Capítulo diez

Sawyer

—¿Qué narices ha sido eso? —preguntó Ethan en cuanto desapareció Ashton.

—Ash yendo al baño —respondí en tono hastiado.

Ethan se dispuso a levantarse, soltando una especie de rugido.

—Siéntate —bramó Beau, y el chaval se dejó caer otra vez en la silla—. Has entendido perfectamente a qué se refiere, Sawyer.

—Sabe que me gusta Lana. Pero si hasta nos ha visto hoy en el barco. Estaba conmigo. Conmigo. Quiere estar conmigo. Se le ve en la cara. No es culpa mía que la invitase a salir y ella fuese demasiado educada para rechazarlo.

Ethan soltó un suspiro frustrado. Sabía que tenía razón.

—Tú sigues colgado de Ash… —Se interrumpió al ver la mirada furiosa de Beau.

—No, no estoy colgado de Ash. Ella ha pasado página y yo intento hacer lo mismo. Pero tú te estás entrometiendo.

—¿Hace falta que coquetees con ella durante mi cita? ¿No puedes dejar que disfrute de la noche con Lana?

Negué con la cabeza, levantando la bebida que la camarera me había dejado delante.

—¿Y que ella piense que no me importa que esté contigo? Imposible. Tiene que saber lo que quiero.

Beau se aclaró la garganta y se puso de pie.

—Eh, cielo.

Retiró la silla que tenía al lado para que Ashton se sentase.

Giré la cabeza para observar a Lana mientras se nos acercaba, y ella apartó la vista de mí y miró a Ethan. Yo había escogido el sitio al final de la mesa estratégicamente, dejando el asiento contiguo vacío para Lana.

—Supongo que esta silla no es para mí —dijo Leann entre dientes, en tono socarrón, al pasar de largo para sentarse al lado de Ashton.

Lana retiró la silla y se sentó, colocándose en un punto equidistante entre Ethan y yo. Deslicé un poco mi asiento, disminuyendo la distancia entre los dos hasta que nuestros muslos se tocaron.

—Hola —dije en voz baja mientras me miraba a través de su cabello. Alargué la mano y le coloqué detrás de la oreja los sedosos rizos que me impedían verla bien—. Así. Mucho mejor.

Su postura denotaba tensión.

—¿Te comerás las ostras conmigo? —pregunté, inclinándome para mirar su menú en lugar de abrir el mío.

—Ah, y, yo, mmm… —balbuceó, y Leann resopló.

—Reduce un poco el tono, ¿vale? La chica está tan nerviosa que no puede ni hablar.

Sin dejar de observar a Lana, le pregunté:

—¿Te pongo nerviosa?

Ella levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron. Una pequeña sonrisa de disculpa apareció en su rostro. El brillo de labios rosa pálido que se había puesto hacía que pareciesen más carnosos de lo habitual. Me incliné un poco más y olí el aroma de frambuesa.

—Un poco —respondió en voz baja.

Estaba en plena cita con Ethan y yo me dedicaba a hacerla sentir incómoda. El sentimiento de culpa que acompañaba a esa certeza fue lo único que evitó que diese un mordisquito a sus labios sabor frambuesa.

—Lo siento. Ya paro —susurré sólo para ella. Oí la voz de Ashton de fondo mientras hablaba con los demás, intentando centrar la atención del grupo en ella.

—Gracias —respondió, y se concentró en el menú. Deslicé la silla hasta la distancia correcta y evité mirarla cuando pedí mi plato y mientras conversaba con los demás. Me esforcé para que mi mirada no se detuviese en ella, y en no bajar la voz cuando le hablaba directamente. Incluso me las arreglé para acabar de comer mientras contemplaba cómo Beau besaba a Ashton en la mano, en el hombro desnudo y en la frente a la menor oportunidad.

—Éste es el Sawyer que conozco. Empezaba a preguntarme dónde te habías metido —susurró Leann, que caminaba a mi lado por el Wharf. Ash y Beau iban delante y Ethan y Lana nos seguían detrás. No me volví para espiarlos. Si les pillaba tocándose de alguna forma, no estaba seguro de poder soportarlo.

—¿A qué te refieres? —pregunté, sólo porque necesitaba distraerme.

—El Sawyer caliente y agitado es completamente nuevo. Nunca te había visto tratar a una chica como si fueses a devorarla a la primera de cambio. Ha sido… interesante.

—¿Crees que Lana me «pone»?

Leann soltó una carcajada.

—Te «pone» mucho. A una señal de ella, te tendría encima de ella en un segundo.

Disminuí el paso y miré a Leann.

—¿Cómo?

—No finjas que no sabes de qué hablo. La deseas. La dulce y remilgada Lana se ha vuelto un cañón y te tiene trastornado. Nunca habías sido así con Ash. No te vi mirarla ni una vez como si la desearas. Era un trofeo o una propiedad y estabas orgulloso de tu novia, pero con ella no te hervía la sangre.

Apreté los dientes y fulminé a Leann con la mirada.

—No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Quería a Ashton con locura. Era mi mundo. Planeé mi futuro en torno a ella. Nunca fue un trofeo ni una propiedad. Sólo porque no la tratase como a un pedazo de carne, no significa que no lo fuese todo para mí. La respetaba. Siempre la traté como se merecía. No corro peligro de enamorarme de alguien como Lana. Es una distracción. Claro que me comporto de manera distinta; ella es distinta, pero sólo quiero divertirme.

La expresión atónita de Leann mirando a derecha e izquierda me alertó de que me había detenido y había levantado la voz. Giré la cabeza y vi a Ashton y a Beau mirándome. La expresión de mi hermano indicaba que no estaba nada contento y Ash parecía a punto de llorar. Oh, no, Lana.

Miré al otro lado y vi que me observaba fijamente con sus grandes ojos verdes llenos de lágrimas sin derramar. Ethan también me miraba, con odio.

—Lana —di un paso hacia ella, pero sacudió la cabeza y salió corriendo. Quería ir a buscarla, pero Ethan se interpuso.

—No. No dejaré que le hagas esto. Pensaba que tal vez eras sincero y estaba dispuesto a echarme atrás y dejar que te la quedaras. Pero tus intenciones no eran buenas. Si lo fueran, no hubieses podido soltar lo que acabas de decir a voz en grito, sin importarte que ella pudiera oírte.

—Apártate, Ethan —iba a empujarle, pero una mano me agarró el hombro.

—Deja que vaya con ella. Ya has hecho suficiente. —Beau no iba a soltarme. Tendría que pelearme con él y acabaríamos los dos en el calabozo.

Derrotado, me di la vuelta y caminé hasta el coche a grandes pasos. Esperaría a que empezase el concierto, y cuando Beau estuviese distraído, la encontraría. Tenía que hacerlo. El desconsuelo que vi en sus ojos era más doloroso de lo que nunca hubiese imaginado.

Lana

—¡Lana, espera! —gritó Ethan a mi espalda. Por mucho que no quisiera que me viese llorando por Sawyer, no podía seguir huyendo de él. Aquella noche, era mi pareja. Me detuve y me apoyé en la pared de ladrillo, junto a los servicios.

Ethan se paró delante de mí con una expresión preocupada en la cara que me hizo sentir peor.

—Lana, lo siento.

—¿Por qué? No has hecho nada, excepto cometer el error de invitarme a salir.

Alargó la mano y me acarició la cara, secándome las lágrimas con el dedo.

—Invitarte a salir no ha sido ningún error.

Solté una risa triste.

—Sí, claro.

—Lo digo en serio. —Soltó un suspiro y me cogió de la mano—. Hoy, en el barco, me he dado cuenta de que te gusta Sawyer. Excepto Ash, el resto de la población femenina de Grove le va detrás, así que no es nada nuevo. Pero no esperaba que él encontrase la manera de apuntarse al concierto.

Había sido una idiota al creer que había venido por mí. Era triste lo ingenua que podía llegar a ser.

—Soy una estúpida —susurré a través del nudo que tenía en la garganta.

—No, eres inteligente, guapa y divertida.

Le sonreí y me enjugué el resto de las lágrimas.

—Gracias.

—¿Estarás bien?

—Sí, sólo necesito estar un momento a solas. Si te parece bien.

Ethan asintió.

—Desde luego, nos vemos en los asientos.

—De acuerdo.

Me lavé la cara con agua fría y me sequé con un poco de papel. El maquillaje había desaparecido, y las pecas que tanto me había esforzado en ocultar destacaban sobre mi piel enrojecida como un cartel de neón. Llevaba polvos y colorete en el bolso, pero me lo había dejado en el coche. Seguramente, Sawyer lo habría cerrado, aunque también era cierto que la gente del sur de Alabama no acostumbraba a cerrar sus vehículos con llave. Al menos podía comprobarlo y devolver mi cara a su tono pálido natural.

Busqué el Mercedes en el que habíamos venido en la fila D del aparcamiento. No me di cuenta de que la puerta estaba abierta hasta que tuve a Sawyer justo delante de mí.

—Lana —dijo sorprendido.

Reculé un poco y me dispuse a huir otra vez al baño para llorar un poco más, porque era tan perfecto que dolía mirarle.

—Lana, por favor, no te vayas. Tengo que hablar contigo.

—Ya has dicho más que suficiente.

—Lana. —Me agarró del brazo y me sujetó la cara entre las manos, acariciándome suavemente las mejillas con los pulgares.

—Soy un imbécil —dijo, y tuve que reprimir el impulso de asentir con la cabeza—. Lo que he dicho suena peor de lo que es. No me estaba refiriendo a ti, ni a cómo me siento contigo.

—¿De verdad? Porque eso es justamente lo que parecía —le espeté.

—Leann me estaba acusando de no haber amado nunca a Ashton. Me decía que para mí era un trofeo o una propiedad. Y he explotado. —Sawyer cerró los y soltó un suspiro frustrado—. Contigo las cosas son diferentes, no estoy seguro de qué es, pero cuando estás cerca de mí siento algo que nunca había sentido. Te deseo. Y mucho. Me asombra y también me aterroriza. Seguramente no te merezco. Puede que lo que siento esté mal. Porque yo quería a Ashton, la quería de verdad. Ella era todo lo que necesitaba… pero nunca sentí el deseo incontrolable de poseerla. Nunca inventé razones para que enrollara las piernas en mi cintura y así poder sentirla apretada contra mí. Nunca —dijo tragando saliva—. Nunca pensé en hacerle el amor.

Le estaba mirando tan fijamente que me olvidé de respirar. Sawyer parecía debatirse entre el miedo y el anhelo. El chico encantador del que me había enamorado hacía años estaba allí, escondido debajo del otro hombre en el que se estaba convirtiendo lentamente.

—No soy digno de ti. No sé por qué te deseo tanto. Estaba enfadado conmigo mismo cuando dije todo eso, porque te deseo como nunca había deseado nada. Antes sólo quería sobresalir en el fútbol americano y sacar buenas notas en la escuela. Quería que mis padres estuviesen orgullosos de mí. Pero ahora también quiero otras cosas. Me afectas de una manera que no soy capaz de entender.

Me puse de puntillas y le hice callar poniendo mis labios sobre los suyos, pero antes de que pudiese abrazarme di un paso atrás e interrumpí el beso.

—Gracias por explicármelo —respondí, mientras él me observaba intentando comprender el por qué del beso y de su súbita interrupción—. Sé que querías, o quieres, a Ashton. Te vi crecer adorándola. Es sólo que… No sé si puedo soportar que coquetees conmigo un momento y al siguiente estés de mal humor o te entren ataques de ira por culpa de Ashton y Beau.

—Lo entiendo —dijo Sawyer alargando el brazo para enlazar sus dedos con los míos—. No estoy listo para una relación, pero me gustaría disfrutar del verano. Antes de que llegases, no estaba seguro de si me iba a quedar hasta el mes de agosto. Pero ahora que estás aquí ya no quiero marcharme. Me gustaría disfrutar de este último verano sin preocupaciones a tu lado.

Eso no era exactamente lo que deseaba cuando decidí venir aquí, pero era mucho más de lo que esperaba. Quizá Sawyer encontraría la forma de seguir adelante. Además, necesitábamos tiempo para conocernos sin Ashton entre los dos.

—A mí también me gustaría. Pero no quiero juegos. No los entiendo. —No podría soportar que me tratase como antes y a la primera de cambio se pusiera como una furia por culpa de Ashton. Mi corazón tenía un límite.

—Nada de juegos —dijo apoyando la mano en mi cadera y arrimándome a él. Bajó la cabeza y empezó a besarme la nariz, las mejillas y la frente.

Me estremecí al sentir su cálido aliento haciéndome cosquillas sobre la piel.

—Tus pecas son una monada —susurró, acariciándome el pómulo con el pulgar.

—Las odio —respondí, obligándome a separarme de él. Si seguía así, acabaría dejándole que hiciese lo que quisiera. No necesitaba un beso apasionado apoyada contra su coche. Tenía que superar el dolor de saber que para él nunca pasaría de ser una simple distracción veraniega.

Sawyer

A Ashton se le abrieron los ojos de par en par cuando nos vio a Lana y a mí llegar juntos. Estaba de pie delante de Beau, que la envolvía en sus brazos en actitud protectora. Me obligué a apartar la atención de Ash y a dejar de esforzarme en interpretar sus gestos faciales. Tenía que acabar con eso. Beau giró la cabeza para ver qué estaba mirando su chica, después arqueó una ceja y sacudió la cabeza una sola vez antes de devolver la vista al escenario, donde Little Big Town estaba tocando Boondocks.

—He venido con Ethan —dijo Lana.

—Lo sé —aunque eso no significaba que me gustara.

Su pequeña mano cogió la mía y la apretó con fuerza antes de soltarla y caminar hasta Ethan, quien por fin se había dado cuenta de que había regresado. Su mueca de preocupación pasó de estar dirigida a Lana para recaer en mí, y no se me escapó la mirada asesina que me lanzó. No le gustaba que hubiese vuelto conmigo. No se lo recriminaba. No soportaba ver la cara hinchada y enrojecida de Lana por culpa de las lágrimas. La había acompañado al servició después de recoger su bolso del coche y había cubierto con maquillaje buena parte de esas adorables pecas.

No la seguí. Era la pareja de Ethan; la única cita que tendría con ella. Así que pasaría el resto de la noche charlando con Leann y disfrutando de la música, por dos motivos: Ethan era mi amigo y yo necesitaba un poco de distancia después de la conversación que había mantenido con Lana en el coche.

Leann me examinó atentamente mientras me abría paso para ponerme a su lado. Antes de que pudiese abrir la boca y hacer veinte preguntas cuyas respuestas no era asunto suyo, decidí advertirla.

—No quiero hablar del tema.

Cerró la boca y me echó una mirada de odio antes de volver a escuchar lo que fuese que Ethan le estaba contando a Lana. No me permití mirarlos de reojo ni una sola vez.

—Espero que te dé puerta. No tengo ni idea de qué te ha pasado, Sawyer, pero tengo que decirte que ahora mismo no me gustas demasiado. La buena persona que eras ha desaparecido completamente.

Mierda, ¿y a ella qué le importaba? Leann ya no era la mejor amiga de mi novia.

—He cometido un error. Tengo derecho a cagarla. Todos me acusáis de tener a Ashton en un pedestal. Bueno, tal vez sois vosotros los que me tenéis a mí en uno. No te metas.

Ya me sentía lo bastante culpable por haber hecho sufrir a Lana. No necesitaba que Leann lo empeorase. Sobre todo teniendo en cuenta que cada vez me resultaba más difícil controlar la necesidad de girarme y comprobar que los labios de Ethan no se acercaban a la cara de Lana. Tenía que dejar que disfrutasen de esta cita. Después, me aseguraría de que todo el mundo supiese que Lana, este verano, era mía. Y me ocuparía de que Lana no volviese a llorar por mi culpa.

—Sé que eres humano, Sawyer. Lo que no sabía es que fueses un cabrón insensible. Eso es lo único que digo —dijo Leann antes volver a concentrarse en el escenario.

Pontoon, el último éxito de Little Big Town, empezó a sonar, y Ashton chilló detrás de mí.

—¡Ah! ¡Me encanta esta canción! Súbeme a caballito para ver mejor.

No pensaba mirar cómo Beau se subía a Ashton sobre los hombros, tal y como había hecho yo en el último concierto al que la había llevado. Si no fuese por todos los recuerdos, resultaría mucho más sencillo quitarme a Ash de la cabeza. Pero olvidar era tan difícil.