Matasellos del 23 de agosto de 1912

21 Richmond Place, N.C.R.

Dublín

Querida mía, esta mañana llamé para citarme con Roberts. No estaba allí, pero me dejó la carta que te adjunto. La leí y caminé por la calle sintiendo cómo todo mi futuro se escapaba de mi control. Permanecí durante una hora sentado en un sofá de la oficina de mi padre. He estado toda la noche con el libro entero en la cabeza, imaginé que lo veía, que lo leían mis conocidos, imaginé las críticas sobre él, tanto amables como poco amistosas. Esta mañana todo parecía derrumbarse.

Me parece que hubiera sido mejor no decir nada más. Hoy he pensado largo rato en usar el dinero que me queda en un revólver, y usarlo con los sinvergüenzas que durante tantos años me han torturado con sus esperanzas. No diré más. Si me quieres, lo sentirás por ti misma [sic] Querida, estoy seguro de que lo harás, y, oh, cómo me gustaría tener tu apoyo y tus palabras de ánimo, para olvidarlo todo y dormirme en tus brazos, oculto por tu amor.

No sé lo que haré o lo que puedo hacer. Ya lo pensaré. Lucharé hasta el fin. Stannie no me ha enviado ni una línea ni ningún dinero. Mañana empeñaré mi reloj y mi cadena para subsistir algún tiempo más. Parece que todo se ha desvanecido, dinero, esperanza y juventud.

Al menos estarás tú. No te aflijas por mí. Come, duerme y sé feliz. Cuando nos encontremos (y espero que sea muy pronto), espero encontrar en ti lo que he perdido en otras partes, verte joven y feliz, sonriente y caminando como una reina.

JIM

P. D. Me sorprendió y desilusionó no haber recibido hoy carta tuya. Escribe de una vez y devuélveme la carta de Roberts. Piensa en mí, pero no te impacientes.