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Este largo ensayo no tiene título, pero en la hoja que lo envuelve mí padre escribió:
Extenso comentario con la historia de las relaciones entre las lenguas que aparecen en El Silmarillion y El Señor de los Anillos, que surge a partir de la reflexión sobre el Libro de Mazarbul; intenta clarificar y corregir o explicar en caso necesario las referencias a las cuestiones dispersas en El Señor de los Anillos, sobre todo en el Apéndice F y en las palabras de Faramir presentes en SA II.
«Las palabras de Faramir» se refieren a la conclusión del capítulo Una ventana al Oeste de Las Dos Torres. Mi padre tituló una tosca sinopsis del ensayo Los Enanos y los Hombres, y ese es el título que yo he adoptado.
El principio del texto está manuscrito, pero a partir de la mitad de la cuarta página y durante el resto de su longitud (28 páginas en total) está mecanografiado. Se escribió en papeles impresos de Alien and Unwin, el más reciente de los cuales data de septiembre de 1969. Una parte de la obra se publicó en Cuentos Inconclusos, Cuarta Parte, Sección 1, Los Drúedain, pero aparte de esto la obra no se ha utilizado apenas. Por desgracia, la primera página del texto se ha perdido (y ya faltaba cuando recibí los papeles de mi padre), y la obra disponible empieza en mitad de una frase perteneciente a un pasaje donde se comenta el conocimiento de la Lengua Común.
En relación a la primera parte del ensayo, que trata de los Enanos Barbiluengos, he pensado que sería útil dar primero lo que se dice sobre la lengua de los Enanos en las dos fuentes anteriores más importantes. Lo que sigue se encuentra en el capítulo de los Enanos del Quenta Silmarillion revisado y ampliado en 1951 (VIII. 245, §6):
La lengua primera de los Enanos la inventó el mismo Aulë para ellos, y en consecuencia sus lenguas no están emparentadas con las de los Quendi. A los Enanos no les complace enseñar su lengua a los de otra raza, y en el uso la han hecho áspera y complicada, [344] de modo que de los pocos a quienes han ofrecido su total amistad menos todavía han conseguido aprenderla. Pero los Enanos aprenden de prisa otras lenguas, y utilizan como pueden el habla de los Elfos y Hombres con quienes tratan. Sin embargo, en secreto sólo utilizan su propia lengua, y esta (se dice) cambia lentamente; así, aun los reinos y las casas que han estado largo tiempo separados pueden todavía entenderse entre sí. En los días antiguos, los Naugrim moraban en muchas montañas de la Tierra Media, y allí encontraron a los Hombres mortales (dicen) mucho antes de que los conocieran los Eldar; de ahí que muchas de las lenguas de los Orientales sean más similares al habla de los Enanos que a las lenguas de los Elfos.
El segundo pasaje proviene del Apéndice F, Enanos (en relación al cual cf. la versión original, p. 54, §15).
Pero en la Tercera Edad, y en muchos lugares, había aún gran amistad entre los Hombres y los Enanos; y era propio de la naturaleza de los Enanos que, al viajar y trabajar y traficar por las tierras, como lo hicieron después de la destrucción de sus antiguas mansiones, emplearan las lenguas de los hombres entre los que vivían. No obstante, en secreto (un secreto que, a diferencia de los Elfos, no revelaban de buen grado ni siquiera a los amigos), empleaban su extraña propia lengua, muy poco cambiada por los años; porque se había convertido en una lengua de sabiduría más que en una lengua materna, y la atendían y la guardaban como un tesoro del pasado. Pocas son las gentes de otras razas que hayan podido dominarla. En esta historia sólo aparece en los nombres de lugares que Gimli reveló a sus compañeros; y en el grito de batalla que lanzó en el sitio de Cuernavilla. Ese al menos no era un secreto, y había sido escuchado en muchos campos de lucha desde que el mundo era joven. Baruk Khazâd! Khazâd ai-mênu! «¡Hachas de los Enanos! ¡Los Enanos están sobre vosotros!»
El nombre del propio Gimli, sin embargo, y los nombres de toda su parentela son de origen septentrional (humano). Sus propios nombres secretos e «interiores», sus verdaderos nombres, los Enanos no los han revelado nunca a nadie de otra raza. No los inscriben siquiera sobre sus tumbas.
Sigue aquí el texto del ensayo al que he llamado De los Enanos y los Hombres.
… sólo cuando hablaban con otros de raza y lengua distintas, las diferencias podían ser grandes y la comunicación imperfecta.[259] [345] Pero no siempre era así: dependía de la historia de los pueblos en cuestión y de su relación con los reinos númenóreanos. Por ejemplo, entre los Rohirrim es posible que hubiera algunos que no comprendieran la Lengua Común, y la mayoría debían de ser capaces de hablarla bastante bien. La casa real, y sin duda muchas otras familias, la hablaba (y escribía) correctamente y con regularidad. De hecho, era la lengua materna del Rey Théoden: nació en Gondor, y su padre Thengel empleaba la Lengua Común en su hogar aun después de regresar a Rohan.[260] Los Eldar la usaban con el cuidado y la habilidad que aplicaban a todas las cuestiones lingüísticas, y de hecho, como eran longevos y tenían buena memoria, tendían a emplear una variante algo arcaica, sobre todo cuando hablaban formalmente o de asuntos importantes.[261]
Los Enanos eran un caso especial en muchos aspectos. Contaban con una antigua lengua propia que tenían en muy alta estima, y aun cuando, como entre los Enanos Barbiluengos del Oeste, había dejado de ser su lengua materna y se había convertido en una «lengua libresca», la conservaban cuidadosamente y se la enseñaban a todos los niños a una tierna edad. Así, servía de lingua franca entre los Enanos de todas las razas, pero también era la lengua escrita que se empleaba en todas las historias y las tradiciones importantes, y para apuntar todos los asuntos que no querían que leyeran otras gentes. El Khuzdul (así la llamaban), en parte por la reserva natural de los Enanos, y en parte por la dificultad inherente de la lengua,[262] rara vez era aprendido por los miembros de otras razas.
No obstante, los Enanos no eran lingüistas dotados —en la mayoría de las cuestiones eran incapaces de adaptarse— y hablaban con un marcado acento «enano». Además, nunca inventaron ninguna forma de escritura alfabética.[263] Sin embargo, reconocieron rápidamente la utilidad de los sistemas élficos, cuando al fin se mostraron lo bastante amistosos con los Eldar para aprenderlos. Esto ocurrió sobre todo en la estrecha relación de Eregion y Moria en la Segunda Edad. Ahora bien, en Eregion no se empleaba sólo el Alfabeto Fëanoriano, que desde mucho tiempo atrás se había convertido en un modo de escritura utilizado generalmente (con varias adaptaciones) entre todos los pueblos «letrados» que tenían contacto con los asentamientos [346] númenóreanos,[264] sino que también se conocía y usaba el antiguo alfabeto «rúnico» de Daeron, elaborado [> utilizado] por los Sindar. Esto se debía, sin duda, a la influencia de Celebrimbor, un sinda que afirmaba ser descendiente de Daeron.[265] No obstante, aun en Eregion las Runas eran principalmente una «cuestión de conocimiento» y rara vez se empleaba para asuntos informales. Sin embargo, atraían a los Enanos, pues aunque todavía habitaban en pobladas estancias propias, como Moria en particular, y viajaban para visitar a sus parientes, tenían poco contacto con otros pueblos con excepción de sus vecinos más inmediatos, y apenas si precisaban de la escritura, si bien eran muy aficionados a las inscripciones, de todo tipo, grabadas en piedra. Las Runas servían muy bien para tales propósitos, puesto que originalmente se habían concebido con esa intención.
Los Enanos Barbiluengos adoptaron por tanto las Runas, y las modificaron para sus usos particulares (sobre todo para la expresión del Khuzdul); y se atuvieron a ellas hasta muy avanzada la Tercera Edad, cuando sólo las recordaban los maestros de tradición de los Elfos y los Hombres. De hecho, los no ilustrados suponían por lo general que las habían inventado los Enanos, y se conocían ampliamente como «letras enanas».[266]
Aquí sólo trataremos de la Lengua Común. Ahora bien, desde sus orígenes, cuando había que poner por escrito la Lengua Común, se utilizaba el Alfabeto Fëanoriano.[267] Sólo en contadas ocasiones y en las inscripciones que no se realizaban a pluma o pincel empleaban algunos Elfos de origen sindarin las Runas de Daeron, basándose en los usos ya establecidos del Alfabeto Fëanoriano. Originalmente los Enanos aprendieron la Lengua Común de oído lo mejor que pudieron, y no tenían ocasión de escribirla; pero en la Tercera Edad, durante el comercio y sus otros tratos con los Hombres y los Elfos, se habían visto obligados a aprender a leer la Lengua Común escrita, y a muchos les pareció adecuado aprender a escribirla según las costumbres entonces generalizadas en el Oeste. Pero sólo lo hacían cuando trataban con otros pueblos. Para sus propios propósitos (como se ha dicho antes) preferían las Runas y se atenían a ellas.
Por tanto, en documentos tales que el Libro de Mazarbul —que no era «secreto» pero estaba destinado sobre todo a Enanos, [347] y probablemente como material para crónicas posteriores[268]— empleaban las Runas. Pero la escritura estaba mezclada y era irregular. En general, pretendía ser una transcripción de la escritura corriente de la Lengua Común con caracteres rúnicos, pero había bastantes «errores», debidos a la prisa y a su conocimiento imperfecto por parte de los Enanos; además, también había numerosos casos de palabras escritas fonéticamente (según la pronunciación de los Enanos); por ejemplo, las letras que habían perdido su función en la lengua oral de finales de la fe Tercera Edad se omitían en ocasiones.[269]
Cuando preparé la muestra del Libro de Mazarbul y reproduje tres páginas rotas y parcialmente ilegibles,[270] me atuve al principio general que he seguido siempre: la Lengua Común tenía que representarse mediante el inglés actual, literario o coloquial, según el caso. En consecuencia, el texto se volcó al inglés tal como se escribe en la actualidad, pero con algunas modificaciones como las que podría realizar un escritor con prisa y con un conocimiento imperfecto de la forma escrita, y que además estuviera transliterando (en las páginas primera y tercera) el inglés a un alfabeto diferente que, por ejemplo, no empleara ninguna letra con más de un valor, de modo que la distribución de k y c, c y s en inglés se redujera a k y s, y en que el uso de las letras equivalentes a s y z fuera variable, ya que en inglés se utiliza con frecuencia s con el sonido de z. Además, como los documentos de este tipo casi siempre muestran usos de letras o formas peculiares que no suelen hallarse en otros lugares, también I] introduje unos cuantos rasgos así, como los signos equivalentes a las parejas de vocales ea, oa y ou (independientemente del sonido que representen).
Todo esto está muy bien, y tal vez logre transmitir qué tipo de texto era el que Gandalf intentaba leer rápidamente en la Cámara de Mazarbul. Además, concuerda con el tratamiento general de las lenguas en El Señor de los Anillos: sólo las palabras y los nombres de la época que están en lenguas élficas se dan en lo que supuestamente era su forma verdadera.[271] Por otro lado, este tratamiento venía impuesto por el hecho de que, aunque de hecho la Lengua Común tenía esbozados la estructura y los elementos fonéticos, y varias palabras inventadas, resultaba prácticamente imposible traducir extractos, por breves que fueran, [348] a su forma contemporánea real, si estaban representados visualmente. Evidentemente, se trata de una extensión equivocada del tratamiento general de las lenguas. Una cosa es representar todos los diálogos de la historia mediante distintas variantes del inglés, que es lo que supuestamente debería hacer la «traducción», a partir de la memoria o sonidos no registrados, o de documentos perdidos o no publicados, se diga explícitamente o no, siempre cuando se trate de tiempos pasados o tierras extrañas. Es muy distinto ofrecer facsímiles visibles o representaciones de textos o grabados que supuestamente pertenecen a la época de los acontecimientos narrados.[272]
En estos casos, el verdadero paralelismo es el atisbo de Quenya que se da en el Adiós de Galadriel, sea en una transcripción a nuestro alfabeto (para que el estilo de la lengua se aprecie mejor) o en la escritura de la época (como en The Road Goes Ever On), seguido de una traducción. Puesto que, como se ha observado antes, no se podía presentar un texto de la época en Lengua Común, el único procedimiento posible era proporcionar una traducción al inglés de las palabras descifrables que leyó Gandalf.[273] Esto es lo que se hizo en el texto; y a falta de una construcción de la Lengua Común que permita que el texto esté en su forma de la época, es legítimo hacerlo.
La inscripción de la tumba de Balin presenta una dificultad especial. Resulta efectiva donde está: da una idea de cómo era el estilo de las Runas cuando se grababan con propósitos solemnes, y proporciona un atisbo de una lengua extraña; sin embargo, lo único verdaderamente necesario para la historia son las seis líneas de CA. 442[274] (con la traducción de la inscripción en letras más grandes y gruesas). No obstante, la representación de la inscripción se basa en varias premisas absurdas.[275]
El uso en la inscripción de los valores y las formas de las Angerthas más antiguos y «correctos», en lugar del posterior «uso de Erebor», no es absurdo (aunque posiblemente se trate de un trabajo innecesario); concuerda con la historia de las Runas esbozada en el Apéndice E. Es posible que para este propósito se emplearan las Runas antiguas, pues se utilizaban en Moria antes de la huida de los Enanos, y posiblemente aparecieran en otras inscripciones similares; además, Balin afirmaba ser descendiente [349] y sucesor de los anteriores Señores de Moria. El uso de la lengua enana (Khuzdul) es posible en una inscripción tan breve, puesto que su estructura se ha esbozado con cierto detalle, si bien con muy poco vocabulario. Sin embargo, los nombres Balín y Fundin se encuentran en un contexto absurdo. Los Enanos, como se afirma en Ap. 411,[276] tenían nombres en su propia lengua; sólo los empleaban entre ellos (en ocasiones solemnes) y los mantenían estrictamente en secreto frente a los otros pueblos, y por tanto nunca los ponían por escrito, ni en textos ni en inscripciones dirigidas a extraños o que pudieran ser vistos por estos. En épocas o lugares en que tenían tratos con sus vecinos, de comercio o amistad, adoptaban «nombres exteriores» por conveniencia.[277] Estos nombres tenían en general una estructura adecuada a la de la Lengua Común [> de la lengua de que derivaban]. Solían tener un significado reconocible en esa lengua, o eran nombres corrientes en ella; en ocasiones se trataba de nombres [> corrientes en ella, puesto que se trataba de nombres] empleados por los Hombres entre los que vivían, y que derivaban de la lengua humana local, en la que podían tener un significado todavía conocido, aunque no solía ser el caso [esta frase se tachó][278] No es posible determinar si en el momento de escoger nombre tenían en cuenta que su significado estuviera relacionado de algún modo con sus nombres «interiores» secretos. Los nombres adoptados podían modificarse, y a veces lo eran, generalmente como consecuencia de algún acontecimiento, como por ejemplo una migración de los Enanos o de sus amigos que los separaba.
El caso de los Enanos de Moria constituye un ejemplo de adopción de nombres provenientes de las lenguas humanas del Norte, en lugar de la Lengua Común.[279]En este caso habría sido mejor darlos en sus verdaderas formas. Sin embargo, siguiendo la teoría (necesaria para aligerar la carga de la invención de nombres en los diferentes estilos de lenguas) de que los nombres derivados de las lenguas y dialectos humanos del Oeste históricamente relacionados con la Lengua Común tenían que representarse mediante nombres presentes en las lenguas relacionadas con el inglés (o construirse con elementos presentes en ellas), los nombres enanos se tomaron del noruego, pues la lengua humana de la que provenían estaba estrechamente relacionada [350] con la lengua más meridional de la que derivaba la lengua de Rohan (representada por el inglés antiguo, debido al arcaísmo de su forma en comparación con los elementos de la Lengua Común derivados de las lenguas emparentadas). En consecuencia, nombres tales como Balin, etc., no hubieran aparecido en ninguna inscripción de la época en Khuzdul.[280]
En las tradiciones enanas de la Tercera Edad se recordaban los nombres de lugares donde habían «despertado» los Siete Ancestros; sin embargo, los Elfos y los Hombres del Oeste sólo conocían dos: el más occidental, el lugar donde despertaron los ancestros de los Barbas de Fuego y los Nalgudos; y el del ancestro de los Barbiluengos,[282] el que antes fue hecho y antes despertó. El primero se hallaba al norte de las Ered Lindon, la gran muralla oriental de Beleriand, de las que en la Segunda Edad y las posteriores sólo quedaban las Montañas Azules; el segundo era el Monte Gundabad (originalmente un nombre khuzdul), que por tanto era reverenciado por los Enanos, y cuya ocupación en la Tercera Edad por parte de los Orkos de Sauron fue una de las razones principales del gran odio hacia los Orkos.[283] Los otros dos lugares se hallaban hacia el este, a una distancia al menos tan grande como la que había entre las Montañas Azules y Gundabad: de allí surgieron los Puños de Hierro y los Barbatiesas, y los Morenos y los Pies de Piedra. Aunque estos cuatro puntos estaban muy alejados, los Enanos de las diferentes ramas se comunicaban, y en las primeras edades solían celebrar asambleas de delegados en el Monte Gundabad. En ocasiones de gran necesidad aun los más lejanos enviaban ayuda a cualquiera de su pueblo, como fue el caso de la gran Guerra contra los Orkos (de 2793 a 2799 de la Tercera Edad). Aunque aborrecían emigrar e instalar moradas o «mansiones» permanentes lejos de sus hogares originales, salvo cuando estaban muy presionados por sus enemigos o después de alguna catástrofe como la ruina de Beleriand, eran grandes viajeros, muy resistentes, y buenos constructores de caminos; además, todos los linajes compartían una lengua común.[284]
No obstante, en días muy lejanos los Enanos eran reservados [351] [tachado: —y ningunos tanto como los Barbiluengos] y tenían pocos tratos con los Elfos. En el Oeste, al final de la Primera Edad, las relaciones de los Enanos de las Ered Lindon con el Rey Thingol terminaron en desastre y provocaron la ruina de Doriath, cuyo recuerdo siguió envenenando las relaciones de los Elfos y los Enanos en edades posteriores. En ese entonces habían llegado a Beleriand las vanguardias de las migraciones de los Hombres del Este y el Sur, pero eran escasos en número, aunque más al este, en Eriador y Rhovanion (sobre todo en las regiones septentrionales), su raza debía de ocupar ya gran parte de la tierra. En aquella zona los tratos entre los Hombres y los Enanos debieron de empezar pronto. Porque los Barbiluengos, a pesar de ser los más orgullosos de los siete linajes, eran también los más sabios y previsores. Los hombres les tenían un temor reverencial y estaban ansiosos por aprender de ellos; y los Barbiluengos estaban más que dispuestos a utilizar a los Hombres para sus propios propósitos. Así, en aquellas regiones se dio un crecimiento de la economía, que después sería característico de las zonas donde comerciaban los Enanos y los Hombres (incluyendo los Hobbits): los Hombres, que eran ganaderos, pastores y labradores, se convertían en los principales proveedores de comida, que los Enanos adquirían a cambio de trabajar como constructores de casas y de caminos, como mineros y como artífices de obras de artesanía, desde herramientas a armas y muchas otras cosas de gran coste y habilidad. Con gran provecho para los Enanos. No sólo por lo que les reportaba el trabajo, aunque en los primeros tiempos los Enanos debieron de obtener bienes que eran fruto de un trabajo más duro y largo que el que invertían ellos en las cosas o servicios que daban a cambio, antes de que los Hombres fueran más sabios y desarrollaran habilidades propias. Su principal ventaja era la libertad de avanzar sin impedimentos con su propio trabajo y refinar sus artes, sobre todo en la metalurgia, hasta alcanzar la maravillosa destreza anterior al declive y la mengua de los Khazâd.
El sistema se desarrolló lentamente, y transcurrió mucho tiempo antes de que los Barbiluengos sintieran la necesidad de aprender la lengua de sus vecinos, y menos aún de adoptar nombres por los que los «externos» pudieran conocerlos individualmente. [352] Este proceso no empezó en el trueque y el comercio, sino en la guerra; porque los Barbiluengos se habían extendido hacia el sur por los Valles del Anduin y habían construido su «mansión» y fortaleza principal en Moria; y también hacia el este, hasta las Colinas de Hierro, donde se hallaban las minas que constituían su principal fuente de hierro. Consideraban las Colinas de Hierro, las Ered Mithrim, y los valles orientales de las Montañas Nubladas como su propia tierra. Pero sufrían los ataques de los Orkos de Morgoth. Durante la Guerra de las Joyas y el Sitio de Angband, cuando Morgoth necesitaba todas sus fuerzas, estos ataques cesaron, pero cuando Morgoth cayó y Angband fue destruida las huestes de Orkos huyeron hacia el este en busca de sus hogares. Ahora no tenían amo ni un liderazgo general, pero estaban bien armados y era muy numerosos, crueles, salvajes y temerarios en el ataque. En las batallas que siguieron los Enanos fueron superados en número, y aunque eran los guerreros más formidables de todos los Pueblos Parlantes se alegraron de aliarse con los Hombres.[285]
Los Hombres con los que se asociaron estaban en su mayor parte emparentados en lengua y raza con la gente alta y más rubia de la «Casa de Hador», los más renombrados y numerosos de los Edain, que se aliaron con los Eldar en la Guerra de las Joyas. Al parecer, se habían desplazado hacia el oeste hasta encontrarse con el Gran Bosque Verde, y entonces se habían dividido: algunos llegaron al Anduin y de allí se trasladaron al norte por los Valles; otros pasaron entre los bordes septentrionales del Bosque y las Ered Mithrim. Sólo una pequeña parte de este pueblo, ya entonces muy numeroso y dividido en muchas tribus, siguió entonces hasta Eriador y entró así en Beleriand. Eran gente valiente y leal, fiel, y odiaban a Morgoth y a sus sirvientes; y al principio miraron a los Enanos con recelo, con el temor de que estuvieran bajo la Sombra (dijeron).[286] Pero se alegraron de aliarse con ellos, porque eran más vulnerables a los ataques de los Orkos: vivían principalmente en casas y aldeas dispersas, y las pequeñas ciudades estaban mal defendidas, como mucho con empalizadas y vallas de madera. Además, tenían armas ligeras, sobre todo arcos, pues tenían poco metal y los pocos herreros entre ellos no eran muy hábiles. Todo esto lo remediaron los Enanos a cambio del gran servicio que les podían [353] ofrecer los Hombres. Estos eran domadores de bestias y habían aprendido a dominar a los caballos, y muchos eran jinetes hábiles e intrépidos.[287] Con frecuencia cabalgaban lejos como exploradores y vigilaban los movimientos de sus enemigos; y si los Orkos se congregaban abiertamente para realizar un gran ataque, ellos reunían una gran hueste de arqueros a caballo y los rodeaban y destruían. De este modo, a principios de la Segunda Edad la Alianza de los Enanos y los Hombres del Norte llegó a disponer de una gran fuerza, rápida en el ataque y valiente y bien protegida en la defensa, y en aquella región surgió respeto y estima entre los Enanos y los Hombres, y en ocasiones una cálida amistad.
Fue en aquella época, cuando los Enanos estaban aliados con los Hombres, tanto en la guerra como en el ordenamiento de las tierras que se habían ganado,[288] que los Barbiluengos adoptaron la lengua de los Hombres para comunicarse con ellos. No se mostraban reacios a enseñar la suya a los Hombres con quienes tenían una amistad especial, pero a estos les resultaba difícil y eran lentos en aprender algo que no fuera palabras aisladas, muchas de las cuales adaptaron e incorporaron a su propia lengua. Pero en un aspecto los Barbiluengos eran tan reservados como todos los otros Enanos. Por razones que ni Elfos ni Hombres comprendían del todo, se negaban a revelar sus nombres a miembros de otras razas,[289] ni siquiera después, cuando adquirieron el arte de la escritura que les permitía tallarlos o ponerlos por escrito. Por tanto, tomaban nombres en formas humanas para que los distinguieran sus aliados.[290] Esta costumbre pervivió entre los Barbiluengos hasta la Cuarta Edad y mucho después de estas historias. Parecería que cuando hablaban con los Hombres con quienes tenían una gran amistad, y comentaban juntos las historias y los recuerdos de sus pueblos, también daban nombres similares a los Enanos mencionados en los Anales anteriores al encuentro de Enanos y Hombres. Pero de estos antiguos tiempos sólo se conservaba un nombre en la Tercera Edad: Durin, el nombre que daban al primer ancestro de los Barbiluengos, por el que lo conocían Elfos y Hombres. (Al parecer, se trataba de la palabra que significaba «rey» en la lengua de los Hombres del Norte de la Segunda Edad.)[291] Los demás nombres de los Barbiluengos no se hallan en las listas [354] anteriores a la ruina de Moria (Khazad-dûm), en el 1980 de la Tercera Edad; sin embargo, son todos del mismo tipo, es decir, pertenecen a una lengua humana que «murió» hace mucho tiempo.
Esto sólo puede explicarse suponiendo que los Enanos adoptaron estos nombres desde principios de la Segunda Edad, los conservaron con tan pocos cambios como su propia lengua y siguieron empleándolos (y repitiéndolos con frecuencia) durante al menos ¡cuatro mil años después de que el poder de Sauron destruyera la Alianza! De este modo, para los Hombres no tardaron en convertirse en nombres específicamente enanos;[292] además, los Barbiluengos adquirieron un corpus propio de nombres tradicionales, mientras seguían guardando sus verdaderos nombres «interiores» completamente en secreto.
A lo largo de la Segunda Edad tuvieron lugar cambios muy importantes. Los primeros barcos de los Númenóreanos aparecieron en las costas de la Tierra Media en torno al 600 de la Segunda Edad, pero los rumores de este portento no llegaron al lejano Norte. En la misma época, no obstante, Sauron salió de su escondite y se dejó ver en una forma hermosa. Durante mucho tiempo prestó poca atención a los Enanos y a los Hombres y se consagró a ganarse la amistad y la confianza de los Eldar. Pero lentamente fue recuperando la fidelidad a Morgoth y empezó a buscar poder por la fuerza: reunió tropas una vez más y dirigió a los Orkos y a las demás criaturas malignas de la Primera Edad, y construyó en secreto su gran fortaleza en una tierra del Sur rodeada de montañas que después se conoció como Mordor. La Segunda Edad sólo había llegado a la mitad (c 1695 de la Segunda Edad) cuando invadió Eriador y destruyó Eregion, un pequeño reino que habían fundado los Eldar que huyeron de la ruina de Beleriand y que también se habían aliado con los Barbiluengos de Moria. Esto significó el final de la Alianza de los Barbiluengos y los Hombres del Norte. Porque aunque Moria siguió siendo impenetrable durante muchos siglos, los Orkos, reforzados y liderados por los sirvientes de Sauron, invadieron de nuevo las montañas. Recuperaron Gundabad, infestaron las Ered Mithrin y cortaron la comunicación entre Moria y las Colinas de Hierro durante un tiempo. [355] Los Hombres de la Alianza tuvieron que luchar no sólo contra los Orkos, sino también contra malvados Hombres extranjeros. Pues Sauron se había hecho con el dominio sobre muchas tribus del Este (que antaño habían sido corrompidas por Morgoth), y ahora las urgía a buscar tierras y botín en el Oeste. Cuando pasó la tormenta,[293] los Hombres de la antigua Alianza habían decrecido en número y estaban dispersos y los que se demoraban en sus antiguas regiones se habían empobrecido y vivían sobre todo en cuevas o en los bordes del Bosque.
Los maestros élficos sostienen que en lo que a la lengua se refiere, los cambios que tuvieron lugar en el habla (y en todos los aspectos de sus vidas) de los Pueblos Parlantes fueron mucho más lentos en los Días Antiguos que después. La lengua de los Eldar cambiaba principalmente por decisión propia; la de los Enanos se resistía a evolucionar porque ellos así lo querían; las numerosas lenguas de los Hombres cambiaban sin que sus hablantes se dieran cuenta, con el rápido paso de las generaciones. Todas las cosas cambiaban en Arda, incluso en el Reino Bendecido de los Valar; pero allí el cambio era tan lento que no podía ser observado (salvo quizá por los Valar) en las grandes edades del tiempo. De este modo, el cambio de la lengua de los Eldar hubiera podido frenarse en Valinor;[294] pero en sus primeros días los Eldar siguieron ampliando y refinando su lenguaje, modificando incluso la estructura y los sonidos. No obstante, para que estos cambios se apliquen de manera uniforme es necesario que haya comunicación entre los hablantes. Así, pues, sucedió que las lenguas de los Eldar que se quedaron en la Tierra Media divergían de la lengua de los Altos Eldar de Valinor hasta tal punto que los hablantes de una no comprendían la otra; habían estado separados una larga edad, durante la cual hasta el Sindarin, la lengua mejor conservada de la Tierra Media, se había visto sometida a los cambios inconscientes del paso de los años, cambios que los Teleri ponían mucho menos interés que los Ñoldor en detener o dirigir.
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Los Hombres entraron en Beleriand a finales de la Primera Edad. Los que aquí nos ocupan y cuyas lenguas se conservaron después en los registros pertenecían sobre todo a tres pueblos que diferían en el habla y la raza, pero que los Eldar conocían en conjunto como Atani (Sindarin Edain).[296] Estos Atani fueron la vanguardia de las huestes similares pero mucho mayores que se desplazaron hacia el oeste. Cuando terminó, la Primera Edad y Beleriand fue destruida, y la mayor parte de los Atani que sobrevivieron hubieron atravesado el mar para ir a Númenor, sus parientes rezagados se encontraban, bien en Eriador, algunos asentados, algunos todavía errantes, o bien nunca habían cruzado las Montañas Nubladas y se hallaban dispersos en las tierras situadas entre las Colinas de Hierro y el Mar de Rhûn hacia el este y el Gran Bosque, en cuyos bordes, al norte y al este, muchos se habían asentado.
Los Atani y sus parientes descendían de los pueblos que en las Edades Oscuras se habían resistido a Morgoth o habían renunciado a él, y abandonando sus lejanos hogares del Este se habían desplazado hacia el Oeste en busca del Gran Mar, sobre el cual les habían llegado rumores distantes. Ignoraban que Morgoth había abandonado la Tierra Media,[297] pues libraban una guerra constante contra las viles criaturas que él había criado, y sobre todo contra los Hombres que lo habían convertido en su Dios y creían que no podían rendirle mayor servicio que destruyendo a los «renegados» con todo tipo de crueldades. Al parecer, fue en el Norte de la Tierra Media donde los «renegados» sobrevivieron en número suficiente para mantener su independencia como pueblos valientes y fuertes; sin embargo, sólo conocían su pasado por leyendas, y las historias orales no llegaban más allá de unas pocas generaciones de Hombres.
Cuando los primeros llegaron al fin a Beleriand y a las Costas Occidentales se sintieron consternados. Porque no podían ir más lejos, pero no habían hallado la paz, sólo tierras que libraban una guerra contra el mismo Morgoth, que había huido de nuevo a la Tierra Media. «A lo largo de edades olvidadas», [357] dijeron, «hemos errado huyendo de los Dominios del Señor Oscuro y su Sombra, sólo para encontrarla aquí, delante de nosotros.»[298] Pero como eran un pueblo valiente y desesperado se aliaron de inmediato con los Eldar, y gracias a sus enseñanzas se ennoblecieron y avanzaron en los conocimientos y las artes. En los últimos años de la Guerra de las Joyas muchos de los más valientes guerreros y capitanes de los ejércitos de los reyes élficos pertenecían a esta raza.
Los Atani eran tres pueblos independientes; cada uno tenía su propia organización y sus propios jefes, y también se diferenciaba de los otros en la forma y los rasgos corporales, aunque todos mostraban signos de haberse mezclado con Hombres de otros linajes en el pasado. Los Eldar los llamaron el Pueblo de Bëor, el Pueblo de Hador y el Pueblo de Haleth, según los nombres de los caudillos que los dirigían cuando llegaron a Beleriand.[299] El Pueblo de Bëor fueron los primeros Hombres que entraron en Beleriand: se los encontró en los valles de Beleriand Oriental el Rey Finrod, el Amigo de los Hombres, pues habían hallado un camino para atravesar las Montañas. Eran un pueblo pequeño, que no contaba, se dice, más que con mil hombres adultos; eran pobres y tenían malos equipos, pero estaban acostumbrados a las dificultades y a hacer viajes penosos llevando mucho peso, pues no tenían bestias de carga. Poco tiempo después la primera de las tres huestes del Pueblo de Hador llegó por el sur, y dos más de aproximadamente las mismas fuerzas la siguieron antes del final del año. Eran un pueblo más numeroso; cada hueste era tan grande como el Pueblo de Bëor, y estaban mejor armados y equipados; además, poseían muchos caballos, y algunos asnos y pequeños rebaños de ovejas y cabras. Habían atravesado Eriador y llegado a los pies orientales de las Montañas (Ered Lindon) un año o más por delante de todos los demás, pero en lugar de intentar hallar pasos para cruzar las Montañas habían buscado un camino para rodearlas, pues su altura, según informaron los exploradores montados, disminuía según avanzaban hacia el sur. Unos años después, cuando los otros estuvieron asentados, el tercer pueblo de los Atani entró en Beleriand.[300] Eran probablemente más numerosos que el Pueblo de Bëor, pero su número nunca se conoció con certeza, pues llegaron en secreto en pequeños grupos y se [358] ocultaron en los bosques de Ossiriand, donde los Elfos no les mostraron amistad. Además, había disputas entre ellos, y Morgoth, consciente ahora de la llegada de Hombres hostiles a Beleriand, envió a sus sirvientes para afligirlos. Los que al cabo de un tiempo se trasladaron hacia el oeste y recibieron la amistad y la ayuda de los Eldar fueron llamados el Pueblo de Haleth, pues ese era el nombre de la capitana que los llevó a los bosques situados al norte de Doriath, donde se les permitió vivir.
El Pueblo de Hador era el más numeroso de los Atani, y el de más renombre (salvo sólo Beren hijo de Barahir, descendiente de Bëor). En su mayor parte eran gente alta, de cabellos claros o dorados y ojos grises, pero había unos pocos que tenían cabellos oscuros, aunque todos eran de piel clara.[301] No obstante, estaban emparentados con el Pueblo de Bëor, como demostraba su lengua. No era necesario tener conocimientos sobre el tema para advertir que sus lenguas estaban estrechamente relacionadas, pues aunque sólo podían entenderse entre ellos con dificultad, tenían muchas palabras comunes. Los maestros de tradición de los Elfos[302] eran de la opinión de que ambas lenguas descendían de una sola, que había seguido caminos distintos (por causa de la división del pueblo que la hablaba) en el transcurso de, tal vez, unos mil años del cambio más lento de la Primera Edad.[303] Sin embargo, es posible que no hubiera sido tanto tiempo, y que la mezcla de los pueblos acelerara el cambio: al parecer, la lengua de Hador había evolucionado menos y tenía un estilo más uniforme, mientras que la lengua de Bëor contenía muchos elementos de carácter ajeno. Había gente de cabellos claros en el Pueblo de Bëor, pero la mayoría tenían los cabellos castaños (con frecuencia acompañados de ojos castaños), y muchos eran de tez más oscura, algunos incluso cetrina. Los hombres tan altos como los del Pueblo de Hador eran raros entre ellos, y la mayor parte eran más anchos y de constitución más fuerte.[304] Al relacionarse con los Eldar, sobre todo con los seguidores del Rey Finrod, consiguieron alcanzar el mismo desarrollo en las artes y las maneras que el Pueblo de Hador, pero si estos los superaban en rapidez de mente y cuerpo, osadía, nobleza y generosidad,[305] los hombres del Pueblo de Bëor eran más resistentes a las dificultades y el dolor, lentos para las lágrimas y la risa; no precisaban de esperanza para conservar la entereza. [359] Sin embargo, estas diferencias de cuerpo y mente se suavizaron con el paso de sus breves generaciones, pues los dos pueblos se mezclaron mucho a través de los matrimonios mixtos y por causa de los desastres de la Guerra.[306]
El Pueblo de Haleth era distinto de los otros Atani, pues hablaba una lengua diferente; y aunque después se unió a ellos en alianza con los Eldar, siguió siendo un pueblo aparte. Entre ellos conservaban su propia lengua, y aunque aprendieron el Sindarin por necesidad de comunicarse con los Eldar y los otros Atani, muchos lo hablaban vacilantemente, y algunos de los que nunca iban más allá de sus fronteras no lo empleaban jamás.[307] Se mostraban reacios a adoptar nuevas cosas o costumbres, y conservaban muchas prácticas que les parecían extrañas a los Eldar y a los otros Atani, con quienes tenían poco trato, excepto en la guerra. No obstante, se los consideraba aliados leales y guerreros formidables, aunque las compañías que enviaron a luchar más allá de sus fronteras eran pequeñas. Porque eran y fueron hasta el fin un pueblo pequeño que se preocupaba sobre todo por proteger sus bosques, y sobresalían en el combate en ese terreno. De hecho, durante mucho tiempo, los Orkos, incluso los que se habían entrenado especialmente para eso, no se atrevieron a poner pie cerca de sus fronteras. Una de las extrañas prácticas de las que se hablaba era que muchos de sus guerreros eran mujeres, aunque pocas salían de su tierra para luchar en grandes batallas. Se trataba sin duda de una antigua costumbre;[308] su capitana, Haleth, había sido una renombrada amazona con una guardia personal de mujeres selectas.
En este punto hay un encabezamiento escrito a lápiz: III Los Drúedain (Hombres Púkel); esta es la última división con un subtítulo insertado. Junto con el último párrafo de la sección II transcrita arriba, la historia de los Drúedain que ahora sigue se da en Cuentos Inconclusos, pp. 471-477, que termina con la historia llamada La piedra fiel; no hay necesidad de repetirla aquí.[309] Al final de la historia hay un pasaje donde se comparan los Drûgs y los Hobbits, que como se dio en forma resumida en Cuentos Inconclusos (p. 478) se transcribe aquí por entero; luego el presente texto continua hasta el final, o más bien el abandono, del ensayo. [360]
Si se ha dado esta larga historia de los Drúedain es porque arroja algo de luz sobre los Hombres Salvajes que aún sobrevivían en la época de la Guerra del Anillo en el extremo oriental de las Montañas Blancas, y sobre el hecho de que Merry advirtiera que eran formas vivientes de los Hombres Púkel tallados en El Sagrario. De este modo, la presencia de miembros de la misma raza entre los Edain de Beleriand constituye un vínculo más entre El Señor de los Anillos y El Silmarillion, y permite introducir personajes similares en cierto grado a los Hobbits de El Señor de los Anillos en algunas leyendas de la Primera Edad (por ejemplo, el viejo criado de Húrin (Sadog) en la leyenda de Túrin).[310]
No obstante, los Drûgs u Hombres Púkel no deben confundirse con el tema hobbit, ni considerarse una variante de este. Eran de forma física y apariencia bastante diferentes. Los hobbits sólo alcanzaban la altura media de los Hombres Púkel (cuatro pies) en casos excepcionales; además, los últimos eran de constitución más pesada y fuerte y sus rasgos faciales eran desagradables (según los estándares humanos habituales). Físicamente compartían la falta de pelo en la parte inferior del rostro, pero mientras que los cabellos de los hobbits eran abundantes (aunque cortos y rizados), los Drûgs los tenían escasos y lacios en la cabeza, y ningún vello en las piernas y los pies. En carácter y temperamento eran dichosos y alegres, como los hobbits, pero tenían un lado más torvo en su naturaleza y podían ser sarcásticos y despiadados; y contaban, al menos supuestamente, con poderes extraños o mágicos. (Los cuentos, como «La piedra fiel», que hablan de la transferencia parcial de los propios «poderes» a los propios artefactos recuerdan en pequeña escala la transferencia del poder de Sauron a los cimientos de Barad-dûr y al Anillo Regente.)[311] Además, los Drûgs eran un pueblo frugal, y comían con moderación incluso en tiempos de paz y abundancia y sólo bebían agua. En ciertos aspectos se asemejaban a los Enanos: en la constitución, la estatura y la resistencia (pero no en el cabello), y en sus «extraños poderes». Sin embargo, las habilidades «mágicas» que se atribuían a los Enanos eran bastante distintas; además, los Enanos eran mucho más torvos, y gozaban de una larga vida, mientras que los Drûgs eran de vida corta en comparación con otros tipos de Hombres. [361]
Los Drûgs que aparecen en las historias de la Primera Edad —en cohabitación con el Pueblo de Haleth, que moraba en los bosques— se contentaban con vivir en tiendas o refugios ligeros construidos alrededor de troncos de grandes árboles, pues eran una raza resistente. Antaño, según sus propias leyendas, utilizaban cuevas de las montañas, pero sobre todo como almacenes que sólo ocupaban para vivir y dormir cuando hacía muy mal tiempo; sin embargo, estaban vigilados y ni siquiera a sus mejores amigos de entre el Pueblo de Haleth les estaba permitida la entrada.
Por otro lado, los Hobbits eran Hombres normales casi en todos los aspectos, pero de muy corta estatura. Se los llamaba «medianos», pero en referencia a la altura habitual de los Hombres de origen númenóreano y de los Eldar (sobre todos los de sangre ñoldorin), que al parecer era de unos siete pies de los nuestros.[312] En la época que nos concierne solían tener más de tres pies humanos de altura, aunque muy pocos llegaron a sobrepasar los tres pies con seis; las mujeres no solían medir más de tres pies. No eran tan numerosos o variables como los Hombres comunes, pero sin duda más numerosos y adaptables a los distintos modos de vida y hábitat que los Drûgs, y cuando aparecen por primera vez en las historias ya mostraban divergencias en el color de piel y del pelo, la estatura y la constitución, y en sus modos de vida y preferencias por los distintos ti píos de tierras para vivir (véase el Prólogo de El Señor de los Anillos, GA. 12-13). En el pasado remoto debieron de ser un pueblo primitivo e incluso «salvaje»,[313] pero cuando los encontramos habían adquirido (a diferentes niveles) muchas artes y costumbres gracias al contacto con los Hombres, y en menor grado con los Enanos y los Elfos. Reconocían un estrecho parentesco con los Hombres de estatura normal, pero eran diferentes de los Enanos o los Elfos, amistosos u hostiles, y sus relaciones con ellos eran incómodas y estaban ensombrecidas por el miedo.[314] La afirmación de Bilbo (El Señor de los Anillos, CA. 211)[315] de que la cohabitación de la Gente Grande y la Gente Pequeña en Bree era peculiar y no se hallaba en ninguna otra parte era probablemente cierta en ese entonces (el final de la Tercera Edad);[316] no obstante, al parecer de hecho los Hobbits habían vivido cómodamente en compañía o proximidad de Gente Grande de carácter amistoso, [362] que con su mayor fuerza los protegía de muchos peligros y enemigos y otros Hombres hostiles, y que a cambio recibía numerosos servicios. Pues es notable que los Hobbits occidentales no conservaran ningún indicio o recuerdo de una lengua propia. La lengua que hablaban cuando entraron en Eriador procedía obviamente de los Hombres del Valle del Anduin (relacionados con los Atani, / sobre todo con los de la Casa de Bëor [> de las Casas de Hador y Bëor]), y después de adoptar la Lengua Común conservaron numerosas palabras de ese origen. Esto indica una estrecha relación con la Gente Grande, aunque la rápida adopción de la Lengua Común en Eriador[317] muestra que los Hobbits eran especialmente adaptables en este aspecto. Lo mismo puede decirse de las divergencias de los Fuertes, que se habían relacionado con Hombres de un tipo distinto antes de llegar a la Comarca.
Los Hobbits de la Comarca tenían una vaga leyenda según la cual antaño vivieron en unas tierras próximas a un Río Grande, pero mucho tiempo atrás la multiplicación de la Gente Grande y una sombra de miedo que había caído sobre el Bosque hicieron que dejaran de sentirse a gusto en sus hogares, y los abandonaron y hallaron un camino que atravesaba o rodeaba las montañas. Obviamente, esto refleja los problemas de Gondor en la primera parte de la Tercera Edad. El crecimiento del número de Hombres no era el habitual de los que habían convivido con ellos en amistad, sino que se debía al aumento constante de los invasores del Este, que Gondor mantenía a raya mucho más al sur, pero que en el Norte, más allá de los bordes del Reino, acosaban a los otros habitantes «atánicos», e incluso en algunos lugares ocuparon el Bosque y a través de él entraron en el valle del Anduin. Sin embargo, la sombra de la que habla la leyenda no se debía sólo a la invasión humana. Es evidente que los Hobbits sintieron, antes incluso de que los Magos y los Eldar fueran plenamente conscientes de ello, el despertar de Sauron y su presencia en Dol Guldur.[318]
Sobre las relaciones de los distintos tipos de Hombres de Eriador y Rhovanion con los Atani y los otros Hombres que aparecen en las leyendas de la Primera Edad y la Guerra de las Joyas véase El Señor de los Anillos, DT. 393-395 [en el capítulo Una ventana al Oeste]. [363] Allí Faramir expone brevemente la clasificación de los Hombres en tres tipos que solía hacerse en aquella época en Gondor: los Altos Hombres o Númenóreanos (de sangre más o menos pura), los Hombres Medios y los Hombres de la Oscuridad. Hombres de la Oscuridad era un término que se aplicaba generalmente a todos aquellos que eran hostiles a los Reinos, y que actuaban (o al menos así lo creían en Gondor) impulsados por algo más que la codicia humana por la conquista y el saqueo, un odio fanático por los Altos Hombres y sus aliados como enemigos de sus dioses. El término no tenía en cuéntalas diferentes razas, culturas o lenguas. En cuanto a los Hombres Medios, Faramir habló principalmente de los Rohirrim, el único pueblo de este tipo que se conocía bien en Gondor en aquel entonces, y afirmó que descendían directamente del Pueblo de Hador de la Primera Edad. Se trataba de una creencia generalizada en Gondor en aquella época,[319] que justificaba (para consuelo del orgullo númenóreano) la entrega de una parte del Reino tan grande al pueblo de Eorl.
El término Hombres Medios, no obstante, tenía un origen antiguo. Lo crearon en la Segunda Edad los Númenóreanos cuando empezaron a establecer puertos y asentamientos en las costas occidentales de la Tierra Media. Surgió entre los colonos del Norte (entre Pelargir y el Golfo de Lune), en la época de Ar-Adûnakhôr, pues los colonos de esa región se habían negado a secundar la rebelión contra los Valar y se vieron reforzados por muchos exiliados de los Fieles que huyeron de la persecución de este Rey de Númenor y los que vinieron después. Por tanto, se basaron en el modo de clasificar a los Elfos que empleaban los Atani: los Altos Elfos (o Elfos de la Luz) eran los Ñoldor, que regresaron exiliados del Lejano Oeste; los Elfos Medios eran los Sindar, que aunque eran parientes próximos de los Altos Elfos habían permanecido en la Tierra Media y nunca habían visto la luz de Aman; y los Elfos Oscuros eran los que nunca habían ido a las Costas Occidentales y no deseaban ver Aman. Esto no coincidía con las clasificaciones que hicieron los Elfos, que no nos conciernen aquí, excepto en que ellos utilizaban el término de «Elfos Oscuros» o «Elfos de la Oscuridad», aunque sin que implicara en modo alguno malignidad o subordinación a Morgoth; se refería sólo al desconocimiento [364] de la «luz de Aman» e incluía a los Sindar. Los que nunca habían realizado el viaje a las Costas Occidentales eran llamados «los Recusadores» (Avari). No se sabe con certeza si alguno de los Avari llegó a Beleriand[320] o fue conocido por los Númenóreanos.
En los días de los primeros asentamientos de Númenor había muchos Hombres de distintos tipos en Eriador y Rhovanion, pero la mayoría vivían lejos de las costas. Las regiones de Forlindon y Harlindon estaban habitadas por Elfos y constituían la mayor parte del reino de Gil-galad, que se extendía, al norte del Golfo de Lune, incluyendo las tierras situadas al este de las Montañas Azules y al oeste del río Lune hasta la desembocadura del Lune Menor.[321] (Más allá era territorio enano.)[322] AI sur de Lune no había límites precisos, pero las Colinas de la Torre (como se las llamó después) se mantenían como puesto avanzado.[323] Minhiriath y la mitad occidental de Enedhwaith, entre el Aguada Gris y el Isen, estaban todavía cubiertas de bosques densos.[324] Las costas de la Bahía de Belfalas seguían desoladas en su mayor parte, a excepción de un puerto y un pequeño asentamiento de Elfos en la desembocadura de la confluencia del Morthond y el Ringló.[325] Sin embargo, transcurrió mucho tiempo antes de que los colonos númenóreanos que vivían en torno a las Bocas del Anduin se aventuraran al norte de su gran puerto de Pelargir y contactaran con los Hombres que moraban en los valles a ambos lados de las Montañas Blancas. De este modo, el término de Hombres Medios se aplicaba originalmente a los Hombres de Eriador, los más occidentales de la raza humana en la Segunda Edad conocidos por los Elfos del reino de Gil-galad.[326] En ese entonces había muchos hombres en Eriador, que en su mayor parte, parecería, estaban emparentados originalmente con el Pueblo de Bëor, aunque algunos eran parientes del Pueblo de Hador. Vivían en torno al Lago del Crepúsculo, en las Quebradas del Norte y las Colinas del Viento, y en las tierras situadas hasta el Brandivino, al oeste del cual viajaban con frecuencia, aunque no vivían allí. Eran amistosos con los Elfos, si bien les inspiraban un temor reverencial y era raro que surgieran amistades íntimas entre ellos. Además, temían el Mar y no querían verlo. (Sin duda les habían llegado rumores de su terror y de la destrucción de la Tierra entre las Montañas [Beleriand], [365] y de hecho es posible que algunos de sus antepasados fueran fugitivos de los Atani que en lugar de abandonar la Tierra Media huyeron hacia el este).
Así, había confusiones en la aplicación del término númenóreano Hombres Medios. El requisito principal era que sintieran r simpatía por el Oeste (por los Elfos y los Númenóreanos), pero en realidad se aplicaba generalmente sólo a los Hombres cuya estatura y apariencia se asemejaban a las de los Númenóreanos, aunque la distinción más importante de «simpatía» no se limitaba históricamente a los pueblos de un tipo racial. Era una marca de todos los tipos de Hombres que descendían de los que habían renunciado a la Sombra de Morgoth y sus sirvientes y viajaron hacia el oeste para huir de ella, e incluía a las dos razas de pequeña estatura, los Drûgs y los Hobbits. Además debe decirse que la «enemistad» por los Númenóreanos y sus aliados no siempre se debía a la Sombra, sino también a la acción de los propios Númenóreanos. Así, muchos de los habitantes de los bosques de las tierras costeras al sur de las Ered Luin, sobre todo de Minhiriath, eran parientes del Pueblo de Haleth, según admitieron los historiadores posteriores; pero se convirtieron en enemigos acérrimos de los Númenóreanos a causa de su trato cruel y la devastación de los bosques,[327] y este odio no se mitigó en sus descendientes, lo que hizo que se unieran a los enemigos de Númenor. En la Tercera Edad, sus descendientes eran conocidos en Rohan como los Dunlendinos.
También estaba la cuestión de la lengua. Habían transcurrido seiscientos años desde la partida de los supervivientes de los Atani por mar hacia Númenor, cuando un barco vino otra vez del Oeste a la Tierra Media y recorrió el Golfo de Lune.[328]
La historia que sigue, donde se narra el encuentro de los marinos númenóreanos con doce Hombres de Eriador en las Colinas de la Torre, el reconocimiento mutuo de un antiguo parentesco y su descubrimiento de que sus lenguas, a pesar de haber sufrido profundos cambios, provenían de un origen común, se ha dado en Cuentos Inconclusos, pp. 272.-273,[329] Después de la conclusión de ese extracto (que termina con las palabras «descubrieron que compartían muchas palabras todavía claramente inteligibles, y otras que era posible comprender con atención, y lograron mantener conversaciones vacilantes sobre asuntos sencillos») el ensayo continúa como sigue. [366]
De este modo, los Númenóreanos consideraron que el hecho de que tuvieran una lengua emparentada con la suya, aunque sólo se percibiera después de una estrecha relación, era una de las características de los «Hombres Medios».[330]
Los maestros de tradición de días posteriores sostenían que las lenguas de los Hombres de la Tierra Media, al menos las de los Hombres «sin sombra», evolucionaron con menor rapidez antes del final de la Segunda Edad y el cambio del mundo en la Caída de Númenor. Por otro lado, en Númenor, por causa de la longevidad de los Atani, evolucionó más lentamente todavía. Cuando los Marinos y los Hombres de Eriador se encontraron por primera vez, habían transcurrido sólo seiscientos años desde que los Atani atravesaran el mar, y el Adûnaico que hablaban no podía haber cambiado mucho; sin embargo, habían pasado mil años o más desde que los Atani que llegaron a Beleriand se separaran de sus parientes. No obstante, incluso ahora, en un mundo más cambiante, a quienes no saben de la historia de las lenguas les es posible advertir el parentesco entre idiomas que han pasado separados mil quinientos años o más.
Con el transcurso de los largos años la situación cambió. El tiempo —y la negligencia— desgastaron el antiguo Adûnaico de Númenor. La desastrosa historia de Númenor hizo que los «Fieles» que controlaban todas las tierras costeras desde Lune a Pelargir dejaron de tenerle reverencia. Porque los Reyes rebeldes habían prohibido las lenguas élficas, y sólo se permitía el uso del Adûnaico, y muchos de los antiguos libros en Quenya o en Sindarin fueron destruidos. Los Fieles, por tanto, empleaban el Sindarin, y en esa lengua se encontraban todos los nombres de los lugares que bautizaron en la Tierra Media.[331] Como habla cotidiana y única lengua de los indoctos, el Adûnaico se abandonó a los cambios inconscientes y a la corrupción. Todos los hombres de alta cuna y todos aquellos que sabían leer y escribir usaban el Sindarin, incluso como lengua cotidiana. En algunas familias, se dice, el Sindarin se convirtió en la lengua materna, y la lengua vulgar de origen Adûnaico se aprendía de cualquier manera, según era necesaria.[332] No obstante, a los extraños no se les enseñaba Sindarin, porque se consideraba un signo de la sangre númenóreana y porque era difícil de aprender, mucho más que la «lengua vulgar». De este modo, sucedió que a medida [367] que los asentamientos númenóreanos aumentaban en poder y extensión y contactaban con los Hombres de la Tierra Media (muchos de los cuales se sometieron al gobierno númenóreano y crecieron en número), la «lengua vulgar» empezó a extenderse a lo largo y ancho de la tierra como lingua franca entre pueblos de muchos tipos distintos. Este proceso comenzó a finales de la Segunda Edad, pero adquirió una importancia fundamental sobre todo después de la Caída y de la fundación de los «Reinos en el Exilio» de Arnor y Gondor. Estos reinos se internaban considerablemente en la Tierra Media, y más allá de sus fronteras sus reyes eran reconocidos como señores supremos. Así, en el Norte y el Oeste todas las tierras situadas entre las Ered Luin, el Aguada Gris y el Fontegrís[333] se convirtieron en regiones de influencia númenóreana en las cuales se hablaba generalmente la «lengua vulgar». En el Sur y el Este, Mordor seguía siendo impenetrable, pero aunque de este modo impedía la extensión de Gondor, este reino estaba más poblado y era más poderoso que Arnor. Los límites del antiguo reino abarcaban todas aquellas tierras que en los mapas del final de la Tercera Edad son llamadas Gondor, Anórien, Ithilien, Ithilien del Sur y Rohan (antes Calenardhon) al oeste del Entaguas.[334] Sobre su extensión en la cumbre de su poder, entre los reinados de Hyarmendacil I y Rómendacil II (de 1015 a 1366 de la Tercera Edad), véase Ap. 27.[335] No obstante, las amplias tierras situadas entre el Anduin y el Mar de Rhûn nunca estuvieron realmente pobladas u ocupadas, y la única frontera septentrional verdadera del Reino al este del Anduin estaba formada por las Emyn Muil y las ciénagas que había al sur y al este de ellas. Sin embargo, la influencia númenóreana llegaba mucho más allá de estas extensas fronteras, recorriendo los Valles del Anduin hasta sus fuentes y alcanzando las tierras al este del Bosque, entre los ríos Celon[336] (Rápido) y Carnen (Aguas Rojas).
Dentro de los límites originales de los Reinos la «lengua vulgar» no tardó en convertirse en el habla corriente, y con el paso del tiempo en la lengua materna de casi todos sus habitantes, independientemente de su origen, y los recién llegados a quienes se permitía instalarse dentro de sus fronteras la adoptaban. Por lo general, sus hablantes la llamaban Oestron (de hecho Adûni, y en Sindarin Annúnaid). Pero se extendió mucho más allá [368] de los límites de los Reinos, al principio en los tratos con «los pueblos de los Reinos», y luego como una «Lengua Común» adecuada para el intercambio entre los pueblos que conservaban numerosas lenguas propias. Así, los Elfos y los Enanos la empleaban para tratar entre ellos y con los Hombres
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