Capítulo nueve

Sawyer

En cuanto Lana cerró la puerta de casa de Ashton, saqué el móvil del bolsillo y marqué el número de Beau.

—Sí —contestó después del tercer tono.

—Necesito una entrada para el concierto de esta noche. Vengo con vosotros.

Beau no contestó en seguida, pero luego soltó un suspiro.

—La pequeña Lana te está afectando, ¿verdad?

Me inundó el recuerdo de sus piernas en mi cintura y tuve que aclararme la garganta.

—La verdad es que sí.

—Ash le ha preparado una cita con Ethan para esta noche. ¿Lo sabes, no?

Me hervía la sangre. Sí, lo sabía y pensaba ponerle fin. Ethan quería a Lana sólo para el verano. En otoño, él se iría a la Universidad de Texas y Lana a…, bueno, no sabía a qué universidad iría ella, pero también iría a alguna. Sí, quería poner celosa a Ash, pero la idea de estar con Lana cada vez me resultaba más atractiva, aunque sólo fuese porque me hacía olvidar. Con ella, no pensaba en Ashton.

—Hoy ha estado conmigo. Me lo debes, Beau. Y mucho. Tengo que estar ahí esta noche.

—Ash se pondrá furiosa. No se fía de tus intenciones, y yo tampoco estoy muy seguro.

—Ya has visto a Lana. ¿Cómo no me va a gustar? ¿Por qué no iba a querer estar con ella si está como un tren y además disponible? Necesito una distracción, creo que será bueno para todos.

Beau se quedó en silencio por un momento.

—Creo que las entradas están agotadas, pero Ash compró dos para Leann, que iba a venir con un amigo. Pero en el último momento la ha plantado y busca a alguien que la acompañe. Quizá no quiera regalarte la entrada, pero estoy casi seguro de que te la venderá.

—Todavía tengo su número. La llamaré. Gracias —no esperé a que respondiese, colgué y me puse a buscar el nombre de Leann entre mis contactos.

En un principio, Ashton nos pidió que fuésemos en vehículos separados porque Beau y yo conducíamos una furgoneta y Ethan un Jeep. No me gustaba el plan, porque me dejaba a solas con Leann y a Lana con Ethan. No era la combinación que quería. Así que tomé prestado el Mercedes de mi madre. Nadie podía discutirme que era una idea mejor, excepto quizá Ethan, que no conocía los detalles. Yo lo hablé con Beau y él convenció a Ashton.

Iba a pedirle a mi hermano que se sentará detrás, para que Lana y Ethan estuviesen más cerca de mí, pero la imagen de Beau escondido de todo el mundo junto a Ashton hizo que me doliese el pecho. Así que no dije nada cuando Ethan se sentó detrás, dándole la mano a Lana. El dolor que me producía pensar en Ash y Beau quedó sustituido por unos celos abrasadores. Los ojos de Ethan estaban puestos sobre el pequeño trasero de Lana, que apenas lo tapaba con un vestido de tirantes.

—Creo que acabas de gruñir —susurró Leann al pasar a mi lado para abrir la puerta del copiloto. Arranqué los ojos de Ethan y me dispuse a entrar. Este viaje de treinta minutos iba a ser interminable.

—Sigues frunciendo el ceño —se burló Leann. Le lancé una mirada furiosa con la que sólo conseguí hacerla reír—. Estaba convencida de que no superarías lo de Ash. Me sorprende —dijo entre dientes, y movió un poco el espejo para mirar a hurtadillas a Lana y a Ethan.

—Si te sirve de ayuda, no creo que esté interesada —comentó y cerró el espejo.

—Decide qué quieres escuchar —fue mi única respuesta a sus comentarios indiscretos.

Leann chasqueó la lengua y sonrió antes de ponerse a buscar una emisora.

—Ethan es un buen chico, sabes. No tiene segundas intenciones.

Negué con la cabeza apretando los dientes y le eché una mirada de advertencia.

—Antes eras tan educado y amable, Sawyer Vincent. Has cambiado mucho.

Ajusté el retrovisor para tener a Lana a la vista. Me estaba mirando. Mi rabia y mi frustración se derritieron cuando me ofreció una tímida sonrisa. Le guiñé un ojo y devolví la mirada a la carretera, decidido a que el coche fuera el único lugar donde Ethan pudiera apartarla de mí. Más le valía disfrutarlo.

—¿Estás mirando a Ash o a Lana? —preguntó Leann.

Me di cuenta de que me había olvidado de Ashton. Se me hizo un nudo en el estómago. ¿Qué estaba pensando? Tenía a Ash justo detrás, sentada al lado de Beau. Alargué la mano y ajusté el espejo a tiempo para verla reír y apoyar la cabeza en el hombro de mi hermano. El dolor de siempre reapareció. Ella levantó los ojos y me miró. La alegría que los había hecho brillar se desvaneció, sustituida por la tristeza y la preocupación. Echaba de menos cuando sus ojos reían para mí. Apreté con más fuerza el volante y me concentré en la carretera para dejar de pensar en la chica a la que siempre querría y en su prima, que conseguía que me invadiese una bruma de lujuria cada vez que se me acercaba.

—Quizá quieras ajustar el espejo —la advertencia de Beau me llegó desde atrás. Si al menos pudiese odiarle. Porque lo deseaba. Lo deseaba tanto.

Alargué la mano y moví el espejo para no ver a ninguna de las chicas y subí el volumen de la canción que Leann había elegido: Break Your Little Heart de All Time Low. Muy apropiada.

Lana

—Me alegro de que hayas venido conmigo esta noche —dijo Ethan, inclinándose ligeramente hacia mí. Aparté la vista de la nuca de Sawyer.

—Gracias por invitarme —respondí con la esperanza que no notara demasiado mi decepción. Cuando Ashton me dijo que Sawyer había comprado la entrada extra de Leann y lo había organizado para que fuésemos todos juntos en el coche, esperaba que fuese por mí. Después se metió en el Mercedes y movió el retrovisor para verme, y el corazón me saltó en el pecho. Pero al cabo de un segundo, lo ajustó para ver a Ashton. No me miraba a mí cuando guiñó el ojo, miraba a mi prima.

Beau también se había dado cuenta.

Ethan levantó la vista y suspiró mirando a Sawyer.

—No sé por qué lo hace —susurró—. Lo siento, pero parece que esta noche tendremos que presenciar otro de los dramas de los chicos Vincent. Sawyer nunca será capaz de olvidar a Ashton, aunque está claro que ella sí ha podido.

La sensación de náusea que me provocaron esas palabras no me sorprendió. Yo había estado pensando lo mismo, pero oírlo de otra persona era difícil. Estaba tan segura de que Sawyer se había fijado en mí, hoy. Pude notar la atracción que sentía por mí. ¿Pero qué sabía yo de chicos y de sexo? Nada de nada. Si un muchacho se apretaba contra una chica, seguro que se excitaba. Por lo que sabía de los hombres, no podían evitarlo.

Me arrellané en mi asiento con un suspiro y crucé las piernas. Mis esperanzas para esta noche se habían desvanecido. Ethan se merecía algo mejor que tenerme toda la noche pendiente de Sawyer. Al fin y al cabo, era Ethan el que iba a pagarme la entrada y la cena…

—Nunca he estado en un concierto —comenté, intentando cambiar de tema.

A Ethan se le iluminaron los ojos.

—¿De verdad? Así que soy tu primera vez —dijo moviendo las cejas medio en broma.

—Supongo que sí —repliqué en un tono coqueto que había practicado a solas en mi habitación, pero que nunca había usado todavía.

Se le abrieron los ojos de par en par durante un segundo, salvó la pequeña distancia que nos separaba y me deslizó la mano por la pierna para coger la mía. Y se lo permití. ¿Por qué no iba a hacerlo?

Cuando llegamos al restaurante de la playa, ya había tenido tiempo de superar mi decepción y de divertirme… un poco. Si tenía que soportar a Sawyer mirando absorto a mi prima toda la noche, acabaría vomitando en el baño. Pero ahora mismo me sentía bien.

—Te encantará este sitio. Tienen las mejores ostras fritas del mundo —me explicó Ethan mientras subíamos los escalones del restaurante.

—También puedes comerlas crudas. —La voz de Sawyer estaba tan cerca de mi oído que di un respingo. Aparté los ojos del lugar al que nos dirigíamos y me volví para mirarle. Le tenía a mi lado, lanzándome una sonrisita sexy.

—Compartiré una docena contigo.

—¿Una docena? —pregunté, deslumbrada por el perfume tentador de su colonia y el tacto de sus dedos acariciando los míos.

—Ostras crudas —respondió arrastrando las palabras.

—Ah, nunca las he probado. No estoy segura de que me apetezcan —la voz me salió entrecortada. Cuando se trataba de Sawyer, era débil.

—Te enseñaré cómo hay que hacerlo para que entren con suavidad. —Su voz se había vuelto grave. Sentí la necesidad de abanicarme: de repente hacía mucho, mucho calor. La brisa marítima no conseguía refrescarme.

—Ah —fue lo único que pude contestar.

—Si quiere ostras, ya se las pediré yo —respondió Ethan en tono irritado, recordándome que él también estaba ahí.

—Sólo me ofrecía a compartir, E. No hace falta que te enfades —contestó Sawyer, sin quitarme los ojos de encima. Sus dedos se enredaron con los míos y me dibujaron una caricia en la palma de la mano. Tuve que apretar los dientes para no soltar un sonido embarazoso provocado por la sensación adictiva de su tacto.

Ethan abrió la puerta y me arrimó más a él, y luego me puso la mano en la cintura para guiarme por el interior del restaurante. Se estaba interponiendo entre Sawyer y yo, y eso hizo que me sintiera culpable. Me estaba derritiendo a los pies de Sawyer durante mi cita con Ethan.

—Tengo que ir al baño. Ven conmigo, Lana —dijo Leann, agarrándome del brazo y guiándome hasta el baño, lejos del grupo.

En cuanto se cerró la puerta a mi espalda, Leann se dio la vuelta enérgicamente.

—Vaya, chica. ¿Necesitas echarte un poco de agua fría en la cara? Después de ver lo que acaba de pasar, creo que yo sí voy a refrescarme un poco.

Solté un quejido y me tapé la cara con las manos. Genial, todo el mundo lo había visto. ¿Por qué me hacía esto Sawyer? Me tenía a sus pies. Era ridículo. Me utilizaba para poner celosa a Ashton y yo se lo estaba permitiendo.

—Lo siento —dije al fin.

Leann soltó una risita ahogada.

—¿Por qué? No has hecho nada. Sawyer Vincent está bueno, Lana. Y yo nunca, y digo nunca, había visto que se comportara así con nadie. Ni siquiera con Ashton. No puedo creer lo que acaba de pasar. Antes era tan educado y respetuoso. Nunca había sido sexy. No creía que fuese capaz. Pero demonios, te prometo que necesito meterme un poco de hielo debajo de la camiseta. Siempre me ha parecido guapo, pero no podía competir con Beau en cuanto a atractivo sexual porque era tan…, tan bueno. Pero vaya, hace un momento rezumaba sensualidad. Me hubiese echado en sus brazos si me lo hubiese hecho a mí, y eso que tengo novio.

Bajé las manos, con las que me había tapado la boca, absorbiendo las palabras de Leann.

—Piénsalo bien. ¿Le has visto alguna vez tocar o mirar a Ashton de modo que diese a entender que deseaba estar con ella a solas? No. Porque nunca ha pasado. Se comportaban como si Ash fuese una monja y él un sacerdote. Pero contigo… —Leann me señaló con un dedo y sonrió con picardía—. Estaba que echaba humo.

—¿De verdad? —pregunté incrédula.

—¡Pues claro! La cuestión es: ¿qué estás haciendo con Ethan? Porque es un buen chico. No quiero que lo pase mal, y parece que le gustas de verdad.

—No lo sé, creo que no me gusta de la misma manera. Es agradable y parece interesado en mí y pensé… —No supe cómo continuar. Ethan era su amigo, y tal vez no fuera una buena idea contarle los verdaderos motivos por los que había accedido a salir con él.

—Pensabas que Sawyer se pondría celoso. Lo imaginaba. Somos mujeres, Lana. Eso es lo que pasa cuando un dios como Sawyer Vincent da rienda suelta a sus poderes con nosotras. Tendrás que decírselo a Ethan, pero con delicadeza. No le hagas daño, ¿vale?

Asentí y levanté la vista para mirarme al espejo. ¿Quién era la chica que me devolvía la mirada? ¿La conocía siquiera? No sólo tenía un aspecto distinto, también se comportaba de una manera completamente desconocida.

—No le haré daño. Me aseguraré de que lo entienda, y tampoco dejaré de hacerle caso esta noche sólo porque esté Sawyer.

—Bien —dijo Leann, asintiendo con la cabeza.

Se abrió la puerta detrás de mí y entró Ashton, mordisqueándose los labios y mirándonos alternativamente a Leann y a mí.

—He tenido que intervenir, pero creo que ya está todo claro —informó Leann cuando mi prima dio un paso vacilante al interior del baño.

—Ah, vale. —Me miró fijamente un momento—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, muy bien, no te preocupes.

—Sawyer es diferente con ella, Ash —dijo Leann sin rodeos.

—Lo sé. Me he dado cuenta.

—Creo ni él mismo es consciente de cuánto.

Ashton miró a Leann y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—¿Tú crees?

Leann asintió.

—Sí.

Ashton me dio la mano y la apretó.

—Venga. Volvamos antes de que alguien diga una palabra de más y se líen las cosas.