Dagbjartur se presentó temprano en el Hospital Nacional y preguntó por la doctora Thorgerdur Fridriksdóttir. Después de indagar un poco, averiguó que estaba en medio de una operación.
—Esperaré —dijo Dagbjartur, y sonrió paciente.
Llevaba esperando tres horas cuando una mujer joven se acercó a él.
—Me han dicho que me estaba buscando —dijo. Vestía una bata blanca con grandes manchas de sangre en la parte delantera—. Estaba extirpando unas amígdalas. A veces pueden sangrar mucho —añadió cuando se dio cuenta de que él miraba las salpicaduras.
Dagbjartur sonrió incómodo.
—Disculpe la molestia. No le voy a robar mucho tiempo.
—No hay problema. ¿Qué ocurre?
—Tengo entendido que conoce a Jóhanna Thorvald.
—Sí. Somos amigas.
—¿La ha visto últimamente?
—No, no este año. Ella ha estado muy ocupada haciéndose cargo de su padre. He oído que ha muerto.
—¿Cómo se conocieron?
—¿Por qué me pregunta por Jóhanna?
—Se han cometido algunos actos terribles en Flatey y estamos intentando investigar a los habitantes de la isla. Se trata de un número relativamente pequeño de gente, así que podemos buscar información sobre cada uno bastante bien.
—Bueno. Yo sólo puedo hablar bien de Jóhanna y espero que esto no le afecte de ningún modo. Nos conocimos en Copenhague al final de la guerra, de adolescentes, y nos hicimos buenas amigas cuando se prometió con mi hermano.
—¿Cómo era de adolescente?
—Era una chica peculiar, se había criado sola con su padre y yendo de un lado para otro por el norte de Europa. Mi familia y yo tardamos muchos meses en romper aquel caparazón suyo, y cuando lo conseguimos pudimos ver que era muy inteligente, dulce y divertida. Al principio, cuando decía algo sonaba demasiado adulto y su islandés podía ser bastante gracioso; en ocasiones era como si acabase de salir de una saga medieval. No tenía costumbre de hablar esta lengua con la gente de su edad. Para empezar porque entre nosotras hablábamos en danés, que era a lo que yo estaba acostumbrada cuando hablaba con mis amigos de Copenhague. A veces lo seguimos haciendo, como en broma.
—¿Ha seguido en contacto con ella desde entonces?
—De vez en cuando. Desde que mi hermano murió, desapareció de la vida de nuestra familia. Durante un tiempo se enredó en una relación algo tormentosa con otro hombre. Iba un curso por delante de mí en la Facultad de Medicina y retomamos el contacto una vez puso fin a esa relación. Había sido muy infeliz aquellos años pero le iba muy bien en la universidad. Creo que acudía al psicólogo por aquel entonces.
Una enfermera llegó corriendo por el pasillo.
—Thorgerdur, ven enseguida —la llamó—. ¡El niño ha empezado a sangrar de nuevo!
—29.ª pregunta: «Ahogada en un profundo pantano. Tercera letra». Y él le dijo que cuando ella llegase celebraría una boda con todos los honores. A Gunnhild le agradó aquella idea y fue a Dinamarca con una hermosa comitiva. Cuando el rey Harald supo de su llegada, envió junto a ella a esclavos e invitados. Éstos agarraron a Gunnhild con gran tumulto y humillantes abucheos, y ahogaron a la vil reina en un pantano terriblemente profundo. Así terminó la historia de las crueldades y crímenes de la reina madre. La respuesta es «Gunnhild» y la tercera letra es la N…