DE AQUELLOS POLVOS DE MAASTRICHT…

Hay un río de razones y de artículos escritos por Julio Anguita sobre Maastricht. En 1993 ya decía que Izquierda Unida era la fuerza política que más ha elaborado, discutido y explicado cuestiones importantes concernientes a la construcción europea, posicionándose a favor de la participación activa de los pueblos de Europa.

«Estamos pidiendo para Europa lo que pedimos para España: creciente superación de los desequilibrios sociales y territoriales, de tal manera que las llamadas velocidades en cuanto a países pobres y países ricos terminen por superarse. Si no hay una política clara, nunca habrá una Europa cohesionada en lo económico y en lo social. Por esto hablamos de convergencia de las economías y no de convergencia de las políticas económicas», decía en aquel artículo del 13 de marzo de 1993 publicado por Diario 16.

«Maastricht fue un golpe de Estado, y supuso la segunda Constitución española, no lo digo yo, tenemos una revista de empresarios del año 1994 donde economistas ilustres de este país dicen lo siguiente: “Maastricht convertido en reforma constitucional nos va a permitir políticas organizadas, correctas, y no tener como referente a la Constitución, que en todo caso no es un ejemplo de organización económica” (frase que cita de memoria). Es decir, Maastricht fue una reforma constitucional encubierta. Pero es que además se asume por los poderes como una reforma constitucional de facto. Hasta que tanto Zapatero como Rajoy modifican el artículo 135. Ocurrió el 27 de septiembre de 2011. Entonces se consumó un asalto en toda la regla contra la Constitución, utilizando triquiñuelas legales.

»Desde aquel día, el texto del artículo 135 pasó a decir que los pagos de los intereses de los créditos para financiar la deuda se deberán hacer con prioridad absoluta. Es decir, desde entonces los bancos y cajas alemanas, entre otros, tienen así la garantía de qué es lo primero para los gobiernos españoles del PP y del PSOE. La garantía de que aquí se puede estar hundiendo el mundo, se pueden morir de hambre nuestros escolares de primaria o secundaria, pero en cuanto haya un euro, ese euro se tiene que entregar primero a los que han comprado la deuda. Con esa prioridad absoluta ganamos, dicen, credibilidad ante Europa».