[P.1] En la actualidad, la importancia del descubrimiento de Jansky se reconoce en el nombre de la unidad para la densidad del flujo de radio, el jansky. <<
[P.2] Giuseppe Cocconi y Philip Morrison, «Searching for interstellar communications», Nature, vol. 184 (1959), p. 844. <<
[1.1] La unidad MHz se lee «megahercio»; el hercio es una medida de la frecuencia así bautizada en honor al físico alemán Heinrich Hertz. Equivale a 1 ciclo por segundo. 1 MHz es 1 millón de hercios. 1 gigahercio (que se escribe GHz) equivale a mil millones de hercios, o 1.000 MHz. Una frecuencia de 1.420 MHz corresponde a una longitud de onda de 21 centímetros. Un dispositivo automático permitía a Drake escanear un intervalo de frecuencia estrecha alrededor de 1.420 MHz. <<
[1.2] Una descripción más realista de cómo funciona SETI en la práctica, la ofrece Seth Shostak en su libro Confessions of an Alien Hunter: A Sciencist’s Search for Extraterrestrial Intelligence (National Geographic, 2009). <<
[1.3] El movimiento de la fuente o del receptor desplaza la frecuencia en el tiempo a causa del efecto Doppler. Sin una corrección, una señal de radio extraterrestre saldría de una banda de frecuencias bien sintonizada en cuestión de minutos. <<
[1.4] H. G. Wells, The Ear of the Worlds, Heinemann, Londres, 1989, p. 4. (Hay trad. cast.: La guerra de los mundos, Alianza, Madrid, 2005.) <<
[1.5] La motivación en la información está refrendada, por ejemplo, en T. B. H. Kuiper y M. Morris, «Searching for extraterrestrial civilizations», Science, vol. 196 (1977), p. 616; D. G. Stephenson, «Models of interstellar exploration», Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society, vol. 23 (1982), p. 236. <<
[1.6] Prefacio de Frank Drake a Confessions of an Alien Hunter: A Scientific Search for Extraterrestrial Intelligence, de Seth Shostak (National Geographic, 2009), p. ix. <<
[1.7] Carl Sagan, Cosmos, Random House, Nueva York, 2002, p. 339. (Hay trad. cast.: Cosmos, Planeta, Barcelona, 2004.) <<
[1.8] http://www.meteorlab.com/METEORLAB2001dev/metics.htm#Thomas. <<
[1.9] Un buen ejemplo proveniente de la física de partículas fue el descubrimiento de las partículas W y Z en el CERN a principios de la década de 1980. Los descubrimientos se anunciaron después de haber detectado tan sólo unos pocos «eventos» en el Gran Colisionador de Electrones y Positrones. Pocos científicos pusieron objeciones porque en la década anterior se había elaborado una excelente teoría que predecía la existencia de W y Z y ofrecía predicciones cuantitativas específicas de cómo debían ser estas partículas. <<
[1.10] Rupert Sheldrake es quien más cerca ha estado de proponer una teoría científica de algo como la telepatía, y realiza algunas grandes predicciones falsables, pero todavía carece de una base científica creíble y de un modelo matemático apropiado de los mecanismos implicados. Para una revisión, véase Rupert Sheldrake, The Sense of Being Stared At: And Other Aspects of the Extended Mind, Crown, Nueva York, 2003. <<
[1.11] En lenguaje matemático, la probabilidad a priori de que en nuestra galaxia haya una civilización que se comunique es probablemente «bimodal», es decir, o muy cercana a cero, o muy cercana a uno (una probabilidad de uno es una certeza). Nótese que en ese caso no sería legítimo asignar una probabilidad de ½ (la media entre 0 y 1) a falta de otros indicios, del mismo modo que no podemos decir que haya una probabilidad del 50 por ciento de que haya vida después de la muerte sólo porque la mitad de la población pensara que sí y la otra mitad creyera que no. <<
[1.12] Ezequiel 1:4-28. <<
[1.13] Demócrito, según Hipólito, Refutation of the Heresies I 13 2, en Hermann Diels y Walther Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker (Weidmann, Zúrich, 1985), vol. 2, sección 68 A 40, p. 94. Traducción de W. K. C. Guthrie, A History of Greek Philosophy: Presocratic Tradition from Parmenides to Democritus (Cambridge University Press, 1965), vol. 2, p. 405. (Hay trad. cast.: Historia de la filosofía griega 2: La tradición presocrática desde Parménides a Demócrito, Gredos, Madrid, 1994.) <<
[1.14] The Roman Poet of Science, Lucretius: De Rerum Natura Book II, traducción de Alban Dewes Winspear, The Harbor Press, Nueva York, 1955. (Hay trad. cast.: La naturaleza, Gredos, Madrid 2003.) <<
[1.15] Kepler’s Conversation with Galileo’s Sidereal Messenger, traducción de Edward Rosen, Johnson reprint, Nueva York y Londres, 1965, p. 42. (Hay trad. cast.: La gaceta sideral: conversaciones con el mensajero sideral, Alianza, Madrid, 2007.) <<
[1.16] http://ufos.nationalarchives.gov.uk/ <<
[1.17] Edward Condon, Scientific Study of Unidentified Flying Objects, University of Colorado, Boulder, 1968. <<
[1.18] J. B. S. Haldane, Possible Worlds: And Other Essays, Chatto and Windus, Londres, 1932, p. 286. <<
[2.1] Washington Post, 20 de julio de 2008. <<
[2.2] Francis Crick, Life Itself: Its Origin and Nature, Simon & Schuster, Nueva York, 1981, p. 88. <<
[2.3] Jacques Monod traducción de A. Wainhouse, Chance and Necessity, Collins, Londres, 1972, p. 167. (Hay trad. cast.: El azar y la necesidad, Tusquets, Barcelona, 1989.) <<
[2.4] George Gaylord Simpson, «The non-prevalence of humanoids», Science, vol. 143 (1964), p. 769. <<
[2.5] Christian de Duve, Vital Dust: Life as a Cosmic Imperative, Basic Books, Nueva York, 1995. <<
[2.6] http://www.telegraph.co.uk/scienceandtechnology/science/space/ 4629672/AAAS-One-hundred-billion-trillion-planets-where-alien-life-couldflourish.html. <<
[2.7] J. William Schopf y Bonnie M. Packer, «Newly discovered early Archean (3.4-3.5 Ga Old) microorganisms from the Warrawoona Group of Western Australia», Origin of Life and Evolution of Biospheres, vol. 16, n.º 3-4 (1986), p. 339. <<
[2.8] A. Allwood, «Stromatolite reef from the Early Archaean Era of Australia», Nature, 8 de junio de 2006, p. 714. <<
[2.9] He discutido a fondo este proceso en mi libro The Fifth Miracle, Simon & Schuster, Nueva York, 1998; Allen Lane, The Penguin Press, Londres, 1998; publicado en una edición revisada en el Reino Unido con el título The Origin of Life, Penguin, Londres, 2003. (Hay trad. cast.: El quinto milagro: en busca de los orígenes de la vida, Crítica, Barcelona, 2006.) <<
[2.10] Gerda Horneck et al., «Microbial rock inhabitants survive hypervelocity impacts on Mars-like host planets: first phase of lithopanspermia experimentally tested», Astrobiology, vol. 8, n.º 1 (2008), p. 17. <<
[2.11] Fred Hoyle, The Intelligent Universe, Michael Joseph, Londres, 1983, pp. 18-19. (Hay trad. cast.: El universo inteligente, Grijalbo, Barcelona, 1985.) <<
[2.12] George Whitesides, «The improbability of life», en John D. Barrow, Simon Conway Morris, Stephen J. Freeland y Charles L. Harper (eds.), Fitness of the Cosmos for Life: Biochemistry and Fine-Tuning, Cambridge University Press, Cambridge, 2004, p. XIII. <<
[2.13] Ibíd., p. xv. <<
[2.14] Ibíd., p. XVII. <<
[2.15] Ibíd. <<
[2.16] Tal vez haya otras combinaciones de moléculas, también aleatorias en el sentido de no manifestar ninguna pauta, que podrían representar otra forma de vida. Lo importante es que las secuencias moleculares biológicamente funcionales ocupan una fracción diminuta del espacio total de secuencias, aunque existan muchas regiones desconectadas que correspondan a una posible funcionalidad biológica. <<
[2.17] Para dejarlo bien claro, cuando digo milagro en un sentido coloquial, no estoy sugiriendo que el origen de la vida haya sido el producto de alguna intervención divina. Creo que fue un proceso completamente natural, aunque quizá extraordinariamente improbable. <<
[2.18] Permítaseme que sea explícito: si se examina una cadena de cincuenta aminoácidos y se intenta averiguar sobre una base única matemática cuál será el siguiente aminoácido a partir de la secuencia previa, no se logrará mayor precisión que la que ofrece el azar. Lo mismo vale para las secuencias de pares de bases del ADN. <<
[2.19] Paul Davies, The Cosmic Blueprint, ed. rev., Templeton Foundation Press, West Conshohocken, Pensilvania, 2004. Véase también el último capítulo de El quinto milagro. <<
[2.20] Una buena introducción a este campo en William Poundstone, The Recursive Universe, William Morrow, Nueva York, 1996. Puede encontrarse una explicación más profunda (y polémica) en Stephen Wolfram, A New Kind of Science, Wolfram Media, Champaign, Illinois, 2002. <<
[2.21] A. G. Cairns-Smith, Seven Clues to the Origin of Life, Cambridge University Press, Cambridge, 1986. (Hay trad. cast.: Siete pistas sobre el origen de la vida: una historia científica en clave detectivesca, Alianza, Madrid, 1990.) <<
[2.22] Analizo un modelo específico en «It’s a quantum life», Physics World, vol. 22, n.º 7 (2009), p. 24. <<
[2.23] Marte sigue siendo el favorito, pero Europa, una luna de Júpiter, es otra morada posible para la vida primitiva. Es un cuerpo cubierto de hielo con un océano líquido debajo, calentado por la fricción causada por las mareas. En su órbita alrededor de Júpiter, Europa es deformada por el campo gravitatorio del planeta gigante, que alarga todo el satélite, incluido el núcleo sólido. Este proceso genera una gran cantidad de calor por fricción. Otro cuerpo que reviste un gran interés es Titán, el satélite más grande de Saturno. En 2008, se hizo descender en paracaídas hasta la superficie de Titán una pequeña sonda llamada Huygens, revelando un mundo gélido con ríos y lagos de etano y metano líquido, rocas de hielo de agua, y una gruesa atmósfera de smog petroquímico. Este cóctel letal acabaría con la vida terrícola en un instante, pero algunos científicos han imaginado una exótica vida propia de bajas temperaturas para la cual el agua líquida es reemplazada por un solvente distinto, y el metabolismo se basa en la conversión de acetileno a metano. <<
[2.24] Salvo que, por un perverso golpe de mala suerte, Marte albergue dos formas de vida con quiralidad opuesta y parecida densidad de población. <<
[3.1] Kevin Maher y David Stevenson, «Impact frustration of the origin of life», Nature, vol. 331 (1988), p. 612. <<
[3.2] Sugerí esta idea en 1988 en mi libro El quinto milagro. Un estudio detallado se puede encontrar en Lloyd E. Wells, John C. Armstrong y Guillermo González, «Reseeding of early earth by impacts of returning ejecta during the late heavy bombardment», Icarus, vol. 162, n.º 1 (2003), p. 38. <<
[3.3] La expresión «biosfera en la sombra» fue acuñada por Carol Cleland y Shelley Copley de la Universidad de Colorado en su artículo «The possibility of alternative microbial life on Earth», International Journal of Astrobiology, vol. 4 (2005), p. 165. <<
[3.4] Richard Dawkins, The Ancestor’s Tale, Houghton Mifflin, Boston, 2004; Weidenfeld & Nicolson, Londres, 2004. (Hay trad. cast.: El cuento del antepasado, Antoni Bosch, Barcelona, 2008.) <<
[3.5] Paul C. W. Davies y Charley H. Lineweaver, «Search for a second sample of life on Earth», Astrobiology, vol. 5, n.º 2 (2005), p. 154. <<
[3.6] Paul Davies, Steven Benner, Carol Cleland, Charley Lineweaver, Chris McKay y Felisa Wolfe-Simon, «Signatures of a shadow biosphere», Astrobiology, vol. 9, n.º 2 (2009), p. 1. <<
[3.7] Stephen Jay Gould, «Planet of the Bacteria», Washington Post Horizon, vol. 119 (1996), p. 344. <<
[3.8] Esto es una simplificación. Aunque algunos organismos sólo pueden usar los gases inorgánicos hidrógeno y dióxido de carbono como nutrientes, otros aprovechan indirectamente la biología de la superficie a través del oxígeno disuelto o las sustancias orgánicas que provienen de las capas superficiales del océano bañadas por la luz. <<
[3.9] Thomas Gold, The Deep Hot Biosphere, Springer, Nueva York, 1998. Para una revisión actualizada, véase Bo Barker Jorgensen y Steven D’Hondt, «A starving majority deep beneath the sea floor», Science, vol. 314 (2006), p. 932. <<
[3.10] El lector hallará una revisión en mi libro El quinto milagro. <<
[3.11] T. O. Stevens y J. P. McKinley, «Lithoautotrophic microbial ecosystems in deep basalt aquifers», Science, vol. 270 (1995), p. 450; D. R. Lovley, «A hydrogen-based subsurface microbial community dominated by methanogens», Nature, vol. 415 (2002), p. 312; L. H. Lin, et al., «Long-term sustainability of a high-energy, low-diversity crustal biome», Science, vol. 314 (2006), p. 479. <<
[3.12] Los astrobiólogos especulan que en Marte podría haber ecosistemas subsuperficiales parecidos; de ahí el entusiasmo que produjo el hallazgo de metano en la atmósfera marciana hace unos años. <<
[3.13] Según alguna definición, los virus son seres vivos, de modo que el hallazgo de un virus extraño también contaría como descubrimiento de vida extraña. Los virus son un caso marginal, porque no pueden reproducirse sin la ayuda de una célula, así que no son organismos autónomos. Pero si encontramos virus extraños, es probable que las células extrañas estén muy lejos. <<
[3.14] Si el experimento rediseñado de liberación de marcadores de Gil funciona bien en la Tierra, el siguiente paso sería enviarlo a Marte para aclarar el misterio de las Viking de una vez por todas. <<
[3.15] Como ya he explicado, cuando llamo a estos intrusos «alienígenas», es en el sentido de «otros». No implica que «vengan del espacio exterior», por decirlo con la expresión más propia de la ciencia ficción, aunque sigue siendo una posibilidad. Podrían proceder de Marte, pero lo mismo podría decirse de nuestros antepasados más lejanos. <<
[3.16] P. C. W. Davies, E. V. Pikuta, R. B. Hoover, B. Klyce y P. A. Davies, «Bacterial utilization of L-Sugars and D-amino acids», Actas del 47.º Congreso Anual de SPIE, San Diego, agosto de 2006, 63090A. <<
[3.17] Steven Benner, Life, the Universe and the Scientific Method, The Ffame Press, Gainsville, Florida, 2009. <<
[3.18] Ariel Anbar, Paul Davies y Felisa Wolfe-Simon, «Did nature also choose arsenic?», International Journal of Astrobiology, vol. 8 (2009), p. 69. <<
[3.19] En lenguaje técnico, ofrece un potencial redox al permitir que el arsenato pueda ser reducido a arsenito, liberando energía en el proceso. <<
[3.20] Por ejemplo, mediante espectrometría de masas, que puede medir los pesos relativos de las moléculas y, por consiguiente, ordenar los compuestos orgánicos en categorías. <<
[3.21] Hay un factor adicional que complica las cosas. Al discutir «el origen de la vida» he asumido de forma tácita que existe una clara demarcación entre los estados «vivo» y «no vivo», de manera que la biogénesis es un estado bien definido. Pero esto puede ser una simplificación injustificada. Tal vez no exista una línea clara que separe lo vivo de lo inerte, sino más bien una vía química continua y extendida de estados de complejidad cada vez mayor. <<
[3.22] Agradezco a Felisa Wolfe-Simon que me haya llamado la atención sobre este ejemplo. <<
[3.23] Brent C. Christner, Cindy E. Morris, Christine M. Foreman, Rongman Cai y David C. Sands, «Ubiquity of biological ice nucleators in snowfall», Science, vol. 319 (2008), p. 1214. <<
[3.24] R. L. Folk, «SEM imaging of bacteria and nanobacteria in carbonate sediments and rocks», Journal of Sedimentary Petrology, vol. 63 (1993), p. 990. <<
[3.25] Philippa J. R. Uwins, Richard I. Webb, y Anthony P. Taylor, «Novel nano-organisms from Australian sandstones», American Mineralogist, vol. 83 (1998), p. 1541. <<
[3.26] E. O. Kajander y N. Ciftcioglu, «Nanobacteria: an alternative mechanism for pathogenic intra and extracellular calcification and stone formation», Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 95 (1998), p. 8274. <<
[3.27] Benner, Life, the Universe and the Scientific Method, pp. 122-123. <<
[3.28] Para una explicación detallada del meteorito de Marte, véase mi libro El quinto milagro. <<
[3.29] J. Martel y J. D. E. Young, «Purported nanobacteria in human blood as calcium carbonate nanoparticles», Proceedings of the National Academy of Sciences, 8 de abril de 2008, vol. 105, n.º 14 (2008), p. 5549. <<
[3.30] Jocelyn Selim, «Venter’s ocean genome voyage», Discover online, 27 de junio de 2004. <<
[4.1] Charles Darwin, On the Origin of Species, John Murray, Londres, 1859, última página. (Hay trad. cast.: El origen de las especies, Alianza, Madrid, 2010.) <<
[4.2] H. J. Jerison, Evolution of the Brain and Intelligence, Academic Press, Nueva York, 1973. El cociente esperado entre el tamaño del cerebro y del cuerpo se calcula por medio de una ley alométrica, elaborada a partir de los datos de muchos animales, que se basa en la suposición de que la masa del cerebro debe variar en proporción a la potencia 2/3 de la masa corporal, que es el cociente que corresponde a la relación entre área y volumen. Esta suposición, así como la propia idea del CE como medida de la inteligencia, ha sido objeto de críticas. Véase, por ejemplo, Robert O. Deaner, Karin Isler, Judith Burkart y Carel van Schaik, «Overall brain size, and not encephalization quotient, best predicts cognitive ability across non-human primates», Brain, Behavior and Evolution, vol. 70 (2007), p. 115. <<
[4.3] Véase, por ejemplo, http://serendip.brynmawr.edu/bb/kinser/Int3.html. <<
[4.4] Éste es el tipo de crecimiento característico de la expansión sin restricciones, tal que la cantidad se duplica en un tiempo fijo. Véase, por ejemplo, D. A. Russell, «Exponential evolution: implications for intelligent extraterrestrial life», Advances in Space Research, vol. 3, p. 95 (1983). <<
[4.5] Stephen Jay Gould, Wonderful Life, Norton, Nueva York, 1990. (Hay trad. cast.: La vida maravillosa, Crítica, Barcelona, 2006.) <<
[4.6] Véase, por ejemplo, Simon Conway Morris, Life’s Solution: Inevitable Humans in a Lonely Universe, Cambridge University Press, Cambridge, 2003. Otro factor que debilita el argumento de Gould es que no tiene en cuenta los mecanismos de realimentación que sirven para reforzar las tendencias evolutivas. Véase Robert Wright, Nonzero: The Logic of Human Destiny, Pantheon, Nueva York, 2000. (Hay trad. cast.: Nadie pierde: la teoría de juegos y la lógica del destino humano, Tusquets, Barcelona, 2005.) <<
[4.7] Lineweaver articula este argumento en una revisión del libro de Peter Ulmschneider, Intelligent Life in the Universe, en Astrobiology, vol. 5, n.º 5 (2005), p. 658. Véase también C. H. Lineweaver, «Paleontological tests: human-like intelligence is not a convergent feature of evolution», en J. Seckbach y M. Walsh (eds.), From Fossils to Astrobiology, Springer, Nueva York, 2009, p. 353. <<
[4.8] Christopher P. McKay, «Time for intelligence on other planets», en Laurance R. Doyle (ed.), Circumstellar Habitable Zones, Proceedings of the First International Conference, Travis House Publications, Menlo Park, California, 1996, p. 405. <<
[4.9] Véase, por ejemplo, Lori Marino, «Convergence of complex cognitive abilities in Cetaceans and Primates», Brain, Behavior and Evolution, vol. 59 (2002), p. 21. <<
[4.10] Véase, por ejemplo, Mircea Eliade (traducción de Willard R. Trask), The Myth of the Eternal Return, Princeton University Press, Princeton, NJ, 1971. (Hay trad. cast.: El mito del eterno retorno, Alianza, Madrid, 2009.) <<
[4.11] Joseph Needham y colaboradores, Science and Civilization in China, 7 vols., Cambridge University Press, Cambridge, 1954. <<
[4.12] En realidad, el número de interés para el SETI es la tasa de formación de estrellas hace varios miles de millones de años. <<
[4.13] Por otro lado, los planetas errantes podrían no ofrecer buenas expectativas para las formas de vida avanzadas, aunque no podemos estar seguros. La ecuación de Drake también omite la posibilidad de que algunos planetas puedan adquirir vida o inteligencia al ser colonizados en lugar de surgir de novo. Ésta es una cuestión que comento en el capítulo 6. <<
[4.14] Paso por alto el tiempo de viaje de la luz cuando digo «ahora», pues el argumento básico no se ve afectado. <<
[4.15] Michael Shermer, «Why ET hasn’t called», Scientific American, 15 de julio de 2002. <<
[4.16] Un buen ejemplo de lo que presuntamente es una coincidencia de dos escalas de tiempo causalmente independientes es el ciclo lunar y el ciclo menstrual, ambos de alrededor de 28 días. <<
[4.17] Carl Sagan, «The abundance of life-bearing planets», Bioastronomy News, vol. 7, n.º 4 (1995), p. 1. <<
[4.18] Brandon Carter, «The anthropic principle and its implications for biological evolution», Philosophical Transactions of the Royal Society of London, vol. A 310 (1983), p. 347. <<
[4.19] Robin Hanson, «The great filter: are we almost past it?», http://hanson.gmu.edu/greatfilter.html (1998). <<
[4.20] Como ya he explicado, esta hipótesis era ampliamente aceptada cuando Carter formuló su argumento alrededor de 1980. <<
[4.21] Brandon Carter, «Five or six step scenario for evolution?», International Journal of Astrobiology, vol. 7 (2008), p. 177. <<
[4.22] A falta de una razón especial en sentido contrario, debemos suponer que los humanos son observadores típicos. La argumentación de Carter es coherente con esa suposición de una naturaleza típica, pues supongamos que concebimos un enorme volumen de espacio, mucho mayor que todo el universo observable, y nos centramos en la subclase de todos los (según Carter, extraordinariamente raros) planetas con observadores inteligentes. Entonces la Tierra debería ser un miembro típico de esa subclase; y por lo que sabemos así es. En cambio, si Carter se equivoca y la vida inteligente es muy probable y aparece con rapidez, como los humanos hemos tardado tanto en evolucionar en la Tierra, deberíamos ser observadores atípicos. <<
[4.23] Una explicación alternativa es, por supuesto, que no estamos solos, pero que los extraterrestres todavía no han manifestado su existencia de un modo que nosotros hayamos percibido. Por ejemplo, podrían haber dejado de emitir por radio al cabo de poco tiempo. <<
[4.24] Véase, por ejemplo, John Leslie, The End of the World: The Science and Ethics of Human Extinction, Routledge, Londres, 1996, y Martin Rees, Our Final Century, Arrow Books, Londres, 2004. (Hay trad. cast.: Nuestra hora final: ¿será el siglo XXI el último de la humanidad?, Crítica, Barcelona, 2004.) <<
[4.25] Nick Bostrom, «Where are they? Why I hope the search for extraterrestrial life will find nothing», MIT Technology Review, mayo/junio (2008), pp. 72, 77. <<
[5.1] Abraham Loeb y Matias Zaldarriaga, «Wavesdropping on radio broad-casts from galactic civilizations with upcoming observatories for redshifted 21cm radiation», astro-ph/0610377 (octubre de 2006). Los autores estiman que los pulsos de la intensidad del radar militar, mucho más potentes, podrían detectarse con el SKA desde una distancia de hasta 650 años luz, con un tiempo de integración de un mes. <<
[5.2] La sensibilidad de un instrumento depende no sólo del área de captación, sino también del algoritmo informático utilizado para separar la señal del ruido. Investigaciones recientes de Claudio Maccone sugieren que una técnica conocida como transformación KL, en honor a los matemáticos Kari Karhunen y Maurice Loève, que la propusieron en 1949, podría mejorar la sensibilidad en un factor de hasta mil. <<
[5.3] John G. Learned, Sandip Pakvasa y A. Zee, «Galactic neutrino communication», Physics Letters B, vol. 671, n.º 1 (2009), p. 15. <<
[5.4] Las modernas señales de faro también llevan codificada información para identificarlos. <<
[5.5] Los ejemplos del principio de esta sección se sitúan dentro de la categoría del «SETI activo» o METI (Mensajes a Inteligencias Extraterrestres, en sus siglas en inglés), un tema polémico sobre el que volveremos en el capítulo 9. <<
[5.6] Respecto a mis anteriores comentarios en el sentido de que la conservación de energía es una preocupación antropocéntrica, distingo entre el caso de que la energía no sea un problema prioritario para los alienígenas y el hecho de que la malgasten deliberadamente sin ningún buen motivo. Aunque la energía fuera barata, todavía habría que adquirirla. <<
[5.7] Gregory Benford, James Benford y Dominic Benford, «Cost optimized interstellar beacons: SETI», en preparación. <<
[5.8] En 1989, Sagan y Horowitz analizaron treinta y siete pulsos inexplicados, y aunque las fuentes mostraban una tendencia a agruparse en el plano galáctico, los autores llegaron a la conclusión de que no constituían un indicio fuerte de inteligencia extraterrestre. <<
[5.9] M. J. Rees, «A better way of searching for black-hole explosions?», Nature, vol. 266 (1977), p. 333. <<
[5.10] El núcleo interior de la galaxia, dentro de un radio de unos mil años luz desde el centro, no es un lugar prometedor para buscar vida avanzada, por razones que explicaré en la sección siguiente. <<
[5.11] Robert A. Rohde y Richard A. Muller, «Cycles in fossil diversity», Nature, vol. 434 (2005), p. 208. <<
[5.12] Mikhail V. Medvedev y Adrian L. Melott, «Do extragalactic cosmic rays induce cycles in fossil diversity?», Astrophysical Journal, vol. 664 (2007), p. 879. <<
[5.13] Los lectores preocupados pueden quedar tranquilos: el sistema solar se encuentra actualmente en el plano galáctico y lejos de la zona de peligro. <<
[5.14] Una estrella de neutrones es el resto del núcleo de una estrella grande que ha sufrido una implosión a causa de su inmenso peso, formando una bola de neutrones de enorme densidad, por lo general de apenas unos kilómetros de diámetro, pero con una masa superior a la del Sol. <<
[5.15] William H. Edmondson y Ian R. Stevens, «The utilization of pulsars as SETI beacons», International Journal of Astrobiology, vol. 2, n.º 4 (2003), p. 231. <<
[5.16] Incluyo la inteligencia de computadoras en la definición de inteligencia extraterrestre por razones que discutiré más adelante, en el capítulo 7. La conversación sería directamente con la sonda, no con quienes la enviaron. <<
[5.17] Ronald N. Bracewell, «Communications from superior galactic communities», Nature, vol. 186 (1960), p. 670. Reimpreso en A. G. Cameron (ed.), Interstellar Communication, W. A. Benjamin, Inc., Nueva York, 1963, p. 243. <<
[5.18] Se trata de una órbita con un período de un día, de manera que el satélite parece estar estacionario en un punto fijo sobre la Tierra. Los satélites de las televisiones son de este tipo. <<
[5.19] También hay puntos de Lagrange para el par Tierra-Luna, que han sido objeto de búsquedas limitadas. <<
[5.20] Durante muchas décadas se han detectado ecos de 5 a 10 segundos, que siguen siendo algo misteriosos. Véase Volker Grassmann, «Long-delayed radio echoes: observations and interpretations», VHF Communications, vol. 2, 109 (1993). <<
[5.21] John von Neumann, editado y completado por Arthur W. Burks, «The theory of self-reproducing automata», University of Illinois Press, Urbana, Illinois, 1966. <<
[5.22] El texto de este discurso, pronunciado en el Instituto de Tecnología de California (CalTech), está reproducido en http://www.mrs.org/s_mrs/ doc.asp?CID=8969&DID=195829. <<
[5.23] Este escenario y el término «gray goo» (plasta gris o plaga gris) fueron introducidos por el pionero de la nanotecnología Eric Drexler en su libro, Engines of Creation, Doubleday, Nueva York, 1986; Anchor Books, Peterborough, 1986. (Hay trad. cast.: La nanotecnología: El surgimiento de las máquinas de creación, Gedisa, Barcelona, 1993.) <<
[5.24] En sentido estricto, un virus no es una máquina de Von Neumann porque no puede reproducirse sin ayuda, sino que tiene que infectar a una célula hospedadora para fabricar réplicas. <<
[5.25] Esta idea fue discutida hace muchos años por Francis Crick, quien especulaba que los extraterrestres habían propulsado unos microbios por el espacio junto con un «kit inicial» para incubarlos, con el propósito de sembrar la Tierra y otros planetas con vida, en lugar de enviar un mensaje. Véase Francis Crick y Leslie E. Orgel, «Directed panspermia», Icarus, vol. 19, p. 341 (1973), y Francis Crick, Life Itself: Its Origin and Nature, Simon & Schuster, Nueva York, 1981. <<
[5.26] Otra estrategia consistiría en introducir moléculas portadoras de información que no fueran ADN pero sí afines al ADN; estarían hechas a partir de elementos básicos distintos del conjunto estándar de la vida conocida (A, C, G, T), y habrían sido elegidas por su estabilidad química y baja tasa de mutación. Para que esta idea funcionase, estos elementos tendrían que poder ser replicados con precisión por la maquinaria bioquímica de la vida estándar. <<
[5.27] Esta idea ha sido investigada a lo largo de muchos años por Fred Hoyle y Chandra Wichramasinghe. Véase, por ejemplo, F. Hoyle y N. C. Wickramasinghe, «Astronomical Origins of Life», en Astrophysics and Space Science, vol. 268 (2000), que ha reimprimido buena parte de sus primeros trabajos. <<
[5.28] H. Yokoo y T. Oshima, «Is bacteriophage phi X174 DNA a message from an extraterrestrial intelligence?», Icarus, vol. 38, p. 148 (1979). <<
[6.1] De Arthur Conan Doyle, The Sign of the Four, en Lippincott’s Monthly Magazine, febrero de 1890. <<
[6.2] Stephen Webb, If the Universe is Teeming with Aliens… Where Is Everybody? Fifty Solutions to Fermi’s Paradox and the Problem of Extraterrestrial Life, Copernicus Books, Nueva York, 2002. <<
[6.3] Ronald Bracewell, The Galactic Club, Freeman, San Francisco, 1975. <<
[6.4] Stephen Hawking, «Chronology protection conjecture», Physical Review D, vol. 46 (1992), p. 603. <<
[6.5] Tampoco hay indicios, y muy poco respaldo teórico, de agujeros de gusano del tamaño de un astronauta. Son más factibles los ultramicroscópicos. <<
[6.6] Algunas personas depositan sus esperanzas en la empresa privada del espacio. Hasta el momento, el programa espacial del sector privado se ha limitado a algunos paseos de recreo, pero en el caso de una plena comercialización del espacio, la industria privada podría superar a las agencias gubernamentales en la exploración y turismo espacial. <<
[6.7] George Dyson, Project Orion: The True Story of the Atomic Spaceship, Henry Holt, Nueva York, 2002. <<
[6.8] Seth Shostak, Confessions of an Alien Hunter: A Scientist’s Search for Extraterrestrial Intelligence, National Geographic, Washington, D.C., 2009, p. 264. <<
[6.9] Geoffrey Landis, «The Fermi paradox: an approach based on percolation theory», Journal of the British Interplanetary Society, vol. 51, p. 163 (1998). <<
[6.10] Robin Hanson, «The rapacious hardscrapple frontier», en Damien Broderick (ed.), Year Million: Science at the Far Edge of Knowledge, Atlas Books, Ashland, Ohio, 2008, p. 168. <<
[6.11] Esta consideración es irrelevante si los colonos son máquinas no biológicas. En ese caso, la biología autóctona de la Tierra podría resultarles atractiva como materia prima para la construcción de biomáquinas que les asistan en sus empresas. Resulta fascinante especular sobre la posibilidad de que todavía persistan algunos descendientes de estas creaciones alienígenas descartadas, formando una biosfera en la sombra que todavía no hemos detectado. Pero hay una posibilidad aún más espectacular: que los alienígenas visitaron la Tierra hace 3.500 millones de años y crearon vida terrestre ab initio, en forma de unas ingeniosas nanomáquinas que los habrían ayudado en sus quehaceres. Si liberaron aquellos organismos sintéticos en el medio pero luego no desinfectaron adecuadamente, la implicación es de lo más grotesca: ¡podríamos ser los descendientes distantes de un biorresiduo que dejaron los alienígenas al partir! <<
[6.12] Es más plausible que la probabilidad aumente lentamente con el tiempo a medida que aumenta el número de planetas habitables, de modo que debería darse algo más de peso a la probabilidad de una visita alienígena en tiempos más recientes, aunque no tanto como para contradecir la conclusión general. <<
[6.13] Frank Drake ha hecho una sugerencia análoga en el mismo sentido: una civilización extraterrestre podría haber creado una baliza vertiendo una gran cantidad de un elemento raro con una vida media corta en su estrella madre. Un buen candidato es el tecnecio, que no se da de forma natural en la Tierra (aunque puede fabricarse). La presencia de líneas de tecnecio en el espectro de una estrella sería una fuerte indicación de una civilización tecnológica. <<
[6.14] Alan Weisman, The World without Us, Picador, Londres, 2007. (Hay trad. cast.: El mundo sin nosotros, Debate, Barcelona, 2007.) <<
[6.15] Se han encontrado trazas del isótopo Pu-244 en la Luna y en Oklo, pero no en concentraciones que llamen la atención. Existía cierta cantidad en el momento de la formación del sistema solar, pero en su mayor parte ya se ha desintegrado. <<
[6.16] Greg Bear, The Forge of God, Tor Books, Nueva York, 2001. (Hay trad. cast.: La fragua de Dios, Júcar, Gijón, 1987.) <<
[6.17] Olaf Stapledon, Star Maker, Methuen, Londres, 1937. (Hay trad. cast.: Hacedor de estrellas, Minotauro, Barcelona, 2008.) <<
[6.18] Recuerdo bien una seria conversación durante una comida en 1975, en la cafetería de estudiantes de la London School of Economics, cerca de King’s College, donde por aquel entonces trabajaba en el Departamento de Matemáticas. Mi colega Chris Isham nos había explicado que presuntamente durante un experimento con rayos cósmicos a bordo de una sonda atmosférica se había detectado un monopolo magnético, y reflexionamos gravemente sobre el potencial de estas partículas como armas de destrucción masiva. <<
[6.19] Un artículo divulgativo al respecto es Dennis Overbye, «A whisper, perhaps, from the universe’s dark side», The New York Times, 25 de noviembre de 2008. <<
[6.20] Curiosamente, las cuerdas cósmicas se han utilizado como posible explicación del pulso de Lorimer (véase la página 132), aunque sin sugerir en ningún momento la posibilidad de que esté implicada una tecnología extraterrestre. <<
[7.1] Freeman Dyson, «Search for artificial stellar sources of infrared radiation», Science, vol. 131 (1960), p. 1667. <<
[7.2] Richard A. Carrigan Jr, «IRAS-based whole-sky upper limit on Dyson spheres», en astro-ph 0811.2376. <<
[7.3] Para una discusión, véase Richard Dawkins, The Blind Watchmaker, Norton, Nueva York, 1986. (Hay trad. cast.: El relojero ciego, RBA, Barcelona, 1993.) <<
[7.4] David Bohm, Wholeness and the Implicate Order, Routledge, Londres, 1996. (Hay trad. cast.: La totalidad y el orden implicado, Kairós, Barcelona, 2008.) <<
[7.5] Lawrence Krauss, The Physics of Star Trek, Harper & Row, Nueva York, 1996. <<
[7.6] Para una revisión de los problemas, véase mi libro How to Build a Time Machine, Penguin/Viking, Londres y Nueva York, 2002. (Hay trad. cast.: Cómo construir una máquina del tiempo, 451 Editores, Madrid, 2008.) <<
[7.7] Los agujeros de gusano microscópicos y efímeros podrían ser una posibilidad, y en principio podrían hacerse en aceleradores de partículas como el Gran Colisionador de Hadrones del CERN. <<
[7.8] Arthur Eddington, The Nature of the Physical World, Cambridge University Press, Cambridge, 1928, p. 74. <<
[7.9] Para una explicación del modo en que se acelera la expansión del universo, véase mi libro The Goldilocks Enigma, Penguin, Londres, 2006, y Houghton Mifflin, Boston, 2008. <<
[7.10] La mecánica cuántica predice una probabilidad finita de que el universo caiga de un estado de vacío a otro más bajo. Si esto ocurriera en un punto concreto del espacio, crearía una burbuja que se expandiría a una velocidad cercana a la de la luz, destruyendo y arrasando toda la materia a su paso. Un buen relato de ciencia ficción sobre esta posibilidad es Stephen Baxter, Manifold: Time, Del Ray, Nueva York, 2000. <<
[7.11] La energía y presión negativas están relacionadas con la materia exótica necesaria para estabilizar los agujeros de gusano. <<
[8.1] S. Butler en Canterbury Press, 13 de junio 1863. <<
[8.2] The Times online, 24 de abril de 2007. <<
[8.3] Si eso ocurre, no es evidente que los humanos eligieran la mejora genético del tipo Mekon. Es fácil imaginar que el clamor por el glamour iría por delante. O quizá la aptitud para los deportes. <<
[8.4] Tampoco cuesta imaginar una sociedad de pesadilla, con monstruos y dolor. <<
[8.5] Alan Turing, «Can machines think?», Mind, vol. 59 (1950), p. 433. <<
[8.6] Paso por alto la deprimente posibilidad de que los humanos intenten programar las máquinas para que combatan en sus propias batallas literales y metafóricas, incluso después de que las máquinas los superen en inteligencia. <<
[8.7] No soy el único que defiende un universo postbiológico dominado por la inteligencia de «máquinas». El historiador de la ciencia Stephen Dick ha desarrollado la idea en profundidad. Véase su ensayo «Cultural evolution, the post-biological universe and SETI», International Journal of Astrobiology, vol. 2, n.º 1 (2003), p. 65. <<
[8.8] Un SAT difiere de la simulación del proyecto Blue Brain que he comentado anteriormente, que tendría una identidad personal. Este último es una simulación de un cerebro real, no una entidad postbiológica. <<
[8.9] http://www.aeiveos.com:8080/~bradbury/MatrioshkaBrains/Matriosh kaBrainsPaper.html. <<
[8.10] Es decir, dominado en términos intelectuales. En número, los cerebros-computadoras más pequeños proliferarían mucho más rápido. <<
[8.11] De hecho, una superposición es más general de lo que he descrito, porque la mezcla de caras y cruces puede ser un número complejo. <<
[8.12] Los resultados de una computación cuántica eluden las vaguedades genéricas de la incertidumbre cuántica sólo si se usan ciertos estados especialmente seleccionados en los puntos de entrada y salida. Ya se ha desarrollado un puñado de algoritmos cuánticos para resolver clases especiales de problemas matemáticos que aprovechan estos resultados. <<
[8.13] Como introducción, véase Gerard Milburn, The Feynman Processor, Basic Books, Nueva York, 1999. <<
[9.1] Stephen Baxter, «Renaissance v. revelation: the timescale of ETI signal interpretation» (comunicación personal). <<
[9.2] http://www.coSETI.org/SETIprot.htm. <<
[9.3] Seth Shostak, quien en aquel momento estaba allí, ofrece un relato gráfico de estos eventos en su libro Confessions of an Alien Hunter: A Scientist’s Search for Extraterrestrial Intelligence, National Geographic, Washington, D.C., 2009. <<
[9.4] S. Shostak y C. Oliver, «Immediate reaction plan: a strategy for dealing with a SETI detection», en G. Lemarchand y K. Meech (eds.), Bioastronomy 99: A New Era in the Search for Life, ASP Conference Series, vol. 213 (2000), p. 635. <<
[9.5] Ibíd., p. 636. <<
[9.6] Ibíd., p. 635. <<
[9.7] El lector encontrará un relato vívido en Frank Close, Too Hot to Handle: The Story of the Race for Cold Fusion, W. H. Allen, Londres, 1990. <<
[9.8] Algo que casi llegó a ocurrir el 13 de enero de 2004, cuando en EE. UU. los astrónomos computaron una probabilidad de uno entre cuatro de que un asteroide de 500 metros de diámetro colisionara con la Tierra en un plazo de treinta y seis horas. Con buen sentido, se abstuvieron de llamar a la Casa Blanca a media noche y datos más precisos demostraron después que no había razón para la alarma. <<
[9.9] http://impact.arc.nasa.gov/news_detail.cfm?ID=122. <<
[9.10] Acta Astronáutica, vol. 21, n.º 2, p. 153 (1990). <<
[9.11] Un famoso engaño, conocido como asunto EQ Peg, se produjo el 28 de octubre de 1998 cuando un astrónomo aficionado anónimo de Gran Bretaña afirmó haber detectado una señal de una estrella relativamente cercana, EQ Pegasi, con la ayuda de un pequeño disco de radio perteneciente a la compañía de electrónica para la que trabajaba. No se observó entonces ninguno de los puntos del protocolo del SETI. La BBC difundió la historia, que enseguida atrajo la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. Los científicos profesionales del SETI sospecharon desde el principio. Tras no lograr verificar la señal, Paul Shuch y sus colegas de la Liga SETI descubrieron que las imágenes de la señal habían sido elaboradas con un programa informático comercial. Cuando la Liga SETI y el Instituto SETI destaparon el engaño, la prensa amarilla, como era de esperar, los acusó de un siniestro encubrimiento. En ningún momento ninguna agencia gubernamental mostró el más mínimo interés. <<
[9.12] La imagen icónica de la salida de la Tierra desde la Luna, tomada por los astronautas de la misión Apollo, dio empuje al ascenso del ecologismo durante la década de 1970 al poner de manifiesto de una forma tan gráfica lo valioso y aislado que está nuestro pequeño refugio para la vida en medio de un universo hostil y violento. <<
[9.13] Carl Sagan, The Cosmic Connection, Hodder and Stoughton, Londres, 1974, pp. 218-219. (Hay trad. cast.: La conexión cósmica, Plaza & Janés, Barcelona, 1990.) <<
[9.14] P. W. Atkins, The Second Law, 2.ª ed., Scientific American Books, Nueva York, 1994, p. 200. (Hay trad. cast.: La segunda ley, Prensa Científica, Barcelona, 1992.) <<
[9.15] Ya he discutido estas ideas con mayor profundidad en mi libro The Cosmic Blueprint, Simon & Schuster, Nueva York, 1988. (Hay trad. cast.: Proyecto cósmico: nuevos descubrimientos acerca del orden del universo, Pirámide, Madrid, 1989.) Véase también Stuart Kauffman, At Home in the Universe: The Search for the Laws of Self-Organization and Complexity, Oxford University Press, Oxford, 1996. <<
[9.16] Bertrand Russell, Mysticism and Logic, Barnes & Noble, Nueva York, 1917, pp. 47-48. (Hay trad. cast.: Misticismo y lógica, Edhasa, Barcelona, 2001.) <<
[9.17] Puede encontrarse un tratamiento en profundidad de la filosofía del progreso en John Barrow y Frank Tipler, The Anthropic Cosmological Principle, Oxford University Press, Oxford, 1986. <<
[9.18] Martin Rees, Our Final Hour, Basic Books, Nueva York, 2003; Our Final Century: Will the Human Race Survive the Twenty-First Century?, William Heinemann, Londres, 2003. (Hay trad. cast.: Nuestra hora final: ¿será el siglo XXI el último de la humanidad?, Crítica, Barcelona, 2004.) <<
[9.19] Véase, por ejemplo Freeman Dyson, «Our biotech future», The New York Review of Books, vol. 51, n.º 12 (19 de julio de 2007). <<
[9.20] Ray Kurzweil, The Singularity is Near, Viking, Nueva York, 2005. <<
[9.21] En esta sección dejaré a un lado la posibilidad de que ET sea alguna especie de máquina inteligente o incluso un SAT, pues ya es bastante difícil discutir la dimensión moral de unos organismos biológicos extraterrestres. <<
[9.22] Hay una tercera solución: que los alienígenas sean salvados mediante algún otro modo de intervención divina sobre la que no podemos ni especular. Sin embargo, esta respuesta no hace más que meter el problema en el saco de lo «demasiado difícil». <<
[9.23] http://padrefunes.blogspot.com/2008/05/extraterrestrial-is-my-brother.html. <<
[9.24] Ted Peters y Julie Froehlig, «The Peters ETI religious crisis survey», 2008, http://www.counterbalance.net/etsurv/index-frame.html. <<
[9.25] Al menos eso se suele decir, aunque Ernan McMullin, un filósofo de la religión, lo critica por simplista. <<
[9.26] http://www.daviddarling.info/encyclopedia/W/Whewell.html. <<
[9.27] William Whewell, The Plurality of Worlds, Gould and Lincoln, Boston, 1854. <<
[9.28] Emanuel Swedenborg, Earths in the Universe, The Swedenborg Society, Londres, 1970. (El texto forma parte de una obra más extensa: De telluribus in mundo nostro solari [N. del t.]) <<
[9.29] Ibíd., p. 47. <<
[9.30] Ibíd., p. 60. <<
[9.31] Ibíd., p. 3. <<
[9.32] E. A. Milne, Modern Cosmology and the Christian Idea of God, Clarendon Press, Oxford, 1952, p.153. <<
[9.33] La propuesta de Milne fuertemente criticada en 1956 por E. L. Mascall, filósofo y sacerdote, en favor de múltiples encarnaciones para salvar a cualesquiera «seres corpóreos racionales que hayan pecado y necesiten la redención». Véase E. L. Mascall, Christian Theology and Natural Science, Ronald Press, Nueva York, 1956, p. 37. <<
[9.34] Para una revisión actualizada, véase Ernan McMullin, «Life and intelligence far from Earth: formulating theological issues», en Steven Dick (ed.), Many Worlds, Templeton Foundation Press, West Conshohocken, Pensilvania, 2000, pp. 151-175. <<
[9.35] www.davidbrin.com/shouldSETItransmit.html. <<
[9.36] www.crichton-official.com. <<
[9.37] George Basalla, Civilized Life in the Universe: Scientists on Intelligent Extraterrestrials, Oxford University Press, Oxford, 2006. <<
[9.38] Margaret Wertheim, The Pearly Gates of Cyberspace, Norton, Nueva York, 2000, p. 132. <<
[9.39] Stephen Baxter ha hecho una útil recopilación de ciencia ficción relacionada con el SETI y la espiritualidad: «Imagining the alien: the portrayal of extraterrestrial intelligence in SETI and science fiction», www.stephenbaxter.com. <<
[10.1] http://www.davidbrin.com/SETIsearch.html. <<
[10.2] David Whitehouse, «Meet the neighbours: Is the search for aliens such a good idea?», Independent, 25 de junio de 2007. <<
[10.3] Por lo que yo sé, nunca se han dirigido al espacio pulsos intensos de láser. <<
[10.4] John Billingham, Michael Michaud y Jill Tarter, «The declaration of principles for activities following the detection of extraterrestrial intelligence», en Bioastronomy: The Search for Extraterrestrial Life – The Exploration Broadens, Actas del Tercer Simposio Internacional de Bioastronomía, Val Cenis, Savoya, Francia, 18-23 de junio de 1990, Springer, Heidelberg, 1991. <<
[10.5] Mi esposa no está de acuerdo; tiene curiosidad por conocer la forma física de los extraterrestres. <<
[10.6] Douglas Vakoch, director del Interstellar Message Composition del Instituto SETI, tiene otra visión. Cree que todos los mensajes compuestos hasta el momento dibujan un imagen de la humanidad de una carácter demasiado positivo, pues resaltan la cooperación, la sensibilidad artística y la capacidad tecnológica. Falta cualquier mención del lado oscuro de la naturaleza humana, las guerras, el expolio del planeta, la codicia. Los mensajes reflejan nuestras más dignas aspiraciones, no la realidad. Véase www.space. com/searchforlife/080410-SETI-shadow-ourselves.html. <<
[10.7] Véase John Barrow, The Artful Universe, Oxford University Press, Londres y Nueva York, 1995. (Hay trad. cast.: El universo como obra de arte, Crítica, Barcelona, 2007.) <<
[10.8] Para una revisión, véase Douglas Hofstadter, Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid, Harvester Press, Lewes, 1979. (Hay trad. cast.: Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle, Tusquets, Barcelona, 2007.) <<
[10.9] David Brin, «Shouting at the cosmos», http://www.davidbrin.com/ should SETItransmit.html. <<
[10.10] Le agradezco la observación a Chris McKay. <<