ENFRENTE, NUEVA IZQUIERDA

En estas circunstancias se fue preparando el terreno para la I Asamblea de IU, donde Anguita redactó los breves textos. Nuevamente habría problemas. Entre los textos elaborados, Anguita había presentado un borrador al Secretariado, que ahora le exigía que quitara un párrafo donde se afirmaba que «desde la izquierda consecuente no podemos asumir sin críticas tres conceptos: mercado, competitividad y crecimiento sostenido».

—«Eso conviene quitarlo». De aquello hice causa de honor. «Si queréis lo quito, pero yo no puedo defender lo contrario; lo siento, no puedo. Estoy aquí al servicio de unas ideas, de un proyecto. Quitadlo, pero entonces yo no lo encarno. Solo puedo encarnar aquello en lo que crea. Cederé en otras cuestiones, pero este párrafo sobre el «mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido» es innegociable. Entonces me di cuenta que tendría guerra para rato.

Estamos hablando del informe del año 1990. Se avecinaba el XIII Congreso del partido. Frente a Julio Anguita se presentaría el camarada Francisco Palero, planteando abiertamente la disolución del PCE. En el debate con él, Anguita le dijo «tú no quieres que el partido se disuelva, que eso te importa muy poco; lo que pretendes es manejar las ideas que el partido tiene sobre Izquierda Unida».

Para entonces Izquierda Unida era ya algo vivo, crepitante, con la inyección de la elaboración colectiva. El método de trabajo participativo lo apoyaba el PCE.

—Palero y compañía querían quitar de en medio esa orientación, además de ahogar al PCE que yo representaba como secretario general. Lo cual trasladaba a IU un problema ulterior, porque para poder luchar contra las tesis de los que pedían la disolución del partido —y a mí eso no me asustaba— lo estaban pidiendo quienes después van a nutrir las filas de Nueva Izquierda (que maniobraban ya para desembocar con todo el proyecto en el PSOE), que por entonces eran las caras más conocidas del PCE en la sociedad.

»Los que se ponen detrás de mí apoyándome —no sé por qué razones— eran del aparato del partido, que decían estar en esa misma línea de pensamiento. Y me encuentro en la contradicción siguiente: que pudiendo discutir sobre la desaparición del PCE en función de esto que voy explicando, tengo que decir que no desaparece el partido porque IU era por entonces para mí la «niña de los ojos» del partido. De ahí que la expresión «el PCE de IU» es mía, y no «la IU del PCE». Es decir: el PCE al servicio de Izquierda Unida, y no al revés. No era ningún antojo, era lo que teníamos que hacer.

»En aquel conflicto se empezaba a mostrar con especial intensidad un problema que todavía existe. Por un lado yo defendía la existencia del PCE por dos razones, la primera era que no se podía ceder ante quienes olvidaban de manera interesada los enormes servicios prestados por el PCE a la democracia y las libertades y en segundo lugar porque el PCE apostaba por una IU como movimiento político y social que era la realización de la apuesta total del partido; desaparecido el PCE, IU se transformaría en un partido de corte socialdemócrata al uso, totalmente gregario del PSOE. Pero había algo más.

»Desde hace muchos años vengo manteniendo, incluso en las páginas del Mundo Obrero, la necesidad de que el PCE ceda su lugar a una fuerza política de carácter comunista y marxista pero que funcione de otra manera; que sea una especie de levadura permanente y presente, a través de sus militantes en todos y cada uno de los movimientos sociales, sindicales, culturales y políticos negadores del sistema; y todo ello con un respeto total a la independencia de cada uno de ellos. Cuando el XVII Congreso del PCE me encargó dirigir en 2005 los trabajos para la redacción de un nuevo Manifiesto-Programa, la dirección del PCE y yo mismo concebimos un gigantesco debate en el seno de la organización y en la calle que culminará con la decisión consecuente. Hubo impedimentos y obstáculos por parte de organizaciones enteras e incluso parte de la dirección se asustó y aquello terminó sin pena ni gloria.