Beau
—Eh, Beau.
Me di la vuelta y vi a Kayla, caminando a mi lado con un sujetapapeles en las manos. Los pasillos estaban a tope: entre clase y clase todos iban a rebuscar en sus taquillas. Y Kayla pensaba aprovechar la oportunidad para preguntarme algo. Había tanta gente que no tenía escapatoria. Me ofreció una sonrisa coqueta y se lamió los labios. Kayla sólo tenía valor para hablar conmigo cuando Nicole no estaba cerca.
—Kayla —repliqué, y seguí andando. Si quería seguir mi ritmo, tendría que apresurarse. Normalmente, un sujetapapeles en las manos de Kayla indicaba que planeaba enredarte en algo.
—Aún no has escogido a tu chica del espíritu.
Ese comentario ni siquiera merecía respuesta. Yo nunca escogía a mi chica del espíritu. Siempre había alguien que acababa haciendo el trabajo. De hecho, lo más habitual era que el día de partido hubiese varias voluntarias más que dispuestas delante de mi taquilla, suplicando que les permitiese satisfacer mis necesidades.
—Puedo poner tu nombre en el sombrero para que participes en el sorteo, o puedes elegir. Los demás titulares ya tienen a sus dos chicas. Si quieres a alguna de las más populares tendrás que decidirte ya.
Una vez más, no valía la pena responder.
—Muy bien, éstas son las chicas más populares que todavía tienen una vacante: Heather Kerr, Blair, Heidi, Noel, Heather Long y Amy.
Ashton estaba de pie delante de su taquilla, fingiendo que no escuchaba. La veía observándome con el rabillo del ojo. Eso me llamó la atención. La opresión que últimamente sentía en el pecho aumentó, recordándome su razón de ser. ¿Desaparecería algún día este sentimiento? ¿Cuándo dejaría de dolerme el simple hecho de verla?
—Ah, y Ashton, claro. —La voz alegre de Kayla pronunció al fin la única palabra que yo no era capaz de ignorar.
—¿Qué pasa con Ashton? —dije, apartando los ojos de ella para mirar a Kayla.
—Aún está disponible. Nadie la ha escogido, excepto Sawyer, claro. No creo que nadie lo haga. Nadie la quiere porque saben que no recibirán ningún tratamiento especial de su parte. Todos los cuidados especiales serán para Sawyer.
—La quiero a ella.
—¿Ah, sí? ¿En serio?
—Sí.
—Pero sabes que a Noel le gustas y puedo prometerte que satisfará todas tus necesidades —dijo Kayla.
—Quiero a Ashton —repetí, y la atravesé con la mirada antes de darme la vuelta y salir en dirección al pabellón deportivo.
Pedir a Ashton podría acarrearme más sufrimiento, pero la idea de verla haciendo cosas para Sawyer bastaba para volverme loco. Que encima tuviese que preparar galletas para otro tío y decorar su taquilla y hacerle tarjetas me ponía furioso. Además, no me estaba yendo demasiado bien con la química. Necesitaba clases particulares. El tipo de clases privadas a las que los novios no pueden asistir.
—Una recepción increíble —comentó Sawyer mientras recogíamos los cascos abandonados en las bandas. Me di la vuelta para ir a por los guantes que me había quitado antes, sin mirarle en ningún momento.
—Hoy estaba un poco más concentrado —repliqué, corriendo hacia donde estaban los guantes. Sawyer me siguió. Necesitaba mantener un poco de distancia con él. Hoy me había provocado demasiado con sus muestras de afecto hacia Ashton. Él, como es lógico, no se había dado cuenta.
—Empezaba a preocuparme por ti. Durante los últimos entrenamientos parecías distraído. Pero hoy parece que estás en plena forma.
Una semana antes, su comentario me habría hecho sentir culpable. Pero después de soportar a diario sus besos y toqueteos con Ashton, empezaba a sentir más rabia que culpabilidad. ¿Por qué siempre tenía que conseguirlo todo? A lo largo de nuestra vida Sawyer lo había tenido todo, pero a mí nunca me había importado. Nunca le envidié nada, ni le pedí nada. Ahora tenía lo único que yo quería, lo único que yo necesitaba más que el aire para respirar, y ni siquiera la conocía. La chica a la que Sawyer amaba no existía.
—Supongo que estaba un poco oxidado después del verano —musité.
—Bueno, al menos ya has vuelto. Se te veía en buena forma, ahí fuera —dijo Sawyer con una gran sonrisa.
Sonó su teléfono y me obligué a no mirar mientras leía el mensaje. Detestaba saber que seguramente era de Ashton. Detestaba lo mucho que deseaba saber qué le decía. ¿Le estaría diciendo que le amaba? ¿Estaría citándole en algún sitio? No podía olvidar los gemidos de Ash… BASTA. Tenía que dejar de pensar en ellos como pareja.
—Eh, Beau, tú y Ash os habéis vuelto íntimos este verano. Quiero decir que el otro día descargó contigo todo su estrés, y ya no pone mala cara cuando menciono tu nombre. Eso es bueno. Me alegro de que las dos personas que más me importan por fin se hayan acordado de que son amigos.
¿Cómo iba a responder a eso? Simplemente asentí.
—¿Te importaría hacerme un favor? Si tú y Nic no tenéis planes para esta noche, claro. Le dije a Ashton que saldríamos a comer algo y a ver una peli. Ya sabes, para sacarla de esa casa de locos y que le dé un poco el aire. Pero mi padre acaba de enviarme un mensaje, quiere que lo acompañe a ver a un amigo suyo que estará en la ciudad esta noche y que tiene contactos en el departamento de atletismo de la universidad. Es importante y mi padre se ha esforzado mucho por organizar esta reunión. Pero no quiero dejar plantada a Ash. ¿Puedes acompañarla tú? Si no tienes planes con Nic. Porque los dos sabemos lo que piensa de Nic. No quiero ponerla en una situación que la haga sentir incómoda.
¿De verdad estaba preguntándome si quería salir con Ashton? ¿Estaba loco? No se la merecía. Cualquier tipo dispuesto a dejarla plantada para hacer algo con su padre no debería tener derecho a estar con ella.
—Vale —contesté, oyendo el sonido entrecortado de mi propia voz. El idiota de mi primo no tenía ni idea de lo que me estaba pidiendo. Ya que tenía plaza reservada en el infierno, al menos pensaba disfrutar del trayecto.
—Gracias, tío. Su restaurante favorito es el Seafood Shack. Nos veremos allí a las seis. Tomaré algo con vosotros hasta que llegue el momento de reunirme con mi padre.
Ashton odiaba los camarones fritos del Seafood Shack y su té helado siempre tenía un regusto amargo. Era el restaurante favorito de Sawyer y seguro que ella se había mostrado de acuerdo con él cuando decidió que era el mejor sitio de la ciudad. No la conocía en absoluto.
—Ya que voy a echarte un cable, lo haremos a mi manera. No soporto el Seafood Shack. Estoy seguro de que a la Princesa Ashton no le importará bajar de nivel yendo a Hank’s. Sus hamburguesas son mejores que cualquier plato del Seafood Shack y su té helado le encantará.
Sawyer frunció el ceño, pero acabó asintiendo.
—Muy bien. Seguro que Ash aceptará y que Hank’s le parecerá bien. Sólo la he llevado allí un par de veces, pero creo que estará de acuerdo contigo en lo de las hamburguesas. Recuerdo que engulló una en una ocasión.
Con beicon y queso y el pan tostado. Hace unos ruiditos de placer adorables cuando se la está comiendo. Otra de las muchas cosas que no puedo creer que no sepa de ella.
El familiar aroma a grasa y hamburguesas me dio la bienvenida cuando entré en Hank’s. Las mesas de fórmica con manteles a cuadros rojos empezaban a llenarse. Saludé a Hank con la cabeza al pasar por delante de la plancha, de camino a la parte trasera. Había reservados más solitarios en la parte posterior. No quería que todo el mundo observase cada uno de nuestros movimientos. Si iba a tener a Ashton para mí solo, quería disfrutarlo sin espectadores.
Me adelanté y pedí un té para Ashton y la salsa de queso que tanto le gustaba. Cuando Sawyer me envió un mensaje para decirme que estaban en camino, me sorprendí. Aunque yo había aceptado, no estaba tan seguro de que Ashton lo hiciera. El hecho de que decidiese seguir adelante con el plan me puso de muy buen humor.
Ashton
—Está ahí detrás —dijo Sawyer tomándome de la mano y guiándome hasta el fondo del restaurante. La cabeza me iba cien por hora ante la idea de estar a solas en un reservado con Beau.
—Eh, hola. Siento llegar tarde. He tenido que llevar unas flores a la residencia de ancianos —explicó Sawyer. Hizo un gesto para que yo entrase primero. Me deslicé hasta la pared y él me siguió. Beau me pasó un vaso de té helado.
—Hacía mucho que no venía. Me he adelantado y he pedido las bebidas para mí y para Ash, pero no para ti. No estaba seguro de lo que querías —dijo Beau.
Mi salsa de queso favorita estaba delante de él, y también me la acercó.
—Adelante, sírvete. Yo ya he comido más que suficiente.
Se me enrojecieron las mejillas al recordar la noche en que compartimos la salsa de queso por última vez. Volvíamos a casa después de haber pasado el día en la playa.
—No tomaré nada, no te preocupes. Sólo tengo unos minutos, he quedado ahora mismo con mi padre —dijo Sawyer. Beau me lanzó una mirada rápida y volvió a fijar su atención en Sawyer.
—Buena suerte con tu reunión.
—Gracias. Estoy bastante animado. No me gusta tener que abandonar a mi chica, pero esto podría ser importante para mi futuro. Te agradezco que hayas podido quedar esta noche.
—Bueno, me debes una. De hecho, me debes unas cuantas. También he adoptado a Ash como mi chica del espíritu. Otro tío iba a hacerse con ella y pensé que no te gustaría.
Parecía como si le estuviese haciendo un gran favor a Sawyer. Yo no era ninguna cría que necesitase una niñera. No había venido esta noche porque no pudiese soportar quedarme en casa. Había venido porque quería estar con Beau.
—Avísame cuando quieras cobrar los favores. Y gracias por escoger a Ash. Sé que podrías haberte quedado con alguien que te hiciera más feliz, pero valoro que me cubras las espaldas.
Sawyer hablaba como Beau, como si quedar conmigo o tenerme de chica del espíritu fuese una especie de sacrificio enorme. Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no enviarlos a los dos al infierno y marcharme del restaurante hecha una furia.
—Me aseguraré de cobrarlos cuando los necesite —dijo Beau con una sonrisa en la cara que quise borrarle de un bofetón.
—Bueno, tengo que irme —dijo Sawyer inclinándose para besarme. Giré la cara y miré furiosa a la pared, provocando que sus labios se posaran en mi mejilla.
—Intentaré no causarle demasiados problemas a tu primo —bufé con una rabia imposible de pasar por alto. Sawyer frunció el ceño ante mi tono de voz. Fingí una sonrisa que sabía que se tragaría. Asintió y se dirigió a la salida. Esperé hasta que se hubo cerrado la puerta antes de darme la vuelta y atravesar a Beau con la mirada.
—No soy ninguna niña a la que tengas que cuidar. Sé cuidarme sola. En cuanto se haya marchado del aparcamiento, me iré andando a casa.
Beau permaneció allí sentado sonriendo como si acabase de anunciarle que había ganado un millón de dólares.
—Dios, cómo lo echaba de menos.
—¿El qué?
—Ver a tu verdadero yo. Casi le das rienda suelta ahí mismo, delante de él. Se le notaba la confusión en la cara cuando has soltado ese gruñido. Ha sido increíble.
Me quedé allí sentada, completamente anonadada. ¿Me había hecho enfadar a propósito?
—¿Me estás diciendo que me has tendido una trampa? ¿Querías que explotase delante de él? —pregunté, esforzándome por no perder los estribos.
—Y ahí va otra vez, pero esta vez Don Perfecto no está aquí, así que podré ver a la verdadera Ash en todo su esplendor.
Me empezaron a saltar las lágrimas. Había imaginado una noche tan diferente. Estar a solas con Beau y que Sawyer lo supiera y no le molestara me había parecido un sueño hecho realidad. Pero Beau había decidido tratarme como si fuera un mono de circo.
—No estoy aquí para entretenerte, Beau. Accedí a lo de esta noche porque, estúpida de mí, quería pasarla contigo. Te echo de menos. Y pensé… Pensé que tú accediste porque también me echabas de menos.
Se me formó un nudo en la garganta y agarré con fuerza mi bolso. Necesitaba salir de allí antes de echarme a llorar y ponerme en ridículo. No podía soportar que Beau quisiera herirme. Era demasiado.
—Ash, espera. —Sus palabras consiguieron que me detuviese, pero no miré atrás. Si lo hacía, me derrumbaría y volvería a empezar mi sufrimiento. Me apresuré hacia la salida.