ESQUILACHE: ¡El pueblo está agazapado a vuestros corazones!…
Tal vez nunca cambie su triste oscuridad por la luz…
¡pero de vosotros depende!
ANTONIO BUENO VALLEJO, Un soñador para un pueblo
—Hay un haiku japonés que habla de un pequeño guijarro que en una playa levanta una ola.
—Cuando Juan Rivera, del Colectivo Prometeo, me dijo que, a los pocos meses de activarse el Frente Cívico (FCSM), ya militaban 20 000 personas y hasta 40 000 se habían apuntado con nombres y apellidos, sentí la fuerza de esa ola. Un impulso, el del FCSM, que en el último trimestre de 2013 habrá puesto en marcha cuatro campañas fuertes en la calle: deuda ilegítima, pensiones, renta básica y campamentos dignidad con marchas de parados.
—No sé cómo te suena esto pues no buscas protagonismo, sino todo lo contrario, pero al parecer tú eres ese guijarro.
—Soy una persona conocida que ha suscitado apoyos incondicionales y odios africanos. Sé que estoy en candelero público, las redes sociales recogen mis palabras, y no voy a fingir una falsa modestia. Por eso cuando lancé el mensaje dije que era el «referente». ¿En qué consiste? En que la imagen que se tiene de mí es una imagen de persona sobria, austera, que ha sabido estar en política sin contaminarse, que ha intentado cambiar la cosas, que las ha pasado mal por determinadas maniobras que después han salido a la luz, y ahora la gente lo empieza a recordar. También he encarnado un serio y profundo estudio que hizo IU sobre lo que se nos avecinaba con Maastricht en Europa. Yo he sido la voz de aquella propuesta —aunque era un tema colectivo—. De ahí tenía que venir la convocatoria para el Frente Cívico, y he tenido ese poder de convocatoria. Pero ya no puedo estar todos los días en medios de comunicación, ni dando espectaculares mítines, ni conferencias por la geografía española. Con lo que he hecho hasta ahora ya he aportado lo último. Esto es lo último.
—¿Te inquieta que si tú te descuelgas, el FCSM se venga abajo como un castillo de naipes?
—Si esto no cuaja la gente tendrá que preguntarse por qué. Por qué en alguna provincia han salido dos Frentes Cívicos que se excomulgan mutuamente, a qué viene esto, esta especie de tribalismo ibérico. A qué viene la desconfianza de otros sobre cuáles son las intenciones del FC, que me parecen ridículas. Pero bueno, la tenaza está puesta. Y tras el proceso constituyente comenzará un camino que no será fácil. Porque si crecemos tendremos en frente todas las baterías. Nos van a intentar infiltrar, pues el poder no se va a estar quieto.
—¿Cuál es la novedad del Frente Cívico?
—Que todo lo anterior siempre ha sido impulsado por el PCE. Y esto ha sido impulsado sin ninguna organización detrás. Es totalmente nuevo. Sin estructuras, sin infraestructuras, sin organización. Esto es nuevo. En lo otro siempre ha estado el partido, que ha organizado, se ha abierto… pero ahora no.
—El Frente Cívico es la encarnación de ese poema de Aleixandre, «En la plaza», que tenías en tu despacho de Madrid[2].
—Ese poema explica qué papel puede jugar la gente en momentos de alarma social como el que ahora sufrimos… porque el FC surge en un momento de excepcionalidad. No estamos en una situación normal donde, más o menos, las tensiones se disuelven, donde los conflictos se pueden aparcar, no. Estamos ante una situación de extrema gravedad, del fin de una civilización, del fin del capitalismo, un capitalismo que morirá de éxito, pero sin que la otra criatura, la que le puede sustituir, haya nacido. Es un periodo convulso. Y ante esa situación de excepcionalidad, cuando ves tú qué va a pasar en un país con un 67 por ciento de jóvenes que no tienen trabajo. Y la degradación de todo tipo, moral, cívica, o ética. Y cómo un gobierno y unos poderes están arrasando su propio país, comportándose como Atila en su propio país. Están cometiendo delito de alta traición, así de claro. Son traidores a su país, aunque digan que son patriotas, cuando la patria es para ellos tan solo una coartada. Y no hay partido que pueda solucionar esto. No lo hay. ¿PP, PSOE, Izquierda Unida? No lo hay.
—¿Y sobre esa otra criatura que tiene que nacer?
—Debería estar cerca. Necesita estar cerca. Porque si no vamos a una situación que va a recordar la época de la primitiva Edad Media. De hecho hay elementos que recuerdan la Edad Media. Voy a exponer unos cuantos. El siervo de la gleba, el que nacía ya adscrito a una tierra, es ya quien nace adscrito a una hipoteca que pasa de padres a hijos. Ya no existe el Estado, el Imperium, Roma, ahora existe un fraccionamiento de poder que no es el Imperium, sino los señores feudales, son las multinacionales, son los mercados. Es decir el derecho y el Estado como representante de ese derecho han dejado de existir. Existen los intereses económicos parciales que tienen sus propios ejércitos, sus propia prensa, sus propios medios, y los países son colonias de un señor feudal, o de dos o de tres. El discurso del Estado no existe, es el discurso del mercado.
»Vendrá una época convulsa donde los marginados estarán en guetos donde la policía no entrará, con cárceles privadas. Es la vuelta a la Edad Media. Mientras que el Imperio Romano era un orden, esclavista, pero un orden: con leyes, un derecho, una liturgia, todo un funcionamiento en torno a unos valores y unos imaginarios colectivos. Eso se ha roto. Se está rompiendo todos los días. Y las palabras han sido cambiadas. Ya no se habla de habitantes, sino de consumidores. Estamos volviendo a la Edad Media, altamente tecnificada evidentemente, pero la Edad Media.
»Frente a eso está la recuperación del ser humano pensante, reflexivo, que cree en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Son ideas por las que merece la pena luchar. Esa es la idea del FC. Debiera cuajar, pero hemos visto que hermosos ideales, hermosos documentos como la solemne Declaración Universal de los Derechos Humanos se incumplen, y no solo, sino que no se denuncia que se incumplen. Que no se torture, que no se encarcele… ¿Y el derecho al trabajo qué? ¿Y el derecho a la salud qué? ¿Y el derecho a que todos tengan una Seguridad Social qué? Es decir, el reduccionismo permanente, la falta de una mirada amplia. Todo está dirigido por los que están en Bruselas, achicando el agua como pueden, pero cerrando el diafragma de pensamiento de la gente, haciéndola más unidimensional, como dijo Marcuse en El hombre unidimensional.