FELIPE GONZÁLEZ

Se cuenta de Fidel Castro y de Hemingway una anécdota que sirve de introducción. Hemingway fue un admirador de Castro y estuvieron juntos muchas veces. Cuenta Fidel que salieron a pescar los dos, y Hemingway no pescó nada, mientras Castro no daba abasto en pescar. Hemingway, bastante molestó, estalló diciendo: «Ya sé la causa de tus éxitos, tú eres un tío con potra». Salvando las diferencias a favor de Fidel, Felipe González es también un ejemplo de potra. Fue el hombre preciso, en el momento preciso para los intereses a los que sirvió.

Felipe es un hombre con una gran capacidad de seducción. Pero añado, para los que están deseando ser seducidos. Cuando hay esa predisposición, Felipe es encantador. Pero es encantador cuando es presidente del Gobierno, pues si fuera un ciudadano normal su manera de enfocar los temas no tendría tanta validez.

Por lo demás, en política interna deja muchísimo que desear. Tuvo pares y nones con las estructuras de la Iglesia, pares y nones con las estructuras del Estado, asistiendo a determinados desfiles militares por sorpresa. Está el tema de los GAL, accediendo a lo que le demandaban los sectores más duros y las cloacas del Estado, siendo tolerante con actitudes trápalas del monarca, en fin. Fue en este caso Crispín (personaje principal de Los intereses creados, de Benavente), el que se pone al servicio de Leandro. Alguien que es importante porque se pone al servicio de un grupo, de un sector que necesita a alguien que lo represente, cual es aquí el capitalismo español más moderno y ligado a la sociedad europea.

—Para sus compañeros era «Dios».

—Dios porque había ganado con 202 diputados. Era alguien que pesaba en Europa, los americanos le tenían en estima, el rey lo mismo. Estaba casi divinizado.

—En las entrevistas todavía le siguen preguntando si él creó y financió los GAL.

—Él sabe que eso hoy no va a salir. Pero eso acabará sabiéndose algún día, cuando ya estemos muertos muchos de nosotros. Recuerdo las palabras de Damborenea, cuando declaró: «No, no, el presidente del Gobierno sabía lo que estaba pasando. Es que un presidente del Gobierno tiene que saber lo que hay, porque tiene que dar determinadas órdenes. Eso es normal, pero es que, además, él lo sabía». Eso es lo que dijo Ricardo García Damborenea, secretario general de los socialistas vascos, en rueda de prensa. Lo sabía Felipe González y ¿lo sabía el rey?

—Una parte nada desdeñable de la sociedad española de aquella época no veía con malos ojos que frente a ETA se organizara un terrorismo de Estado. A Felipe le faltó el valor que tuvo Margaret Thatcher cuando asumió en la Cámara de los Comunes que había dado órdenes para que agentes británicos mataran a dos terroristas en Portugal. Eso le faltó a él. Y no sé si tuvo tentaciones, porque si lo hubiese dicho se lleva a la gente detrás. Y los que le hubiésemos increpado en el Parlamento hubiésemos perdido ante esa parte de la sociedad que he mencionado antes. Pero había una cosa, la Thatcher dio la orden, fueron ejecutados, se saltó el Estado de Derecho. En el caso español, los GAL no solo eran crímenes de Estado, era también el robo, la estafa, era el medrar con fondos públicos… y esa parte ya no es tan «heroica». Recuerdo haber hablado con un militar que me confesó que si el presidente del Gobierno le hubiera encargado tal cometido, lo hubiera hecho de balde. «Solo hubiera pedido que en la soledad del despacho del ministro de Defensa se me imponga una medalla», me confesó.