LA EVOLUCIÓN

«Volvamos a la evolución», dije. «Con todo lo que ha dicho sobre Dios, ¿cree que él causó la evolución? ¿O pasó todo en varios miles de años, como creen los creacionistas?».

«No es que la teoría de la evolución esté equivocada; más bien diría que es incompleta e inútil».

«¿Cómo puede decir que es inútil?».

«La teoría de la evolución no conduce a ningún invento práctico. Es un concepto que no tiene aplicación».

«Sí, entiendo», le dije. «Pero tiene que aceptar que las pruebas fósiles de especies primitivas son bastante convincentes. Ha habido un cambio evidente con el paso del tiempo entre las primeras criaturas y las más recientes. ¿Cómo puede obviar eso?».

«Imagínate que un asteroide se estrella contra la Tierra y trae consigo una bacteria exótica que destruye toda la materia orgánica del planeta y luego se disuelve sin dejar rastro. Un millón de años después, alienígenas inteligentes descubren la Tierra y estudian nuestros huesos y nuestras posesiones, intentando dilucidar nuestra historia. Podrían observar que parece haber una relación entre todos nuestros utensilios y recipientes de cocina: cacerolas, sartenes, platos y vasijas. Y había muchas diferencias entre los utensilios más antiguos y los más recientes. Los primitivos eran cuencos crudos, todos ellos bastante similares entre sí, hechos generalmente de barro o piedra. Con el tiempo los cuencos evolucionaron, convirtiéndose en platos y tazas de café y sartenes de acero inoxidable».

«Los alienígenas crearían gráficos convincentes que mostrarían la evolución de estos utensilios. La familia de tazas de té se parecería a los miembros de su propia especie, relacionada estrechamente con la jarra de cerveza y el vaso para agua. Un observador que estudiara estos gráficos vería un claro patrón que no podría ser coincidencia. Se debatiría la causa de la evolución de los utensilios, de igual modo que nosotros debatimos la causa subyacente de la evolución humana, pero el hecho observado de la evolución de los utensilios de cocina no sería cuestionado por los científicos alienígenas. Los hechos serían claros. A algunos científicos les molestaría la falta de especies intermedias —pongamos por ejemplo una sartén con el mango de una jarra de cerveza— pero supondrían que tenía que existir y que aún no ha sido descubierta».

«Esa debe ser la peor analogía de la historia», repliqué. «Está comparando personas con platos».

El viejo se rió en voz alta por primera vez desde que empezamos a hablar. Le había hecho gracia de verdad.

«No es una analogía», dijo con un brillo en los ojos. «Es un punto de vista. La evolución es irresistible no por la calidad de las pruebas sino por su cantidad y variedad. Los alienígenas se enfrentarían al mismo dilema. Encontrarían tantas “pruebas” de su teoría de evolución de los utensilios de cocina que sus oponentes serían ridiculizados. Los científicos alienígenas teorizarían que los tenedores evolucionaron a partir de las cucharas, que a su vez evolucionaron de los cuchillos. Las cacerolas evolucionaron de los cuencos».

«Los platos llanos evolucionaron de las tablas para cortar. La cantidad y variedad de datos que apoyaría sus tesis sería abrumadora. Al final dejarían de llamarla teoría y la considerarían un hecho irrefutable. Sólo un lunático podría dudar de la montaña de pruebas».

«Hay una gran diferencia entre platos y animales», aseguré. «Con los platos no hay manera de que evolucionen. La lógica diría a los alienígenas que no hay forma en que un plato inerte pueda procrear, y mucho menos tener mutantes».

«Eso no es exactamente cierto», replicó. «Podría decirse que los platos usaron a los seres humanos en una relación simbiótica, convenciéndonos a través de su utilidad de la necesidad de crear platos nuevos. De ese modo los platos conseguían procrear y evolucionar. Toda especie aprovecha otros seres vivos para asegurar su supervivencia. Esa es la forma normal en que los seres vivientes se reproducen».

«Tú crees, sin fundamento, que el científico alienígena vería la distinción entre las criaturas vivientes y los platos inorgánicos, y que clasificaría a los platos como meras herramientas. Pero esa es la visión humano-centrista del mundo. Los humanos creen que las cosas orgánicas son más importantes que las inorgánicas porque somos seres orgánicos. Los alienígenas no estarían afectados por este prejuicio. A su modo de ver, los platos les parecerían una especie fuerte y resistente que encontró la forma de evolucionar, reproducirse y prosperar, a pesar de no tener ningún componente orgánico».

«Pero los platos no tienen personalidad, ni pensamientos ni emociones ni deseos», dije.

«Tampoco una almeja tiene esos atributos».

«Entonces», bromeé, «¿por qué dice la gente que está más contenta que una almeja?». Él ignoró el comentario.

«¿No te parece curioso que no tengamos más pruebas hoy en día de las mutaciones que impulsan la evolución?», preguntó.

«¿Cómo qué?».

«¿No tendríamos que estar viendo en las criaturas vivientes de ahora una especie de augurio del próximo millón de años de evolución? ¿Dónde están los humanos de dos cabezas que se convertirán en los jefes supremos de los que poseen una sola cabeza? ¿Dónde están los peces con órganos no identificados que evolucionarán hasta convertirse en algo útil dentro de un millón de años?, ¿y los gatos que desarrollan branquias? Vemos ciertos indicios de mutaciones en la actualidad, pero en su mayoría se trata de detalles sin importancia, no la clase de cambios radicales que tienen que haber existido en el pasado; la clase de mutaciones que se convirtieron en precursores de los cerebros, los ojos, las alas y los órganos internos».

«¿Y por qué parece que la evolución se mueve solamente en una dirección, de menos a más complejidad? ¿Por qué no hay formas de vida superiores que van evolucionando hasta convertirse en criaturas más simples, más sanas? Si las mutaciones ocurren al azar, cabe esperar que la evolución funcionaría en ambas direcciones. Pero sólo va en un sentido: de simple a complejo».

Continuó. «¿Y por qué el número de especies en la Tierra ha descendido desde hace un millón de años? El ritmo de formación de nuevas especies fue, en algún momento del pasado, superior al de extinción. Pero esa relación se ha invertido. ¿Por qué? ¿Se puede explicar perfectamente por la influencia de los meteoros y la intervención humana?».

«¿Y cómo encuentra el primer miembro de una nueva especie una pareja con la que procrear? El ser miembro de una nueva especie significa que ya no puedes procrear con los miembros de la especie de tus progenitores. Si las mutaciones son los responsables de la evolución, deben producirse con frecuencia y en formas tan similares que los mutantes puedan encontrar sus semejantes para procrear. Si fuera tan fácil, ¿no veríamos ejemplos más frecuentes de mutaciones?».

«Yo tengo el mismo problema con la religión», comenté. «Parece como si hubo un montón de milagros hace muchos años, pero ahora nunca los vemos. Con la evolución, parecería que las mutaciones están desapareciendo, justo cuando tenemos la suficiente inteligencia como para estudiarlas. Sí que parece algo sospechoso, como si todo tuviera un propósito y nos estuviéramos acercando a la meta».

«Vuelve atrás un poco, a la moneda», me conminó. «Si por casualidad lanzas una moneda perfectamente equilibrada y sale cara cien veces seguidas, ¿cuál es la probabilidad de que salga cara en el siguiente lanzamiento?».

«Esta me la sé: la probabilidad es del cincuenta por ciento, aunque parezca que ya iría siendo hora de que salga cruz. No tiene mucho sentido, pero es lo que aprendí en la escuela».

«Es cierto», dijo. «O, dicho de otro modo, el pasado de la moneada no tiene ningún impacto sobre su futuro. No hay conexión entre los resultados de los lanzamientos anteriores y la probabilidad de los futuros lanzamientos».

«El resto del universo es como la moneda. Los acontecimientos del pasado parecen causar el presente, pero siempre que nos volvemos atrás en la existencia estamos sujetos a un nuevo conjunto de probabilidades. Podría pasar cualquier cosa».

Cambió de postura en la mecedora y comenzó de nuevo.

«Cada criatura tiene una minúscula probabilidad de convertirse en una especie diferente con cada latido del universo. Un pato puede ser sustituido completamente por una ardilla. La posibilidad de que ocurra esto ocurra es tan ínfima que probablemente no haya ocurrida nunca, ni ocurrirá, pero la naturaleza del universo no excluye esta posibilidad. Simplemente es poco probable».

«Un resultado más probable es que el ADN de una criatura experimenta una diminuta variación porque dos motas del polvo de Dios intentaron aparecer en el mismo lugar y tuvieron que reajustarse. Ese ajuste puso en marcha una reacción en cadena de probabilidades que afectaron el destino de la criatura».

«Cuando lanzas la moneda, casi siempre aterriza en la cara o la cruz, aunque es posible que se balancee sobre el borde. Si no tuviéramos experiencia lanzando monedas al aire, podríamos pensar que aterriza con frecuencia sobre el borde, permaneciendo en esa posición. El borde de una moneda tiene tal vez un diez por ciento de la superficie de cualquiera de sus caras, por lo que cabe esperar que este sea el resultado con cierta asiduidad».

«Pero la probabilidad evita las condiciones de “ni una cosa ni la otra”. Favorece o cara o cruz. La evolución también evita estas situaciones de “entre medio”. Algo en la naturaleza del polvo de Dios hizo que la aparición de dos ojos fuera probable y la de dos cabezas no lo fuera. Más concretamente, hay algo en los ojos que apoya la inevitable reconstrucción de Dios».