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Adolf comenzó la enseñanza secundaria en septiembre de 1900, cerca de ocho meses después de la muerte de Edmund. Si aprobaba todos los cursos en los cuatro años siguientes, al cumplir quince habría terminado secundaria. Declaró que su preferencia era cursar el Gymnasium, con su programa de estudios centrado en lenguas clásicas y arte, en vez de la Realschule, donde se hacía hincapié en las disciplinas prácticas.

Alois y Adolf hablaron a este respecto. A veces Klara estaba sentada en la habitación y a veces no, pero la materia de discusión era el Gymnasium. Adi creía que podría cursarlo con provecho. Manifestó que poseía talento para el arte. Con ánimo de ablandar a Alois, añadió que también estaba dispuesto a estudiar a los clásicos. Alois se mostró desdeñoso.

—¿Los clásicos? ¿Hablas en serio?

Klara habló.

—Nuestro hijo está disgustado. Lo cual, naturalmente, afecta a otras cosas.

—Entiendo algunos de sus infelices pensamientos —dijo Alois—. Pero lo que dices no va a ninguna parte. No veo de qué sirve intentar el ingreso en el Gymnasium. No va a conseguirlo. —Optó por mirar a Adolf a los ojos—. Puesto que ahora pareces incapaz de escribir alemán sin faltas, ¿cómo, en el nombre del buen Dios de quien habla tu madre, vas a asimilar el latín o el griego?

En este punto, Alois decidió hablar a su hijo en latín. No para ponerle a prueba, sino para burlarse de él.

Absque labore nihil —dijo.

—¿Y qué quiere decir eso? —preguntó Klara, bruscamente.

¡Qué cruel por parte de Alois! Simuló que encendía su pipa, expulsando humo lentamente, y después lo liberó a su gusto antes de decir:

—Sin trabajo no hay nada. —Asintió—. Eso significa. —Exhaló el humo a pequeñas bocanadas instruidas—. A mi entender, el proverbio se aplica bien al estudio. En el Gymnasium, los alumnos deben dominar la gramática. La latina y la griega. ¡Las dos! Son hermosos conocimientos que adquirir. Te darían superioridad sobre otros durante el resto de tu vida. Pero nada se obtiene sin el esfuerzo adecuado, y esa escuela, Adolf, no es para ti. Tampoco necesitas estudiar historia antigua, filosofía o arte. Creo que sobresaldrías en muy pocas de estas asignaturas. En mi opinión, es mejor que entres en la Realschule. No sólo sus enseñanzas prácticas son lo que necesitas, sino que puedo ayudarte a ingresar en ella. —Pensaba en la ayuda del alcalde Mayrhofer—. Por mucho que me esfuerce, es inútil intentar que te admitan en el Gymnasium. Les bastará con echar un vistazo a tu ortografía.

Sabía que podría pedir a miembros de las Buergerabends recomendaciones para el Gymnasium, pero ¿para qué? No bastarían, sin duda. Él perdería mucho más de lo que pudiera ganar, y para nada. Suspiró.