E l año 2009 marcó el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, y el 150 aniversario de la publicación de su provocadora obra, El origen de las especies. Fue también el 50 aniversario del famoso artículo de Giuseppe Cocconi y Philip Morrison en el que demostraron que la comunicación interestelar por radio es factible, lo que desbrozó el camino para el proyecto Ozma de Frank Drake, que se inició el año siguiente.
Durante algún tiempo después de Ozma, el SETI fue considerado una actividad marginal por la comunidad científica. Pero eso iba a cambiar. A mediados de la década de 1960, John Billingham, un antiguo médico de la RAF en el Reino Unido, comenzó a trabajar para la NASA en el laboratorio Ames, en California. Gracias a conversaciones casuales con investigadores de exobiología de Ames, Billingham quedó prendado de la idea del SETI. Improvisó entonces una escuela de verano que tuvo como resultado un detallado informe de viabilidad llamado Project Cyclops, recopilado por Bernard Oliver, de la corporación Hewlett-Packard, que se publicó a principios de la década de 1970. Cyclops estimuló una oleada de actividad: se iniciaron proyectos de observación en la Universidad Estatal de Ohio, la Planetary Society, la Universidad de California y el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena, además del laboratorio Ames de la NASA y varios otros grupos menores. La Unión Soviética también tenía proyectos SETI, al igual que Europa y Australia, aunque en menor medida. Cyclops también llevó al SETI al público general. Carl Sagan se convirtió en su defensor más popular. Sus libros, artículos, conferencias públicas y su exitosa serie de televisión Cosmos transformaron el acrónimo SETI en una palabra cotidiana.
El 20 de noviembre de 1984 se estableció el Instituto SETI en Mountain View, California, cerca del laboratorio Ames de la NASA, con el fin de coordinar las investigaciones. (Ahora se encuentra en un lugar casi adyacente a Ames). El Congreso de Estados Unidos por fin decidió en 1988 financiar una búsqueda general del SETI para conmemorar el 500 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. Cuatro años más tarde se iniciaron las observaciones con mucha fanfarria. Pero éste iba a ser un proyecto efímero. Al cabo de un año, el Congreso cortó la financiación en medio del sentimiento general de que buscar extraterrestres no era un uso apropiado de los fondos públicos. La NASA no tardó en dejar de financiar al SETI. Desde 1993, el proyecto se ha financiado casi exclusivamente con donaciones privadas. Esto permitió que el Instituto SETI prosiguiera con el Proyecto Phoenix, una búsqueda concentrada en un millar de estrellas parecidas al Sol del hemisferio norte y del sur. También florecieron el Proyecto SERENDIP de la Universidad de California en Berkeley, y el Southern SERENDIP en Parkes, Australia. Entretanto, el interés público se incrementó gracias al proyecto SETI@home, en el que se utiliza software sencillo para adaptar los salvapantallas de ordenadores personales a fin de analizar señales de radiotelescopios, manteniendo la débil pero deliciosa esperanza de que un día un estudiante de secundaria pasará a la historia como la persona que se despierta una mañana y descubre a ET en su PC.
En la actualidad el director del Centro de Investigación del SETI en el Instituto SETI es Jill Tarter, ampliamente reconocida como la inspiración de la protagonista femenina de Contact. A pesar de la tibia contribución de la NASA a financiar el proyecto SETI, colabora activamente con el Instituto SETI en una gran variedad de proyectos, incluidos muchos proyectos generales de astrobiología. Frank Drake sigue trabajando como investigador activo y defensor del SETI.