¡No hay de qué preocuparse! ¡Absolutamente nada! Puedes pasarte el resto de tu vida, empezando ahora mismo, preocupado por el futuro, y por mucho que te preocupes, no cambiarás nada. Recuerda que la preocupación ha sido definida como el sentimiento que te inmoviliza en el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el futuro. Debes tener cuidado en no confundir la preocupación con el hacer planes para el futuro. Si estás haciendo planes para el futuro y la actividad del momento presente puede contribuir a que ese futuro sea mejor esto no es preocupación. Sólo es preocupación cuando de alguna manera te encuentras inmovilizado en el presente por algún acontecimiento que puede suceder en el futuro.
Así como nuestra sociedad alienta y da alas a la culpa, también fomenta la preocupación. Una vez más todo empieza con la falacia de parangonar la preocupación con el amor. Si quieres a alguien, es el mensaje, debes preocuparte por él. Oirás frases como "Por supuesto que estoy preocupado por ella; es natural cuando quieres a alguien" o "No puedo dejar de preocuparme porque te quiero". Así pruebas tu amor preocupándote suficientemente en el momento apropiado.
La preocupación es endémica en nuestra cultura. Casi todo el mundo pierde una increíble cantidad de momentos presentes preocupándose por el futuro. Y todo ello no sirve para nada. Ni un solo momento de preocupación logrará mejorar las cosas. Peor aún, es muy posible que la preocupación anule tu eficacia en el presente. Más aún, la preocupación no tiene nada que ver con el amor que debe ser una relación en la que cada persona tiene el derecho de ser lo que elige ser sin condiciones impuestas por la otra persona.
Imagínate que estás en el año 1860 al principio de la Guerra de Secesión. El país se moviliza para la guerra y hay aproximadamente treinta y dos millones de personas en los Estados Unidos. Cada una de estos treinta y dos millones de personas tiene miles de cosas en que preocuparse y pasan muchos momentos presentes angustiados por el futuro. Se preocupan por la guerra, el precio de los alimentos, las inundaciones, la economía, por las mismas cosas que siguen preocupándote hoy en día. En 1975, unos 115 años más tarde, todos esos que tanto se preocupaban están muertos y si sumamos todas sus preocupaciones, veremos que ni esa inmensa cantidad de preocupación logró cambiar ni un momento de lo que ahora es historia. Lo mismo es cierto en lo que respecta a los momentos en que más te has preocupado por el futuro. Cuando la tierra esté poblada por un personal completamente diferente, ¿crees que alguno de tus momentos de preocupación habrán logrado cambiar algo, hacer que algo sea distinto a lo que fue? No.
Y alguno de esos momentos de preocupación hacen que las cosas sean distintas hoy en día, en el sentido de cambiar las cosas que te preocupan?
Otra vez, no. Entonces ésta es una de las zonas que debes ordenar, puesto que estás desperdiciando esos preciosos momentos presentes en comportamientos que no te brindan retribuciones positivas.
Gran parte de tu preocupación se refiere a cosas sobre las que no tienes absolutamente ningún control. Puedes preocuparte todo lo que quieras sobre la guerra, o la economía, o posiblemente las enfermedades, pero la preocupación no nos traerá la paz ni la prosperidad ni buena salud. Como individuo, tienes muy poco control sobre cualquiera de esas cosas. Además, la catástrofe que tanto te preocupa a menudo resulta ser menos horrible en la realidad de lo que fue en tu imaginación.
Yo traté a Harold, que tenía cuarenta y siete años, durante varios meses. Estaba preocupado porque podía despedirlo de su trabajo y entonces no podría mantener a su familia. Era un ser compulsivo que se preocupaba compulsivamente. Empezó a perder peso, no podía dormir y enfermaba a menudo. En las sesiones de terapia, hablamos sobre la inutilidad de la preocupación y sobre el modo que podía elegir para estar contento. Pero Harold era un preocupado de verdad y sentía que era su diaria responsabilidad el preocuparse por los desastres que podían ocurrir.
Finalmente, después de angustiarse durante meses, recibió su notificación de despido y se quedó sin empleo por primera vez en su vida. Al cabo de tres días, encontró otro trabajo que no sólo era mejor pagado sino que le brindaba muchas más satisfacciones. Había usado su fuerza compulsiva para encontrar el nuevo empleo. La búsqueda fue rápida y sin tregua. Y toda su preocupación anterior resultó inútil. Su familia no se murió de hambre y Harold no se desplomó. Como la mayor parte de los cuadros sombríos de nuestra imaginación, el cambio resultó más beneficioso que terrible. Harold experimentó en carne propia la inutilidad de la preocupación, aprendió de primera mano lo inútil que resulta preocuparse y ha empezado a adoptar una actitud más despreocupada para su vida.
En un ensayo muy inteligente y divertido publicado por The New Yorker, titulado "Busca lo Imbuscable", Ralph Shoenstein hace una sátira de la preocupación:
¡Menuda lista! ¡Algo viejo y algo nuevo, algo cósmico y sin embargo algo trivial también, pues el preocupado creativo debe siempre combinar lo pedestre con lo inmemorial. Si se apaga el sol, ¿podrán los METSs cumplir todos sus compromisos nocturnos?
Si reviven algún día a los seres humanos que han sido congelados criogénicamente, ¿tendrán que volver a inscribirse en el registro electoral?
Y si desaparece el dedo pequeño del pie, valdrán menos los goles en la Liga Nacional de Fútbol?
Puede que seas de los que se preocupan como profesionales de la preocupación, produciendo todo tipo de stress innecesario y de ansiedad en tu vida a consecuencia de las opciones que haces por el hecho de preocuparte por todo tipo de cosas. O puede que seas uno de los angustiados de talla menor que se preocupa sólo de sus propios problemas. La lista siguiente presenta las respuestas más comunes a la pregunta "¿Qué es lo que te preocupa?"