30

El matrimonio de Rádagerdi estaba sentado jugando ante un tablero en la cocina cuando oyeron a Benni llegar tarde aquella noche. Se estaba calentito y a gusto cerca de los fogones y el aroma del café flotaba en el aire.

—¿Hay algo para jalar? —preguntó el muchacho.

—Hay pechugas de frailecillo cocido en la despensa —respondió Hildur, su madre.

—¿Has estado por ahí con ese reikiavikingo? —preguntó el granjero Gudjón mientras Benni aparecía con una pechuga de frailecillo y se llevaba un trozo a la boca con una navaja.

—Sí, pero ya no lo aguantaba más. Era demasiado tacaño como para invitarme a ron. Se lo ha bebido todo él solo.

—Tú eres demasiado joven para andar bebiendo con adultos, querido Benni —dijo la madre.

—No soy tan joven como para no poder probar un poco. Por aquí nunca pasa nada divertido —replicó Benni, y se fue de la cocina. Lo oyeron subir a la buhardilla y encender su radio.

—Creo que el chico se va a marchar de casa si seguimos viviendo aquí —dijo Hildur—. Sin duda se habría ido ya si no fuese porque le gusta la pequeña Hafdís de Svalbardi.

Gudjón asintió con la cabeza y movió el alfil dos recuadros en el tablero.

Se quedaron en silencio un rato y se concentraron en la partida. Al final Gudjón rompió el silencio.

—El profesor Högni ha mencionado que tendría interés en comprar la cabaña si nos mudamos. Está harto de vivir en la escuela.

Hildur respondió después de pensárselo un poco:

—Si vendemos la casa, podríamos liquidar la deuda con la cooperativa y quizá tener para el billete a Stykkishólmur. No dará para mucho más. ¡Jaque!

—¿Jaque? Mmm, algo más deberíamos sacar por nuestras hectáreas. Sigurbjörn podría aprovechar bien estas tierras. Seguro que tiene algo en la caja de ahorros para comprarlas. Si alquilamos algún terreno en tierra firme, podemos llevarnos las vacas y las ovejas con nosotros. Si no, las sacrificamos y con eso liquidamos la deuda de la cooperativa.

Gudjón hizo retroceder a su rey, ocultándolo tras una torre.

—¿Y qué pasa si no conseguimos ninguna tierra? —preguntó Hildur.

Gudjón sonrió animándola:

—Tú eres una máquina cortando pescado y yo puedo trabajar de obrero. Además, siempre puedo hacer algo de carpintería o salir al mar a faenar si arreglo el motor.

—No será fácil marcharse de aquí y dejar a todos nuestros amigos —comentó ella mientras movía un caballo.

—Podemos venir en primavera y ayudar con los trabajos. Pero es imposible seguir subsistiendo aquí en invierno sin una granja más grande.

—¿Estás seguro de que Högni podría comprar la casa?

—Sí, sí. Seguro que le pueden conceder algún préstamo —dijo Gudjón moviendo el alfil.

—Vamos a pensarlo durante este verano y lo decidimos en otoño —respondió la señora de la casa concentrándose en el tablero.

—Sí, pero creo que tendríamos que ponernos a ello —dijo Gudjón. Le costaba concentrarse en la partida y seguir la conversación al mismo tiempo. Miró confuso el tablero y finalmente hizo una jugada con el caballo.

Hildur movió una torre.

—¡Jaque mate!

14.ª pregunta: «De modo que se podía ir a caballo alrededor de todo el país. Quinta letra». Hubo en Islandia un invierno de nieves tan gélido que todo el mar de la costa se congeló, de manera que era posible cabalgar por cada uno de los cabos y fiordos. La respuesta es «invierno de nieves» y la quinta letra es la E…