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Högni, Gudjón y Thormódur el Corneja encontraron una pequeña chalana tendida boca abajo sobre un borde de hierba por encima de la playa al sur de la iglesia. Le dieron la vuelta a la barca con cuidado, colocándola sobre la quilla, y pudieron ver que habían dejado dos remos debajo. Los hombres agarraron la barca, la empujaron con suavidad hasta el mar y la pusieron a flote. Högni se subió a bordo con los remos y se cercioró de que la barca no hacía aguas. Luego remó con energía atravesando el canal mientras sus compañeros permanecían en la orilla.

Cuando Högni llegó finalmente remando, se encontró con un joven de aspecto avergonzado de pie sobre una piedra al borde del agua. Kjartan saltó a la barca en cuanto Högni estuvo a su altura, e inmediatamente viraron para regresar.

—Muchas gracias por venir a buscarme. He tenido mucha suerte de que te dieses cuenta de que estaba aquí —dijo Kjartan.

—Seguramente habrías sobrevivido de todos modos —respondió Högni sin poder esconder una sonrisa—. Pronto empezará a bajar la marea y habrías podido volver por el mismo camino por el que viniste.

—También tienes razón. Me asusté un poco cuando me di cuenta de que la marea había cubierto la orilla. El canal estaba prácticamente seco cuando pasé por allí. Sólo iba a echarles un vistazo a los pájaros. Cuando me disponía a volver, había subido la marea y no me atreví a vadearlo. No sabía si sería demasiado profundo.

—Has hecho bien en esperar —respondió Högni—. Hay zonas arenosas y un desnivel por el camino.

—Espero que la gente no se haya empezado a preocupar por mí.

—Los policías han estado preguntando por ti. Seguro que se van a poner contentos de volver a verte.

36.ª pregunta: «El pie más feo. Quinta letra». Thórarinn Nefjúlfsson se hallaba en Túnsberg, hospedado con el rey Olaf. Sucedió una mañana temprano que el rey yacía despierto mientras el resto dormía y brillaba el sol, de modo que dentro había mucha luz. Uno de los pies de Thórarinn asomaba por debajo de la ropa de cama. El rey miró aquel pie por un momento y dijo: «He visto algo verdaderamente digno de ver: el pie de este hombre tiene que ser el más feo de toda la villa». Thórarinn respondió: «Dispuesto estoy a apostar con vos a que encuentro otro pie aún más feo», y replicó el rey: «Aquel de nosotros que esté en lo cierto podrá hacerle una petición al otro». «Que así sea», dijo Thórarinn. Destapó entonces el otro pie, que no era para nada más hermoso que el anterior, y le faltaba el dedo más pequeño. «Y ahora he ganado la apuesta», dijo Thórarinn. El rey dijo: «El otro pie es más feo, pues tiene cinco horribles dedos, mientras que éste tiene tan sólo cuatro, de modo que soy yo quien puede pedirte lo que desee». La respuesta es «Thórarinn» y la quinta letra es la A…