1942
REVAL
Comisariado General de Estland, Comisariado del Reich para Ostland
El alemán que yo había elegido salió del café Kultas solo. Observé la gorra de su uniforme alejándose, los faldones de su capa, y me apresuré hacia la cafetería. Juudit ya no estaba allí. Las camareras me miraron con desconfianza cuando pregunté por una dama que encajara con su descripción y negaron con la cabeza. Los días siguientes telefoneé una y otra vez al piso de la calle Valge Laeva, pero no respondió. Me acerqué a llamar a su puerta, en vano: Juudit había desaparecido. Comencé a preocuparme. Al final, pedí a nuestro contacto en el Departamento B4 que buscara a una mujer llamada Juudit Parts. Entonces me enteré de que se había convertido en la querida de un alemán, para mí desconocido, pero nada menos que un SS-Hauptsturmführer, un capitán de las SS. Primero digerí la noticia, me tragué mi decepción, y luego averigüé la dirección del alemán. Entonces me deleité con la idea de poner a mis hombres tras Juudit, de infundirle miedo con la información de que disponía; me plantaría en su pasillo inesperadamente y le diría que estaba bajo vigilancia constante, que sabíamos a qué hora había entrado con su alemán en el restaurante Du Nord, cuándo había acudido al casino. Imaginé su expresión asustada, hundiendo la cara en su piel de zorro, ocultando su boca cubierta de carmín y de traición: tendría miedo. Eso mitigó mi resquemor. Sin embargo, no llevé a cabo mis fantasías, pues según mis informadores aquella presa era mejor que el alemán inicialmente elegido, y no deseaba que Juudit llamara demasiado la atención de nadie de nuestro círculo. Sería más seguro no volver a mencionar su nombre. Yo mismo la seguiría, y cuando consiguiera estrujar su antebrazo entre mis dedos, no dudaría en apretar con fuerza para dejarle claro que no le quedaba más remedio que colaborar si no quería que su marido se enterara de sus aventuras, o que su alemán conociera el doble juego de su novia. Le diría que jamás la dejaría en paz.