Capítulo seis

Sawyer

Estaba borracho. Sólo lo había estado una vez en mi vida, el día que descubrí lo de Ashton y Beau. Estaba casi seguro de que hoy me había emborrachado incluso más que ese día. Tenía el estómago revuelto y tuve que inclinarme por tercera vez a vomitar en los arbustos del patio de Kayla. El sudor frío me resbalaba por la cara y apoyé las manos en las rodillas, con los ojos cerrados, rezando para no desmayarme sobre mi propio vómito. ¿Qué demonios había bebido? Lo único que recordaba era haber añadido un poco de ron a algunas colas. Quizá después de un rato dejé de añadir cola y pasé directamente al ron… No, espera, me había pasado al vodka. Se había acabado el ron. Me vino otra arcada, pero ya no me quedaba nada que sacar. Retrocedí un poco y me apoyé en la pared de ladrillo dejando que el aire frío me refrescara.

—Bébete esto, imbécil.

Abrí los ojos y allí estaba Beau con expresión irritada, dándome una botella de plástico. Me había traído agua. El sabor del alcohol regurgitado no era agradable. Tendría que haberle agradecido que viniese a rescatarme, pero me sentía incapaz.

Abrí la botella, bebí un buen trago y al instante me encontré mejor.

—Bebe un poco más y ven conmigo. Te llevo a casa.

Su actitud autoritaria empezaba a ponerme de los nervios. No se había convertido de repente en el buen hermano, o en un buen primo por lo que respectaba a los demás. Que Ashton estuviese con él no significaba que fuese el más listo de los dos.

—No te metas, Beau —gruñí, y tomé otro trago de agua.

—Le he prometido a Ash que te haría entrar en razón. No me obligues a romper mi promesa.

Puse los ojos en blanco y me incorporé, apoyándome en la pared donde había estado descansando. Pasé de Beau y me dirigí hacia mi furgoneta. Ya no estaba borracho. Había expulsado hasta la última gota de licor sobre los matorrales de los Jenkins.

—No lo hagas, Sawyer. Has bebido demasiado y estás a punto de desmayarte. Deja que te lleve a casa.

Me detuve y me di la vuelta para mirarle.

—¿Por qué? No hago más que cabrear a Ash. No puedo parar de mirarla. De desearla. ¿Por qué caray quieres ayudarme?

Beau soltó un suspiro y me devolvió la mirada.

—Porque eres mi hermano.

Ése era el quid de la cuestión. Aunque le había importado poco que fuese su hermano cuando me robó a mi chica.

Técnicamente, en ese momento pensaba que yo era su primo, pero siempre habíamos estado unidos como hermanos.

—Creía que habíamos pasado página, Sawyer. Me diste tu bendición. Le diste tu bendición a Ash y te retiraste. ¿Qué te pasa?

¿Qué me pasaba? Me pasaba de todo. Él tenía a mi chica. Había entrado en la universidad que yo quería. Había conseguido todo lo que yo deseaba en la vida.

—Nada —musité, y me di la vuelta otra vez en dirección a mi coche.

—Sawyer, si tengo que hacerlo, te subiré literalmente a rastras a mi furgoneta. —No sonaba enfadado, sólo sincero.

Esta noche no estaba en condiciones de enfrentarme en un uno contra uno con él. Estaba casi seguro de que perdería y acabaría con unas cuantas magulladuras.

—Vale. Llévame.

Después de que me dejase en casa, me di una buena ducha caliente y me arrastré a la cama. Por suerte, ninguno de mis padres vino a ver cómo estaba. Me había librado de que me pillaran llegando a casa hecho un desastre. Mi madre no soportaría verme así. Yo siempre había sido el chico bueno. Nunca les había dado ninguna excusa para no confiar en mí. Y mira de qué me había servido.

Me subí la sábana hasta la cintura y repasé mentalmente el ataque de nervios que le había dado a Ashton en la fiesta. Se había enfadado. ¿Por qué? ¿Porque me estaba pegando el lote con Lana, en público? Sólo nos habíamos besado. De acuerdo, había sido un beso bastante impresionante y la chica tenía una piel increíblemente suave. Su cabello olía a flores y, antes de que nos interrumpieran diciéndonos que buscáramos una habitación, había estado pensando en lo mucho que deseaba probar la piel de su cuello. El pulso le iba a cien bajo mis labios y aquel momento había sido embriagador…, no se parecía a nada que hubiese experimentado antes.

Ashton lo había frenado en seguida. Se puso furiosa, casi demasiado. ¿Estaba… celosa? ¿Era posible? Yo no había salido con nadie desde que rompimos. Nunca me había visto con otras chicas…, y menos pegándome el lote de esa manera. Pero… celosa…, tal vez. Las comisuras de mis labios formaron una pequeña sonrisa y alargué la mano para coger el móvil.

Yo:

Por favor, dile a Lana que siento haberme emborrachado y comportado como un imbécil.

Apreté el botón de enviar y esperé a ver la respuesta de Ashton, que sonó casi de inmediato. Me incorporé y la leí sin dejar de sonreír.

Ashton:

Sí, lo has sido. Se lo diré, pero aléjate de ella, Sawyer.

Estaba celosa. No le gustaba que estuviese interesado en otra persona. Ashton quería a los dos hermanos Vincent bajo su embrujo. Bueno, esto podría acabar siendo divertido.

Yo:

No puedo hacerlo, Ash. Me gusta mucho.

Pensé que no iba responder cuando se iluminó la pantalla con otro mensaje.

Ashton:

No quiero que sufra.

Me reí para mí mismo; yo sabía la verdad. Ash no quería compartir mi afecto.

Mocosa egoísta.

Yo:

No le haré daño. Quiero pasar tiempo con ella. ¿Me das su número?

Ashton:

Esta noche no.

Me tumbé en la cama con una sonrisa, pensando que Ash había convertido aquello en un juego demasiado divertido para abandonarlo.

Lana

—¿Lana? —la voz de Ashton interrumpió mi debate interno sobre si debería quedarme o rendirme y volver a casa.

—Sí —respondí, deseando poder fingir que dormía.

Ashton abrió la puerta de la habitación de invitados en la que mi tía había insistido que me instalase, en lugar de hacerlo en el colchón extra en el suelo del cuarto de Ashton, que era donde dormía habitualmente. Me incorporé y la observé mientras entraba, retorciéndose las manos. Aquel pequeño gesto nervioso me indicó que quería hablar de Sawyer. No era precisamente el tema que me apetecía tratar, al menos esta noche.

—Mmm…, ¿te gusta Sawyer?

¿Cómo podía estar tan ciega? Ashton no tenía ni idea de lo que pasaba a su alrededor. Vivía en una pequeña burbuja y sólo se preocupaba por lo que le afectaba a ella, por nada más. Ahora yo estaba invadiendo su burbuja y empezaba a notar cosas en las que se tendría que haber fijado hacía años.

—Sí, un poco.

Sus hombros perfectamente bronceados se alzaron con un pequeño suspiro, y asintió.

—Eso pensaba.

Se sentó con cuidado en el borde de la cama. Estudié su expresión y me pregunté si su preocupación era por mí o por ella o, posiblemente, por el que había sido su novio durante años.

—Sawyer no ha sido él mismo esta noche. Ya lo sabes.

Levantó los ojos para encontrarse con los míos y en ellos solamente vi tristeza, ni celos, ni ansiedad. Sólo estaba triste.

—Lo sé. Ni siquiera me he dado cuenta de que estaba borracho. Pensaba que ése era el estilo de Beau.

—Normalmente no bebe. Esta noche he visto una parte de Sawyer que no conocía. Se parecía mucho a…, bueno, a Beau. O, al menos, al Beau de antes.

Sus palabras hicieron que todo encajara. El puzle que Sawyer había creado esta noche estaba resuelto. Se había comportado como Beau, cuando Beau quería a Ashton y no la tenía. Sentí una pequeña opresión en el pecho que, por desgracia, me resultaba muy familiar. Era el mismo dolor que notaba cada vez que veía las miradas tiernas y llenas de devoción que Sawyer dispensaba a Ashton a cada momento.

—No tiene sentido —musité, más para mí misma que para ella.

En vez de preguntar a qué me refería, asintió y se quedó mirando con impotencia la pared azul del otro lado de la habitación. Al menos lo comprendía y no tenía que explicárselo. Sawyer lidiaba con la pérdida de Ashton bebiendo y comportándose como un idiota. Habían pasado seis meses, por Dios bendito. ¿Cuánto tiempo iba a necesitar?

—Me ha enviado un mensaje.

—¿Quién? —supuse que se refería a Sawyer, pero con Ashton nunca sabías a cuál de los dos chicos Vincent se refería.

—Sawyer. Me ha preguntado por ti. Me ha pedido que te dijese que lo sentía.

Mi estúpido corazón se aceleró y me esforcé por mantener una expresión neutra. Me recordé a mí misma que seguramente estaba más preocupado por los sentimientos de Ashton que por los míos.

—Ah —fue la única respuesta que fui capaz de dar.

—No sé cuáles son sus intenciones, Lana. Quiero decir que eres preciosa y él es un chico. Comprendo perfectamente que esté interesado en ti…

—Pero también te preocupa que me esté utilizando para provocarte —acabé la frase por ella.

Ashton se mordió el labio e hizo una mueca. Sí, sonaba mal al decirlo en voz alta. Pero era la verdad.

—El Sawyer que conozco, el chico al que amaba no es cruel ni calculador. Pero el Sawyer que yo conocía tampoco se hubiese emborrachado en una fiesta, ni se hubiese enrollado con una chica en público. Vaya, estoy casi segura de que tú hiciste más con él en ese sofá que yo en los tres años que salimos. —Ashton soltó una risita fría—. Básicamente tenía que suplicarle que hiciésemos algo más que darnos unos simples besos castos. Se controlaba mucho. Y esta noche, al bajar las escaleras y veros a los dos, tenía las manos… —Su voz se fue apagando.

Sabía perfectamente dónde habían estado sus manos y recordarlo hizo me ardiesen las mejillas.

—Supongo que lo que intento decirte es que vayas con cuidado. No sé qué planea y no quiero pensar que puede intentar vengarse de mí a través de ti. No creo que sea capaz de eso. Sinceramente, si Sawyer y tú os convertís en pareja, me alegraré por los dos. Es un chico fantástico. Sólo que no era el chico para mí, ¿sabes?

No supe qué decirle. Me sorprendía que le pareciese tan bien que Sawyer pasara página. Beau estaba como un tren, pero si Sawyer hubiese sido mío, me destrozaría verlo seguir adelante.

—Quiere tu número de teléfono. No se lo he dado. No estaba segura de si querías que lo hiciese.

—Dáselo —respondí al instante.

Ashton rió y asintió antes de ponerse de pie.

—Muy bien, pues. Me alegro de saber cómo están las cosas. —El tono burlón de su voz era un alivio. Le parecía bien.

—Lo de este verano… La idea de venir aquí… no era sólo para pasar tiempo contigo antes de ir a la universidad.

Ashton sonrió y arqueó las cejas.

—No puedo creer que un chico Vincent, y no yo, te haya traído hasta Grove, Alabama.

Me encogí de hombros y le devolví la sonrisa.

—Es difícil resistirse a ellos.

—¿Qué me vas a contar?

Estaba de pie delante de la ventana, viendo a Ashton echarse en los brazos de Beau y besarle toda la cara como si no le hubiese visto la noche anterior. Era un poco asqueroso. Él iba descamisado y estaba todo sudado. Alargó el brazo y se puso la sucia gorra de la Universidad de Alabama del revés antes de cogerle la cara y ocuparse de sus ansiosos labios. Sacudí la cabeza y le di la espalda a la excesiva muestra de afecto que esos dos estaban compartiendo en plena calle. Ashton había salido de casa limpia y ahora tenía toda la ropa llena del sudor de Beau Vincent, por no mencionar los trozos de hierba que se le habían pegado al cuerpo. Más valía que su padre no decidiese venir a comer a casa temprano, o las cosas no acabarían bien.

El breve sonido de Tell Him de Colbie Callita me alertó de que me había llegado un mensaje. Fui corriendo a la cómoda y cogí el móvil; el corazón me palpitaba incluso antes de leerlo.

Sawyer:

Soy Sawyer. Siento lo de anoche. Deja que te compense. Te voy a llevar a navegar. Ven conmigo, por favor.

Ni siquiera me di tiempo a pensar, me puse a escribir en seguida.

Yo:

Vale. ¿Cuándo?

Quizá hacerme la dura hubiese sido la mejor forma de asegurarme de que le gustaba. Pero no lo tenía claro. Si para él sólo era un arma que usar en contra de Ashton, lucharía por cambiarlo. Tenía que conseguir que me viese a mí.

Sawyer:

Estarás lista dentro de una hora?

Yo:

.

Sawyer:

Ponte bañador. Preferiblemente el biquini de anoche :)

Respiré hondo para calmarme y releí varias veces su petición antes de responder.

Yo:

OK.