Comenzaré relatando un hecho que sirve como introducción a este drama que está dejando sin futuro a una gran parte de la sociedad. En el año 1995, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) encargó al profesor James Petras la elaboración de un informe acerca de las consecuencias sobre la juventud de la política laboral «modernizadora» de Felipe González.
En 1996 entregó los resultados y el CSIC no publicó absolutamente nada. Yo tuve la suerte de acceder a un ejemplar del trabajo que gentilmente el profesor me entregó. La revista Ajoblanco lo publicó en ese año y posteriormente la CGT. Cualquier ciudadano puede acceder al mismo tecleando en internet «Informe Petras».
¿Qué decía aquel texto? Solamente voy a reflejar dos conclusiones y además de forma extremadamente esquemática:
Una. En 1996 estábamos ante la primera generación que iba a vivir peor que sus padres.
Dos. Una generación y unas generaciones acostumbradas a ser criadas casi entre algodones sin referencia alguna a los problemas, las dificultades y la perspectiva de futuro, estaban instaladas en un permanente presente, en un vivir al día.
Por tanto no puede alegarse por parte de los poderes públicos que no fueran alertados de las consecuencias de aquella política económica y laboral «europeísta y modernizadora». La destrucción de tejido productivo industrial que hizo comentar al ministro de Industria Eguiagaray que «la mejor política industrial es la que no existe», la especialización de la economía española en el ladrillo, el turismo y los bajos salarios por mor de la competitividad constituyeron el cañamazo sobre el que después Aznar tejió la pieza entera.
Cuando un país tiene un 67 por ciento de paro juvenil ese país ya casi no existe, no solamente porque no hay futuro, sino también porque la cohesión social también desaparece. Y la solución no viene de la UE, más recortes o llamadas al crecimiento, sino de un radical replanteamiento de la economía, la política y los valores. Para mí, y en apretada síntesis, todo debe bascular en torno a las siguientes medidas:
Salida del euro auditando además la deuda ilegítima y declarando de manera unilateral una quita y un aplazamiento del pago de la restante.
Estructurar y relanzar los tres grandes yacimientos de trabajo más inminentes: sanidad, educación y medio ambiente.
Una profunda reforma fiscal de carácter progresivo que erradique la economía sumergida, el dinero negro, el fraude fiscal y los paraísos fiscales.
Creación de una banca pública como paso hacia la nacionalización de la privada.
Nacionalización de los sectores estratégicos de la economía.
Clarificación y transparencia de los canales de distribución entre los productores agrarios, pesqueros y otros y el consumidor.
Soy consciente de que esto significa un esfuerzo gigantesco y además la necesidad de una ciudadanía combativa, organizada y activa. Pero también creo que no hay otra salida. Dejo esta afirmación para que el futuro me la ratifique o me la contradiga.