Lana
Crazy Girl, de la Eli Young Band, me despertó de un sueño maravilloso. Me estiré y sentí los brazos de Sawyer en torno a mí. «Crazy girl, don’t you know that I love you?» seguía sonando, y me giré para mirar a Sawyer, que alargaba el brazo para coger el teléfono.
—¿Cómo es que mi móvil está encendido y por qué suena una canción country? —pregunté medio grogui mientras echaba un vistazo a la pantalla.
—Es tu madre. Habla con ella o se preocupará.
Le miré boquiabierta.
—¿Mi madre? Pero…
—Anoche saqué el teléfono de tu bolso y lo encendí. Estaba a tope de adrenalina porque te había encontrado, así que me costó calmarme. Cambié tu melodía por una canción que me recuerda a ti. —Puso su boca sobre la mía y cantó a coro con el teléfono—. «Have I told you lately, I love you like crazy, girl?»
No podía enfadarme con él mientras hacía algo así. Sawyer cantando a primera hora de la mañana era demasiado adorable. Incluso si por su culpa mi madre estaba llamándome.
Con un suspiro, cogí el móvil de sus manos y contesté.
—Hola, mamá.
—Lana, ya has encendido el teléfono. Me alegro tanto. ¿Eso significa que vas a volver a casa? Tengo muchas ganas de verte.
—No, no vuelvo. Al menos por ahora. —Miré a Sawyer y me pregunté qué es lo que iba a hacer. No estaba segura de que fuesen a darme la bienvenida en casa de la tía Sarah después de haber salido huyendo de esa forma.
—Todavía no sé lo que haré.
—¿Por qué te comportas así? ¿Es por Sawyer? Te puedo asegurar que…
—Mamá, no se trata de Sawyer —respondí, alargando el brazo y pasándole la mano por el pelo revuelto—. Él es perfecto. Pero todavía no sé cómo acabaré de pasar el verano.
Sawyer hizo una mueca y me abrazó con más fuerza, como si yo pudiese desvanecerme en cualquier momento.
—Espera, ¿dices que Sawyer es perfecto? Pensaba que estabas enfadada con él. Estoy de acuerdo en que es un joven encantador. El pobre chico ha estado tan afligido. Me llamaba continuamente para ver si sabía algo de ti, aunque cada vez que te ponías en contacto conmigo, yo le telefoneaba en seguida y le explicaba lo que me habías dicho y que estabas bien. Oh, no. Esto no tenía que contártelo. No te enfades conmigo, cielo. Estaba tan preocupado.
Le lancé una sonrisa satisfecha.
—Puede ser muy persuasivo. Lo comprendo perfectamente.
—Es un buen partido, Lana. Su familia es adinerada y él también irá a la universidad a Florida. Me sorprendió mucho cuando me explicó que había conseguido una beca para jugar a fútbol allí. Es todo perfecto.
—No, mamá, no lo es. Papá no podrá ayudarme a pagar la universidad. —Me seguía costando decirlo.
—Tonterías. Claro que te ayudará. Con la pensión que me pasa cada mes habrá de sobras. Además, voy a vender la casa, buscaré otra más pequeña. Es demasiado grande para mí sola.
—No, mamá, te encanta esa casa, y creo que no sabes cuánto van a costar los libros y los gastos básicos…
—No soy estúpida, Lana. Lo he comprobado todo mientras no estabas. Todavía recibes el correo y he tenido que pagar algunas cuotas, y el primer semestre. He demorado la compra de las cosas para el dormitorio esperando que volvieras y lo hiciésemos juntas.
—Lana, ¿qué te pasa? —Sawyer se incorporó deprisa y me tomó en brazos.
—¿Es Sawyer? ¿Estás en Grove? —preguntó mi madre, y le di una palmada en el pecho a Sawyer para indicarle en silencio que se calmase. Se me habían puesto los ojos llorosos al escuchar lo que decía mi madre y a él le había entrado el pánico.
—Sí, es él. Anoche me encontró —respondí, ofreciéndole una sonrisa a Sawyer, que me estaba observando con el ceño fruncido.
—¿Te encontró? ¿Dónde estás? ¿Cómo te encontró?
—He estado con Jewel desde el principio. Ella me ha encubierto y, la verdad, no tengo ni idea de cómo Sawyer ha podido encontrarme, a menos que… —Hice una pausa antes de acabar la frase. No quería tener que explicárselo todo a mi madre, y seguro que ella quería saberlo. Estaba bastante segura de saber quién se había chivado. Ethan era la única persona en Grove que sabía dónde me había escondido.
—Escucha, mamá, te llamo luego. Tengo que decidir unas cuantas cosas, pero te lo contaré todo. Deja que hable con Sawyer, ¿vale?, y gracias. Te quiero.
—Yo también te quiero, Lana.
Apagué el teléfono y lo dejé a un lado antes de colocarme encima de Sawyer.
—Y bien, ¿cómo le sacaste la información a Ethan? ¿Sigue vivo?
Él soltó una risa ahogada e hizo que me moviese para tenerme a horcajadas encima de él.
—Sí, todavía respira. De hecho, lo dejé ileso. Cuando supe dónde estabas, salí corriendo tan deprisa que ni me despedí.
—Bien, dime cómo le sonsacaste —respondí, acariciándole el pecho. Echaba de menos tocarle.
—Me lo contó y ya está —dijo en voz ronca. Su atención estaba centrada en mis manos, que trazaban círculos sobre sus firmes pectorales.
—Supongo que se sentía culpable —murmuré antes de inclinarme para depositar un beso en el cardenal que tenía sobre las costillas—. ¿Esos jugadores de fútbol tan duros te han hecho daño? —dije en tono juguetón mientras dejaba caer una lluvia de besos por sus abdominales y el pecho.
—Ajá, puedo enseñarte más lugares donde me hicieron daño. —Suspiró, bajándome las manos por la espalda y dejándolas reposar sobre mi trasero.
—Mmm, vale, deja que termine de besar estas pupitas y empezaré con las otras —prometí.
—Por favor, tómate tu tiempo —dijo con un gruñido, acariciándome.
—Todavía no me has explicado cómo le sacaste la verdad a Ethan —le recordé mientras me deslizaba sobre su cuerpo para besarle el ombligo.
—Oh. —Arqueó la espalda y soltó un suspiro ahogado—. ¿Quién es Ethan?
Levanté los ojos y me encontré con su mirada llena de fascinación.
—Ya conoces a Ethan. Tu amigo que se chivó de mí —le recordé antes de lamer su vientre con delicadeza.
—Oh, jooooooder —gimió, enredando las manos en mi pelo.
Decidí dejar pasar lo de Ethan. Me estaba divirtiendo demasiado viendo al chico al que amaba derretirse en mis brazos. Le rocé la pelvis con los dedos y me incliné para susurrarle al oído:
—¿Alguna pupita ahí abajo que tenga que curar?
—Sí, un montón —graznó.
Observé su rostro. No estaba respirando. Dudaba que se hubiese dado cuenta de ese detalle. Le desnudé, arrojando su ropa al suelo, y me quité la camiseta de tirantes.
Soltó una serie de sonidos incoherentes y no pude evitar que se me escapase la risa, mientras apoyaba una mano a cada lado de sus caderas y hacía descender mi boca.
—Joder —gruñó Sawyer.
Eso me gustaba. Él me gustaba.
—¿Te duele aquí? —pregunté en tono provocador mientras le miraba a través de las pestañas.
—Sí, justo ahí. Lo has encontrado —respondió con la voz entrecortada—. Por favor.
Incapaz de ignorar su ruego, seguí adelante.
—Cariño… —gimió, recostándose contra el cabezal de la cama y alzando las caderas.
Con una sonrisa, seguí ayudándole a encontrar placer de una forma completamente nueva para los dos.
Sawyer
Lana había hecho las maletas después ducharse. Era un recuerdo que nunca olvidaría. Su imagen completamente empapada y apretada contra mi cuerpo en la ducha quedaría grabada en mi mente para el resto de mi vida. Era preciosa. Era perfecta. Y era mía.
Cargué las bolsas en la parte trasera de la furgoneta mientras ella preparaba el desayuno. Había gente por todas partes, durmiendo en el suelo. Yo hubiese querido irme directamente y llevarla a desayunar a otro sitio, pero Lana estaba decidida a despedirse de Jewel antes de marcharse. Lo comprendía, aunque el tufo a alcohol y a sudor me había quitado el hambre. Que Lana hubiese tenido que huir a este lugar horrible era culpa mía. Me seguía cabreando al pensarlo.
Detestaba saber que había tenido que lidiar con esa forma de vivir durante semanas. Tenía que esquivar el brazo de alguien para cruzar el pasillo, en dirección a la cocina. Era un brazo con una verja tatuada. Recordé las palabras de Jewel sobre un tipo llamado «Verja» molestando a Lana y cómo ella le había amenazado con un cuchillo. Me alegré de llevar las botas puestas. Al final decidí no esquivar el brazo.
—Pero qué coño, ¡au! —gritó el dueño del brazo cuando descargué todo mi peso sobre él.
Un tipo cubierto de tatuajes y de piercings, con el pelo revuelto en todas direcciones, se incorporó y se frotó el miembro dolorido. Sus ojos examinaron la habitación hasta que su mirada grogui me encontró.
—¿A qué coño viene eso, tío? Casi me rompes el brazo —gimió, sujetándoselo como un bebé.
—Eso por lo que le dijiste ayer a mi chica. Si la hubieses tocado, lo tendrías roto —respondí antes de entrar en la cocina, donde Lana me estaba esperando con esa preciosa boca redondita abierta.
—¿A qué ha venido eso? ¿Y cómo sabes lo que me dijo ayer?
—No sabía que estaba ocupada. Joder, tío, los dos os tenéis que relajar un poco —gruñó el tipo desde el salón. El resto de ocupantes inconscientes ni siquiera notaron el ruido.
—Estuve un rato en tu habitación anoche —empecé a explicar.
—Y me oíste cuando vine a disculparme a su puerta —acabó Jewel por mí, mientras se pasaba las manos por el pelo revuelto—. Vi una sombra entrar por la ventana, pensé que era Lana. Cuando nadie me contestó, supuse que Sawyer había pillado mi indirecta.
Con una sonrisa satisfecha, rodeé la cintura de Lana con un brazo y la apreté junto a mí.
—De hecho, no comprendí tu indirecta hasta que Ethan confesó que había traído a Lana aquí. Estaba completamente convencido de que no tenías ni idea de dónde estaba.
Jewel soltó una carcajada y golpeó la encimera con una mano.
—¡Te lo dije! Soy una actriz fantástica. ¡Hollywood me necesita! No saben lo que se pierden.
Lana me sonrió.
—Se le da muy bien. Casi me convence de que no sabía dónde estaba, cuando habló con mi madre por teléfono. Tiene mucho talento para mentir.
—Necesito un poco de hielo. Este tío está como una puta cabra. Casi me aplasta los huesos con esas botas enormes —chilló el chico del salón.
Jewel miró por encima del hombro.
—Estos músicos se lesionan en seguida. Espero que no le hayas hecho mucho daño en el brazo. Es el batería. Esta noche tienen concierto y Chain se pondrá furioso si no pueden tocar.
—Sobrevivirá —le aseguré.
Jewel asintió y abrió el congelador para sacar un poco de hielo.
—Bueno, supongo que te vas a marchar —comentó mirando a Lana.
—Sí. No estoy segura de si iré a mi casa o a la de Ashton. Puede que mi tía Sarah esté enfadada conmigo por haberme escapado.
Y una mierda. No permitiría que regresara a Georgia sin mí.
—Regresará a Grove. Si hace falta se quedará conmigo.
Jewel arqueó las cejas en señal de sorpresa mirando primero a Lana y después a mí.
—Mmm…, ¿y qué pasa si Ashton acude a ti corriendo otra vez? ¿Volverás a plantar a Lana?
Mi chica se puso tensa en mis brazos, no soportaba saber que la idea aún la asustaba. Hice que levantase la cara para mirarme. Tenía que repetírselo una y otra vez hasta que me creyese. Era culpa mía que conservase ese temor.
—Nunca, nunca le daré la espalda a Lana por nada ni por nadie. Es mi número uno. Siempre será mi número uno. La quiero mucho. Más que a nada.
Los ojos de Lana se llenaron de lágrimas y me incliné para besarla en los labios.
—Te lo prometo. Es la pura verdad —susurré antes de cubrir su boca con la mía.
—Vale, ahora voy a echarme a llorar. Qué escena tan tierna… —dijo Jewel a nuestras espaldas. Noté que los labios de Lana sonreían antes de que los abriese para dejarme entrar.