La etiqueta es un buen ejemplo de esculturización inútil y malsana. Piensa en todas esas pequeñas normas absurdas que te han impulsado a aceptar simplemente porque unos especialistas en buenos modales así lo decidieron. Coma el pollo de esta manera; espere siempre a que la anfitriona empiece a comer antes de empezar; al hacer las presentaciones presente el hombre a la mujer y no al revés; en las bodas, siéntese en tal sitio determinado en la iglesia; dé tal propina; vístase así; exprésese de tal manera. No se consulte a sí mismo; búsquelo en el libro. Si bien los buenos modales son muy convenientes (significan consideración por la demás gente), como el noventa por ciento de todas las normas de etiqueta, en realidad son reglas sin sentido que fueron pensadas arbitrariamente en un momento dado. No existe una manera apropiada para ti; sólo lo que tú decides es lo apropiado para ti, siempre que no les compliques las cosas a los demás o se las dificultes. Puedes ser tú quien escoja cómo vas a presentar a la gente, qué propina vas a dar, qué es lo que te vas a poner, cómo vas a hablar, dónde te vas a sentar, cómo vas a comer, basándote estrictamente en lo que tú quieras. Cada vez que caigas en la trampa del "¿Cómo me debo vestir para esta ocasión?" o "¿Cómo tendré que hacerlo?" estarás cediendo una parte de ti mismo. Yo no trato aquí de impulsarte a ser un rebelde social ya que ésa sería una de las formas de búsqueda de aprobación por medio de un comportamiento inconformista. Estoy tratando más bien de pedirte que el desarrollo cotidiano de tu vida sea dirigido y orientado por ti mismo y no por los demás. Ser leal a ti mismo quiere decir que no tienes necesidad de un sistema exterior de apoyo.