Capítulo siete

Sawyer

Lana abrió la puerta justo cuando llegué a casa de Ash. Tenía que solucionar el desastre que había provocado la noche anterior, así que en lugar de disfrutar del espectáculo de sus largas piernas embutidas en unos pantalones rojos diminutos, bajé de la furgoneta y me dispuse a ayudarla a subir.

Sonreía tímidamente cuando me reuní con ella al otro lado de la furgoneta. Sí, aún había esperanza. Incluso después de la escena que había provocado la noche anterior, mi presencia aún la alteraba. Sentí el peso de la culpa en el estómago al ver sus ojos llenos de confianza.

—Hola. —Su acento de Georgia no estaba nada mal. Nunca me había fijado en que Lana tenía una voz sexy.

—Me alegro de que me hayas perdonado y quieras venir conmigo.

Se encogió de hombros. Tenía unos hombros pequeños y unas cuantas pecas adornaban la delicada piel que el top sin mangas dejaba a la vista. La noche anterior no las había visto y el impulso de besarlas todas y cada una de ellas me dejó de piedra.

—No hay mucho que perdonar. Te comportaste como un imbécil, pero estabas borracho. Tendría que haberme dado cuenta.

No pude reprimir la risa. Lana McDaniel acababa de llamarme imbécil.

—Es muy considerado por tu parte —respondí.

—Mmm…, puede que sí.

Abrí la puerta de la furgoneta y le di la mano para ayudarla a subir. Los pantalones cortos se le subieron aún más y mi mirada apreciativa detectó una peca increíblemente cerca de la curva de su trasero en forma de corazón. Se me aceleró el pulso y tuve que obligarme a dejar de mirarle la retaguardia.

No estaba seguro de si mi voz iba a traicionarme, así que no dije nada más al cerrar la puerta y sentarme al volante.

De camino al embarcadero, miré a Lana por el rabillo del ojo.

—Todavía te acuerdas de hacer esquí acuático, ¿no?

Había pasado horas enseñándole un verano, de pequeños, mientras Ash y Beau le daban la vara desde el bote.

Ash y Beau. Por una vez había sentido que contaba con alguien más en mi equipo. Siempre era yo el que tenía que frenar a esos dos, pero aquel día había tenido una compañera. Aunque claro, yo quería a Ash de compañera. Fue el verano antes de que todo cambiara, el verano antes de que me convirtiese en quarterback y consiguiese salir con Ash.

—Sí, supongo. ¿No es como montar en bici? ¿Ya sabes, que cuando aprendes ya nunca lo olvidas?

Los chicos iban a disfrutar demasiado con esto. Si no hubiese necesitado un observador y un piloto de repuesto, lo hubiésemos hecho solos. Pero el esquí acuático con sólo dos personas no es seguro. Alguien tiene que vigilar al esquiador así que, si yo quería esquiar (y quería, especialmente con Lana), necesitaba a otro piloto.

—Mmm…, puede que un poco. Pero seguramente necesitarás unos cuantos intentos, si estás oxidada —respondí.

Lana hizo un sonido de protesta y tuve que reprimir la risa. Le costó mucho aprender a ponerse de pie sobre los esquís y la experiencia casi acaba con ella. Aunque siempre había admirado su determinación. Nunca se rindió.

—Si vamos a practicar esquí acuático, habrá más gente, ¿no?

Asentí, no sin captar el tono de decepción en su voz. Me quería a solas. Eso me gustaba… mucho.

—¿Estará Ethan?

Mi breve instante de placer se evaporó.

—¿Ethan? Eh, seguramente.

Mierda, había olvidado su pequeño momento de conexión en Wings. Anoche, Ethan no estaba en la fiesta, así que no había presenciado nuestra muestra pública de afecto. No, espera, probablemente ya lo sabía. Era una noticia digna de cotilleo. Seguro que alguien se lo había contado.

—Ah, bien. Al menos tendré a otro amigo allí.

Oh, no. Iba a tener que hablar a solas con Ethan sin que ella se diese cuenta y asegurarme de que comprendía que Lana era intocable. Volví a notar el peso de la culpa, pero la dejé a un lado. Sí, tal vez Ethan era sincero en su interés por Lana, pero ella sólo estaba aquí para pasar el verano. Después, todos nos iríamos a la universidad. Si alguien iba a tener un rollo de verano con ella, iba a ser yo. Fin de la historia. No tenía que sentirme culpable. Era un medio para obtener un fin. Además, miré de reojo a Lana; tampoco es que no disfrutase de su compañía. Era preciosa, lista y divertida. Y Ashton se tiraría de los pelos, quizá incluso volvería corriendo a mis brazos… Ahí estaba la puñetera culpa otra vez. Necesitaba una cerveza. Eso siempre ayuda a ahogar la conciencia.

Lana

Sonó mi teléfono, y me lo saqué rápidamente del bolsillo. Era Ashton. Le había enviado un mensaje diciéndole que salía a navegar con Sawyer. Debió pensar que eso justificaba una llamada en vez de un mensaje de texto.

—Hola —dije, intentando no mirar a Sawyer. Estaba conduciendo, pero sentía sus ojos sobre mí.

—¿Vais solos? Porque no es seguro. Beau y yo también podemos venir.

Ni en broma quería a Ashton cerca de Sawyer. Necesitaba toda su atención y cuando mi prima estaba allí, él no pensaba en nada más.

—No, vamos a hacer esquí acuático. Viene más gente. Está todo controlado.

—Si es Ash, dile que ella y Beau también están invitados —terció Sawyer. Vaya. Se lo dije, y Ashton rechazó la oferta.

—Dale las gracias —dijo—, pero si hay otras personas seguro que os divertiréis más sin nosotros…

—Vale, se lo diré.

—Esta noche, Beau y yo vamos a la playa a comer cangrejo y después al concierto de Little Big Town en el Wharf. Ethan también tiene dos entradas y se preguntaba si querrías ir, ya sabes…, con él.

¿Ethan? Miré a Sawyer por el rabillo del ojo. Tenía la vista puesta en la carretera, pero se notaba que estaba concentrado escuchando mi conversación con Ash. Molesta por las razones que se escondían detrás de su interés, decidí que yo también podía jugar al mismo juego.

—Claro, me encantaría ir. Estoy a punto de ver a Ethan, así que se lo diré yo misma.

Sawyer giró la cabeza con la rapidez de un látigo para mirarme, y le ofrecí una sonrisa inocente antes de despedirme de Ashton y colgar.

—Ashton y Beau tienen otros planes para hoy. Pero dice que gracias por la invitación.

Si quería enterarse de lo de Ethan, tendría que preguntar.

—¿Qué quería decirle a Ethan?

Abrí la boca para responder automáticamente, pero la volví a cerrar en seguida. No era asunto suyo. Que me lo preguntase no significaba que tuviese que explicárselo. La antigua Lana hubiese desembuchado todo lo que Sawyer deseara saber. Pero no la nueva Lana, no. La nueva Lana no era un cachorrito enamorado… Vale, quizá sí lo era, pero él no tenía por qué saberlo.

—Si hubiese querido que supieses todos los detalles de mi conversación, hubiese activado el altavoz —respondí al fin.

—Vale. Sólo preguntaba.

Tal vez me había pasado de la raya con mi comentario sarcástico. Quería gustarle a Sawyer, y me había invitado a salir con él.

—Lo siento. Es sólo que no tiene que ver contigo. No quería sonar tan antipática.

Sawyer no contestó y la furgoneta se sumió en el silencio.

Cuando aparcó en el embarcadero, había tenido tiempo suficiente para decidir cómo enfrentarme a su mutismo. Pasar el día con un Sawyer molesto no sonaba muy divertido.

—Lo siento de verdad, he sido grosera. No era nada, en serio.

Sawyer apagó el motor y giró la cabeza para mirarme. Me clavó los ojos durante un momento y al final asintió.

—Vale. No tendría que haber metido las narices en tus asuntos. Creía que éramos amigos y pregunté sin pensar.

Genial. Me sentía peor que la mugre de la suela de mis zapatos.

—Somos amigos. No sé por qué he saltado de esa manera. Supongo que estaba un poco avergonzada por el tema.

Lo que era parcialmente cierto.

Frunció el ceño con una expresión increíblemente atractiva.

—¿Por qué te iba a pedir Ashton que le dijeses a Ethan algo de lo que pudieras avergonzarte?

Perfecto. Me había arrinconado a mí misma. Y ahora no podía volver a excluirlo. No quería que se pusiera en plan gruñón otra vez. Lo mejor sería mentir.

—Nunca he tenido una cita. Ethan me ha invitado a acompañarle al concierto de esta noche. O más bien, le ha pedido a Ashton que me lo pida en su lugar.

O podía soltar toda la verdad directamente y sonar como una idiota. ¡Mecachis! Necesitaba aprender a mentir, no tenía ni idea. Había abierto la boca con la idea de soltarle una trola y en su lugar me había salido la verdad. Tuve que obligarme a no poner una mueca y alargué el brazo para abrir la puerta. La expresión de sorpresa en los ojos de Sawyer me resultaba humillante. Tenía dieciocho años y nunca había tenido una cita. Era muy triste. Y ahora Sawyer sabía lo patética que era.

—Espera. —Me asió el brazo para detenerme antes de que pudiese bajar de un salto de la furgoneta.

Solté un suspiro y me di la vuelta para mirarle a unos ojos que suponía llenos de simpatía y asombro, pero me encontré con que no estaban en absoluto llenos de simpatía y asombro. En su lugar, parecían… frustrados.

Vaya, qué interesante.

—¿Te gusta Ethan?

Sí, me gustaba Ethan. Era agradable, atento, divertido, considerado y encima se sentía atraído por mí. No había ninguna ex novia de la que estuviese colgado que se interpusiera en mi camino. Pero no era Sawyer.

Asentí, pero no dije nada más. Me dispuse a esperar.

Él abrió la boca para decir algo, pero se interrumpió y cerró los ojos con fuerza antes de sacudir la cabeza y soltarme el brazo.

—Olvídalo. Venga, vamos.

Abrió la puerta y salió de la furgoneta. Hubiese dado cualquier cosa por saber qué iba a decir. Pero la conversación se había acabado. Ya no quería saber nada más, y yo tenía todo un día por delante para recriminarme que seguramente había matado cualquier oportunidad de estar con él. Ethan era su amigo, y después de la historia con Beau, dudaba mucho que Sawyer estuviese dispuesto a salir con una chica que le gustaba a su amigo.