El 4 de mayo de 1995 se subastó una extensa carta de mi padre en Sotheby’s, en Londres. La escribió el 3 de agosto de 1943, durante el largo paréntesis de la composición de El Señor de los Anillos (entre el final del Libro Tercero y el principio del Libro Cuarto) que duró desde finales de 1942 hasta comienzos de abril de 1944 (GA. 96). Estaba dirigida a dos niñas llamadas Leila Keene y Pat Kirke, y en gran parte la dedicó a responder sus preguntas sobre las runas de El Hobbit, pero en relación a lo que ahora nos ocupa contiene un interesante pasaje sobre la Lengua Común. Mi padre hizo unas breves observaciones sobre el problema de la representación de las lenguas que se hablaban en aquellos días, y prosiguió:
En ciertos aspectos no fue demasiado difícil. En la época de Bilbo se empleaba una lengua en todo el Oeste (las zonas occidentales de las Grandes Tierras de aquellos días). Era una especie de lingua-franca, compuesta de todo tipo de lenguas, pero sobre todo de Élfico (del Noroeste). Se llamaba Lengua Occidental o Común; y en la época de Bilbo ya había atravesado las Montañas Nubladas y llegado a la Ciudad del Lago, y a Bëorn, e incluso a Smaug (los dragones eran buenos lingüistas en todas las edades)…
Si los hobbits tuvieron alguna vez una lengua propia, la habían abandonado. Hablaban sólo la Lengua Común a diario (a menos que aprendieran otras lenguas, lo que ocurría pocas veces).
El detalle más notable de esto es la descripción de la composición de la Lengua Común: «una especie de lingua-franca, compuesta de todo tipo de lenguas, pero sobre todo de Élfico (del Noroeste)». Tal vez habría que ser indulgentes teniendo en cuenta la naturaleza de la carta (obviamente, mi padre no estaba escribiendo una afirmación exacta); pero lo cierto es que, al parecer, en 1943, cuando llevaba escrita la mitad de El Señor de los Anillos, todavía no concebía el origen de la Lengua Común como una variante humana del oeste de la Tierra Media, y que las palabras de Faramir al respecto (véase p. 85), escritas nueve meses después, no habían surgido todavía. Es posible que lo que dijo [97] en esta carta («sobre todo de Élfico (del Noroeste)» deba asociarse con lo que había escrito en el capítulo Lothlórien, donde afirmó (TI. 281) que la lengua «de los elfos occidentales» «en aquellos días se empleaba como el habla común entre muchos pueblos».
En esta carta también mencionaba la adopción por parte de los Enanos de la Montaña Solitaria de la lengua de los Hombres de Valle, en la que se daban nombres para mantener completamente en secreto los que tenían en su propia lengua (véase p. 94).
Para las notas de esta última sección del capítulo véanse pp. 108-109.
El tercer escrito («F 3») fue un texto mecanografiado con el título Las Lenguas de la Tercera Edad, sobre el cual mi padre escribió «Apéndice I». En ninguno de los numerosos textos que siguieron se menciona que sea un «Apéndice».
Este texto F 3 representa hasta cierto punto un nuevo rumbo. La primera parte de la obra (que precede al comentario sobre la «Traducción») se redujo a no más de un tercio de su longitud en F 2, y aunque mi padre tenía F 2 delante volvió también al curioso «Prefacio» F* que he dado en pp. 37 ss., y lo utilizó en muchas ocasiones, como se ha mencionado antes.
En esta fase todavía pensaba que los Noldor Exiliados conservaron su propia lengua en Beleriand (véase p. 84, §5), y que la lengua «teleriana» (que en F 2 se llamaba originalmente «Lemberin») se limita a unas pocos nombres. Así pues, la concepción de F 2, §18, se conserva en los detalles esenciales, aunque introdujo una descripción más compleja de los pueblos élficos del Bosque Negro y Lórien:
Había también otro tipo de Elfos. Los Elfos del Este que, satisfechos en la Tierra Media, se quedaron en ella, y allí siguen aún; y los Teleri, parientes de los Altos Elfos que nunca viajaron al Oeste, sino que se demoraron en las costas de la Tierra Media hasta el regreso de los Noldor.[91] En la Tercera Edad quedaban pocos Teleri, y en su mayor parte moraban como señores entre Elfos del Este en reinos de los bosques que se encontraban lejos del Mar, aunque su corazón lo añoraba. De este tipo eran los Elfos del Bosque Negro y del Lórien; Galadriel, en cambio, era una dama de los Noldor. En este libro se mencionan varios nombres de forma teleriana,[92] pero de su lengua no se muestra mucho más. [98]
La incomprensible afirmación en la versión original de que la lengua de los Númenóreanos era el Noldorin (porque los Edain de Beleriand la aprendieron y abandonaron la suya) se conservó originalmente en F 3; por tanto, el texto sobre la Lengua Común sólo sufrió cambios para hacerlo más explícito (cf. F 2, §§9-10, 13):
Así, pues, la lengua de los Dúnedain de Númenor era el Élfico o Gnómico… Después de la Caída de Númenor, que fue concebida por Sauron, y el final de la Segunda Edad, Elendil y los supervivientes de Oesternesse huyeron hacia el este, hasta la Tierra Media. En las costas occidentales, en los días de su poder, los Númenóreanos habían construido muchos fuertes y puertos para beneficio de sus barcos en sus grandes viajes; y el principal estaba en Pelargir, en las bocas del Anduin, en la tierra que después se llamó Gondor. Allí se hablaba la lengua de los Edain que no habían atravesado el Mar; y desde aquel lugar se extendió por las tierras costeras como lengua común de todos los que tenían tratos con Oesternesse y se oponían al poder de Sauron. Ahora bien, el pueblo de Elendil no era muy numeroso, pues sólo unos pocos grandes barcos habían escapado de la Caída. Es cierto que muchos habitantes de las costas occidentales tenían en parte sangre de Oesternesse, pues descendían de marineros y guardianes de los fuertes de los Años Oscuros; sin embargo, todos dicen que los Dúnedain no eran más que un pequeño pueblo entre Hombres menores. Por tanto, emplearon esta Lengua Común en todos sus tratos con otras gentes y el gobierno de los amplios reinos que gobernaron, y se enriqueció con muchas palabras extraídas de las lenguas de los Elfos y los señores númenóreanos. Así sucedió que la Lengua Común se extendió ampliamente en los días de los Reyes, incluso entre sus enemigos, y los mismos Númenóreanos cada vez la usaban más; por eso en la época de esta historia la lengua élfica sólo era hablada por una parte [añadido: pequeña] del pueblo de Minas Tirith, la ciudad de Gondor, y fuera de ella sólo por los señores y los príncipes de los feudos.
El texto sobre el origen y la extensión de la Lengua Común que aparece en el Apéndice F (Ap. 157-158) se había alcanzado en gran parte, al menos desde el punto de vista de la expresión, pero todavía conservaba la diferencia fundamental de que los Númenóreanos hablaban una lengua élfica y el Adûnaico no existe. [99]
Mi padre volvió a copiar una parte de este texto, probablemente antes de terminarlo, y fue entonces cuando se introdujo, o volvió a introducirse, el Adûnaico en la historia lingüística. En unos cambios similares realizados al mismo tiempo que los de F 1 (véase p. 77, nota 36) escribió ahora que los señores de los Edain aprendieron el Noldorin, y que «en Númenor se utilizaban dos lenguas: el Númenóreano (o Adûnaico); y el Élfico o Gnómico de los Noldor, que todos los señores de ese pueblo conocían y hablaban». En el pasaje que acabo de dar cambió las palabras que he escrito en cursiva por «Allí [en Pelargir] se hablaba Adûnaico, la lengua humana de los Edain, y desde aquel lugar se extendió por las tierras costeras…», dejando inalterado el resto del pasaje. En los textos del «Apéndice F» no se arroja más luz sobre la cuestión, y para mí sigue siendo inexplicable.
No hay mucho más que decir sobre la parte del texto F 3 que trata de las lenguas. Para las lenguas de los Orcos y los Trolls mi padre siguió F 2, §§16-17, pero para la de los Enanos volvió a F* (p. 40, §10), y repitió casi palabra por palabra lo que había dicho allí. Sin embargo, en ese punto, todavía siguiendo este texto (§11), volvió ahora al tema de los alfabetos («De los alfabetos de la Tercera Edad algo debe decirse, puesto que en esta historia aparecen inscripciones y libros antiguos…»), y repitió lo dicho en F* hasta «las Runas o cirth son obra de los Elfos de los bosques». Aquí abandonó el texto más antiguo y prosiguió como sigue (esta es la versión precedente al pasaje del Apéndice E, Ap. 140, 142):
… las Runas, que eran llamadas Cirth, fueron concebidas por primera vez por los Danianos (parientes lejanos de los Noldor) en los bosques de Beleriand, y en un principio sólo se utilizaron para inscribir nombres y breves conmemoraciones en madera, piedra o metal. A ese origen deben su carácter peculiar, muy semejantes en numerosos signos a las Runas del Norte de nuestro tiempo. Pero los detalles, la disposición y los usos eran distintos, y al parecer no hay ninguna relación entre las Runas y las Cirth. Muchas cosas se olvidaron y volvieron a descubrirse en las edades de la Tierra Media, y sin duda así será siempre.
Las Cirth en su forma más antigua y simple se extendieron ampliamente, incluso hacia el Este, y muchas razas de Hombres las conocieron, y desarrollaron muchos tipos y usos. Una variante de las antiguas Cirth se usaba entre unos Hombres de los que ya hemos hablado, los Rohirrim y sus parientes más septentrionales del valle del Anduin y Valle. Pero el alfabeto más rico y [100] ordenado de Cirth fue el que se conoció como Alfabeto de Dairon, pues de acuerdo con la tradición élfica, Dairon, el trovador del Rey Thingol de Doriath, fue el que ordenó y amplió las antiguas Cirth. Aún se utilizaba en Acebeda y Moria, y quienes más lo empleaban eran los Enanos, pues tras la llegada de los Noldor la escritura fëanoriana reemplazó a las Cirth entre los Elfos y los Edain.
En este libro sólo aparecen las Cirth Cortas de Valle y la Marca y las Cirth Largas de Moria, como se las conocía en ese entonces; porque aunque los Enanos, igual que con la lengua, utilizaban las escrituras corrientes de los pueblos con quienes trataban, entre ellos y en sus memoriales secretos seguían empleando el Alfabeto de Dairon. Aquí se da una tabla con las Cirth Cortas de Valle y la Marca, y las Cirth Largas de Moria en la forma y la disposición que se aplicaban a la Lengua Común. [Lo siguiente se tachó posteriormente. También se da una lista de todos los términos y nombres de personas extraños y los lugares en que aparecen en la historia, donde se indica de qué lengua proceden y cuál es su significado (cuando se conoce);] y también las runas inglesas que se usaron para traducir las Cirth en El Hobbit.
La invención de las Runas por «los Danianos (parientes lejanos de los Noldor) en los bosques de Beleriand» (donde F* dice «los Elfos de los bosques») aparece también en los dos textos dados en TI. 532-535, donde su origen se atribuye a «los elfos danianos de Ossiriand (que en última instancia eran de la raza Noldorin)». La antigua idea de que los Dañas o Danianos (Nandor) provenían de la hueste de los Noldor de la Gran Marcha se cambió en el transcurso de la revisión del Quenta Silmarillion, en la cual se convirtieron en Teleri de la hueste de Olwë (VII. 199-200; cf. el uso del antiguo término Lembi en F 2, p. 83, §3).
La última sección de F 3, Sobre la traducción, es mucho más reducida que la de la versión original, y pierde prácticamente todos los ejemplos y comentarios sobre los nombres «verdaderos» a partir de los cuales se realizó la traducción: los únicos nombres en Oestron que sobrevivieron fueron Carbandur (Rivendel) y Phuru-nargian (Moria). De hecho el nuevo texto tiene la estructura y gran parte de la formulación del Apéndice F, pero es mucho más breve; el texto publicado representa una nueva ampliación, en la que se recuperó parte del antiguo material, si bien de una forma modificada.[93] Pero puesto que en F 3 no se introdujo material nuevo, no es necesario dar más detalles de esta parte. [101]
El texto termina recuperando la conclusión de F*, pp. 41-43, §§12-13:
Como conclusión añadiré una nota sobre dos importantes palabras modernas que he usado en la traducción. El nombre Gnomos se emplea en ocasiones en referencia a los Noldor, y Gnómico en referencia a Noldorin. Esto es así porque, a pesar de lo que hubiera pensado Paracelso (si es que fue quien inventó la palabra), para algunos gnomo sugiere aún conocimiento. Ahora bien, el nombre en Alto Élfico de este pueblo, Noldor, significa Los que Saben; porque de los Tres Linajes de los Elfos los Noldor se distinguieron desde el principio por el conocimiento de las cosas que son y fueron en este mundo y por el deseo de conocer aún más. Sin embargo, no se asemejaban en modo alguno a los gnomos de la teoría que nos han enseñado, ni de la fantasía literaria y popular. Pertenecían a una raza elevada y hermosa, los Hijos Mayores del mundo que ahora han desaparecido. Eran altos, de piel clara y ojos grises, aunque tenían los cabellos oscuros, salvo en la casa dorada de Finrod; y sus voces conocían más melodías que cualquier habla mortal ahora. Eran valientes, pero su historia fue desdichada; y aunque en días lejanos se entretejió un poco con los destinos de los Padres, su destino no es el de los Hombres. Su dominio terminó hace mucho tiempo, y ahora viven más allá de los círculos del mundo, y no regresan.
La mención de «la casa dorada de Finrod» (posteriormente Finarfin) parece ser la primera referencia al rasgo que caracterizaba al tercer hijo de Finwë y a sus hijos.
En un texto posterior (de hecho fue el penúltimo) de la sección Sobre la traducción mi padre conservó este pasaje, aunque para entonces había decidido no emplear gnomo y gnómico en El Señor de los Anillos (porque era «demasiado equívoco»), y lo introdujo con las palabras «En ocasiones (aunque no este libro) he utilizado Gnomos en lugar de Noldor, y Gnómico en lugar de Noldorin». Quizá porque el pasaje ahora parecía inútil, en el texto final conservó una parte de él pero cambió su aplicación: la palabra que había que justificar era ahora Elfos, empleada como traducción de Quendi y Eldar. En mi comentario al respecto en I. 58 señalé que las palabras «Eran altos, de piel clara y ojos grises, aunque tenían cabellos oscuros, salvo en la casa dorada de [102] Finrod [Finarfin]» originalmente se referían sólo a los Noldor, y no a todos los Eldar, y objeté que «los Vanyar tenían cabellos dorados, y era por la madre vanyarin de Finarfin, Indis, que él y Finrod Felagund y Galadriel, sus hijos, habían heredado los cabellos rubios», pues hallaba en el uso definitivo del pasaje una «extraordinaria perversión de sentido». Pero mi padre remodeló el pasaje cuidadosamente para aplicarlo a los Eldar como conjunto, y parece de veras «extraordinario» que no se diera cuenta de este detalle. Es posible que cuando volvió a emplear el pasaje de este modo la concepción de los cabellos dorados de los Vanyar no hubiera surgido aún.[94]
A pesar de la gran reducción en F 3 de la versión original, mi padre repitió el largo pasaje final de F* concerniente a dwarves y dwarrows (pp. 42-43, §13) casi por entero, omitiendo sólo los comentarios sobre su inclinación por los plurales irregulares e introduciendo el nombre oestron de Moria, Phuru-nargian. El texto termina con las palabras «y así ha sido desde que nacieron en las profundidades del tiempo».
El siguiente texto, F 4, que todavía tenía el título Las lenguas de la Tercera Edad aunque luego se cambió por Los lenguajes y los pueblos de la Tercera Edad, siguió a la importante revisión de 1951. La larga experimentación de mi padre con la estructura y la expresión de este Apéndice desembocó en la descripción más lúcida de las lenguas élficas que escribió nunca, en la que por fin surgieron los términos Sindar y Sindarin y la adopción del Élfico Gris por parte de los Noldor exiliados.
No obstante, además de esta Lengua Común había muchas otras lenguas que todavía se hablaban en las Tierras del Oeste. Las más nobles eran las de los Elfos Occidentales (Eldar), de las que aparecen dos: el Alto Élfico (Quenya) y el Élfico Gris (Sindarin).
El Quenya no era ya una lengua de uso cotidiano, sino aprendida, proveniente de edades pasadas, aunque los Altos Elfos, los Noldor que la habían empleado en Eldamar, más allá del Mar, la utilizaban todavía en las ceremonias o en las elevadas cuestiones de la tradición y el canto. Pero cuando los Noldor se exiliaron y regresaron a la Tierra Media en busca de las Grandes Joyas que había robado el Poder Oscuro del Norte, adoptaron en el uso cotidiano la lengua de las tierras donde moraban. Estas se encontraban en el Noroeste, en el país de Beleriand, donde Thingol Capagrís era rey de los Sindar o Elfos Grises. [103]
Originalmente los Sindar eran también Eldar y estaban emparentados con los Noldor, pero nunca habían atravesado el Mar, sino que se demoraron en las costas de la Tierra Media. Allí su lengua se había visto arrastrada por el cambio de las tierras mortales durante el largo Crepúsculo, y se había distanciado considerablemente del elevado y antiguo Quenya. Pero era una lengua hermosa todavía, muy adecuada a los bosques, las colinas y las costas donde había cobrado forma.
Con la caída del Poder Oscuro y el final de la Primera Edad, la mayor parte de Beleriand quedó cubierta por las aguas o se consumió en el fuego. Entonces una gran parte de su pueblo atravesó el mar y se fue al Oeste para nunca volver. Sin embargo, muchos se demoraban aún en la Tierra Media, y en aquellos días el Élfico Gris se extendió hacia el este; porque algunos pueblos élficos de Beleriand cruzaron las montañas de Lune (Ered Luin), y allí donde iban eran recibidos como reyes y señores, por causa de su mayor sabiduría y majestad. La mayoría eran Sindar; porque los Exiliados (los pocos que quedaban), los más altos y hermosos de los pueblos parlantes, permanecieron en Lindon, lo que quedaba de Beleriand al oeste de las Ered Luin. Allí Gil-galad fue su señor hasta que la Segunda Edad llegó a su fin.
No obstante, en Rivendel (Imladris) fueron con el Señor Elrond muchos señores noldorin; y en Acebeda (Eregion) otros Noldor establecieron un reino cerca de la Puerta Oeste de Moria, y allí forjaron los Anillos de Poder. Galadriel pertenecía también a la casa real de Finrod de los Noldor; pero Celeborn, su esposo de Lórien, era un elfo gris, y la mayor parte de su pueblo pertenecía a una raza de los bosques.
Porque en el mundo había otros Elfos de varias clases; muchos eran Elfos Orientales que no habían escuchado la llamada del Mar y, satisfechos en la Tierra Media, se habían quedado allí, y allí seguían mucho tiempo después, disminuyendo en las espesuras de los bosques y las colinas cuando los Hombres usurparon las tierras. De este tipo eran los Elfos del Gran Bosque Verde; sin embargo, entre ellos había también muchos señores de raza sindarin, como Thranduil y su hijo Legolas. En su reino y en Lórien se oía tanto el Sindarin como las lenguas de los bosques; pero de las últimas no aparece nada en este libro, y la mayoría [104] de los numerosos nombres élficos de personas y lugares que se utilizan pertenecen al Élfico Gris.
Del redactado seguro y perspicuo no cabe más que deducir que el texto corresponde a la época de los Anales Grises y los Anales de Aman. Sin embargo, este no fue en absoluto el último de la serie de escritos que al final dieron lugar a la versión publicada del Apéndice F.
De F 4 sólo hay un par de puntos que mencionar. El origen de la Lengua Común se describe aquí con estas palabras:
Allí [en Pelargir] se hablaba Adûnaico, lengua muy afín a las de los Hombres que habitaban en los alrededores, de modo que en la región ya entonces había surgido una lengua común que se había extendido a las costas entre todos los que tenían tratos con Oesternesse.
Después de mecanografiar el texto mi padre añadió la oración:
De la lengua de los Hombres del Este y los aliados de Sauron lo único que aparece es múmak, uno de los nombres que recibía el gran elefante de Harad.
Existe una copia al carbón de F 4, y en una adición similar mi padre escribió junto a múmak también Variag y Khand (RR. 154, 156, Ap. 34).
Por último, fue en F 4 donde se introdujo el pasaje concerniente a la nueva raza de Trolls que apareció al final de la Tercera Edad. El nombre original era Horg-hai, pero cuando mi padre mecanografió el texto lo cambió por Olg-hai (Olog-hai en Ap. 163). Su descripción no difiere de la de la versión original excepto en la afirmación sobre su origen:
Que Sauron los hubiera criado, nadie lo dudaba, aunque no se sabía a partir de qué cepa. Algunos sostenían que era un cruce entre trolls y los Orcos más grandes; otros, que no eran trolls, sino Orcos gigantes. Sin embargo, en el principio no había ningún parentesco entre los trolls de piedra y los Orcos para que pudieran mezclarse;[95] y los Olg-hai eran en cuerpo y mente muy distintos aun de los más grandes de los Orcos…
Con este texto y sus sucesores, la sección Sobre la traducción fue mecanografiada y guardada separadamente, y no hay modo de establecer [105] una relación entre estos textos y los de la primera sección. De los últimos existen cuatro posteriores a F 4, complejos desde un punto de vista textual y no siempre terminados, y para el propósito de este libro no es necesario describirlos.[96] Aunque mi padre no lo hubiera dicho tan claramente en sus cartas, estos borradores bastan para demostrar que la redacción de una historia que lo satisficiera fue una tarea enormemente laboriosa y frustrante, en gran parte (a mi parecer) debido a las desagradables limitaciones de espacio. En marzo de 1955 (Cartas n.º 160) escribió a Rayner Unwin: «¡Ahora desearía no haber prometido apéndice alguno! Porque creo que su aparición en forma truncada y comprimida no satisfará a nadie»; y en la misma carta afirmó:
De cualquier modo, la cuestión del «marco ambiental» es muy compleja —inútil, a no ser que sea exacta—, y la comprensión dentro de los límites de que se dispone la vuelve insatisfactoria. Necesita gran concentración (y tiempo libre), y como está íntimamente entrelazada, no es posible tratarla de manera fragmentaría. Lo que he comprobado, pues dejé a un lado parte de ella.
Ni siquiera el texto mecanografiado definitivo del Apéndice F fue una copia a limpio, sino que sufrió muchas correcciones.
Existen dos textos de la segunda sección del Apéndice F, Sobre la traducción, posteriores a la versión reducida de F 3 (p. 100) y anteriores a la copia mecanografiada definitiva. Es evidente que se realizaron hacia el final de la evolución del apéndice, y fue en el primero de ellos, que podemos llamar «A», donde mi padre reintegró parte del detallado comentario sobre los nombres de la versión original que había descartado en F 3. En esta fase conservó en gran parte las formas de los nombres que aparecen en F 2, en el comentario sobre Bolsón, Gamyi, Coto, Brandivino y Brandigamo; la palabra hobbit, y el origen de nombres hobbits tales como Tom, Bill, Mat, Meriadoc, Samsagaz. No obstante, hay varias diferencias y adiciones,[97] sobre todo cuando habla de los curiosos nombres que se hallaban en Los Gamos (cf. Ap. 169):
Estos por lo general los he dejado inalterados, pues si resultan extraños ahora, también lo eran entonces. A algunos les he dado un aire celta, sobre todo a Meriadoc y Gorhendad. Esto tiene una explicación. Muchos de los nombres de Los Gamos (y Bree) recordaban a ese estilo, como Marroc, Madoc y Seredic, y solían terminar en ad, ic u oc. Además, la relación de, por ejemplo, [106] Gales o Bretaña con Inglaterra era en cierto modo similar a la de la antigua lengua de los Fuertes y los Hombres de Bree con el Oestron.
De este modo, Bree, Combe, Archet y Bosque de Chet están modelados sobre estas reliquias de la nomenclatura inglesa, escogidas de acuerdo con su significado: bree, «colina», chet, «bosque». De igual modo, Gorhendad sustituye el nombre Ogforgad y que según la tradición de los Fuertes significaba antiguamente «bisabuelo o antepasado». Se escogió Meriadoc para dar cabida al hecho de que el nombre abreviado de este personaje significaba «jovial, alegre», kili en Oestron, aunque era en realidad una abreviación de Kilimanac [> kali, Kalamanac].
En A no se comentan (Ap. 171) las palabras mathom ni smial, ni los nombres Sméagol y Déagol, y el texto termina, al final de una página, con este pasaje:
La lengua aún más septentrional de Valle sólo se ve en este libro en los nombres de los Enanos procedentes de esa región, que por tanto usaban la lengua de los Hombres de allí y adoptaban sus nombres «exteriores» en esa lengua. Los nombres enanos que aparecen en este libro y en El Hobbit son en realidad verdaderos nombres de enanos nórdicos, aunque el título Escudo de Roble es una traducción.
Así, pues, el último pasaje de F 3 (véanse pp. 101-102) acerca del empleo de la palabra Gnomos y del plural Dwarves está ausente, pero es imposible saber si es porque mi padre lo había desechado o porque el final del texto mecanografiado A se ha perdido.
En el segundo de los textos Sobre la traducción, que llamaré «B», conservó todo el material reintegrado de A, cambiando algunas formas de los nombres,[98] e incluso lo amplió, retrocediendo a la versión original F 2 para recuperar un pasaje donde se ejemplifica el tratamiento de los nombres verdaderos en la lengua de la Marca. Aquí reaparece material procedente de F 2 §§54-55 sobre el verdadero nombre de Rohan, Lôgrad, la traducción de Lohtûr por Éothéod y de tûrak «rey» por Théoden. Sigue luego el comentario sobre mathom, smial, Sméagol y Déagol, la única parte de este pasaje que se conservó en la versión final del Apéndice F.
En B mi padre siguió el pasaje de A dado arriba («La lengua aún [107] más septentrional de Valle…») con una afirmación concerniente al cambio de tratamiento de las «verdaderas» runas en El Señor de los Anillos respecto al de El Hobbit que proviene de F* (pp. 40-41, §11):
Siguiendo el método general de traducción aquí esbozado, tal como se ha aplicado a la Lengua Común y a otros lenguajes afines a ella, en El Hobbit las Cirth fueron transformadas en runas, es decir, con formas y valores prácticamente idénticos que los que antaño se empleaban en Inglaterra. Pero puesto que las Cirth eran en realidad de origen élfico y la gente no solía emplearlas para escribir la Lengua Común (salvo los Enanos), y como el asunto de los alfabetos despertó el interés de muchos lectores de El Hobbit, en esta historia más larga consideré más apropiado presentar las Cirth y las letras fëanorianas con su forma verdadera y tal como se usaban entonces. No obstante, el traductor ha tenido que adaptar al inglés el modo en que estos alfabetos se aplicaban al Oestron, que era muy diferente.
Esto fue seguido por la conclusión acerca de Gnomos y Dwarves que está ausente en A.
En el texto definitivo que se envió a la imprenta se introdujeron muchos cambios que no se habían anticipado en las correcciones realizadas en el texto precedente, tal como hacía mi padre prácticamente en todas las ocasiones que pasaba de un borrador al siguiente; de hecho, todo indica que los introdujo cuando realizó la copia mecanografiada.[99] En el texto B no hay rastro, por ejemplo, de la nota a pie de página de Ap. 170 en la que se advierte contra la presunción de «que los Rohirrim se asemejaran en otros aspectos a los antiguos ingleses»; ni de la eliminación en el cuerpo del texto del detallado comentario sobre la palabra hobbit y los nombres Gamyi y Brandigamo para trasladarlo a una nota al final;[100] ni de la modificación del pasaje (comentado en p. 101) acerca de la palabra Gnomos para que pudiera aplicarse a la palabra Elfos, y su posición al final del texto en lugar de antes del comentario sobre Dwarves. Nada podría demostrar con más claridad la presión bajo la cual se encontraba mi padre cuando, después de tanto trabajo, envió al fin el Apéndice F a los editores. A mi parecer, es más que probable que si las circunstancias hubieran sido otras, la forma de este apéndice habría sido muy diferente.