Capítulo diecisiete

Beau

Decidí romper definitivamente con Nicole. No estaba acostumbrada al rechazo, así que no se lo tomó nada bien. Entré en el claro y me saludaron el olor familiar a madera de nogal y la música a todo volumen. Oí que gritaban mi nombre varias veces a modo de saludo, pero no me fijé en quiénes eran. No había venido a alternar. Había venido por una sola razón. Podría haber hecho otras cosas, esa noche. Pero el resto de cosas no incluían la posibilidad de ver a Ashton. Mi mundo se reducía a verla. Si sabía que iba a estar en alguna parte, yo también iba. Había llegado a tal punto que estaba empezando a considerar la idea de ir a la iglesia el domingo. Sabía por Sawyer que Ashton cantaba solos con el coro casi todos los domingos. Hacía años que no la oía cantar con su dulce voz.

—¿Es cierto? ¿De verdad has roto con Nicole? —Me volví y vi a Kyle Jacobson caminando hacia mí con una sonrisa. Siempre le había gustado Nicole. Estaba a punto de alegrarle la noche.

—Sip —respondí mientras alargaba la mano para coger un vaso de plástico y llenarlo de cerveza.

—O sea ¿que está libre o le partirás la cara a cualquier tío que le vaya detrás?

Tomé un trago y reí entre dientes. De hecho, estaría dispuesto a pagarle a alguien para que me la sacase de encima. En cuanto se diese cuenta de que la había plantado porque estaba enamorado de Ash, sacaría las garras. No podía permitir que hiciese daño a Ashton.

—Tío, es libre como un pájaro, así que adelante.

Kyle me dio una palmada en la espalda.

—Joder, mira que está buena.

No tenía ni idea. La chica tenía problemas para dar y regalar. Asentí y seguí bebiendo mientras buscaba a Ash entre el gentío.

Cuando entró en el claro de la mano de Sawyer se me aceleró el corazón. Su visión me volvía un poco loco. No soportaba verla de su mano, pero no le estaba prestando nada de atención a él. Buscaba entre la gente, me buscaba a mí. Tiré el vaso a la basura y me abrí paso hasta ellos. Sus ojos me encontraron cuando salí de entre las sombras y una sonrisa complacida le iluminó los rasgos. El deseo se enroscó en mis entrañas, anhelaba apartarla de Sawyer de un empujón y proclamar que era mía. Él no debería estar tocándola.

—Sawyer —dije saludando a mi primo con un gesto de cabeza antes de permitirme mirar a Ashton un poco más. Los estrechos vaqueros que llevaba se le pegaban a las caderas y el estómago plano y bronceado aparecía y desaparecía bajo su camiseta de tirantes de un azul pálido. Sabía exactamente qué se sentía al acariciar ese trocito de piel. Levanté la vista de su estómago para mirarla a los ojos.

—Ash.

Contemplé cómo se sonrojaba y bajaba la cabeza para mirar de reojo a la persona que estaba a su lado. Seguí su mirada y vi a alguien que sólo podía ser una versión adulta de Lana. Me sonrió, pero se notaba que era una sonrisa forzada. Tuve que reprimir una risotada. De niños, me había dedicado a atormentarla porque siempre era muy cruel con Ash.

—Beau, te acordarás de Lana. Creo que una vez la ataste a una verja y la obligaste a cantar a voz en grito a cambio de liberarla.

La presentación de Ashton me hizo reír. No pude contenerme. Recordaba la rubia cabeza de Ash apareciendo a un lado del tronco para mirar, tapándose la boca mientras sacudía los hombros a causa de la risa. Me había sentido tan orgulloso de mí mismo por vengar su honor y al mismo tiempo haberla hecho reír… Nuestras miradas se encontraron y deseé por millonésima vez que las cosas fuesen distintas y que fuese mía.

—Torturaste tanto a Lana que me sorprende que no haya echado a correr en cuanto te ha visto. —La voz de Sawyer me sorprendió. Había olvidado que estaba allí. No podía pensar en nada más cuando Ashton me sonreía con tanta dulzura.

Me aclaré la garganta y dirigí mi atención a Lana.

—Ah, sí, pero creo que tú te lo buscaste. Acostumbrabas a decirle cosas bastante feas a Ash y yo no permito que nadie le hable de esa forma.

Lana me ofreció una sonrisa que parecía indicar que sabía más de lo que debería. ¿Ashton le había hablado a su prima de lo nuestro? La posibilidad de que le hubiese hablado de nuestro verano juntos me hizo más feliz de lo que debería. Quería que pensara en ello. Quería que necesitase contárselo a alguien. Joder, simplemente la quería a ella.

—¿Dónde está Nicole? —preguntó Sawyer mirando por encima de mi hombro, como si esperase que se me echase encima en cualquier momento.

Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no mirar a Ashton al responder:

—He roto con Nic. No sé dónde está, ni me importa.

Deseaba ver la expresión de Ash.

—¿Ah, sí? No me lo esperaba. No estará preñada, ¿verdad? —La acusación de Sawyer de abandonar a Nicole después de haberla dejado embarazada hizo que me rechinaran los dientes. ¿Siempre tenía que pensar lo peor de mí?

—No. Sólo hemos roto —repliqué en un tono más seco del que usaba habitualmente con él.

—¿Hay otra persona? —preguntó Sawyer.

Me pregunté cómo reaccionaría si le contestaba que la otra persona era su novia. Sin duda, le perdería para siempre. Rodeó con el brazo la cintura de Ashton. En ese instante, costaba recordar que era mi primo. Lo único en lo que podía concentrarme era en las tremendas ganas que tenía de arrancarle el brazo con el que la estaba tocando.

—¿Por qué no vamos con ese grupo de ahí y dejas de someter a Beau a un tercer grado?

Esta vez no pude contenerme y la miré. Sus labios dibujaron una sonrisa antes de que me diese la espalda y mirase a Sawyer.

—Tienes razón, cariño. Ya le interrogaré en otro momento —respondió mi primo y me guiñó el ojo antes de conducir a Ashton hasta otro grupo de gente.

Permanecí allí de pie, incapaz de seguirlos. Verla abrazada a su cuerpo era demasiado doloroso. Romper con Nicole había sido lo correcto, porque sólo la estaba utilizando para sobrellevar la situación, pero ahora no tenía ninguna distracción que me impidiese vigilar a Sawyer y a Ashton.

—No es asunto mío, pero si Ashton y tú os seguís mirando como si quisierais devoraros el uno al otro, tu primo empezará a sospechar. Sawyer es confiado, pero no creo que sea un idiota.

Aparté la mirada de Ashton y de Sawyer y me volví para observar a Lana, todavía de pie a mi lado, con el ceño fruncido y las manos en las caderas. ¿Qué era lo que sabía?

—Tienes razón, no es asunto tuyo —bufé, y me dirigí al barril de cerveza. Necesitaba otra copa.

Ashton

Sawyer se estaba esforzando por asegurarse de que Lana se sentía cómoda con todo el mundo. La había presentado a sus mejores amigos y había ido a buscarle un refresco. No me molestaba. De hecho, me permitía observar a Beau sin distracciones. Que no tuviese a Nicole pegada como una lapa era un alivio, pero hacía casi imposible que le quitara los ojos de encima. Él me pilló mirándole y me guiñó el ojo. Me mordí el labio para no reír. Un codo se me clavó en las costillas y al volverme descubrí a quién pertenecía el brazo huesudo que me había golpeado. Lana me sonreía con inocencia.

—Estás siendo demasiado obvia —espetó con una sonrisa falsa en la cara. Pero estaba claro a qué se refería.

»Tengo que ir al coche a buscar mi móvil. Mi madre me habrá llamado diez veces por lo menos —anunció Lana.

—Te acompaño —respondí en seguida, viendo que a Sawyer le gustaba que me mostrase amable con mi prima. Antes buscaba este tipo de aprobación, pero ahora me irritaba. Si mi prima no me cayese bien, le habría pisoteado los pies sólo para cabrearlo.

Una vez a salvo, lejos del claro y en dirección al coche, Lana se detuvo y se dio la vuelta para lanzarme una mirada furiosa.

—Tienes diez minutos para calmarte antes de que tu caballero de la brillante armadura venga a por nosotras. Yo iré a buscar mi teléfono y a hacer algunas llamadas.

—¿A qué te refieres? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Me refiero a que pares de coquetear abiertamente con Beau mientras el equipo de fútbol al completo está ahí para presenciarlo. Es como si pensarais que estáis solos. Los demás también tenemos ojos, ¿sabes?

Se volvió toda resuelta y se adentró en el bosque de nogales en dirección a los coches aparcados.

—Tiene razón, pero es culpa mía. —La voz de Beau tendría que haberme hecho saltar, pero no fue así. No sé cómo, pero sabía que se las arreglaría para estar a solas conmigo.

—Sí, probablemente es culpa tuya —azucé mientras me volvía para mirarle. Él dio un paso adelante y se pasó la mano por el pelo, murmurando una palabrota.

—Quiero arrancarle los brazos del cuerpo, Ash. A Sawyer, por el que haría cualquier cosa. Y ahora pienso en hacerle daño. Si vuelve a tocarte delante de mí, explotaré. No puedo más.

Salvé el espacio que nos separaba y le rodeé la cintura con los brazos. Yo era la culpable. Mi necesidad de estar cerca de Beau había provocado la horrible situación en que nos encontrábamos.

—Lo siento —susurré contra su pecho, deseando poder borrarlo todo. Suspiró y me abrazó con fuerza.

—No lo sientas. Intenta que no te toque. Cuando te toca, me enfurezco. No puedo evitarlo. No quiero verle a él ni a nadie tocándote.

Me aparté lo justo para poder mirarle a los ojos. Tenía la mandíbula apretada. Saber que pensaba en Sawyer con tanta fiereza me hizo sentir culpable. No quería separarles, pero ya lo había hecho.

—¿Qué puedo hacer para solucionarlo? No quiero interponerme entre vosotros. Por eso me estoy comportando así. Sawyer es tu familia.

Beau me acarició el pelo y me sujetó la cabeza.

—Que estés con él, dejar que te toque, que te abrace… eso me está comiendo vivo. Puede que estés evitando que Sawyer me odie, pero sólo consigues que yo le odie a él.

Levanté las manos, le agarré los brazos y los aparté de mi cabeza mientras daba un paso atrás. Las lágrimas me empañaban la vista.

—¿Qué se supone que debo hacer, Beau? Dímelo tú. ¿Qué puedo hacer?

Abrió la boca para contestar, pero la volvió a cerrar cuando sus ojos avistaron algo por encima de mi hombro izquierdo. Un brillo posesivo refulgió en su mirada, como si quisiera intimidar a posibles depredadores. No necesitaba darme la vuelta para saber a quién miraba con tanta furia. Así que no me volví para mirar a Sawyer. No estaba segura de qué decir.

—¿Qué está pasando? Ashton nunca le grita a nadie. ¿Qué narices le has hecho, Beau?

—Es por mi culpa.

La voz de Lana hizo que diese un respingo y que abandonase la pose de derrota que había adoptado para mirarla embobada.

—¿Qué? —dijeron Beau y Sawyer a la vez.

Lana nos ofreció un dramático suspiro y se encogió de hombros.

—Beau estaba coqueteando conmigo y a Ash no le ha hecho gracia. Cree que no es digno de mí, o algo por el estilo. Cuando le ha dicho que me dejase en paz, han empezado a discutir.

No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Lana acababa de mentir de manera totalmente convincente por Beau y por mí?

Sonrió y se mordisqueó el labio como una niñita tonta.

—¿Qué? Mejor contarle la verdad: crees que su primo no es digno de tu prima.

Aparté la vista de mi tímida prima, reconvertida ahora en reina del melodrama, para examinar el rostro de Sawyer. ¿De verdad se lo tragaría? Seguro que no. Le estaba frunciendo el ceño a Beau.

—Oye, deja en paz a la prima de Ashton. No es uno de tus rollos de una noche. Ve a buscarte a otra chica. No hace falta alterar a Ash por algo así.

Increíble.

Miré de reojo a Beau y su expresión revelaba que estaba más que furioso. Estaba dispuesto a matar a Sawyer. Me interpuse entre los dos, de espaldas a Sawyer y dirigiéndole una mirada suplicante a Beau. Articulé las palabras «por favor» con los labios y observé cómo su rabia se calmaba antes de que se diese la vuelta y se adentrase en el bosque echando chispas.

Tenía que asegurarme de que estaba bien, pero no podía hacerlo con Sawyer de pie detrás de mí, esperando que regresara al claro con él. Otra vez a fingir. Otra vez la infelicidad.

—¿Estás bien? —preguntó mi novio, acercándose a mí y cogiéndome de las manos.

No. No estaba bien. Nunca lo estaría. Beau estaba ahí fuera, sumergido en la oscuridad, disgustado y enfurecido. Y yo estaba atrapada aquí, interpretando mi papel con Sawyer. Y había hecho que la santa de mi prima mintiese por mí.

—Quiero irme a casa. No me encuentro bien —expliqué con la esperanza de que no sospechase nada.

—Claro. Ningún problema. —Se volvió para mirar a Lana—. ¿Tú estás bien? Perdona por lo de Beau. A veces puede ser un poco difícil. No le hagas caso.

—No pasa nada. Estoy bien, de verdad —contestó Lana. Oí la culpa en su voz. Lo que había hecho la destrozaría por dentro. Adoraba a Sawyer. Saber que le había mentido por mí hizo que se me humedecieran los ojos. Estaba haciendo sufrir a todo el mundo. Mis decisiones equivocadas se habían convertido en una avalancha gigante. En algún momento tendría que aceptar la culpa y lidiar con las consecuencias. No podía seguir dejando que la gente que me importaba se llevase todos los golpes. La persona en la que me estaba convirtiendo no me gustaba.