Capítulo LIV

El día 29 de marzo fueron ocupados Jaén, Ciudad Real y Albacete. En Gerona, pusiéronse al descubierto los cuerpos emparedados de mosén Francisco y Laura —Iglesia y Burguesía— y el descubrimiento sacudió a la población. Los ojos de «La Voz de Alerta», nuevamente director de El Tradicionalista, se inyectaron en sangre. A la salida, el dentista se dirigió a la oficina jurídica en la que trabajaba José Luis Martínez de Soria y le dijo a éste: «Me permitirás que sea yo quien te asesore».

El día 30 fue ocupada Valencia. Matías, víctima de sentimientos contrapuestos, estimaba que su tributo había sido excesivo; un hijo y dos hermanos. Ya no tenía hermanos. Con todo, no se decidió a ir a Burgos a visitar a su familia. ¿Qué podría decirles? «¡UGT…!». En la UGT de Gerona se había encontrado un depósito de víveres comparable al de Abastos.

En cambio, Carmen Elgazu no daba crédito a la fortuna de los suyos en el Norte. Su madre y todos sus hermanos se habían salvado. Únicamente Jaime, que continuaba en un batallón de trabajadores, les escribió pidiéndoles un aval para salir de allí. «Tal vez Ignacio pueda mandármelo. El aval de un combatiente tiene mucha fuerza». Ignacio lo complació sin pérdida de tiempo.

El día 31 fueron ocupadas Almería, Murcia y Cartagena. El reencuentro de Ignacio y Marta había sido más feliz de lo que Matías había supuesto… Sin duda se sentían unidos por un lazo vigoroso, y el especial estado de ánimo que creaba en todo el mundo la terminación de la guerra contribuyó a que volvieran a mirarse con temblor en los ojos. Pero algo, no se sabía qué, desasosegaba a Ignacio, quien, al reincorporarse a la Compañía de Esquiadores, pasó por Barcelona para visitar a Ana María. Consiguió verla —también el padre de la muchacha se había salvado— y al escuchar de labios de la chica la irrebatible acusación: «Has jugado conmigo de una manera innoble», Ignacio se sinceró: «No tanto como crees. Te digo la verdad. Nunca he tenido la certeza de que lo de Marta y yo fuera definitivo. Tampoco la tengo ahora. Por favor, demos tiempo al tiempo…».

Mateo y Pilar parecían felices… Mateo se llevó una gran sorpresa con Pilar. La guerra había convertido a ésta en una persona mucho más completa que antes y su alegría natural, en cierto modo parecida a la de María Victoria, tenía un valor incalculable. Mateo pudo permanecer en Gerona unas semanas. Fue a Barcelona a rescatar a su padre, don Emilio Santos, que empezaba a recuperarse, y volvió con él. Se instalaron de nuevo en el piso de la Estación, que había sido sede del POUM. Sus gestiones para saber algo del hermano de Mateo que se hallaba en Cartagena fueron inútiles. En cambio, don Emilio Santos supo que quien lo arrancó de la checa fue Julio García, y Matías Alvear comentó: «Julio era un punto. Pero lo echaremos mucho de menos».

El día primero de abril, por la mañana, la ciudad efectuó una visita masiva al cementerio, donde, en lo posible, los cadáveres de uno y otro bando habían sido deslindados… Mosén Alberto presidió la ceremonia, acompañado por el alcalde, notario Noguer, y fue descubierta una lápida con los nombres de todos los CAÍDOS de la ciudad. En la lista, encabezada por el nombre de José Antonio, figuraba también el de César.

A mediodía, la Radio difundió la gran noticia. La paz había renacido en todo el territorio de la nación. Era el primero de abril de 1939. El parte de Guerra, el último, estremeció los espíritus:

EN EL DÍA DE HOY, CAUTIVO Y DESARMADO EL EJÉRCITO ROJO, LAS TROPAS NACIONALES HAN ALCANZADO LOS ÚLTIMOS OBJETIVOS MILITARES.

LA GUERRA HA TERMINADO.

En el Cuartel General del Generalísimo, la escena fue sorprendente. El Caudillo sufría un acceso gripal y trabajaba en su despacho. A media tarde, uno de sus colaboradores entró precipitadamente a verle y le comunicó la noticia dada por el Estado Mayor. «Se han ocupado los últimos objetivos. La guerra ha terminado».

El Caudillo no se inmutó. «Está bien. Muchas gracias», contestó. Y siguió trabajando.

* * *

Palma de Mallorca, Barcelona, Bonn, Helsinki, Cala d’Or,

Zürich, Villajoyosa, Barcelona y Arenys de Mar.

Empezado en 1954, festividad de la Virgen de Montserrat,

y terminado en 1960, día de San Agustín.