes, o si encontraba una raza más excepcional y más hermosa de hobbits en algún lugar. También era una especie de explicación. Los hobbits observaban curiosas costumbres en relación con las bodas. Por años de años mantenían en riguroso secreto con quién se iban a casar (siempre oficialmente y en muchos casos en la práctica), aun cuando lo sabían. Luego se casaban súbitamente y desaparecían sin decir adónde por una semana o dos (o incluso más). Cuando Bilbo había desaparecido, eso fue lo primero que se les ocurrió a los vecinos. «Se ha ido a casar. ¿Con quién puede ser?; por lo que sabemos, nadie más ha desaparecido.» Aun al cabo de un año no se habrían sorprendido tanto si hubiese regresado con una esposa. Por largo tiempo, algunas gentes creyeron que tenía una esposa a la que ocultaba, y por un tiempo se tejió toda una leyenda sobre la pobre señora Bilbo que era demasiado fea para dejarse ver.

De modo que antes de desaparecer, Bilbo había dicho: «Voy a casarme». Pensaba que eso —y toda la agitación en torno a la casa (o agujero) y los muebles— los mantendría a todos ocupados y satisfechos por un buen tiempo, y que nadie se preocuparía de salir a buscarlo ni por un momento. Y tenía razón; o casi. Porque nadie se preocupó nunca de salir a buscarlo. Todos decidieron que se había vuelto loco, y que se había echado a correr hasta encontrar una laguna o un río o una caída abrupta, y ya había un Bolsón menos. Eso es lo que pensaba la mayoría. Pero, como es natural, algunos de sus jóvenes amigos lo extrañaban mucho (… Angélica y Sar…). Pero no se había despedido de todos ellos. ¡Oh!, no. Eso se explica fácilmente.

[29]

Refiriéndose a este borrador en Una biografía, Humphrey Carpenter dice (pág. 206):

El motivo de su desaparición, según ese primer borrador, era que a Bilbo «ya no le quedaban dinero ni joyas» y que partía en busca de más oro del dragón. En este punto se interrumpía, inconclusa, la versión original del primer capítulo.

Sin embargo, se podría demostrar que en realidad no quedó inconclusa, [30] porque el siguiente borrador completo del capítulo (el tercero; el segundo parece ciertamente inconcluso y se interrumpe mucho antes) termina sólo un poco más adelante (pág. 49), y poco antes del final dice:

Pero no todos se habían despedido de él. Eso se explica fácilmente, y pronto se lo explicará.

Pero no se da esa explicación, sino que queda reservada para el próximo capítulo. En el primer borrador tampoco se indica claramente que Bilbo «partía en busca de más oro del dragón». No cabe duda de que la falta de dinero era uno de los motivos que tenía Bilbo para marcharse, pero también se insiste en el hastío característico de los Tuk que le despertaban de pronto la torpeza y la formalidad de los hobbits; y de hecho no hay ni siquiera una insinuación de lo que Bilbo se proponía hacer. Es muy posible que el 19 de diciembre de 1937 mi padre no lo supiera. La conclusión del texto, escrita velozmente, hace pensar que no tenía un objetivo claro (y de hecho antes había dicho, en el mismo capítulo, que la historia se referiría a uno de los descendientes de Bilbo).

Pero si bien no hay rastros de Gandalf, la mayoría de los elementos esenciales y muchos detalles de la fiesta descrita en La Comunidad del Anillo (CA) surgieron en un comienzo, e incluso se conservaron algunas frases. Ahora aparecen los Redondo, los Boffin y los Ganapié; las familias Madriguera y Cavada habían sido mencionadas al final de El hobbit como las responsables de la subasta de Bolsón Cerrado; y por primera vez se da a la tierra de los hobbits el nombre de «la comarca» (sin embargo, véase la pág. 46). Pero los nombres de pila de los hobbits se encontraban sólo en la primera etapa de sus múltiples variaciones: algunos nombres, como Sago y Semolina, se descartarían por no considerarlos apropiados; para otros (Amalda, Inigo, Obo) no hubo lugar en las genealogías definitivas, y otros (Mungo, Gorboduc) fueron asignados a otras personas; sólo sobrevivió la vanidosa Angélica Bolsón.

(ii)

Segunda versión

En el siguiente manuscrito, basado en gran medida en el primero, se introdujeron muchos elementos nuevos; los más importantes son la [31] llegada de Gandalf y los fuegos de artificio. La versión se interrumpe después de las palabras «La mañana prosiguió» (CA, pág. 57).

Se hicieron muchos cambios en el manuscrito, y es muy difícil distinguir aquellos que fueron hechos en la etapa de composición de los cambios posteriores; en todo caso, no cabe duda de que la tercera versión se basa rigurosamente en la segunda y que la sustituyó antes que se la terminara. También presento este segundo texto en su totalidad, hasta el punto en que se interrumpe, pero en este caso incluyo prácticamente todos los cambios que se introdujeron (en algunos casos la versión original se incluye en las notas presentadas a continuación del texto, pág. 39).

Capítulo 1

Una reunión muy esperada

Cuando Bilbo, hijo de Bungo, de la respetable familia de los Bolsón, se disponía a celebrar su septuagésimo primer[7] cumpleaños corrieron algunos rumores en el vecindario, y la gente empezó a recordar.[8] En otra época había gozado de cierta efímera notoriedad entre los hobbits de Hobbiton y Delagua: había desaparecido después del desayuno un 30 de abril y no había reaparecido hasta el almuerzo del 22 de junio del año siguiente. Un acontecimiento muy extraño del que nunca había dado una explicación satisfactoria. Por supuesto, había escrito un libro sobre el tema, pero nunca había sido tomado muy en serio ni aun por aquellos que lo habían leído. No conviene hablarles a los hobbits de los dragones: o bien no os creen o se sienten incómodos; y en ambos casos tienden a evitaros después. Sin embargo, poco después el señor Bolsón había vuelto a comportarse más o menos normalmente; y aunque la confianza debilitada de los lugareños nunca había renacido del todo, al cabo de un tiempo los hobbits decidieron olvidar el pasado, y Bilbo volvió a estar en buenas relaciones con todos sus parientes y vecinos, excepto por supuesto con los Sacovilla-Bolsón. En primer término, porque por un motivo inexplicable Bilbo parecía gozar de una situación más que acomodada; de hecho, francamente acaudalada. En verdad no fue la efímera y remota fama sino la magnificencia de los preparativos para su fiesta de [32] cumpleaños lo que provocó los rumores. Después de todo, ese otro extraño asunto había pasado unos veinte años atrás y estaba casi olvidado, la fiesta se celebraría ese mismo mes de septiembre. El tiempo era espléndido, y se empezó a decir que habría fuegos de artificio como no se habían visto desde la época del Viejo Tuk.

Se acercaba la fecha. Carros de extraño aspecto cargados con bultos de extraño aspecto empezaron a subir dificultosamente por la Colina hacia Bolsón Cerrado (la residencia del señor Bilbo Bolsón). Llegaban por la noche, y gentes asombradas espiaban desde el umbral de las puertas. Los que manejaban algunos carros eran forasteros que entonaban raras canciones, elfos, o enanos encapuchados. Un enorme carromato rechinante, cargado con Hombres corpulentos y pelirrubios de andar lerdo, provocó una gran conmoción. Tenía una gran B bajo una corona.[9] No pudo atravesar el puente que había junto al molino, y los Hombres transportaron su contenido a la espalda colina arriba, avanzando pesadamente por el camino hobbit como elefantes. Cuando bajaron de la colina, toda la cerveza de la posada desapareció como si se hubiera escurrido por un desaguadero. Esa misma semana llegó un carro en pleno día. Lo conducía un viejo que iba solo. Llevaba un puntiagudo sombrero azul y un largo manto gris. Niños y niñas hobbits corrieron detrás del carro hasta la cima de la colina. Llevaba una carga de fuegos de artificio, que alcanzaron a ver cuando empezaron a descargarlo: grandes paquetes marcados con una G roja.

—¡La G es de Grande! —gritaron; y ésa era la mejor conjetura que podían hacer sobre lo que significaba. Pocos de sus mayores estuvieron más acertados; por lo general, los hobbits sólo recuerdan los acontecimientos recientes. El pequeño anciano[10] desapareció tras la puerta principal de la casa de Bilbo y nunca volvió a aparecer.

Hubo sin duda alguna queja acerca del «comercio local»; pero de pronto Bolsón Cerrado empezó a emitir órdenes a todas las tiendas del vecindario (incluso si se lo medía con amplitud). Entonces la gente dejó de sentirse simplemente curiosa, y se entusiasmó. Empezó a contar en el calendario los días [33] que faltaban hasta el cumpleaños de Bilbo, y a esperar al cartero, con la esperanza de recibir una invitación.

Entonces las invitaciones empezaron a salir a raudales y la oficina de correos de Hobbiton quedó bloqueada, y la de Delagua, abrumada, y hubo que contratar carteros voluntarios. Un río continuo de carteros trepaba por La Colina hacia Bolsón Cerrado llevando cientos de corteses variantes de Gracias, iré con mucho gusto. Durante todo ese tiempo, por días de días, en verdad desde el 8 [10 >] de septiembre, nadie vio a Bilbo salir de la casa ni en los alrededores. No respondía cuando hacían sonar la campana o se acercaba a la puerta y gritaba: «¡Lo siento! ¡Estoy ocupado!», asomándose apenas. Pensaban que sólo estaba escribiendo invitaciones, pero se equivocaban.

Finalmente, el prado que se extendía al sur de la puerta principal —bordeado por la huerta a un costado y por el camino de la Colina al otro— empezó a cubrirse con tiendas y pabellones. Las tres familias hobbits de Bolsón de Tirada, que vivían un poco más abajo, estaban muy excitadas. Había un pabellón particularmente amplio, tan grande que el árbol que crecía en el terreno cabía dentro, en su mismo centro.[11] Lo cubrieron con linternas. Pero aún más promisoria fue la colocación de una gran cocina en una esquina del prado. Llegó un ejército de cocineros. La excitación llegó a su punto culminante. De pronto el cielo se nubló. Eso ocurrió el viernes, la víspera de la fiesta. Amaneció el esperado sábado [20 >] 22 de septiembre.[12] El sol se levantó, las nubes desaparecieron, se enarbolaron banderas, y la diversión comenzó.

El señor Bolsón la llamaba una «fiesta», pero era una variedad de fiestas combinadas y mezcladas. Prácticamente todos los que vivían cerca habían sido invitados a un festejo u otro; muy pocos fueron omitidos (por error), pero esto no tuvo importancia pues lo mismo acudieron. Bilbo mismo recibía a los invitados (y acompañantes) junto a la puerta. Repartió regalos a todos, y muchos a algunos que salían por los fondos y volvían a entrar por la puerta principal para recibir otro. Empezó por los menores y los más pequeños, y poco después volvió a comenzar por los más pequeños y los menores. Los hobbits acostumbraban hacer regalos a los demás cuando cumplían años; regalos no muy caros, por supuesto. Pero no era un mal sistema. [34] En verdad, como todos los días del año era el cumpleaños de alguien, en Hobbiton y en Delagua todo hobbit recibía un regalo (y a veces más) casi todos los días de su vida. Pero no se cansaban de los regalos. En esa ocasión los niños hobbits estaban locos de excitación: había juguetes nunca vistos. Como habréis imaginado, venían del Valle.

Cuando los invitados estuvieron dentro del terreno, hubo canciones, danzas, juegos; y, como era de esperar, comida y bebida. Había tres comidas oficiales: almuerzo, merienda y cena; pero el almuerzo y la merienda se distinguieron por el hecho de que entonces todos los invitados estaban sentados y comían al mismo tiempo. Nunca dejaron de beber. Comieron casi sin interrupción desde las once a las seis, hora en que comenzaron los fuegos de artificio.

Por supuesto (como de todos modos ya habréis supuesto) los fuegos de artificio eran de Gandalf, y él mismo los trajo y disparó los más importantes: hubo una generosa distribución de buscapiés, petardos, cohetes, antorchas, velas de enano, fuentes élficas, trasgos ladradores y truenos. Todos soberbios, por cierto. El arte de Gandalf naturalmente progresaba con los años. Hubo cohetes como un vuelo de pájaros centelleantes, de dulces voces; hubo árboles verdes, con troncos de humo serpenteante: en cuestión de minutos las hojas crearon una primavera en todo su apogeo; y de las ramas brillantes cayeron flores resplandecientes sobre los hobbits asombrados, para luego desaparecer dejando un suave aroma en el instante mismo en que ya iban a tocar los sombreros o las tocas. Hubo fuentes de mariposas que volaban entre los árboles, columnas de fuegos coloreados que se convertían en águilas revoloteantes, o barcos de vela, o cisnes voladores; hubo relámpagos rojos y lluvias amarillas; hubo un bosque de lanzas plateadas que se alzó de pronto con alaridos de batalla y cayó en El Agua siseando como cien serpientes enardecidas. Y también hubo algo más, en lo que Gandalf exageró un tanto; después de todo, sabía mucho acerca de los hobbits y sus creencias. Las luces se apagaron, una gran humareda subió en el aire, tomó la forma de una montaña, comenzó a brillar en la cima vomitando llamas escarlatas y verdes, y de esas llamas salió volando un dragón rojo y dorado (no de tamaño natural, pero que parecía [35] terriblemente real): le brotaba fuego de la boca, le relampagueaban los ojos, se oyó un rugido y el dragón pasó tres veces como una exhalación sobre la multitud. Todos se agacharon y algunos quedaron tendidos en el suelo. El dragón se alejó como un tren expreso y estalló sobre Delagua con un estruendo ensordecedor.

—¡Ésa es la señal para la cena! —dijo Gandalf. Un comentario muy oportuno, porque el temor y la alarma se disiparon como por arte de magia. Pero ahora tenemos que ir de prisa, en realidad, porque todo esto no es tan importante como parecía. Hubo una cena para todos los invitados. Pero también hubo una cena muy especial que se sirvió en el amplio pabellón donde estaba el árbol. Las invitaciones a esa cena se habían limitado a doce docenas, o una gruesa (además de Gandalf y el anfitrión), en las que se había incluido a todos los hobbits más importantes, y sus hijos mayores, a los que Bilbo estaba unido por lazos de parentesco o con los que tenía cierta relación, o a aquellos que lo habían tratado bien en alguna oportunidad, o que le despertaban cierto especial afecto. Habían sido invitados casi todos los Bolsón que estaban vivos; muchos Tuk (parientes de su madre); algunos Cavada (relacionados con su abuelo); docenas de Brandigamo (relacionados con su abuela), y diversos Redondo y Madriguera y Boffin y Ganapié, algunos de los cuales no estaban emparentados en absoluto con Bilbo, por lo que recordaban los historiadores de la región; algunos vivían incluso al otro lado de la Comarca, pero, claro está, todos eran hobbits. Ni siquiera se olvidó a los Sacovilla-Bolsón, primos hermanos por parte de su padre. Entre ellos y el señor Bolsón había habido cierta frialdad, como recordaréis, que se remontaba a unos 20 años atrás. Pero la tarjeta de invitación había sido tan lujosa, toda escrita en letras de oro, que no habían podido rechazarla. Además, su primo se había ido especializando en la cocina durante largo tiempo, y su mesa era muy apreciada incluso en esa época y en ese país, cuando la comida aún era todo lo que debía ser, y tan abundante que todos podían ejercitar su buen gusto y quedar satisfechos.

Los 144 invitados especiales esperaban un banquete agradable; aunque temían el discurso del anfitrión después de la cena. Bilbo era aficionado a insertar fragmentos de algo que él llamaba [36] «poesía»; y a veces, después de un vaso o dos, aludía a las aventuras absurdas que decía haber vivido mucho tiempo antes, durante su ridícula desaparición. Ninguno de los 144 invitados quedó chasqueado; el banquete fue muy agradable, un verdadero placer, en realidad: rico, abundante, variado y prolongado. La adquisición de provisiones en todo el distrito durante la semana siguiente fue casi nula, cosa sin importancia, pues el señor Bilbo había agotado las reservas de todas las tiendas, bodegas y almacenes a muchas millas a la redonda.

Una vez concluido el banquete (aunque no del todo), vino el discurso. La mayoría de los hobbits congregados allí se encontraba de un humor apacible, en ese delicioso estado en que «se repletan los últimos rincones», como ellos decían (sorbiendo sus bebidas favoritas y saboreando sus golosinas predilectas): sus temores habían desaparecido. Estaban preparados para escuchar cualquier cosa, y aplaudir en todas las pausas. Pero no estaban preparados para una sorpresa. Sin embargo, quedaron ciertamente sorprendidos; realmente sin aliento, algunos incluso se indigestaron.

Mi querido pueblo, comenzó el señor Bolsón incorporándose.

—¡Atención, atención, atención! —gritaron todos a coro, y parecían poco dispuestos a cumplir lo que ellos mismos aconsejaban. Entretanto, Bilbo dejó su lugar y se subió a una silla bajo el árbol iluminado. La luz de la linterna le caía sobre la cara radiante; los botones de oro resplandecían en el chaleco floreado. Todos podían verlo. Tenía una mano metida en el bolsillo. Levantó la otra.

¡Mis queridos Bolsón!, comenzó nuevamente. Y mis queridos Tuk, y Brandigamo y Cavada y Redondo y Madriguera y Ciñatiesa y Boffin y Ganapié.

—¡Ganapiés! —gritó un viejo hobbit desde el fondo. Tenía en verdad el nombre que merecía: los pies, que había puesto sobre la mesa, eran grandes y excepcionalmente velludos.

También mis buenos Sacovilla-Bolsón, a quienes doy por fin la bienvenida a Bolsón Cerrado. ¡Hoy es mi septuagésimo primer cumpleaños!

—¡Hurra! ¡Hurra! ¡Por muchos años! —gritaron, y golpearon alegremente sobre las mesas. Bilbo estaba magnífico. Ése era el tipo de discurso que les gustaba oír: corto, obvio, nada polémico. [37]

Deseo que lo estén pasando tan bien como yo.

Se oyeron aplausos ensordecedores. Gritos de Sí (y No). Ruido de cuernos y trompetas, pitos y flautas, y otros instrumentos musicales. Había muchos niños hobbits, porque los hobbits no obligaban a los niños a acostarse, especialmente cuando había la posibilidad de conseguir una comida gratis (la crianza de los niños hobbits demandaba una gran cantidad de alimentos). Había cientos de petardos musicales. Casi todos traían estampada la marca valle en alguna parte, dentro o fuera. Sólo Bilbo y uno que otro de sus amigos íntimos sabían qué significaba eso (y vosotros, por supuesto); pero eran petardos maravillosos. Dentro de los petardos venían unos instrumentos pequeños pero de fabricación perfecta y sonidos encantadores. En efecto, en un rincón, algunos de los Tuk y Brandigamo más jóvenes, en la creencia de que Bilbo había terminado su discurso (pues había dicho todo lo que tenía que decir), improvisaron una orquesta y se pusieron a tocar una pieza bailable. El joven Próspero Brandigamo[13] y Melba Tuk se subieron a una mesa y empezaron a bailar el aleteo, bonita danza aunque algo vigorosa. Pero Bilbo no había terminado.

Tomó la corneta que tenía uno de los niños y le arrancó tres fuertes notas. El ruido se calmó.

No los distraeré mucho tiempo, gritó. Estallaron nuevos aplausos. PERO los he reunido a todos con un propósito.

Algo en el tono de su voz hizo que algunos Tuk alzaran las orejas.

En realidad, con tres propósitos. En primer lugar, para decirles lo mucho que los quiero; y lo breves que son setenta y un años entre hobbits tan maravillosos y admirables.

Tremendo estallido de aprobación.

No conozco a la mitad de ustedes ni la mitad de lo que querría, y a menos de la mitad la conozco la mitad de lo que ustedes merecen.

Esta vez no hubo aplausos: era algo bastante difícil. Se oyeron algunos aplausos aislados; pero no todos habían tenido tiempo de descifrar lo que habían oído y de ver si podían entenderlo como un cumplido.

En segundo lugar, para celebrar mi cumpleaños, y los veinte años transcurridos desde mi regreso. No hubo aplausos; se oyeron inquietos susurros. [38]

Finalmente, ¡para hacer un anuncio! Dijo esto último en voz tan alta y tan repentinamente que todos los que pudieron hacerlo se incorporaron. Lamento anunciarles que aunque, como he dicho, 71 años es tiempo demasiado breve para vivir entre ustedes, éste es el FIN. Me marcho. Me voy después de la cena. ¡Adiós!

Bilbo bajó de la silla. Ciento cuarenta y cuatro hobbits se acomodaron en las sillas boquiabiertos y sin habla. El señor Ganapié quitó los pies de encima de la mesa. La señora Ganapié engulló un enorme chocolate y se atragantó. Siguió un silencio absoluto que se prolongó por casi cuarenta segundos, hasta que de pronto todos los Bolsón, Tuk, Brandigamo, Redondo, Cavada, Madriguera, Ciñatiesa, Boffin y Ganapié comenzaron a hablar al mismo tiempo.

—El hobbit está loco. Siempre lo dije. Hace bromas de mal gusto. Pretende sacarnos los pelos de los dedos de los pies (como decía un refrán hobbit). Quiere echar a perder una buena cena. ¿Dónde tengo el pañuelo? No voy a brindar a su salud ahora, sino a la mía. ¿Dónde está esa botella? ¿Va a casarse acaso? No con nadie que esté aquí esta noche. ¿Quién lo aceptaría? ¿Por qué «adiós»? ¿Adónde va a ir? ¿Qué deja? —Y así sucesivamente. Por último se oyó gritar al viejo Rory Brandigamo[14] (que había comido mucho pero que seguía muy despierto)—: ¿Dónde está, en todo caso? ¿Dónde está Bilbo?

No quedaban rastros del anfitrión.

Lo que ocurrió es que Bilbo Bolsón había desaparecido en silencio y sin que nadie lo advirtiera en medio de toda la charla. Mientras hablaba había estado jugueteando con un pequeño anillo[15] que tenía en el bolsillo del pantalón. Al bajar de la silla se lo había deslizado en el dedo; y nunca se lo volvió a ver en Hobbiton.

Cuando llegaron los carruajes en busca de los invitados no había nadie de quien despedirse. Los carruajes fueron desapareciendo, uno a uno, cargados con hobbits hartos pero curiosamente insatisfechos. Llegaron los jardineros (que habían sido llamados) y se llevaron en carretillas a quienes habían quedado rezagados, dormidos o incapaces de moverse. Cayó la noche y fue avanzando. Salió el sol. Los hobbits se levantaron bastante tarde. La mañana prosiguió.

[40]

He presentado este texto en su totalidad, porque en conjunto con el primero ofrece una base para describir los siguientes textos, de los que sólo se presentan algunos extractos; pero, como se observará, la Fiesta —los preparativos, los fuegos de artificio, el banquete— ya habían adquirido la forma que conservaría en la CA (págs. 43-49), con la excepción de unos cuantos detalles poco importantes de la narración (y, en casos aislados, de estilo). Esto es aún más sorprendente cuando nos damos cuenta de que en ese entonces mi padre aún no sabía claramente lo que haría: era el comienzo de un camino que no tenía una meta (pero véanse las págs. 60-61).

En el texto anterior no se incluyen ciertos cambios introducidos hacia el final del manuscrito. Del discurso de Bilbo se eliminaron la frase «En segundo lugar, para celebrar mi cumpleaños, y los veinte años transcurridos desde mi regreso» y el comentario «No hubo aplausos; se oyeron inquietos susurros» y se sustituyó lo que decía antes por el siguiente pasaje ampliado:

En segundo lugar, para celebrar NUESTROS cumpleaños: el mío y el de mi honorable y valiente padre. Un silencio incómodo y receloso. Soy sólo la mitad de lo que él es: tengo 72 años, él tiene 144. El número de ustedes fue elegido para celebrar cada uno de sus honorables años. Eso fue realmente espantoso: un verdadero rompecabezas, y algunos se sintieron insultados, como un 29 de febrero metido a la fuerza en un calendario para llenar un hueco.

Este cambio da toda la impresión de haber sido hecho en la misma época en que se escribió el manuscrito: se observa claramente que fue escrito con tinta y se diferencia de varias notas escritas de prisa a lápiz. Pero se trata de una falsa apariencia. ¿Por qué habría de referirse de esa manera Bilbo al viejo Bungo Bolsón, que había muerto hacía tantos años? Bungo era un típico Bolsón, «firme y comodón» (como se lo [41] describe en El hobbit), y sin duda murió sin perder sus fuerzas en su cama de Bolsón Cerrado. Es extraño que se lo defina como «valiente», y el que Bilbo diga «soy sólo la mitad de lo que él es» y «él tiene 144» es una extravagancia un tanto de mal gusto.

Esto se explica fácilmente: no era Bilbo quien lo decía, sino su hijo, Bingo Bolsón, que aparece por primera vez en la tercera versión de «Una reunión muy esperada». No valdría la pena referirse a esto si no fuese un ejemplo tan notable de cómo utilizaba mi padre un manuscrito como matriz de la siguiente versión, pero sin corregirlo coherentemente de punta a punta; por lo tanto, en este caso no introdujo ningún cambio estructural en la primera parte de la historia, pero en las últimas páginas del manuscrito escribió a lápiz «Bingo» al lado de «Bilbo» y volvió a redactar minuciosamente un pasaje del discurso de Bilbo para que pareciera que éste había perdido la razón, lo que confundió bastante al compilador en un comienzo. A mi juicio, es evidente que la súbita aparición de esta nueva idea tan radicalmente distinta fue lo que lo llevó a abandonar esa versión.

En otros cambios apresurados se sustituyó «septuagésimo primer» por «septuagésimo segundo» y «71» por «72» en todos los casos, y estos cambios también corresponden al nuevo relato que iba tomando forma. En la primera frase de este texto se dice que Bilbo tiene 70 años, al igual que en la primera versión, pero más adelante en el capítulo se lo sustituyó por 71 (nota 7 supra). En el texto original ya se decía que los invitados a la cena eran 144, pero no se hacía ningún comentario sobre esa cifra; su elección por un motivo especial sólo se menciona en la versión ampliada del discurso que se presentó anteriormente: «Tengo 72 años, él tiene 144. El número de ustedes fue elegido para celebrar cada uno de sus honorables años». Es indudable que se sustituyó 71 por 72 porque 72 es la mitad de 144. Lo que surgió en primer lugar fue el número de invitados, cuando aún era Bilbo el protagonista del relato, y en un comienzo no tenía ningún sentido fuera de ser una docena de docenas, una gruesa.

Cabe mencionar varios otros puntos. Gandalf estaba presente en la cena; el Tío Gamyi aún no había surgido, pero el «viejo Rory Brandigamo» hace su primera aparición (en lugar de Inigo Cavada-Tuk, véase la nota 14 supra); y Bilbo no desaparece con un relámpago enceguecedor. En cada nueva etapa aumenta el número de las familias hobbits: aquí aparecen los Brandigamo y se añadió a lápiz a los Ciñatiesa, a quienes se mencionaría en la tercera versión original.

[42]

(iii)

Tercera versión

El tercer borrador es una versión completa de «Una reunión muy esperada» y un manuscrito claro que tiene relativamente pocas correcciones posteriores. En esta sección las notas numeradas también se presentan al final (pág. 50).

En el análisis del cambio introducido en el discurso de Bilbo en la segunda versión ya se ha mencionado el elemento más importante de la tercera: el relato no se refiere a Bilbo, sino a su hijo. Refiriéndose a esta sustitución, Humphrey Carpenter dice (Una biografía, págs. 206 y 207):

Tolkien no tenía aún una idea clara acerca del tema de su nueva narración. Al final de El hobbit había dicho: «Bilbo continuó muy feliz hasta el fin de sus días, y éstos fueron extraordinariamente largos». ¿Cómo podía entonces el hobbit, sin contradecir lo anterior, tener nuevas aventuras dignas de llamarse así? ¿Acaso no había explorado la mayor parte de las posibilidades del carácter de Bilbo? Tolkien decidió entonces introducir a un nuevo hobbit, el hijo de Bilbo, a quien dio el nombre de una familia de ositos koala de juguete que tenían sus hijos. «Los Bingo».[16] De modo que tachó «Bilbo» en el primer borrador y escribió encima «Bingo».[17]

Ésta es una explicación verosímil. Sin embargo, en el primer borrador mi padre escribió que el único propósito del relato de la fiesta de cumpleaños «es explicar que Bilbo Bolsón se casó y tuvo muchos hijos, porque os contaré una historia sobre uno de sus descendientes» (en la segunda versión no se nos da ninguna indicación de todo lo que sucedería después de la fiesta, aunque es posible que haya un indicio de algo similar en las palabras [pág. 35] «Pero ahora tenemos que ir de prisa, en realidad, porque todo esto no es tan importante como parecía»). Por otra parte, en algunas notas hechas en un comienzo (pág. 58) se encuentran indicaciones explícitas de que por un tiempo de hecho se pretendía que fuese Bilbo quien tuviera la nueva «aventura».

La primera parte de la tercera versión es casi del todo diferente de las dos anteriores, y aquí la presento en su totalidad e incluyo unos pocos cambios hechos en un comienzo.

Una reunión muy esperada

Cuando Bingo, hijo de Bilbo, de la muy conocida familia Bolsón, se disponía a celebrar su [quincuagésimo quinto >] [43] septuagésimo segundo[18] cumpleaños, corrieron algunos rumores en el vecindario, y la gente empezó a recordar. Los Bolsón eran una familia más bien numerosa de esa región, y respetada por muchos; pero Bingo pertenecía a una rama de la familia que era un tanto excéntrica, y se contaban algunas historias extrañas sobre ella. El padre de Bingo, como algunos recordarán todavía, había provocado cierta conmoción en Hobbiton y Delagua: había desaparecido después del desayuno un 30 de abril y no había regresado hasta el almuerzo del 22 de junio del año siguiente. Un incidente muy extraño del que nunca había dado una explicación satisfactoria. Por supuesto, había escrito un libro sobre el tema, pero nunca había sido tomado muy en serio ni aun por aquellos que lo habían leído. No conviene hablarles a los hobbits de los dragones: o bien no os creen o se sienten incómodos; y en ambos casos tienden a evitaros después.

Es cierto que Bilbo Bolsón pronto había vuelto a comportarse (más o menos) normalmente y, aunque nunca había recuperado del todo su reputación, se convirtió en una figura que gozaba de aceptación en el vecindario. Probablemente nunca se lo haya vuelto a considerar como un «hobbit digno de confianza», pero ciertamente era un «hobbit cordial». Por un motivo inexplicable Bilbo había comenzado a gozar de una situación más que acomodada, de hecho, francamente acaudalada; de modo que, como es natural, estaba en buenas relaciones con todos sus vecinos y parientes (excepto, claro está, con los Sacovilla-Bolsón). Bilbo hizo otras dos cosas que dieron que hablar: se casó a los setenta y un años (un poco pero no demasiado tarde para un hobbit), eligiendo a una novia del otro lado de la Comarca y dando una fiesta de boda memorablemente esplendorosa; desapareció (junto con su esposa) poco antes de su cumpleaños centesimodecimoprimero, y nunca se lo volvió a ver. Los habitantes de Hobbiton y de Delagua sintieron que se los había privado de un funeral (aunque no esperaban que éste se produjera antes de que transcurrieran muchos años), de modo que tuvieron bastante de que hablar. Su residencia, su riqueza, su posición (y el dudoso respeto de sus vecinos) fueron heredados por su hijo Bingo, justo antes de su cumpleaños (que coincidía con el de su padre). Por supuesto, Bingo era un joven [44] de 39 años al que apenas le habían salido las muelas del juicio; pero de inmediato se hizo merecedor de la reputación de excéntrico que tenía su padre: nunca guardó luto por sus padres y decía no creer que habían muerto. Ante la obvia pregunta: «¿Dónde están entonces?», respondía simplemente con un guiño. Vivía solo y pasaba mucho tiempo fuera de casa. Frecuentaba a los miembros de la familia Tuk (parientes de su abuela y amigos de su padre) que tenían peores modales, y también sentía un gran afecto por algunos Brandigamo. Eran parientes de su madre. Ella era Prímula Brandigamo[19] de los Brandigamo de Los Gamos, en la otra orilla del Río Brandivino al otro lado de la Comarca y en el linde del Bosque Viejo, una región sospechosa.[20] Los habitantes de Hobbiton no sabían mucho de esa región, y tampoco de los Brandigamo; aunque algunos habían oído decir que eran ricos, y que podrían haberlo sido aún más de no ser por cierta «imprudencia»: generosidad, eso es, aunque ésta no había beneficiado a muchos.

En todo caso, Bingo ya llevaba viviendo unos 33 [16 >] años[21] en Bolsón Cerrado Bajo la Montaña sin haber provocado ningún escándalo. Quizá sus fiestas fuesen un tanto bulliciosas a veces, pero a los hobbits no les importa ese tipo de bullicio de vez en cuando. Gastaba dinero con soltura y sobre todo en la región. Ahora los vecinos se habían dado cuenta de que planeaba algo muy excepcional en lo que a fiestas se refería. Naturalmente, comenzaron a recordar y a mover la lengua, y junto a cada chimenea volvieron a hacer conjeturas sobre la riqueza de Bingo y a calcularla una vez más. De hecho, la magnificencia de los preparativos pasó a ser mucho más importante que los cuentos de los viejos sobre la desaparición de su padre.

—Después de todo —como dijo el viejo Tío Gamyi de Bolsón de Tirada—,[22] sus enredos son asuntos viejos y olvidados; esta fiesta se celebrará este mismo mes. —Esto sucedía a comienzos de septiembre; un septiembre tan hermoso como se pudiera pedir. Alguien empezó a hablar de fuegos de artificio. Poco después se aceptó que habría fuegos de artificio como no se habían visto durante más de un siglo, desde la muerte del Viejo Tuk. [45]

Es interesante observar la aparición de estas dos cifras, 111 y 33, aunque más adelante el contexto varía: según este texto, Bilbo tenía ni años cuando se iba de la Comarca y Bingo vivía durante 33 años en Bolsón Cerrado antes de dar la fiesta de despedida; posteriormente, Bilbo cumplía 111 años cuando se celebraba la fiesta —cuando había vuelto a convertirse en su fiesta— y Bingo (Frodo) cumplía 33 años en la misma fecha.

En este pasaje también vemos que aparecen elementos muy importantes de la topografía y la toponimia: Los Gamos, el Brandivino y el Bosque Viejo. Véase la nota 20, en la que se presentan los nombres incluidos en un comienzo.

En esta versión mi padre se basó fielmente en la segunda versión corregida (págs. 31-38) para describir los preparativos de la Fiesta, la Fiesta misma y lo que sucedía inmediatamente después, añadiendo algunos detalles aquí y allá, pero en general limitándose a copiarla (y, por supuesto, sustituyendo «Bilbo» por «Bingo» en los casos necesarios). A continuación presento una lista de interesantes cambios —aunque en su mayoría de menor importancia— que aparecen en la nueva narración. Las páginas indicadas corresponden a la segunda versión.

(32-33) La «B bajo una corona» en el carromato conducido por Hombres se convierte en una «B amarilla» y la «B» fue sustituida en el texto por una «V» («Valle»).
Cuando los Hombres vuelven a bajar de la Colina, se añade que «los elfos y los enanos no regresaron», y el «ejército de cocineros» llegaba a «ayudar a los elfos y a los enanos (que al parecer se hospedaban en Bolsón Cerrado y se dedicaban a muchas tareas misteriosas)».
Ahora aparece el cartel colocado en la puerta en el que se prohibía la entrada a Bolsón Cerrado y «se había abierto una entrada especial en la barranca que daba al camino, y se habían construido allí unos escalones anchos y una gran puerta blanca» (al igual que en la CA). El Tío Gamyi reaparece: «llegaba incluso simulando que se ocupaba del jardín»
El día de la fiesta seguía siendo un sábado (22 de septiembre).
Muchos de los juguetes («algunos evidentemente mágicos») que venían del Valle eran «una obra auténtica de los enanos». [46]
(35) No es Gandalf sino Bingo quien al terminar los fuegos de artificio dice: «¡Ésa es la señal para la cena!»; y aunque en un comienzo se decía, al igual que en la segunda versión, que había 144 invitados sin contar al anfitrión ni a Gandalf, esto fue tachado (véase la pág. 137, nota 85).
Se incluye el nombre de otra familia de hobbits en la lista de invitados: «y una selección de los Madriguera, Calmoso, Ciñatiesa, Boffin y Ganapié»; pero «Calmoso» fue sustituido por «Corneta», nombre que también se añadió a lápiz en el texto en pasajes posteriores del capítulo. Los Bolger aparecen en adiciones hechas a lápiz y están presentes desde el principio en la cuarta versión. En la carta enviada al periódico Observer y publicada el 20 de febrero de 1938 (Cartas n.º 25) mi padre decía: «La lista completa de las familias más ricas es: Bolsón, Boffin, Bolger, Ciñatiesa, Brandigamo, Madriguera, Redondo, Cavada, Corneta, Ganapié, Sacovilla y Tuk». Mediante un cambio hecho a lápiz, los Cavada dejaron de ser parientes del abuelo de Bingo para convertirse en parientes de su abuela; y los Redondo, de quienes se decía originalmente que eran parientes de su abuela, pasaron a ser parientes de su abuelo.
En las versiones primera y segunda se decía que algunos hobbits que asistían a la fiesta venían «del otro lado de la Comarca», pero ahora se dice que algunos de ellos «ni siquiera vivían en ese país», frase que fue sustituida por «en esa Comarca»; y en la cuarta versión se conservó la frase «en esa Comarca». El empleo de «esa» en lugar de «la» hace pensar que esta última expresión aún estaba en proceso de aparición (véase también el Prólogo del SA, pág. 15: «Los Hobbits denominaron a estas tierras la Comarca, región bajo la autoridad del Thain»).
En este caso, la frialdad entre los Bolsón de Bolsón Cerrado y los Sacovilla-Bolsón no se ha prolongado por 20 años como en las primeras dos versiones, sino «por unos setenta y cinco años y más»: esta cifra corresponde a 111 (la edad de Bilbo cuando desaparecía) menos 51 (según El hobbit, «rondaba los cincuenta años» en la época de su gran aventura), además de los 16 años durante los cuales Bingo había vivido solo en Bolsón Cerrado. Se sustituyó «setenta y cinco» por «noventa» (una cifra redonda), que responde a la sustitución de 16 por 33 (pág. 44). [47]
(36) Bingo tenía la costumbre de hablar de «las absurdas aventuras de su “valiente y famoso” padre».
(37) Los dos jóvenes hobbits que se subían a la mesa y empezaban a bailar siguen siendo Próspero Brandigamo y Melba Tuk, pero se hizo un cambio a lápiz que transformó a Melba en Arabella y luego en Amanda.
Al igual que Bilbo en la CA (pág. 47), Bingo dice ahora: «y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece».
El «segundo propósito» de Bingo se describe exactamente con las mismas palabras empleadas en la segunda versión (véase la pág. 40): «para celebrar nuestros cumpleaños: el mío y el de mi honorable y valiente padre. Soy sólo la mitad de lo que él es: tengo 72 años, y él tiene 144», etc.
(38) Los comentarios que siguen a la última frase de Bingo comienzan con lo siguiente: «El hobbit está loco. Siempre lo dije. Y su padre. Ya lleva 33 años muerto, lo sé. 144, nada más que disparates». Y Rory Brandigamo grita: «¿Dónde está Bilbo?, ¡maldición!, Bingo quiero decir. ¿Dónde está?».
Después de «nunca se lo volvió a ver en Hobbiton», se añade: «El anillo era el regalo de despedida de su padre».

A partir del punto en que termina la segunda versión con las palabras «La mañana prosiguió», la tercera retoma el borrador original (pág. 25) y lo reproduce bastante fielmente hasta poco antes del final, empleando casi las mismas frases y conservando gran parte de la lista original (modificada, pág. 29, nota 5) de los nombres y de las etiquetas que corresponden a quienes reciben regalos procedentes de Bolsón Cerrado, que ahora, claro está, son regalos del hijo de Bilbo, Bingo.

Semolina Bolsón: de ella se dice que era «una tía, o una prima hermana de su padre».

Caramella Tuk (más adelante sustituido por Bolger) «había resultado favorecida entre los primos más jóvenes y más lejanos [de Bingo]».

Obo Tuk-Tuk, que recibe una cama de plumas, sigue siendo un tío abuelo, pero en el manuscrito se sustituyó a Obo por Rollo.

Gorboduc (> Orlando) Cavada, que aparecía en el primer borrador y recibía una pluma de oro, pasa a ser Orlando Madriguera.

Mungo Tuk, Inigo Cavada-Tuk y Angélica Bolsón vuelven a aparecer; [48] y, antes de mencionar a la señora Sacovilla-Bolsón al final de la lista, se habla de otras dos personas que reciben regalos:

Para la colección de Hugo Ciñatiesa, de un contribuyente, en una biblioteca (vacía). Hugo solía pedir libros prestados y la mayoría de las veces no los devolvía.

Para Cósimo Redondo, haz de cuenta que es tuyo, Bingo, en un barómetro. Cósimo tenía la costumbre de golpearlo con un dedo regordete cada vez que lo visitaba. Tenía miedo de mojarse, y usaba bufanda e impermeable durante todo el año.

Para Grimalda [> Lobelia] Sacovilla-Bolsón, como regalo, en una caja de cucharas de plata. Bilbo Bolsón creía que Lobelia se había apoderado de una buena cantidad de sus cucharas mientras estaba ausente, más de noventa años atrás. Bingo también lo creía y Grimalda [> Lobelia] lo sabía.

También se dice que «Bingo había distribuido cuidadosamente sus tesoros: libros, cuadros, y una colección de juguetes. Había encontrado un muy buen hogar (aunque pasajero) para sus vinos. Le regaló la mayoría de ellos a Marmaduque Brandigamo» (predecesor de Meriadoc). Se reproduce bastante fielmente el original en lo que respecta a la falta de dinero y joyas, así como a la notificación legal en la que se indica que Bolsón Cerrado queda en poder de los Sacovilla-Bolsón (pero el primo de Bilbo pasa a llamarse Otho y los Sacovilla-Bolsón pueden instalarse en Bolsón Cerrado a partir del 24 de septiembre): «y se habían adueñado de Bolsón Cerrado después de todo, aunque habían tenido que esperar 93 años más de lo que habían supuesto»: 111 menos 51 más 33, véanse las págs. 46-47.[23] Sancho Ganapié hace su aparición, excavando en la despensa donde le había parecido que sonaba a hueco (al igual que en la CA, pág. 61); Otho Sacovilla-Bolsón lo golpea y solamente logran expulsarlo los abogados, llamados originalmente «Cavada y Madriguera», al igual que en El hobbit y que luego fueron sustituidos por «los señores lago Cavada y Folco Madriguera (los abogados de Bingo)».

Presento la conclusión de la tercera versión en su totalidad.

El hecho es que el dinero de Bingo se había vuelto legendario, y todos estaban perplejos y ansiosos, aunque no perdían las esperanzas. Cómo se habría reído… En verdad, estaba lo más próximo a la risa que se atrevía a estar en ese momento, porque estaba escondido en un gran aparador que había fuera del comedor, y podía oír buena parte del bullicio. Por supuesto, no se había metido en el aparador con la intención de esconderse [49] sino para evitar que tropezaran con él, porque se había vuelto totalmente invisible. Tenía que reír a solas y en silencio, pero de todos modos se divertía con la broma: estaba tomando un cariz muy similar al que esperaba.

Supongo que ahora todos comienzan a comprenderlo claramente, salvo los ansiosos y ávidos hobbits. El hecho es que (a pesar de algunas cosas que había dicho en el discurso después de la cena), de pronto Bingo se había hartado de todos ellos. La vena Tuk se había apoderado súbita y violentamente de él, aunque, claro está, no todos los Tuk compartían esa aviesa característica, porque sus madres eran Redondo, Corneta, Bolger, Ciñatiesa, Cavada y qué sé yo; pero en general los Tuk eran los hobbits más alegres e imprevisibles. También os puedo decir algo más, en caso de que aún no los hayáis adivinado: ¡a Bingo no le quedaba nada de dinero ni joyas! Prácticamente nada, para ser más precisos. Nada digno de ponerse a excavar en un agradable agujero-hobbit. En esa época el dinero rendía prodigiosamente y se podían conseguir muchas cosas sin él; pero Bingo había despilfarrado los últimos 500 ducados que le quedaban en la fiesta de cumpleaños. Se había comportado como un Brandigamo. Después de eso se quedó sin nada, salvo los botones de su chaleco, una bolsita con monedas, y su anillo. Se las había ingeniado para gastar todo el resto a lo largo de 33 años: lo que había recibido, es decir de su padre, que había gastado un poco también en cincuenta años[24] (y que había necesitado algo de dinero para sus viajes).

Y bien, así es. Todo llega a su fin. Empezó a anochecer. Bolsón Cerrado quedó vacío y triste. La gente se marchó, la mayoría disputando y discutiendo. Se oían las voces subiendo por la Colina en la oscuridad. Pocos pensaban en Bingo. Decidieron que se había vuelto loco y que había huido, y que había un Bolsón menos y que eso era todo. Por supuesto, se sentían molestos por el legendario dinero, pero los esperaba una taza de té. Desde luego, hubo varios que lamentaron su súbita desaparición: algunos de sus amigos más jóvenes estaban realmente acongojados. Pero no todos se habían despedido de él. Eso se explica fácilmente, y pronto se lo explicará. [50]

Bingo salió del aparador. Estaba oscureciendo. Según su reloj, eran las seis. La puerta estaba abierta, porque se había guardado la llave en el bolsillo. Salió, cerró la puerta (no quitó la llave), y contempló el cielo. Las estrellas ya empezaban a aparecer.

—Va a ser una noche espléndida —dijo—. ¡Qué broma! Bien, no debo dejarlos esperando. Nos vamos. ¡Adiós! —Bajó trotando por el jardín, saltó la cerca y fue hacia los prados, y pasó como un invisible susurro de viento entre las briznas.

[51]

Nota sobre los nombres de los hobbits

Como se observará, ya desde un comienzo se manifiesta el entusiasmo de mi padre por los nombres de las familias de hobbits de la Comarca y las relaciones entre ellas, de las que surgirían todas las ramificaciones genealógicas. En ningún otro caso introdujo tantos cambios. Además de Bilbo y Bungo Bolsón y Belladona Tuk, que aparecían en El hobbit, ya hemos encontrado los siguientes nombres:

Bolger: Caramella (que sustituyó a Caramella Tuk).

Bolsón: Angélica; Inigo; Semolina.

Brandigamo: Amalda > Prímula; Marmaduque; Orlando > Próspero; Rory.

Cavada: Gorboduc > Orlando; Iago.

Cavada-Tuk: Inigo. [52]

Ciñatiesa: Hugo.

Ganapié: Sancho.

Madriguera: Folco; Orlando (que sustituyó a Orlando Cavada).

Redonda: Cósimo.

Sacovilla-Bolsón: Amalda > Lonicera o Griselda > Grimalda > Lobelia; Sago > Cosmo > Otho.

Tuk: Caramella; Melba > Arabella > Amanda; Mungo.

Tuk-Tuk: Obo > Rollo.

(iv)

Cuarta versión

En el manuscrito de la tercera versión se introdujeron dos nuevos cambios que suponen una importante modificación. Fueron hechos con mucho cuidado, en tinta roja, pero en el texto posterior no se hicieron los cambios concomitantes. En la primera frase del capítulo (pág. 43), se sustituyó «Bingo, hijo de Bilbo» por «Bingo Bolger-Bolsón»; y en la tercera frase se modificó «El padre de Bingo» por «El tío (y tutor) de Bingo, Bilbo Bolsón».

Pasamos entonces a una nueva etapa, en la que «la reunión muy esperada» sigue siendo la fiesta de Bingo, no de Bilbo, pero Bingo es su sobrino, no su hijo, y la boda de Bilbo (como me parece inevitable) queda descartada.

Mi padre escribió la cuarta versión a máquina. Más adelante, introdujo muchas modificaciones en el texto, pero esos cambios corresponden a la segunda etapa de escritura de La Comunidad del Anillo, y no los he incluido aquí. Las alteraciones introducidas en la tercera versión, a las que acabo de referirme, se incorporaron luego en el texto (que, por lo tanto, comienza con la frase «Cuando Bingo Bolger-Bolsón de la muy conocida familia Bolsón se disponía a celebrar su septuagésimo segundo cumpleaños …»), pero a partir de ese punto el texto es una copia exacta de la tercera versión hasta la frase «estaba en buenas relaciones con todos sus vecinos y parientes (excepto, claro está, con los Sacovilla-Bolsón)» (pág. 43). Aquí el nuevo texto se aparta del anterior.

Pero las gentes no lo molestaban mucho. Pasaba mucho tiempo fuera de casa. Y si estaba allí, nunca se sabía con quién podía estar: hobbits de familias pobres, o gentes de villas remotas, enanos, e incluso elfos a veces. [53]

Bilbo hizo dos cosas más que dieron que hablar. A la edad de noventa y nueve años adoptó a su sobrino; o, para ser más precisos (Bilbo tenía la costumbre de llamar sobrino o sobrina a cualquier persona), al hijo de un primo hermano, Bingo Bolger, un muchacho de veintisiete años. Sabían muy poco de él, y lo que sabían no era muy bueno (decían). En realidad, Bingo era hijo de Prímula Brandigamo (y de Rollo Bolger, un individuo poco importante); y ella era hija de Mirabella Tuk (y de Gorboduc Brandigamo, un individuo más bien importante), y era una de las tres extraordinarias hijas del Viejo Tuk, que por largo tiempo había sido el jefe de los hobbits que vivían al otro lado de El Agua. Y así es como reaparecen los Tuk, provocando problemas como siempre, especialmente cuando se mezclan con los Brandigamo. Porque Prímula era una Brandigamo de Los Gamos, de la otra orilla del Brandivino, al otro lado de la Comarca y en el linde del Bosque Viejo, una región sospechosa. Los habitantes de Hobbiton no sabían mucho de esa región, y tampoco sabían mucho acerca de los Brandigamo; aunque algunos habían oído decir que eran ricos, y que podrían haberlo sido aún más, de no ser por su imprudencia. En Hobbiton no sabían con certeza lo que les había ocurrido a Prímula y su esposo. Corrían rumores sobre un accidente durante un paseo en bote por el Río Brandivino, ese tipo de cosas que solían hacer los Brandigamo. Algunos decían que Rollo Bolger había muerto siendo joven por comer demasiado; otros decían que su peso había hundido el bote.

Sea como sea, Bilbo Bolsón adoptó al señorito Bolger, anunció que lo haría su heredero, le cambió el nombre por Bolger-Bolsón, y con eso ofendió aún más a los Sacovilla-Bolsón. Entonces, poco antes de su cumpleaños centesimodecimoprimero, Bilbo desapareció finalmente y nunca volvieron a verlo en Hobbiton. Sus parientes y vecinos perdieron la oportunidad de asistir a un funeral, y tuvieron mucho de qué hablar. Pero eso no importaba: Bingo Bolger-Bolsón heredó la residencia de Bilbo, su riqueza, su posición (y el dudoso respeto de los hobbits más influyentes).

Bingo era un joven de treinta y nueve años y apenas le habían salido las muelas del juicio; pero de inmediato empezó a hacerse merecedor de la reputación de excéntrico que tenía su tío. [54] Se negó a guardar duelo y esa misma semana dio una fiesta de cumpleaños, para él y para su tío (cumplían años el mismo día). En un comienzo, la gente se escandalizó, pero él siguió celebrándolo año tras año, hasta que se acostumbraron a la fiesta. Bingo decía no creer que Bilbo Bolsón estuviese muerto. Ante la obvia pregunta «¿Dónde está entonces?», respondía simplemente con un guiño. Vivía solo y pasaba mucho tiempo fuera de casa. Frecuentaba a los miembros de la familia Tuk que tenían peores modales (relacionados con su abuela); y también sentía gran afecto por los Brandigamo (parientes de su madre).

Sea como sea, Bingo Bolger-Bolsón ya había sido el dueño de Bolsón Cerrado Bajo la Montaña durante treinta y tres años sin haber hecho nada extravagante. A veces daba fiestas algo bulliciosas…

Con Gorboduc Brandigamo y Mirabella Tuk (una de las «tres extraordinarias hijas del Viejo Tuk» mencionadas en El hobbit), la genealogía pasa a ser la del SA, con la excepción de que el esposo de Prímula Brandigamo (Bilbo en la tercera versión) no es Drogo Bolsón sino Rollo Bolger; y vuelve a aparecer el accidente durante un paseo en bote (véase la pág. 39 nota 8).

A partir de este punto y hasta el final, el texto mecanografiado es muy similar a la tercera versión (corregida) y no hay mucho más que añadir. Por supuesto, Bilbo pasa a ser el «tío» de Bingo en todo el texto; Bingo tenía la costumbre de hablar de las «absurdas aventuras de su “valiente y famoso” tío» (véase la pág. 47). Pero, con este cambio, las alusiones a su propia edad y a la edad de su tío que hace Bingo en su discurso y el número de invitados a la fiesta no sufren ninguna modificación, y «El anillo era el regalo de despedida de su tío» (ibíd.).

Algunos cambios de menor importancia en la redacción hacen que el texto se asemeje más al definitivo de la CA; por ejemplo, mientras que en la tercera versión se dice que Rory Brandigamo «había comido mucho pero seguía siendo más despierto que muchos», ahora se dice que «ni la edad ni la sorpresa ni la gran comilona le habían nublado del todo la razón». Pero ciertamente sería poco práctico describir siquiera en parte la evolución de la redacción entre versiones similares. Sin embargo, hay algunos cambios secundarios en la narración, que presento en las siguientes notas; el número de las páginas corresponde a aquellas en que aparecen los pasajes pertinentes en versiones anteriores. [55]

(44)El Tío Gamyi tenía algo más que decir:

—El señor Bolger Bolsón es un caballero hobbit muy bien hablado, como he dicho siempre. —Y eso era cierto, pues Bingo siempre había sido muy cortés con el Tío Gamyi, le decía «señor Gamyi» y hablaba de patatas con él por encima de la cerca.

(33, 45)La fiesta se celebra el jueves (no el sábado) 22 de septiembre (esto corresponde a un cambio hecho en el texto mecanografiado, pero con mucho cuidado sobre la palabra borrada y evidentemente cuando se estaba escribiendo el texto a máquina).

(46)Después de los fuegos de artificio no se vuelve a mencionar a Gandalf en el capítulo.

(37, 47)Los jóvenes hobbits que bailaban sobre una mesa son Próspero Tuk y Melissa Brandigamo.

(47-48)Se introducen varios cambios en los nombres de las personas que reciben regalos de Bolsón Cerrado: Caramella (Tuk >) Bolger se convierte en Caramella Redondo; el comatoso Rollo Tuk-Tuk pasa a ser Fosco Bolger (y es tío de Bingo); Inigo Cavada-Tuk, el glotón, que había sobrevivido del primer borrador, se convierte en Inigo Cavada, y Cósimo Redondo, el que tenía la costumbre de golpear el barómetro, pasa a ser Cósimo Corneta.

(48)En este texto se añade que «Los hobbits más pobres recibieron muy buenos regalos, especialmente el viejo Tío Gamyi, que recibió alrededor de media tonelada de patatas»; que Bingo tenía una colección de juguetes mágicos, y que él y sus amigos se bebían casi todo el vino, y que Marmaduque Brandigamo aún recibía lo que quedaba.

(27, 48)La notificación legal en el vestíbulo de Bolsón Cerrado es más larga y a continuación se añade un nuevo pasaje:

Con ocasión de su partida y por la presente, el señor Bingo Bolger-Bolsón lega hace entrega y transfiere a modo de obsequio la apetecible propiedad y casa de vivienda o agujero habitable conocido como Bolsón-Cerrado Bajo la Montaña junto con las tierras que le pertenecen y las tierras anexadas al señor Otho Sacovilla-Bolsón y su esposa Lobelia para su propiedad custodia posesión ocupación conjunta o para que las den en alquiler o dispongan de ellas a voluntad a partir del [56] veinticuatro de septiembre del septuagésimo segundo año del antedicho Bingo Bolger-Bolsón y del centesimocuadragesimocuarto año de Bilbo Bolsón que en su calidad de ex dueños legales renuncian por la presente a todo derecho a la propiedad mencionada a partir de la fecha antedicha.

La notificación estaba firmada por Bingo Bolger-Bolsón en nombre propio y de su tío. Bingo no era abogado y simplemente se expresaba en esos términos para satisfacer a Otho Sacovilla-Bolsón, que sí lo era. Otho se sintió ciertamente complacido, pero es difícil decir si eso se debió a los términos empleados o a la propiedad. De todos modos, tan pronto como hubo leído la notificación gritó: «¡Nuestra al fin!». De modo que supongo que todo estaba en orden, al menos de acuerdo con las nociones legales de los hobbits. Y así fue como los Sacovilla-Bolsón se adueñaron finalmente de Bolsón Cerrado, aunque se habían visto obligados a esperar noventa y tres años más de lo que habían supuesto.

(48)Los abogados que expulsaban a Sancho Ganapié no aparecen.

En el pasaje en el que se describe el carácter de los Tuk se añade lo siguiente: «y como habían heredado una enorme fortuna y una intrepidez nada despreciable del Viejo Tuk, se comportaron con mucha altanería en algunas oportunidades».

(49)Se modificó la frase en que se decía que Bilbo «había gastado un poco también en cincuenta años»; el nuevo texto dice: «… es decir, lo que le había dejado su tío; porque Bilbo había gastado un poco en su época».

«Unos pocos se sintieron acongojados por su súbita desaparición; uno o dos no se sintieron acongojados, porque estaban al tanto, pero no se encontraban en Bolsón Cerrado.»

Por lo tanto, nunca se explica la razón por la cual Bingo (o Bilbo en la primera versión), que ahora tenía graves problemas de dinero (lo que constituye uno de los motivos de su desaparición), simplemente cedía «la apetecible propiedad conocida como Bolsón Cerrado» a los Sacovilla-Bolsón «a modo de obsequio».

Antes de llegar a la estructura definitiva se produjeron otros giros en esta evolución increíblemente intrincada, pero por un tiempo éste fue el texto del capítulo inicial, y Bingo Bolger-Bolsón, «sobrino» o, más correctamente, hijo de un primo hermano de Bilbo Bolsón, aparece en todo el texto original del Libro Primero de La Comunidad del Anillo. [57] A continuación presento un breve resumen de los principales cambios y etapas que aparecen hasta este punto.

Una reunión muy esperada
Versión I Bilbo da la fiesta, tiene 70 años («os contaré una historia sobre uno de sus descendientes»).
Versión II Bilbo da la fiesta, tiene 71 años.
Versión III Bilbo está casado, y desaparece de Hobbiton con su esposa (Prímula Brandigamo) a los 111 años.
Su hijo Bingo Bolsón da la fiesta, tiene 72 años.
Versión IV Bilbo, que es soltero, adopta a su joven primo Bingo Bolger (hijo de Prímula Brandigamo), le cambia el nombre por el de Bingo Bolger-Bolsón, y desaparece de Hobbiton a los 111 años.
Su primo adoptivo Bingo Bolger-Bolsón da la fiesta, tiene 72 años.

(v)

«El cuento que se está cocinando»

Es la cuarta versión (que, según una anotación en el texto mecanografiado, había sido enviada a Allen & Unwin) a la que se refería mi padre en la carta que le escribió a Charles Furth el 1 de febrero de 1938, seis semanas después de empezar el nuevo libro:

¿Le preguntaría usted al señor Unwin si su hijo [Rayner Unwin, que entonces tenía doce años], un crítico en quien puede confiarse, querría leer el primer capítulo de la continuación de El hobbit? La he pasado a máquina. No tengo confianza en él, pero si su hijo lo considera un principio promisorio, podría agregarle el cuento que se está cocinando.

¿Qué era el «cuento que se está cocinando»? Los textos de «Una reunión muy esperada» no ofrecen ningún indicio, excepto que al final de la tercera versión (pág. 50) se indica claramente que cuando Bingo partía de Bolsón Cerrado iba a encontrarse con algunos de sus amigos [58] más jóvenes y a marchase con ellos, y ya al final del primer borrador se encuentra una alusión a esto (pág. 28); en la cuarta versión se repite la idea y «uno o dos» de sus amigos estaban «al tanto» y «no se encontraban en Bolsón Cerrado» (pág. 56). Por supuesto, también es evidente que Bilbo no está muerto; y (sabiendo lo que sucederá más adelante), podemos considerar las referencias a Los Gamos y al Bosque Viejo (págs. 44, 53) como otras alusiones a la misma idea.

Pero algunos apuntes que datan de esa época, escritos en las dos caras de una misma hoja, ofrecen cierto indicio de lo que se estaba «cocinando». En el primer apunte dice:

Bilbo se va con 3 sobrinos Tuk: Odo, Frodo y Drogo [sustituidos por Odo, Drogo y Frodo]. Sólo lleva una pequeña bolsa con dinero. Caminan durante toda la noche, hacia el este. Aventuras: criatura parecida a un troll: casa de una bruja en el camino a Rivendel. Elrond nuevamente [agregado: (¿siguiendo el consejo de Gandalf?) ]. Cuento en casa de Elrond.

Dónde está G[andalf], pregunta Odo; B. dijo que ya era bastante mayor e imprudente como para saber cuidarme. Pero yo diría que va a aparecer, suele hacer ese tipo de cosas.

A continuación hay una nota en la que se indica que Odo no creía más que una cuarta parte de las «historias de B.», pero Drogo era menos escéptico y Frodo creía «casi todas» las historias. El carácter de este último sobrino quedó definido desde un comienzo, aunque el personaje estaba destinado a desaparecer (véase la pág. 93): no es el precursor de Frodo en el SA. Da la impresión de que todo esto fue escrito en la misma época. Debe de corresponder a la segunda versión (inconclusa) de «Una reunión muy esperada», puesto que es Bilbo quien «se va» (más adelante, mi padre puso entre paréntesis la frase «Bilbo se va con 3 sobrinos Tuk» y escribió «Bingo» encima). Posiblemente esto signifique que cuando Bilbo se marchaba con sus sobrinos Gandalf ya no estaba presente.

A continuación se escribió a lápiz: «Que la devolución del anillo sea un motivo». Esto se refiere indudablemente a un comentario que aparece en la tercera versión: «El anillo era el regalo de despedida de su padre [el padre de Bingo]» (pág. 47).

Después de una nota en que la que se planteaba la posibilidad de que un dragón apareciera en Hobbiton y de que los hobbits desempeñaran un papel más heroico, idea descartada con un «No» escrito a lápiz, se añadió lo siguiente, al parecer en la misma oportunidad (pero bajo un encabezamiento escrito posteriormente a lápiz: «Conversación entre Bingo y Bilbo»): [59]

—Nadie —dijo B.— puede escapar de los dragones sin sufrir algún daño. Lo único que se puede hacer es evitarlos (si se lo logra), como los hobbiteños, aunque no necesariamente] no creer en ellos (o negarse a recordar que existen) como los H[obbiteños]. He gastado todo mi dinero, que en otra época me parecía mucho, y ahora mi propio dinero ha seguido sus pasos [sic]. Y no me gusta no tener dinero después de [¿haber tenido?]; en realidad, me siento tentado. Bueno, bueno, uno más uno no es siempre dos, como solía decir mi padre. Pero en todo caso creo que prefiero vagabundear como un hombre pobre que quedarme sentado y tiritando. Y Hobbiton llega a apoderarse de uno en 20 años, ¿no crees?; se vuelve insoportable, quiero decir. De todos modos, nos vamos; y es otoño. Me gusta vagar en el otoño.

Le pregunta a Elrond qué puede hacer para curarse de su avidez por el dinero y de su inconstancia. Elrond le habla de una isla. ¿Bretaña? En el remoto oeste, donde aún reinan los Elfos. Viaje hacia isla peligrosa.

Quiero considerar nuevamente la posibilidad de un dragón vivo.

Éste es Bilbo, sin duda, y el pasaje (aunque por cierto no el encabezamiento escrito a lápiz) precede a la tercera versión, como lo demuestra la referencia a los «20 años» (véanse las págs. 35, 46). Al pie de la página hay las siguientes notas escritas de prisa a lápiz:

Bingo se marcha en busca de su padre.

Dijiste que… acabar tus días satisfecho, de modo que espero.

La palabra ilegible bien podría ser «quieres». En el dorso de la hoja se encuentra el siguiente pasaje coherente escrito con tinta:

El Anillo: de dónde proviene. ¿Del Nigromante? No es muy peligroso, si se usa para un buen fin. Pero tiene su precio. O lo pierdes, o te pierdes a ti mismo. Bilbo no logra deshacerse de él. Parte de viaje [tachado: con su esposa] y le deja el anillo a Bingo. Pero desaparece. Bingo se preocupa. Resiste el deseo de partir a buscarlo, aunque viaja mucho en busca de noticias. No se deshace del anillo porque siente que al final lo conducirá a su padre.

Finalmente se encuentra con Gandalf. Consejo de Gandalf. Tienes que aparentar una desaparición, y es posible que de ese modo engañes al anillo para que te deje seguir un rumbo parecido. Pero tienes que desaparecer en realidad y olvidarte del pasado. [60] De ahí surge la «reunión».

Bingo les hace confidencias a sus amigos. Odo, Frodo y Vigo (?) insisten en acompañarlo. Gandalf tiene ciertas dudas. Correrán la misma suerte que Bingo, les dice, si desafían al anillo. Miren lo que le sucedió a Prímula.

En este texto se hicieron un par de cambios a lápiz: encima de «Vigo (?)» mi padre escribió «Marmaduque»; y puso la última frase entre paréntesis. Como en este caso Bingo es hijo de Bilbo, esta nota corresponde a la tercera versión. Pero en la cuarta versión (pág. 53) se dice por primera vez que Prímula Brandigamo (que ya no es la esposa de Bilbo, pero sigue siendo la madre de Bingo) muere ahogada, y el Anillo no podría haber sido la causa de ese hecho; de modo que en este caso la referencia a Prímula debe de relacionarse con otra idea, de la que no quedan otros rastros.

La sugerencia de que la idea de dar la fiesta es una consecuencia del consejo que Gandalf le da a Bingo en relación con el Anillo, es especialmente digna de mención. De hecho, es notable que ya en esa etapa, cuando mi padre todavía estaba trabajando en el capítulo inicial, aparecieran en estado embrionario tantas características del Anillo. Las dos últimas notas están escritas a lápiz. En la primera dice:

Bilbo visita a Elrond para curarse de la ansiedad que le provoca el dragón, y se queda a vivir en Rivendel. Eso explica las frecuentes ausencias de Bingo de su casa. La ansiedad provocada por el dragón se apodera de Bingo. También lo atrae el anillo.

En relación con «suele ausentarse de su casa», véase también «pasaba mucho tiempo fuera de casa» en la tercera versión (pág. 44) y «Resiste el deseo de partir a buscarlo, aunque viaja mucho en busca de noticias» en la nota sobre el Anillo presentada anteriormente. Y en la última nota dice:

Crear regiones peligrosas: el Bosque Viejo en camino a Rivendel. Al sur del Río. Se apartan del camino para ir en busca de Frodo Br[andigamo] [escrito encima: Marmaduque], se extravían y el Hombre Sauce y los Tumularios los atrapan. Aparece T. Bombadil.

Donde dice «sur» originalmente decía «norte», y «este» aparece escrito en el margen.

En otra página (en realidad, en el dorso de uno de los primeros mapas de la Comarca hechos por mi padre que aún se conservan) [61] hay un breve «esquema» que guarda estrecha relación con estas últimas notas; más adelante, mi padre escribió al comienzo de la página: Génesis de «El Señor de los Anillos».

B. B. parte con 2 sobrinos. Se dirigen hacia el s[ur] en busca de Frodo Brandigamo. Se extravían en el Bosque Viejo. Aventura con el Hombre Sauce y los Tumularios. T. Bombadil.

Llegan a Rivendel y se encuentran con Bilbo. Bilbo había sentido un súbito deseo de visitar las tierras vírgenes una vez más. Pero se encuentra con Gandalf en Rivendel. Se entera de que [sic; posiblemente aquí cambie el plan narrativo] Gandalf había aparecido en Bolsón Cerrado. Bilbo le habla de su deseo de ir a las tierras vírgenes y de tener oro. Se manifiesta la maldición del dragón. Se va a Rivendel entre los mundos y se queda a vivir allí.

El Anillo tendrá que regresar al Hacedor algún día, o atraerte hacia él. ¿No es una mala jugada dárselo a alguien?

Es interesante observar que aquí ya aparece la idea de que Bingo y sus compañeros se desvían de su camino para «unirse» a otro hobbit o «ir en busca» de él; en un comienzo el otro hobbit se llamaba Frodo Brandigamo, pero luego fue sustituido por Marmaduque (Brandigamo). Frodo Brandigamo también aparece en los borradores iniciales del segundo capítulo (pág. 63) como uno de los tres compañeros de Bingo cuando se va de Hobbiton. Todas estas referencias a los tres (o dos) sobrinos pueden combinarse de distintas maneras para presentar una serie de posibilidades sucesivas, pero los nombres y los roles seguían siendo transitorios y efímeros y no se puede tener ninguna certeza al respecto. La historia sólo se aclara (temporalmente) en el primer texto completo del segundo capítulo: Bingo se va con dos compañeros, Odo Tuk y Frodo Tuk.

Cabe mencionar que Tom Bombadil, el Hombre Sauce y los Tumularios ya existían años antes de que mi padre empezara a escribir El Señor de los Anillos; véase las págs. 148-149.

El 11 de febrero de 1938 Stanley Unwin le informó a mi padre que su hijo Rayner había leído el primer capítulo y que le había encantado. El 17 de febrero mi padre le escribió a Charles Furth de Allen & Unwin:

Dicen que el primer capítulo es lo que cuesta. A mí no me lo parece. Estoy seguro de que podría escribir «primeros capítulos» ilimitadamente. [62] De hecho, he escrito muchos. La continuación de El Hobbit está todavía donde estaba, y sólo tengo una vaguísima idea de cómo proseguirla. Al no haber tenido nunca intención de escribir continuación alguna, me temo que he prodigado todos mis «motivos» y personajes favoritos en el «Hobbit» original.

Y al día siguiente le respondió a Stanley Unwin:

Le estoy muy agradecido a su hijo Rayner; y me siento alentado. También siento que me resulta demasiado fácil escribir primeros capítulos, y por el momento el relato no avanza. Lamentablemente, dispongo de muy poco tiempo y de menos aún debido a una vacación más bien calamitosa en Navidades. He agotado tanto al «Hobbit» original (que no se suponía que tuviera una continuación) que es difícil encontrar algo nuevo en ese mundo.

Pero el 4 de marzo de 1938, en una larga carta sobre otro tema dirigida a Stanley Unwin, le decía:

La continuación de El hobbit ha avanzado hasta el final del tercer capítulo. Pero los cuentos tienden a irse de las manos y éste ha dado un giro inesperado. El señor Lewis y mi hijo menor lo están leyendo por partes como un libro por entregas. No sé si debería molestar a su hijo, aunque su opinión me es muy valiosa. En todo caso, si quisiera leerlo como un libro por entregas puede hacerlo.

Sin duda, el «giro inesperado» era la aparición de los Jinetes Negros.