El público de aquel auditorio de Sabadell recibió sus palabras puesto en pie, aplaudiendo.
El deber de un político es construir con otros un punto de vista sobre la realidad, aunque duela, aunque te tachen de visionario, de «titán del Olimpo», porque aunque la política —a tenor de los escándalos de corrupción que asolan nuestro país— parezca muerta, los políticos como Anguita van a seguir bailando.
¿Cómo cambiamos el sistema? A estas alturas ya me he dado cuenta de que la revolución es un ser humano distinto, y que la revolución no se le puede dar a la gente hecha, sino que la gente tiene que participar en la obra de su liberación. Para eso la gente ha de tener conciencia.
Siguiendo a Jacques Monod, pienso que la naturaleza humana es producto de un azar, pero con una potencia enorme. Tenemos un cerebro capaz de corregir la tendencia natural a comportarnos como un animal agresivo. Es una lucha titánica. Por tanto, el destino de la humanidad está abierto a un futuro inconmensurable.
Marx lo dice. Hay un momento en que asegura que cuando se llegue a una sociedad sin clases, entonces empezará la historia de la humanidad. Es decir, estamos viviendo en la prehistoria. Que con el potencial que tenemos, resulte que aún debamos estar peleando por poder comer… Esto me llega al alma.
Con esta cápsula de belleza, de potencial creador, ¡cómo es posible que tengamos sojuzgada a tanta gente para buscarse la comida! ¿Qué quiero decir? Quiero decir que el ser humano tiene ante sí una tarea sin límite. Si medimos la relación entre una bacteria y un cuerpo humano —que puede destruir la bacteria—, no sé cuál será, quizá una diezmillonésima parte, entre el planeta y un ser humano. El planeta será todavía más grande que el cuerpo humano con respecto a una bacteria; pero esa bacteria humana es capaz de destruir el planeta con sus inventos, de destruir el planeta e incluso el Sistema Solar.
Hoy hay que hablar de repartir. Hay que hablar de vivir de otra manera para que todos puedan vivir. Hay que hablar de austeridad. Es comprender el mundo para cambiarlo. En eso sí está crepitando el fuego de Prometeo. En la voluntad de no aceptar lo que hay.
El non serviam del arcángel, el no sirvo porque no me da la gana. Ese es un mito en el imaginario colectivo que ayuda a la gente a luchar. Son los anhelos, la nostalgia de futuro, porque la nostalgia no solo es del pasado, puede ser de futuro, la nostalgia de un futuro mejor.