¿Dónde se meten los turistas temporales?

Hay una curiosa versión temporal de la paradoja de Fermi que encontró su expresión más célebre en 1992, cuando Stephen Hawking preguntó: «¿Dónde se meten todos los turistas temporales del futuro?».[6.4] Hawking concluía de su ausencia que los viajes del futuro al pasado no están de moda. Debe admitirse que los viajes en el tiempo se sitúan en la frontera entre la ciencia y la ficción, un sueño tentador del que lo único que podemos decir es que todavía no se ha demostrado su imposibilidad. Nuestra comprensión actual de la naturaleza del tiempo se la debemos a la teoría general de la relatividad de Einstein, que parece permitir los viajes adelante o atrás en el tiempo. De hecho, el viaje en el tiempo ya lo hemos conseguido. Recibe el nombre de efecto de dilatación del tiempo, y puede demostrarse con la ayuda de relojes muy precisos. Todo lo que hay que hacer para llegar antes al futuro es moverse, cuanto más deprisa mejor. Por ejemplo, a un 99 por ciento de la velocidad de la luz, saliendo ahora se podría llegar al año 2100 de la Tierra en menos de trece años. No obstante, nuestros mejores cohetes no alcanzan siquiera un 0,002 por ciento de la velocidad de la luz, de modo que para nosotros el viaje en el tiempo queda reducido a cantidades miserables (microsegundos).

Volver del futuro es un reto mucho más difícil. Aunque en rigor la teoría general de la relatividad no lo prohíbe, viajar hacia atrás en el tiempo implica usar supertecnologías exóticas como los agujeros de gusano en el espacio. Los agujeros de gusano se asemejan a los agujeros negros en que ambos utilizan la gravedad para distorsionar el tiempo, pero mientras que un agujero negro es un viaje sin retorno hacia la nada, un agujero de gusano tiene una entrada y una salida, lo que permite al viajero atravesarlo y salir en algún otro lugar. Ahora la jarra fría de la realidad: los agujeros negros realmente existen, pero no hay pruebas de que existan agujeros de gusano.[6.5]

Para convertir un agujero de gusano en una máquina del tiempo se necesita imprimir una diferencia de tiempo entre las dos bocas del agujero, lo que requiere algunas manipulaciones nada triviales. Resulta que el tiempo que consume el proceso de imprimación es siempre mayor que la diferencia de tiempo conseguida. Por ejemplo, se necesitarían más de cien años para crear una máquina del tiempo que pudiera darnos acceso a un tiempo cien años antes. Como es obvio, no puede usarse un agujero de gusano para visitar un tiempo anterior a la fecha de construcción de la máquina. En este sentido, las máquinas del tiempo «reales» se apartan de la versión imaginada por H. G. Wells. Visto así, no debe sorprender que en el año 2010 no haya en la Tierra turistas del tiempo procedentes del futuro de la Tierra. Aun así, ¿no podría haber alienígenas con supertecnología que posean máquinas del tiempo? Sus descendientes podrían visitarnos ahora desde el futuro, o podrían dejar las máquinas del tiempo a terrícolas del futuro para que éstos puedan hacer «historia real». Así las cosas, ¿la ausencia de turistas del tiempo nos dice que no existen alienígenas avanzados, o que el viaje hacia atrás en el tiempo es imposible, o que es teóricamente posible, pero prohibitivamente caro o peligroso? Todo lo que podemos concluir es que la posibilidad de viajar en el tiempo sólo empeora la paradoja de Fermi, pues abre la Tierra a visitantes (o invasores) no sólo entre nuestros alienígenas contemporáneos, sino también entre sus descendientes (o los nuestros). Además, con el viaje en el tiempo, el largo tiempo de desplazamiento entre las estrellas deja de ser relevante: ¡ET podría alcanzar la Tierra antes de salir! Los lectores interesados en saber más sobre los viajes en el tiempo pueden consultar mi libro Cómo construir una máquina del tiempo. Por fascinante que sea el tema, no me ocuparé más de ello en este libro: especular sobre los viajes por el espacio ya es bastante difícil.