Es una persona que ha caído bien en el mundo del PCE, partiendo de la base de que Santiago Carrillo y él tuvieron un protagonismo compartido. Fue por otra parte un presidente jaquetón que se llegó a enfrentar a los militares. En fin, realmente tuvo unas virtudes personales de valor político para llevar a cabo lo que él definió como hacer normal en la política lo que en la calle ya lo era. Pero una vez quitada esa simpatía que puede ser espontánea, porque además no era atlantista, te das cuenta de que fue un personaje del que se valió Torcuato Fernández Miranda con la astucia y la «ratonería» de saberse mover perfectamente y de hacer tragar a aquellas Cortes su propia muerte. Por eso mismo tiene un lugar en la historia de España. Es decir, los fontaneros de buena calidad tienen un lugar en la historia.