No saben que estamos aquí

E l enfoque que tradicionalmente ha seguido el SETI se basa en la creencia de que hay civilizaciones extraterrestres que dirigen hacia la Tierra mensajes de radio de banda estrecha. En mi opinión, sin embargo, este «dogma central» sencillamente no resulta creíble. La razón tiene que ver con la velocidad finita de la luz, y con el hecho de que ninguna señal o efecto físico puede propagarse más deprisa. Este límite absoluto de la velocidad es una ley fundamental de la física relacionada con la naturaleza del espacio y del tiempo. A no ser que nuestro conocimiento de la física esté muy equivocado (en cuyo caso, buena parte de la discusión sobre el SETI sería incierta), no tenemos más remedio que acomodarnos a esta restricción. Para apreciar sus implicaciones, imaginemos una civilización alienígena situada a 1.000 años luz de distancia, lo cual es cerca incluso para los más optimistas del SETI, y supongamos que los alienígenas poseen una tecnología tan potente que pueden observar la Tierra con todo detalle. ¿Qué es lo que verían? A nosotros desde luego que no. No verán nuestros radiotelescopios ni nuestros aceleradores de partículas, ni cohetes, ni siquiera carreteras. Lo que verían es la Tierra alrededor del año 1010 de nuestra era. Esa fecha es muy anterior a la Revolución Industrial; el no va más de la tecnología humana era el reloj. Los alienígenas tal vez vieran las pirámides de Egipto y la Gran Muralla de China. Observarían ciudades y signos de la agricultura, pero eso queda muy lejos de la tecnología de las telecomunicaciones interestelares. El hecho de que los humanos hubieran desarrollado la arquitectura y la agricultura podría parecerles prometedor, pero de buen seguro no garantizaría la aparición de radiotelescopios 1.000 años más tarde (a diferencia de unos 5.000 años, o 50.000 años). Por consiguiente, no hallarían ninguna razón para comenzar a transmitir señales de radio hacia nosotros en el año 1010 de nuestra era. Sería mejor para ellos esperar hasta saber con certeza que poseemos los medios para recibir las señales antes de molestarse en enviarlas.

Entonces, ¿cómo sabrán los alienígenas cuándo estamos listos para recibir sus mensajes? Pues cuando nuestras primeras señales de radio los alcancen a ellos. La radiotecnología humana no tiene mucho más de cien años. Cuando hayan transcurrido unos 900 años más, esas primeras y débiles señales alcanzarán a esa imaginaria civilización cercana, y si los alienígenas estuviesen escuchándonos de manera continua con equipos muy sensibles, y si responden muy deprisa, tal vez pudiéramos recibir sus primeros mensajes justo antes de que comience el quinto milenio. No hay manera de eludir esa demora. En «su» universo (es decir, desde la perspectiva retrasada en el tiempo de los alienígenas) los radioastrónomos humanos sencillamente todavía no existen. A no ser que puedan ver el futuro, no habría en la Tierra ninguna civilización tecnológica a la que poder dirigir sus señales, y no la habría durante 900 años más. Si la civilización extraterrestre está aún más lejos, por ejemplo a 10.000 años luz, la espera es todavía más larga. El resultado es que el SETI tradicional, que consiste en explorar el espacio con radiotelescopios en busca de un mensaje proveniente de unos alienígenas, quizá sea muy buena idea, pero la estamos poniendo en práctica demasiado pronto, con milenios de antelación. Lo único que podría salvarnos sería una presencia alienígena mucho más cercana, a menos de cincuenta años luz. Eso sería sorprendente, pero ¿quién sabe? No obstante, los astrónomos del SETI han examinado todos los sistemas estelares candidatos hasta esa distancia sin encontrar nada.

Esta discusión, aunque deprimente, no es un argumento contra una estrategia más amplia para el SETI; simplemente pone de manifiesto la futilidad de buscar mensajes dirigidos de manera deliberada a la civilización humana desde una fuente muy lejana. Es concebible que una búsqueda de radio por el firmamento intercepte mensajes de radio alienígenas dirigidos a otra civilización que resulte estar situada en nuestra misma línea de visión, un mensaje que por casualidad se transmitió hace mucho tiempo y cruza nuestra proximidad astronómica justo en este momento. Obviamente, eso es una posibilidad remota. Otra es la posibilidad de que haya civilizaciones extraterrestres que emiten mensajes de forma continua e indiscriminada hacia toda la galaxia, una especie de equivalente galáctico del BBC World Service. Pero eso requeriría un transmisor de una potencia tremenda, así como un grado de determinación y altruismo que no tenemos derecho a esperar.

Otra idea improbable que intentan vender los investigadores del SETI es la posibilidad de escuchar el tráfico de radio de consumo propio que escape de otro planeta. Nuestras propias estaciones de radio y televisión emiten a frecuencias mucho menores que las que busca el SETI, normalmente en el intervalo de 50-400 MHz. (El proyecto SETI se centra en una banda de frecuencia amplia, pero en el intervalo de 1-2 GHz). Sin embargo, se está empezando a construir una nueva clase de instrumentos de radio que cubrirán bien la zona de los MHz, y con una sensibilidad sin precedentes. En Europa ya casi se ha terminado un sistema llamado LOFAR, siglas en inglés de Matriz de Baja Frecuencia. Este sistema está formado por 25.000 pequeños discos situados en varios países, conectados electrónicamente de manera que los datos puedan combinarse digitalmente. En lugar de saltar de una a otra fuente, LOFAR tiene la capacidad de explorar grandes secciones del firmamento durante meses, aumentado así la probabilidad de detectar una señal continua pero débil. El objetivo principal de LOFAR es estudiar el final de la llamada edad oscura del universo, el período inmediatamente anterior a la formación de las primeras estrellas. Como el universo se ha expandido enormemente desde esa época (hace unos 13.000 millones de años), la longitud de onda de las emisiones electromagnéticas se ha alargado, de manera que en el extremo receptor (la Tierra) muchas de las fuentes más interesantes tendrán frecuencias desplazadas a valores más bajos, del orden de los MHz. LOFAR no es el único sistema de este tipo. Hay otro más ambicioso, con un concepto y un propósito similares, llamado Matriz del Kilómetro Cuadrado (o SKA, en sus siglas en inglés), que se planea construir en Australia Occidental o en el sudoeste de África, dos lugares poco contaminados por emisiones de radio. Como su nombre indica, este conjunto de discos ocupará un área total de un kilómetro cuadrado. Mientras estos instrumentos altamente sensibles se dedican a sus quehaceres astronómicos cotidianos, los investigadores del SETI podrán aprovechar sus lecturas sin perturbar su cometido principal.

Pero por beneficiosa que pueda ser para el SETI esta nueva generación de radiotelescopios, no parece que LOFAR o SKA estén a la altura del reto de escuchar a los alienígenas, a no ser que tengamos mucha suerte. Pese a su inmenso tamaño, estos instrumentos no podrían detectar una estación de televisión de la potencia que tienen las de la Tierra aunque estuviera en órbita alrededor de la estrella más cercana. Pero hay un atisbo de esperanza. Abraham Loeb, de la Universidad de Harvard, ha estimado que un transmisor de la potencia de la televisión terrestre podría ser detectado por el sistema SKA hasta una distancia de varios años luz si se acumularan observaciones de forma continuada durante un mes, siempre y cuando se halle la manera de filtrar las interferencias terrestres en la misma longitud de onda.[5.1] Aunque ese intervalo de distancias comprende muchas estrellas, no llega a salir de nuestro vecindario astronómico. No hay esperanza de detectar una estación de televisión a una distancia de, digamos, 1.000 años luz, a no ser que sus transmisiones fuesen mucho más potentes que sus análogos terrestres.[5.2] Y hay aún un problema mayor, ya mencionado en el capítulo 1. Es probable que las emisiones de radio de alta potencia no sean más que una moda efímera entre las civilizaciones emergentes, si es que en esto la experiencia humana nos sirve de guía. Casi todos nuestros canales de televisión transmiten en la actualidad por medio de cables de fibra óptica. Es muy posible que de aquí a unas pocas décadas la Tierra sea casi del todo silenciosa por lo que respecta a la radio, sin que apenas se filtren emisiones hacia el espacio. No obstante, una civilización extraterrestre muy antigua podría tener sus propias razones para proseguir las emisiones de radio en su planeta, así que todavía tiene sentido que el SETI utilice los sistemas LOFAR y SKA en su búsqueda.