A quienes harán el siglo XXI les decimos
con todo nuestro afecto:
crear es resistir. Resistir es crear.
STÉPHANE HESSEL
En una escena de la película Holy motors se le pregunta al protagonista por el sentido de su búsqueda. «Busco la belleza del acto», afirma. Cuando su interlocutor le asegura que la belleza está en los ojos del que mira, el actor contesta: «¿Y si ya no sabemos mirar?». Los que saben mirar nos devuelven al mundo con los ojos muy abiertos, hacia dentro, hacia fuera.
Estamos a punto de saltar de siglo con Anguita, que en el siglo XXI cambiará «de trinchera, pero no de guerra». Cultiva la memoria de tanta historia porque, como decía Byron, el mejor profeta del futuro es el pasado. Hay párrafos enteros grabados en su mente. Intervenciones en el Congreso, informes de artículos de la Constitución o los derechos humanos. Muchos nombres con sus apellidos y sus palabras. Es apasionante abrir con él de par en par los múltiples cajones de la reciente historia, esa que él ha vivido colectiva y personalmente en primera fila. En este inicio del XXI le van a esperar otros nombres, otros textos, otros quehaceres.
El historiador Eric Hobsbawn habla del XX como el siglo breve. Dijo que empezaba en 1914 y llegaba a su fin en 1989, cuando se desmoronó la «fortaleza» del Muro.
Se fue el «¡siglo XX cambalache, problemático y febril!» que cantaba el tango compuesto en 1934 por el argentino Santos Discépolo. Antes de pasar página al siglo, posamos nuestra mirada más amplia sobre algunas de las personas que caminan por este libro y que protagonizaron la historia de ese final de siglo en el que él tuvo en sus manos la secretaria general del PCE, la coordinación general de Izquierda Unida y la portavocía de IU en el Congreso español de los Diputados.