Mis acciones han sido fruto del amor que le profeso a mi Padre Amón.
He seguido sus designios para éste, mi primer jubileo.
La excelencia de su Espíritu me volvió sabia, y me impidió descuidar ninguno de sus deseos.
Mi Majestad es prueba de que él es Divino.
Todo lo hice siguiendo sus designios; fue él quien guió mis pasos.
No llevé adelante ninguna empresa sin su beneplácito; fue siempre él quien me indicó el camino.
Su santuario me quitó el sueño; no me aparté jamás de sus dictados.
Mi corazón se volvió prudente delante de mi Padre; y yo me dediqué de lleno a los asuntos que le eran más caros.
No le di la espalda a la Ciudad del Soberano Señor de todos los Dioses sino que volví mi rostro hacia ella.
Sé bien que Karnak es la morada de Dios sobre la tierra; del Augusto remontarse a los Orígenes.
Del Ojo Celestial del Soberano Señor de todos los Dioses; el lugar atesorado por él.
Que ostenta su belleza y contiene a aquéllos que lo siguen.
Oración compuesta por el rey Hatshepsut I, en ocasión de su Jubileo.