Tres frases neuróticas típicas del hombre que posterga y vacila componen el sistema de apoyo que sirve para mantener el comportamiento dilatorio.
"Quizá las cosas se solucionarán solas". "Espero que las cosas vayan mejor". "Deseo que se arreglen las cosas."
He aquí los deleites de quien posterga. Cuando dices "quizás", "espero", o "deseo", puedes usar estas palabras como razonamientos para no hacer nada en el presente. Pero los deseos y esperanzas no son más que una pérdida de tiempo, ilusiones vanas de los que viven en un mundo ficticio.
Nunca nadie logró nada, con ninguna de estas palabras por más veces que las repitiera. En realidad éstas sólo sirven para evitar tomar cartas en el asunto y realizar las tareas que tú has decidido que tienen la suficiente importancia para estar en la lista de las actividades de tu vida.
Tú puedes hacer lo que te propongas. Eres fuerte y capaz. No eres frágil ni quebradizo. Al postergar para un momento futuro lo que quisieras hacer ahora, te entregas al escapismo, a la autoduda, y lo que es peor aún al autoengaño. Tu zona postergatoria es un movimiento que te impide ser fuerte en el momento actual, en tu ahora, y te impulsa en dirección de la esperanza de que las cosas mejorarán en el futuro.